Domingo Trigésimo cuarto del TIEMPO ORDINARIO cC
Solemnidad de Nuestro señor Jesucristo Rey del Universo (20 de noviembre
de 2022).
Primera: 2Samuel 5, 1-3; Salmo: Sal 121,
1-2. 4-5; Segunda: Colosenses 1, 12-20; Evangelio: Lc 23, 35-43
Nexo entre las
LECTURAS…
"Rey de Israel, rey de los judíos, reino del Hijo" son las
expresiones con que la liturgia nos recuerda solemnemente la gozosa realidad de
Jesucristo, Rey del universo, Rey universal. El título de la cruz sobre la que
Jesús murió para redimir a los hombres era el siguiente: "Jesús nazareno,
rey de los judíos" (Evangelio). Históricamente, este título se remontaba
hasta David, rey de Israel, (Primera lectura), de quien Jesús descendía según
la carne. Recordando Pablo a los colosenses la obra redentora de Cristo les
escribe: "El Padre nos trasladó al Reino de su Hijo querido, en quien
tenemos la redención: el perdón de los pecados" (Segunda lectura).
Temas...
«Este es el Rey de los judíos». El letrero colocado
sobre la cabeza del Crucificado: «Este es el Rey de los judíos», ha sido
formulado por Pilato como ‘provocación’ a los judíos; los soldados que lo leen
se burlan de Él, al igual que las «autoridades» del pueblo, diciendo: «Si eres
tú el Rey de los judíos, sálvate a ti mismo». Pero en el evangelio de Lucas hay
al menos uno que toma en serio este letrero, uno de los dos malhechores
crucificados con Jesús, quien se dirige a Él en estos términos: «Acuérdate de
mí cuando llegues a tu reino». La inscripción colocada sobre la cruz indica que
el reino de Dios tradicional se entiende aquí por primera vez como un reino de
Cristo, y que el antiguo «Dios es rey» de los salmos se trasforma ahora en
«Cristo es rey». Poco importa cómo el ‘buen ladrón’ se imagina este reinado de
Jesús; en todo caso parece claro que piensa que este Rey puede ayudarle a Él,
un pobre agonizante. Se trata del ‘primer acto’ de la soberanía regia de Jesús
sobre el mundo entero.
«Ungieron a David como rey de Israel». La primera lectura
recuerda brevemente que David como rey es el antepasado de Jesús; David había
sido ya ungido por Samuel cuando no era más que un joven pastor y en una época
en que todavía reinaba Saúl; aquí es reconocido oficialmente por todas las
tribus de Israel como el pastor de todo el pueblo. Es una imagen anticipada de
lo que sucede en la cruz: Jesús era desde el principio el Ungido (Mesías), pero
en la cruz es proclamado Rey oficialmente (en las tres lenguas del mundo, según
Juan).
«Todo se mantiene en Él... Por la
sangre de su cruz». La segunda lectura amplía el presentimiento del ‘buen’ ladrón hasta lo
ilimitado, sin abandonar el centro de esta realeza de Jesús, su cruz. La creación
entera está sometida a Él como Rey, porque sin Él ella simplemente no existiría.
Toda ella «se mantiene» en Él. El Padre ha concebido el mundo desde un
principio de modo que debe llegar a convertirse en el «reino de su Hijo
querido», y esto por así decirlo no a partir de sí mismo, sino expresamente de
modo que por Jesús «sean reconciliados todos los seres» y todos recibamos por Él
«la redención, el perdón de los pecados», y de modo que esta «paz» entre todos
los seres, los del cielo y los de la tierra, sólo debe fundarse en «la sangre
de su cruz». Sólo en esta entrega suprema, bajo las burlas de judíos y paganos
y la huida y la negación cobardes de los cristianos, se manifestó en el Hijo
todo el amor de Dios al mundo, de tal manera que este amor divino en la figura
del Hijo puede obtener ahora la soberanía sobre todas las cosas.
Sugerencias...
"El condicional de la duda: ‘Si
eres rey...’": he ahí la perpetua tentación del hombre hundido en su miseria e
indigencia. "Si eres el Hijo de Dios...", así el tentador y así
tantos hombres a lo largo de la historia. "Si eres bueno..., ¿por qué
reina tanto mal a nuestro alrededor?". "Si me amas..., ¿por qué en
lugar de que reine tu amor en mí, reina, al contrario, el desorden de las
pasiones, el desenfreno del egoísmo?". "Si eres rey..., ¿cómo es
posible que haya gobiernos descreídos y ateos, que persiguen, encarcelan y
asesinan a tus súbditos?". "Si eres rey..., ¿qué clase de reinado es
el tuyo que se oculta hasta el punto de que se desvanece y llega casi a
desaparecer?". "Si eres rey...". La duda nos importuna y nos
sacude interiormente. El condicional nos muerde el alma hasta la herida mortal.
"Eso de Cristo Rey, ¿no será un cuento o una de tantas utopías que
recorren la historia?". "Cristo vence, Cristo reina, Cristo impera,
Cristo ama-salva", cree la Iglesia. "¿Es esto verdad o más bien un
exagerado triunfalismo?". ¡Seamos valientes! Quitemos de una vez por todas
el "sí" condicional de nuestra amistad con Jesucristo Rey. En lugar
de dudar, agradezcamos al Padre que no haya querido instaurar un reino como
hubiésemos querido los hombres, a la medida de nuestros deseos y de nuestras
mezquinas concepciones de las cosas. Cristo reina según su designio y su
medida, no según la nuestra. El Reino de Cristo se recibe como un regalo, como
una revelación del cielo; no es fruto de una mente humana privilegiada ni del
acuerdo razonable de los hombres. El Reino de Cristo se instala en la vida de
los hombres, pero no es algo ya hecho, sino una realidad que crece. Desde el
momento que ponemos el reino de Cristo bajo la ley del condicional, estemos
seguros de que estamos corriendo el riesgo de no entenderlo y de quedarnos
fuera.
¡Venga tu Reino! Tertuliano en su
comentario al padrenuestro escribe: "Que tu Reino venga lo antes posible
es el deseo de los cristianos, es la confusión para las naciones. Nosotros
sufrimos por esto, más aún nosotros rezamos por su llegada". Es un deseo
que los cristianos venimos repitiendo desde los primeros siglos. Venga a
nuestra tierra tu reino de paz en los Balcanes, en la tierra de Israel, en
Malasia, en Ucrania, en el cuerno de África o de los grandes lagos, en todas
las naciones... en todos nuestros lugares. Venga a nuestra Patria, a nuestra tierra
tu reino de justicia frente a la corrupción relativista, frene a tantas
diferencias sociales y económicas, frente a tanta degradación moral. Venga tu
reino de amor entre los esposos, entre padres e hijos, entre miembros de
diferentes razas o religiones; de amor hacia los niños y hacia los ancianos,
hacia los pobres y enfermos, hacia todos los más necesitados de atención,
cariño, ternura. Sabemos que el Reino de Cristo vive en una situación de
tensión permanente, porque lo exige su mismo crecimiento, porque encuentra
resistencias a su acción transformadora. Porque llegue este reino de paz, de
justicia y de amor trabajamos, sufrimos, oramos los cristianos y todos los
hombres de buena voluntad. ¡Venga tu Reino! Sea ese el grito con el que
amanezcamos a un nuevo día y con el que cerremos el duro ofrecer-trabajo de la
jornada. "Para que, digamos con san Cipriano, nosotros que lo hemos
servido en esta vida, reinemos en la otra con Cristo Rey, como Él mismo nos ha
prometido".