jueves, 30 de septiembre de 2010

Oraciones de liberación y Perdón





Cristo Jesús, Salvador deseado y esperado de la historia, de mi historia... ven a caminar por ella: pasado, presente y futuro.
Vos que caminaste por caminos, senderos y calles de pueblos y ciudades, camina hoy por mí y bendíceme en tu amor.

Cura la lepra que se produjo en mi ante aquellos pecados que por ser soberbio, débil o ignorante me sumieron en la enfermedad. Clava en tu cruz todos mis pecados y unge mis heridas con tu Bendita Sangre.

Cura y libérame de espíritu de sordera que no me deja percibir tu amor y escuchar tu voz, discernir tu voluntad y escuchar el clamor de los hermanos que sufren.
Libérame de espíritu de ceguera que no me permite verte en mi constantemente y vivir en alabanza por tu inigualable belleza.

Libérame de espíritu de epilepsia y mudez que me impide expresarme y expresar tu Palabra con sabiduría, prudencia, claridad, afecto y firmeza.

Libérame de espíritu. de parálisis en mis piernas que me dejan postrado largo tiempo haciéndome perder la virtud de la alegría y no se hacia donde dirigirme para hacer tu voluntad.

Resucita oh caminante santo las áreas de mi historia, de mi vida que están marchitas, agonizantes o muertas.

Libérame de toda fuerza o cercanía de espíritu de mal y cólmame de tu Santo y Dulce Espíritu para que por tu gloria brillen los dones y carismas que me diste.

Envíame a tus santos Arcángeles y Ángeles para que me guíen a lo largo del camino.
Cristo Jesús, Salvador deseado y esperado de la historia, de mi historia... ven a caminar por ella: pasado, presente y futuro.

Vos que caminaste por caminos, senderos y calles de pueblos y ciudades, camina hoy por mí y bendíceme en tu amor.

Cura la lepra que se produjo en mi ante aquellos pecados que por ser soberbio, débil o ignorante me sumieron en la enfermedad. Clava en tu cruz todos mis pecados y unge mis heridas con tu Bendita Sangre.

Cura y libérame de espíritu de sordera que no me deja percibir tu amor y escuchar tu voz, discernir tu voluntad y escuchar el clamor de los hermanos que sufren.
Libérame de espíritu de ceguera que no me permite verte en mi constantemente y vivir en alabanza por tu inigualable belleza.

Libérame de espíritu de epilepsia y mudez que me impide expresarme y expresar tu Palabra con sabiduría, prudencia, claridad, afecto y firmeza.

Libérame de espíritu. de parálisis en mis piernas que me dejan postrado largo tiempo haciéndome perder la virtud de la alegría y no se hacia donde dirigirme para hacer tu voluntad.

Resucita oh caminante santo las áreas de mi historia, de mi vida que están marchitas, agonizantes o muertas.

Libérame de toda fuerza o cercanía de espíritu de mal y cólmame de tu Santo y Dulce Espíritu para que por tu gloria brillen los dones y carismas que me diste.
Envíame a tus santos Arcángeles y Ángeles para que me guíen a lo largo del camino.

Camino de sanación

1. Cierra los ojos e imagínate estar en la casita de Nazareth. Siente que vuelves a ser un niño (en la etapa de tu vida en que tu memoria fue más herida) entre los brazos de María o de José. Imagínate el perfume en el aire y contempla la belleza de María.

2. Comparte con ellos tus sentimientos más fuertes o lo que más ocupa tu mente. Si no sabes qué compartir entrégales los recuerdos que vayan viniendo a tu memoria.

3. Cuando termines, mira a los ojos de la Virgen María o de San José (esto depende si las heridas de tu memoria afectiva están relacionadas con la sanación de la imagen materna o paterna) y siente las caricias y las palabras de amor que ellos te prodigan. Son los mismos gestos de amor y ternura que recibió el Niño Jesús.

4. Respira lenta y profundamente pidiendo una nueva efusión del Espíritu Santo , como la que Juan el Bautista experimentó estando en el vientre de Santa Isabel. Y comienza a percibir más profundamente todo el amor que Dios te tiene.
Otros textos bíblicos para meditar y orar por sanación:

Lc. 5,12-14 El leproso sanado.
Imagina a Jesús que te toca y te sana.

Lc. 7, 11-17 Jesús resucita al hijo de una viuda.
Pídele a Jesús que con el poder de su Espíritu resucite aquellas áreas de tu memoria que estén heridas o agonizantes.

Jn. 21,12-17 "Pedro, ¿me amas?"
Contempla la escena y déjate amar, reconfortar y consolar por Jesús Resucitado.

