DOMINGO DE PASCUA DE LA RESURRECCIÓN DEL SEÑOR
MISA DEL DÍA (Domingo 17 de abril 2022)
Primera: Hechos 10, 34.37-43; Salmo: Sal 117, 1-2. 16-17. 22-23; Segunda: 1Corintios 5, 6b-8; Evangelio: Juan 20, 1-9
Nexo entre las LECTURAS
Cristo resucitado es el mensaje central de la liturgia de Pascua. Ante todo, Jesucristo resucitado, como objeto de fe, ante la evidencia del sepulcro vacío: "vio y creyó" (evangelio). Cristo resucitado, objeto de proclamación y de testimonio ante el pueblo: "A Él, a quien mataron colgándolo de un madero, Dios lo resucitó al tercer día" (primera lectura). Cristo resucitado, objeto de transformación, levadura nueva y ácimos de sinceridad y de verdad: "Sean masa nueva, como panes pascuales que son, pues Cristo, que es nuestro cordero pascual, ha sido ya inmolado" (segunda lectura).
Temas...
El amor nos hace ver a Jesús.
El evangelio de hoy es un signo de Juan que nos hace descubrir qué necesitamos para «ver» a Jesús en su nueva dimensión de Hombre Nuevo. Es el primer día de la semana, aún de madrugada, casi a oscuras, cuando la fe aún no ha iluminado nuestro día. Estamos, como la Magdalena, confusos y llorosos, mirando con miedo el vacío de una tumba. Ese vacío interior que a veces nos invade: cansancio de vivir, acciones sin sentido, rutina. El vacío que se nos produce cuando estamos en crisis y los esquemas antiguos ya no tienen respuesta; cuando sentimos que tal acontecimiento o nueva manera de proponer la enseñanza de siempre nos quita eso seguro a lo que estábamos aferrados. Cuando tomamos conciencia de ello, nos asustamos, creyendo que se derrumba nuestro mundo bien armado.
¿Y Jesús? ¿Dónde está? Nos lo han robado, justamente a nosotros que creíamos tenerlo tan seguro, tan bien «conservado». Habíamos ‘conquistado’ a Jesús con nuestras categorías mentales, con un cierto modo muy definido de vivir, como si el tiempo se hubiera detenido para que nosotros pudiéramos gozar y recrearnos indefinidamente en ese mundo ya hecho y terminado y ya cristiano. Pero sobreviene la crisis (recordemos la cuarentena, tengamos presente la guerra), cae ese mundo y Cristo parece desaparecer... Entonces pedimos ayuda, y Pedro y Juan comienzan a correr... ¿Será posible que Jesús no esté allí donde lo habíamos dejado debajo de una pesada piedra? Jesús ¿está en otro lugar donde acostumbraba a verlo y como lo veía?
Es la pregunta de la comunidad cristiana, atónita cuando algo nuevo sucede en el mundo o en la Iglesia, y debe recomponer sus esquemas. Pedro y Juan se largan a la carrera. Pedro, sería como lo institucional de la Iglesia. Juan, como el carismático, el amor, el íntimo. El amor corre más ligero y llega antes, pero deja paso a la potestad para que investigue y averigüe qué ha pasado. Pedro observa con detenimiento todo, pero no comprende. Mas Juan, el discípulo «a quien Jesús amaba», el que había estado a los pies de la cruz en el momento en que todos abandonaron al Maestro, el que vio cómo de su corazón salía sangre y agua, el que recibió a María como madre..., el Juan que compartió el dolor de Cristo, «vio y creyó». Entrevió lo que había pasado porque el amor lo había abierto más al pensamiento de Jesús. Pedro siempre había resistido a la cruz y al camino de la humillación; el orgullo lo había turbado y no se decidía a romper sus esquemas galileos. Pero tiempo más tarde, cuando junto al lago de Genesaret Jesús le exija el triple testimonio de amor: "¿Me amas más que éstos?", y le proponga seguirlo por el mismo derrotero que conduce a la cruz, entonces Pedro será recuperado y no solamente creerá, sino que –como hemos leído en la primera lectura– dará testimonio de ese Cristo resucitado que "había comido y bebido con él después de la resurrección".
La lección del Evangelio parece clara: sólo el amor puede hacernos ver a Jesús en su nueva dimensión; sólo quien primero acepta su camino de renuncia y de entrega, puede compartir su vida nueva. Inútil es, como Pedro, investigar, hurgar entre los lienzos, buscar explicaciones. La fe en la Pascua es una experiencia sólo accesible a quienes escuchan el Evangelio del amor y lo llevan a la práctica… escuchar – practicar – enseñar a otros a hacer lo mismo.
El grano de trigo debe morir para dar fruto. Si no amamos, esta Pascua es vacía como aquella tumba. Si esta Pascua no nos hace más hermanos, sus palabras no son verdad. Si esta comunidad no vive y crece en el amor, si no pasa «haciendo el bien y curando a los oprimidos» (primera lectura), ¿cómo pretenderá dar testimonio de Cristo? ¿Y cómo lo podrá ver y encontrar si Cristo sólo está donde "dos o tres se reúnen en mi nombre"?
Sugerencias...
La Pascua, levadura del mundo.
El breve mensaje de Pablo (segunda lectura) sirve de magnífico cierre para estas meditaciones de cuaresma y semana santa. «Basta un poco de levadura para fermentar toda la masa.» No es tema de esta noche (ni debe serlo) una estadística acerca de cuántos somos los cristianos en el mundo, es decir, los bautizados. Lo que importa es cómo vivimos esa fe –y aquí no podemos hacer estadísticas–, si como levadura vieja o nueva. Hace un poco más de dos mil años, un pequeño grupo de hombres y mujeres, conscientes de la Presencia viva de Cristo y llenos de su Espíritu, se metieron sigilosamente en la gran “masa humana”, colocando en ella la nueva levadura de la Pascua. Ya conocemos los resultados.
Hoy los cristianos somos de nuevo un escaso grupo, aunque numéricamente grande, en proporción al mundo moderno y sus problemas. Pero no es esa la cuestión que debe ocuparnos. El interrogante es otro: ¿Qué significamos para el mundo de hoy? ¿Qué nueva levadura aportamos? ¿Qué representará para los hombres de este 2022 el que nosotros estemos celebrando una Pascua más? Pablo nos invita a celebrarla «con los panes ácimos de la sinceridad y la verdad». Quizá sea éste nuestro camino y el mejor aporte a un mundo corrompido por tantas mentiras y contradicciones. Prediquemos el mensaje de la verdad con una vida nueva, amasada de sinceridad... Bastará un poco. y con el tiempo fermentará toda la masa (Santa Teresa de Calcuta).
María, Reina de los Apóstoles, Madre Misionera, ruega por nosotros.