lunes, 23 de diciembre de 2019
HOMILIA LA SAGRADA FAMILIA DE JESÚS, MARÍA y JOSÉ. Fiesta. cA (29 de diciembre 2019).
LA SAGRADA FAMILIA DE JESÚS, MARÍA y JOSÉ. Fiesta. cA (29 de diciembre 2019).
Primera: Eclesiástico 3, 3-7. 14-17; Salmo: Sal 127, 1-5; Segunda: Colosenses 3, 12-21; Evangelio: Mateo 2, 13-15. 19-23
Nexo entre las LECTURAS
Dios nos llama a formar parte de Su Familia, es el nexo fundamental en este Domingo de “la Sagrada Familia”, y la característica fundamental de la familia es la fidelidad en el bien, en el amor, en el servicio y en obediencia de unos a otros por amor, pues Dios es el centro de nuestra vida y de la familia. El evangelio insiste en la obediencia amorosa y justa de los padres a los hijos: por dos veces escucha José la voz de Dios, por medio de un ángel, que le dice: "Levántate, toma al niño y a su madre...", y José obedeció sin tardanza y con alegría. La primera lectura, más bien, exhorta a la obediencia amorosa y justa de los hijos a los padres, resaltando los frutos que de ello se derivan: "El que honra a su padre alcanza el perdón de sus pecados, el que respeta a su madre amontona tesoros...". San Pablo recoge las enseñanzas del Eclesiástico y del evangelio y exhorta a la obediencia amorosa y justa recíproca: las esposas a sus maridos y éstos a sus esposas; los hijos a los padres y éstos a los hijos. La honra, el respeto, la obediencia, la respuesta noble... son manifestaciones de una realidad superior, la más propia de la familia humana y cristiana: EL AMOR.
Temas...
Los vínculos del amor, que deberían mantener unida a la familia natural, son vividos en el evangelio por la única familia sobrenatural, en la que el Niño es el Hijo de Dios. En este sentido, esta singular unión de Hombre, Mujer y Niño es la norma para el comportamiento cristiano de cualquier familia terrenal. Se describe ante todo la abnegación y los desvelos del Padre (e indirectamente también de la Madre) por el destino del Niño. Las instrucciones que José recibe del ángel del Señor tienen como único objetivo el bien del Niño. No se alude a las dificultades que estas instrucciones entrañan para José. Las órdenes son categóricas: «Levántate, toma al Niño y a su Madre (el Niño aparece en primer lugar) y huye a Egipto». El propio José ha de decidir cómo hay que cumplir tales órdenes: no importa que pierda su puesto de trabajo; tampoco se dice cómo pudo arreglárselas para ganar el pan de su familia en Egipto. Únicamente se alude, de nuevo por el bien del Niño, a la orden de regresar a Israel, con la indicación expresa de evitar el territorio de Arquelao, el cruel hijo de Herodes, y establecerse en Nazaret. El Padre está al servicio del Niño y de dos palabras proféticas de las que entonces no podía presentir nada: «No son los hijos quienes tienen que ganar para los padres, sino los padres para los hijos» (2 Co 12,14).
La abnegación y los desvelos de los hijos por sus padres son hasta tal punto un deber de gratitud que aparecen como uno de los diez mandamientos principales de la ley. Jesús Sirac (primera lectura) describe este deber muy concretamente y a la vez con suma delicadeza. Los padres ancianos, cuya «mente flaquea», deben ser cuidados y tratados con respeto, y no abochornados por el hijo «mientras es fuerte». El que no honra a sus padres, no experimentará ninguna alegría de sus propios hijos. Pero el mandamiento es elevado al plano religioso: la piedad para con los padres será tenida en cuenta para obtener el perdón de los propios pecados. Más aún: «El que honra a su madre, honra a Dios». Detrás del progenitor humano se encuentra Dios, sin la acción del cual no puede nacer ningún hombre nuevo. Engendrar y traer hijos al mundo es un acontecimiento que sólo es posible con Dios. Por eso en el cuarto mandamiento el amor agradecido a los padres es inseparable de la gratitud debida a Dios. Si en el evangelio se hablaba mayormente del deber y de la obediencia del padre, aquí se coloca el cuidado de la madre por el hijo al mismo nivel.
Reciprocidad. Pablo muestra, en la segunda lectura, la unidad del amor en la familia: «Sobrellevaos mutuamente y perdonaos». El amor es el único vínculo que mantiene unida a la familia más allá de todas las tensiones. Y esto una vez más no en plano de la simpatía puramente natural, sino que «todo lo que de palabra y de obra realicéis, sea todo en nombre de Jesús y en acción de gracias a Dios Padre». El amor recíproco de los padres aparece diferenciado: a los maridos se les recomienda auténtico amor (como el que Cristo tiene a su Iglesia, precisa la carta a los Efesios), sin despotismo ni complejo de superioridad; y a las mujeres, la docilidad correspondiente. El amor mutuo entre padres e hijos se fundamenta con una psicología insólitamente profunda: la obediencia de los hijos a los padres «le gusta al Señor», que ha dado ejemplo de esta obediencia (Lc 2,51). El comportamiento de los padres, por el contrario, se fundamenta con precisión: «No exasperen a su hijos, no sea que pierdan los ánimos». La autoridad paterna incontestada ha de fomentar en el hijo su propio ‘coraje’ de vivir, cosa que pertenece ciertamente a la esencia de la autoridad, «fomento» el crecimiento de los hijos. El delicado tejido del amor mutuo diferenciado no puede romperse: la Sagrada Familia es el ejemplo a seguir.
Sugerencias... Oración del Papa Francisco por las familias…
"Jesús, María y José: A ustedes, la Sagrada Familia de Nazaret, hoy miramos con admiración y confianza;
en ustedes contemplamos la belleza de la comunión en el amor verdadero; a ustedes encomendamos a todas nuestras familias, y a que se renueven en las maravillas de la gracia.
Sagrada Familia de Nazaret, atractiva escuela del Santo Evangelio: enséñanos a imitar sus virtudes
con una sabia disciplina espiritual, danos una mirada limpia que reconozca la acción de la Providencia
en las realidades cotidianas de la vida.
Sagrada Familia de Nazaret, fiel custodia del ministerio de la salvación: haz nacer en nosotros la estima por el silencio, haz de nuestras familias círculos de oración y conviértelas en pequeñas iglesias domésticas,
renueva el deseo de santidad, de sostener la noble fatiga del trabajo, la educación, la escucha, la comprensión y el perdón mutuo.
Sagrada Familia de Nazaret, despierta en nuestra sociedad la conciencia del carácter sagrado e inviolable de la familia, inestimable e insustituible.
Que cada familia sea acogedora morada de Dios y de la paz ara los niños y para los ancianos, para aquellos que están enfermos y solos, para aquellos que son pobres y necesitados.
Jesús, María y José, a ustedes con confianza oramos, a ustedes con alegría nos confiamos".
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