UN MILAGRO VIVIENTE


Una joven somalí de 28 años que se encuentra en coma por un tumor y que podría ser declarada con muerte cerebral, dio a luz este martes a una bebé de 800 gramos de peso, que se encuentra en buenas condiciones en el Hospital Santa Ana de Turín, en Italia. Para el padre, su niña es "un milagro viviente".

La pequeña Idil, el mismo nombre que su madre, nació prematuramente a las 28 semanas de gestación después de que los médicos decidieran practicarle a la madre una cesárea debido a un notable empeoramiento de las condiciones en las que se encontraba.

"Esta mañana hemos decidido, de acuerdo con los reanimadores que había llegado el momento de practicar la cesárea. El riesgo era mayor si el feto permanecía dentro del útero que si llevábamos a cabo el parto", afirmó Tullia Todros, directora del departamento de obstetricia e neonatología del citado hospital.

"La niña ha nacido bien, ha tenido una cesárea veloz que ha durado cerca de 10 minutos. Es pequeña, pero vivaz, cuando nació tuvo un buen puntaje de Apgar", la medición que se hace a los recién nacidos de acuerdo a sus signos vitales. La doctora dijo también que con esta bebé que está ahora en cuidados intensivos neonatales, como todo niño prematuro, "es necesario ser muy cautos y esperar los próximos días".

El padre, Issa, quien estuvo acompañado por un intérprete ya que no habla italiano, había solicitado que la intervención se realizara con anestesia total para evitar cualquier posible sufrimiento de la madre. Tras el alumbramiento, dijo a una cadena de televisión: "¿Qué le voy a decir a mi familia cuando (Idil) sea grande? ¡Que es un milagro viviente!".

Los médicos deben decidir ahora sobre la situación de la madre, que desde el pasado mes de julio se encuentra en estado de coma irreversible. Está previsto que sea sometida a varias pruebas, entre ellas un electroencefalograma para verificar si hay una muerte cerebral antes de decidir si se desconectan las máquinas que la mantienen con vida.

Issa también comentó que le hubiera gustado que su hijo mayor de nueve años hubiera llegado a Turín para despedirse de su mamá "que será sepultada según el rito musulmán porque, por la difícil situación que tenemos en Somalia ni siquiera se puede pensar en llevarla a casa".

El caso de Idil, cuyo nombre significa "belleza y perfección del ser", no es el único acontecido en Italia durante los últimos años. En mayo, en Bérgamo nació a las 33 semanas de gestación Gaia, una pequeña cuya madre estaba en coma por cuatro meses.

jueves, 23 de septiembre de 2010

PADRE PIO - CARTA


Cartas del Padre Pío
11/4/1915

Hija querida del Padre celestial:

Su corazón es siempre el templo del Espíritu Santo. Que Jesús visite su espíritu y la consuele y la sostenga y saque del estado de desolación extrema en que la bondad de su Padre ha querido colocarla. Así sea. Perdone mi atrevimiento al permitirme dirigirle esta pobre carta mía sin haberle conocido nunca personalmente, porque debe saber que hace muchos años ruego al Divino Maestro darme a conocer ante El su alma y sus designios divinos sobre Ud. También ha sido beneplácito suyo manifestarme el estado actual en que Ud. se encuentra y El mismo me manda escribirle esta carta para que con ella reciba consuelo.

Que sea siempre bendito El también en esto. Hago votos ardientísimos al Señor para que la presente le sirva de mucho alivio y de total seguridad. Ahora Jesús me hace saber que no tema el amplio estado espiritual por la crisis actual que atraviesa, ya que todo resultará a gloria suya y al perfeccionamiento de Ud. El quiere que deje y abandone todos esos temores que tiene acerca de la salvación eterna, que no aumente esas sombras que el demonio va haciendo cada vez más densas para atormentarla y separarla de Dios si eso le fuera posible. Su desolación actual no es que Dios la abandone, ya que su divina misericordia la va haciendo cada vez más acepta: El permite todo esto para asemejarla a su Hijo divino en las angustias del desierto, del huerto y de la cruz. Lo mejor que puede hacer es aceptar con alegría y serenidad la prueba presente sin desear verse liberada. Humíllese bajo la poderosa y paternal mano de Dios, aceptando con sumisión y paciencia las tribulaciones que le envía para que pueda exaltarla dándole su gracia cuando El la visite.

Que toda su solicitud en medio de las tribulaciones, que la invaden totalmente, se centre en un abandono total en los brazos del Padre celeste, ya que El tiene sumo cuidado para que su alma, tan predilecta, no sea sometida al poder de Satanás.

Humíllese, pues, ante la Majestad de Dios y dele gracias continuamente, a tan buen Señor, de tantos favores con lo que sin cesar enriquece su alma de Ud. y confíe cada vez más en su divina Misericordia. No tema, vuelvo a repetirle en el Señor, quien le ha ayudado hasta ahora continuará hasta su salvación.

