Ponerse bajo el manto paternal de San José es una gran bendición en la
vida espiritual. En las representaciones artísticas de San José dentro de la
tradición carmelita, su manto es un tema muy importante, El manto de San José es
símbolo de seguridad y protección paternal. Así como María
protege a sus hijos bajo su manto, San José también protege amorosamente a sus
hijos bajo su manto paternal.
En la devoción católica, quienes aman a San José rezan en ocasiones la
Novena al Sagrado Manto de San José.
Novena
al Sagrado Manto de San José
Oh
glorioso patriarca San José, que fuiste elegido por Dios sobre todos los
hombres para ser la cabeza terrenal de la más sagrada de las familias, te
suplico que me recibas en los pliegues de tu sagrado manto, y que seas el
guardián y custodio de mi alma.
A partir
de este momento te elijo como mi padre, mi protector, mi consejero y mi
patrono, y te suplico que pongas bajo tu custodia mi cuerpo, mi alma, todo lo
que soy, lo que poseo, mi vida y mi muerte.
Mírame
como a uno de tus hijos; defiéndeme de la traición de mis enemigos, visibles o
invisibles, ayúdame en todo momento en todas mis necesidades; consuélame en las
amarguras de mi vida y especialmente en la hora de mi muerte, y aunque sea una
sola palabra, háblale de mí al Redentor Divino, a quien fuiste digno de
sostener entre tus brazos, y a la Santísima Virgen María, tu castísima Esposa.
Pide para mí las bendiciones que me llevarán a la salvación. Inclúyeme entre
aquellos que te son más queridos, y yo procuraré mostrarme digno de tu especial
patrocinio. Amén.
Por lo general las novenas son de nueve días, pero la Novena al Sagrado
Manto consiste en 30 días de oración en honor a los 30 años que San José vivió
con Jesús. La Novena al Sagrado Manto está considerada una de las novenas más
eficaces del tesoro de la Iglesia.
Resguárdate bajo el manto paternal de San José. Abre tu corazón a la
paternidad espiritual de San José y experimenta el amor del mejor de los
padres.
Es, por tanto, conveniente y sumamente digno del bienaventurado
José que, lo mismo que entonces solía tutelar santamente en todo momento a la
familia de Nazaret, así proteja ahora y defienda con su celeste patrocinio a la
Iglesia de Cristo.
— Papa León XIII
Glorioso
San José, esposo de la Virgen María, te rogamos por el corazón de Jesucristo,
nos concedas tu paternal protección. 14
—
San Francisco de Sales
¡Ite
ad Ioseph!
Si quieres estar cerca de Cristo, también hoy te repetimos “Ite
ad Ioseph”: “Acude a José”
— Ven. Papa Pío XII
¿Cuál es la forma de estar más unido a Jesús en esta vida? La respuesta
es fácil: recibirlo en la Santa Comunión. No existe mayor intimidad con Jesús
en esta vida, que cuando lo recibimos en la santa Eucaristía durante la Misa. El
Santísimo Sacramento es el Cuerpo, la Sangre, el Alma y la Divinidad de
Jesucristo.
¿Sabías que sin la paternidad terrenal de San José no podrías recibir el
Pan de Vida? A San José se le dio la misión de mantener y proteger
al sagrado Pan de Vida para ti.
Permíteme explicarlo.
Probablemente conozcas la historia del Libro del Génesis sobre los hijos de Israel que vendieron a
uno de sus hermanos a la esclavitud. El hermano vendido a la esclavitud se llamaba
José. Los nuevos dueños de José se lo llevaron a Egipto, muy lejos de sus
familiares. Lo que aquellos hombres le hicieron a su hermano fue horrible y
vergonzoso, pero Dios tenía un plan.
Increíblemente (designio de la Providencia), el Faraón, rey de Egipto,
adoptó a José como miembro de su propia familia, por lo que se tenía a José
como hijo del Faraón. El rey le dio gran autoridad a José poniéndolo al frente
de todos los silos de Egipto, que en aquella época era considerado como el granero
del mundo. José realizó un trabajo muy eficiente almacenando cereales.
De esa manera, José acumuló una enorme cantidad de cereales,
tanto como la arena del mar, hasta tal punto que dejó de llevar un control,
porque superaba toda medida.
— Gen 41, 49
Aunque los hermanos de José lo habían vendido a la esclavitud, Dios tenía
planes maravillosos para José. Después de que José había almacenado una
cantidad inconmensurable de cereal, una terrible hambruna azotó Egipto y los
territorios circundantes. Como resultado de la escasez de comida, el Faraón
instruyó a todos en Egipto: “¡Vayan a José y hagan lo que él les diga!” (Gen
41, 55) Como la Virgen en Caná de Galilea. La hambruna llegó a tal extremo, que
los propios hermanos de José, los que lo habían vendido, viajaron a Egipto
buscando comida.
