DOMINGO DE PASCUA DE LA RESURRECCIÓN DEL SEÑOR
MISA DEL DÍA (01 de abril 2018)
Primera: Hch 10, 34.37-43; Salmo: Sal 117, 1-2. 16-17. 22-23; Segunda: Col 3, 1-4 Evangelio: Jn 20, 1-9
Nexo entre las LECTURAS
Los cristianos estamos llamados a ser "testigos de esperanza" en el mundo. El evangelio menciona diversas actitudes ante el sepulcro vacío: la del discípulo amado, que "vio y creyó", es la única que permite la apertura a la esperanza de que Cristo ha resucitado. Pedro, en la casa de Cornelio, el centurión romano que ejercía su servicio en Cesarea Marítima, da testimonio abierto de que Jesús ha sido resucitado por Dios de entre los muertos, infundiendo así una esperanza en el mundo pagano, representado por el centurión (primera lectura). En la segunda lectura, tomada de la carta de san Pablo a los colosenses, el apóstol invita a poner la esperanza no en las cosas de este mundo, sino en las cosas de arriba, en Cristo resucitado y glorioso.
Temas...
Hoy «es el día que hizo el Señor», iremos cantando a lo largo de toda la Pascua. Y es que esta expresión del Salmo 117 inunda la celebración de la fe cristiana. El Padre ha resucitado a su Hijo Jesucristo, el Amado, Aquél en quien se complace porque ha amado hasta dar su vida por todos.
Vivamos la Pascua con mucha alegría. Cristo ha resucitado: lo celebremos llenos de alegría y de amor. Hoy, Jesucristo ha vencido a la muerte, al pecado, a la tristeza... y nos ha abierto las puertas de la nueva vida, la auténtica vida, la que el Espíritu Santo va dándonos por pura gracia. ¡Que nadie esté triste! Cristo es nuestra Paz y nuestro Camino para siempre. Él hoy «manifiesta plenamente el hombre al mismo hombre y le descubre su altísima vocación» (Concilio Vaticano II, Gaudium et Spes 22).
El gran signo que hoy nos da el Evangelio es que el sepulcro de Jesús está vacío. Ya no tenemos que buscar entre los muertos a Aquel que vive, porque ha resucitado. Y los discípulos, que después le verán Resucitado, es decir, lo experimentarán vivo en un encuentro de fe maravilloso, captan que hay un vacío en el lugar de su sepultura. Sepulcro vacío y apariciones serán las grandes señales para la fe del creyente. El Evangelio dice que «entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro; vio y creyó» (Jn 20,8). Supo captar por la fe que aquel vacío y, a la vez, aquella sábana donde estuvo envuelto Jesús y aquel sudario bien doblados eran pequeñas señales del paso de Dios, de la nueva vida. El amor sabe captar aquello que otros no captan, y tiene suficiente con pequeños signos. El «discípulo a quien Jesús quería» (Jn 20,2) se guiaba por el amor que había recibido de Cristo.
“Ver y creer” de los discípulos que han de ser también los nuestros. Renovemos nuestra fe pascual. Que Cristo sea en todo nuestro Señor. Dejemos que su Vida vivifique a la nuestra y renovemos la gracia del bautismo que hemos recibido. Hagámonos apóstoles y discípulos suyos. Guiémonos por el amor y anunciemos a todo el mundo la felicidad de creer en Jesucristo. Seamos testigos esperanzados de su Resurrección.
Sugerencias...
«¡Pongámonos en camino!» «Releer todo a partir de la cruz y de la victoria». «Un rayo de luz en la oscuridad». «Con esta chispa se enciende una alegría humilde, que no ofende el dolor y la desesperación, una alegría buena y serena». Con el Evangelio de la resurrección de Jesucristo: «Jesús ha resucitado, como había dicho». Con las palabras del ángel a las mujeres, que encuentran la tumba vacía, y las palabras del Señor Resucitado: «No teman; avisen a mis hermanos que vayan a Galilea, y allí me verán». «Galilea es el lugar de la primera llamada, donde todo empezó. Volver allí, volver al lugar de la primera llamada» «Releer todo: la predicación, los milagros, la nueva comunidad, los entusiasmos y las defecciones, hasta la traición; releer todo a partir del final, que es un nuevo comienzo, de este acto supremo de amor».
«También para cada uno de nosotros hay una «Galilea» en el comienzo del camino con Jesús». Y en que «ir a Galilea» tiene un significado lindo, significa «redescubrir nuestro bautismo como fuente viva, sacar energías nuevas de la raíz de nuestra fe y de nuestra experiencia cristiana». «Volver a Galilea significa sobre todo volver allí, a ese punto incandescente en que la gracia de Dios me tocó al comienzo del camino. Con esta chispa puedo encender el fuego para el hoy, para cada día, y llevar calor y luz a mis hermanos y hermanas».
Subrayando que en la vida del cristiano, después del bautismo, hay también «una «Galilea» más existencial: la experiencia del encuentro personal con Jesucristo, que me ha llamado a seguirlo y participar en su misión». «Recuperemos la memoria de aquel momento en el que sus ojos se cruzaron con los míos, el momento en que me hizo sentir que me amaba».
Rogar la ayuda del Señor para volver a nuestra Galilea, para encontrarlo y dejarnos abrazar por su misericordia. «Para ver a Jesús resucitado, y convertirse en testigos de su resurrección. No es un volver atrás, no es una nostalgia. Es volver al primer amor, para recibir el fuego que Jesús ha encendido en el mundo, y llevarlo a todos, hasta los confines de la tierra». ¡Pongámonos en camino! (Cfr.: Papa Francisco, Pascua 2014)
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