Ud. se salvará; el enemigo se revolcará en su rabia, siendo cierto que la misma mano que la ha sostenido hasta ahora, haciéndole enumerar infinitas victorias, continuará apoyándola hasta aquel instante en que su alma se oirá invitada por el Esposo celeste: "ven, esposa mía, recibe la corona que te he preparado desde la eternidad." Confianza ilimitada en el Señor debe tener pensando que el premio no está lejos: no pasará mucho tiempo sin que se realice en Ud. lo dicho por el profeta: "entre las tinieblas resplandecerá la luz" y luz en verdad es su actual desolación, luz que proviene de una singularísima gracia que no a todas las almas que caminan al cielo concede el Señor. Más aún, son poquísimas las almas que se hacen dignas de tal merced.

Ahora me parece que legítimamente puede ponerme esta objeción: Si es ésta una gracia -como Ud. Dice- y toda gracia da luz al alma, por qué a mí en vez de luz me trae tinieblas.? Esta réplica sería aceptable si se tratase de gracias de orden inferior, quiero decir de aquellas gracias que el Señor suele conceder a todos. Aquí, en cambio, el caso es muy diferente y yo hablo precisamente de Ud. La gracia del Señor de que se halla penetrada, sublimará su alma hasta la unión perfecta de amor. Ahora bien, el alma, antes de llegar a esta unión, y diré a esta así transformación en Dios o casi Dios por participación, necesita que sea purificada de sus defectos y de todas sus inclinaciones hacia las cosas materiales y sobrenaturales, y esto no sólo en cuanto a sus actos, sino también en cuanto a sus raíces en la mayor medida posible durante la vida presente. Necesita que sea despojada de toda potencia y de toda inclinación natural a fin de poder ser elevada a obrar de otro modo más divino que humano. Para obrar todas estas maravillas es necesario que una causa aflictiva interior las realice, y no es otra la gracia singularísima de que acabo de hablar y con la que el Señor la regala. Ahora bien, toda gracia produce luz, mejor dicho, es luz y, por consiguiente, cuanto más elevada es una gracia, tanto más sublime es su luz. Y ya que la gracia con que el Señor la ha enriquecido al presente es tan alta y sublime que tiende directamente a transformar el alma en una sola cosa con Dios, la luz que trae consigo es tan altísima que, penetrando el alma de modo trabajoso y desolador, la coloca en extrema aflicción y angustia interior de muerte. Y esto proviene de que esta gracia que produce luz tan sublime encuentra al principio el alma indispuesta para la unión mística y la penetra en forma purgativa y, por consiguiente, en lugar de iluminarla la obscurece; en lugar de consolarla la hiere, llenándola de grandes sufrimientos en el apetito sensitivo y de graves angustias y sufrimientos espantosos en sus potencias espirituales. Y así, cuando dicha luz, con estos medios, ha purgado el alma, la penetra entonces de forma iluminativa y la hace ver y la lleva a la unión perfecta con Dios.

También Santa Teresa fue sometida a tan durísima prueba: también ella experimento, y tal vez de modo bastante más penetrante que Ud., el efecto de esta luz purísima, que le hacía ver a Dios en lontananza sin tener posesión efectiva alguna, por lo que estaba transida de un dolor tan agudo que la hacía morir. Pero fue precisamente esa luz, que después de haberle purificado el espíritu con tan agudas puñaladas, lo unió finalmente a Dios con perfecto amor. El ejemplo de esta santa, mártir de amor, sírvale de estímulo y le haga combatir con fuerte ánimo para que, como ella, pueda obtener el premio a las almas generosas.

Comprendo muy bien que el encuentro es duro, penosísima la lucha, pero anímese pensando que el mérito del triunfo será y ande, la consolación inefable, la gloria inmortal y la recompensa eterna.
Termino recomendándole que viva tranquila porque nuevamente asegura Nuestro Señor Jesús Cristo que no hay lugar a tener miedo. Ensanche su corazón y deje al Señor que obre en Ud. libremente.

Ruegue por mí, que continuamente la recuerdo ante el Señor. Que Jesús la consuele siempre.

Un pobre sacerdote capuchino.

miércoles, 22 de septiembre de 2010

TOLKIEN

La carta habla por sí sola y dice mucho de lo que es un hombre que cree en Cristo presente en la Eucaristía

J.R.R. Tolkien (1892-1973) era un católico convencido, pero también tuvo que madurar y sufrir en su fe. Es por ello que su testimonio de escritor, de padre de familia, de creyente, mantiene una vitalidad extraordinaria. No sólo por las películas que han dado nueva vida a su trilogía más famosa, sino por otros textos que están siendo redescubiertos y valorados, y que dicen mucho a los que seguimos en camino hacia la Casa del Padre, especialmente cuando algunos, por culpa de escándalos reales (o inventados) empiezan a poner en duda su fe en Jesucristo y su confianza en la Iglesia católica.