Cuando los hermanos conocieron al hombre encargado de los graneros de
Egipto, había pasado tanto tiempo que no se dieron cuenta de que estaban
parados en presencia de su propio hermano a quien habían vendido como esclavo
años atrás. Como todos los demás, ellos también consideraron que José era
miembro de la realeza egipcia, y se dirigieron a él como a su señor. Sin
embargo, José sí los reconoció.
Resumiendo, José ocultó su identidad, pero fue amable y misericordioso
con sus hermanos llenándoles sus sacos de granos para que pudieran llevar
bastante a su padre, Israel. Oportunamente, José les reveló su identidad y
perdonó a sus hermanos, Gracias a José y su función como administrador del
cereal, incontables vidas se salvaron de la hambruna y la muerte. Y protegió la
PROMESA de Dios que la salvación venía de la dependencia de Abraham.
La historia del Antiguo Testamento es verídica y es una prefiguración de
un José más grande aún que mantendría seguro a su Hijo, el Pan del Cielo, en
Egipto, ¡San José protegió una comida capaz de salvar a todo el mundo!
San José, nuestro padre espiritual, es mucho más grande que el José del
Antiguo Testamento. ¡Nuestro José fue el custodio del Pan del Cielo! ¡Su deseo
en el Cielo es que todos sus hijos coman el Pan de Vida Eterna!
El primer José (del Antiguo Testamento) era santo, recto,
piadoso, casto, pero este José lo sobrepasa en santidad y perfección, como el
sol eclipsa la luna.
— San
Lorenzo de Brindis
Dios envió a San José a Egipto para que de allí San José pudiera
llevar el Pan de Vida a las naciones. San José salvó de Herodes a Nuestro
Pan; lo protegió y lo cuidó en Egipto; y ahora él quiere que recibamos el
Pan de Vida en la Santa Misa. A diferencia del de José en el Antiguo
Testamento, el Pan Celestial de San José es más numeroso que las arenas del
mar. Este Pan celestial puede alimentar a todas las multitudes y satisfacer a
cada alma.
El Faraón, el poderoso rey de Egipto, exaltó a José y lo hizo
el príncipe más encumbrado de su reino porque almacenó el trigo y el pan
salvando a la gente de todo su reino, Así José salvó y protegió a Cristo que es
el Pan vivo y da vida eterna al mundo.
—
San Lorenzo de Brindis
El (San José) diligentemente crió a Aquel a quien los fieles
recibirían como el Pan que bajó del Cielo para que pudieran obtener la vida
eterna.
— Beato
Papa Pío IX
Si quieres hacerte una idea de la grandeza de San José, considera que por
un privilegio divino mereció el título de “Padre de Jesús”, dijo la Virgen: “Tu
padre y yo te buscábamos” …
Reflexiona también en lo
que su propio nombre "José" significa: aumento. Teniendo en cuenta al
gran patriarca José vendido por sus hermanos en Egipto, comprende que nuestro
santo ha heredado no sólo su nombre, sino más aún, su poder, su inocencia y su
santidad. Así como el patriarca José almacenó el trigo no para sí mismo sino
para la gente en tiempo de necesidad, así José ha recibido la comisión
celestial de custodiar el Pan Vivo no para sí mismo, sino para el mundo
entero.
— San
Bernardo de Claraval
Sin José no tendríamos el Pan Vivo de la Eucaristía. María "amasó la
masa" en su sagrado vientre; San José amorosamente resguardó el Pan en Egipto,
y continúa custodiando y preservando el Pan de Vida en cada tabernáculo del
mundo. San José hizo posible que todos sus hijos recibieran el Pan de Vida
eterna.
¡A
(San) José se le sigue atribuyendo la custodia del Pan Vivo!
— ven. Fulton J. Sheen
Actualmente hay hambruna espiritual y
moral en todo el mundo. Las almas están muriendo por falta de alimento
espiritual. Los corazones están destrozados, los matrimonios arruinados, las
vidas destruidas, los niños son asesinados en el vientre de sus madres, y la
verdad y el sentido común son escasos. La hambruna espiritual y moral del mundo
está devastando a todas las naciones y arrasando con la humanidad. No hay un
solo país que no se haya visto afectado por eso. ¿Qué debemos hacer? ¿A quién
podemos acudir para encontrar alimento para nuestras almas?
¡Vayan a José y hagan lo que él les diga!
— Gen
41, 55
P.
Donald H. Calloway, MIC
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