Por ello queremos presentar ahora parte de una carta escrita por Tolkien a su hijo Michael, el 1 de noviembre de 1963. En ese momento nuestro escritor tenía 71 años y una fama ganada tras muchos años de trabajo. La carta habla por sí sola y dice mucho de lo que es un hombre que cree en Cristo presente en el sacramento de la Eucaristía y en la Iglesia que camina, con miembros santos y pecadores, hacia la Casa del Padre.

“... Pero tú hablas de «fe debilitada»... En última instancia, la fe es un acto de voluntad, inspirado por el amor. Nuestro amor puede enfriarse y nuestra voluntad deteriorarse por el espectáculo de las deficiencias, la locura, aun los pecados de la Iglesia y sus ministros; pero no creo que alguien que haya tenido fe alguna vez, retroceda más allá de su límite por estos motivos (menos que nadie, quien tenga algún conocimiento histórico).

El «escándalo» a lo más es una ocasión de tentación, como la indecencia lo es de la lujuria (a la que no hace, sino que la despierta). Resulta convincente porque tiende a apartar los ojos de nosotros mismos y de nuestros propios defectos para encontrar un chivo expiatorio... La tentación de la «incredulidad» (que significa realmente el rechazo de Nuestro Señor y Sus Demandas) está siempre presente dentro de nosotros. Una parte nuestra anhela contar con una excusa para que salga al exterior. Cuanto más fuerte es la tentación interior, más pronta y gravemente nos «escandalizarán» los demás.

Creo que soy tan sensible como tú (o cualquier otro cristiano) a los «escándalos», tanto del clero como de los laicos. He sufrido mucho en mi vida por causa de sacerdotes estúpidos, cansados, obnubilados y aun malvados; pero ahora sé lo bastante de mí como para ser consciente de que no debo abandonar la Iglesia (que para mí significaría abandonar la alianza con Nuestro Señor) por ninguno de estos motivos: debería abandonarla porque no creo... Negaría el Santísimo Sacramento, es decir: llamaría a Dios un fraude en su propia cara.

Si Él fuera un fraude y los Evangelios, fraudulentos, es decir, episodios seleccionados con la mala intención de un loco megalómano (que es la única alternativa), en ese caso, por supuesto, el espectáculo exhibido por la Iglesia ... en la historia y en la actualidad, sería una simple prueba de un fraude gigantesco. Pero si no, este espectáculo es, ¡ay!, sólo lo que era de esperar: empezó antes de la primera Pascua y no afecta a la fe en absoluto, excepto en cuanto podemos y debemos estar muy apenados.

Pero deberíamos apenarnos por Nuestro Señor, identificándonos con los escandalizadores, no los santos, sin clamar que no podemos «tolerar» a Judas Iscariote, o aun al absurdo y cobarde Simón Pedro o a las tontas mujeres como la madre de Santiago, que trató de poner a sus hijos por delante.

Exige una fantástica voluntad de incredulidad suponer que Jesús nunca realmente «tuvo lugar», y más todavía suponer que nunca dijo las cosas que de Él se han registrado (tan incapaz era nadie en el mundo de aquella época de «inventarlas»): tales como «antes de que Abraham existiera Yo soy» (Juan VIII); «El que me ha visto, ha visto al Padre» (Juan IX); o la promulgación del Santísimo Sacramento en Juan VI: «El que ha comido mi carne y bebido mi sangre tiene vida eterna».

Por tanto, o bien debemos creer en Él y en lo que dijo y atenernos a las consecuencias, o rechazarlo y atenernos a las consecuencias. Me es difícil creer que nadie que haya tomado la Comunión, aun una vez, cuando menos con la intención correcta, pueda nunca volver a rechazarle sin grave culpa. (Sin embargo, sólo Él conoce cada una de las almas singulares y sus circunstancias).

La única cura para el debilitamiento de la fe es la Comunión. Aunque siempre es Él Mismo, perfecto y completo e inviolable, el Santísimo Sacramento no opera del todo y de una vez en ninguno de nosotros. Como el acto de Fe, debe ser continuo y acrecentarse por el ejercicio. La frecuencia tiene los más altos efectos. Siete veces a la semana resulta más nutritivo que siete veces con intervalos...

A mí me convence el derecho de Pedro, y mirando el mundo a nuestro alrededor no parece haber muchas dudas (si el Cristianismo es verdad) acerca de cuál sea la Verdadera Iglesia, el templo del Espíritu, agónico pero vivo, corrupto pero sagrado, autorreformado y reestablecido.

Pero para mí esa Iglesia, de la cual el Papa es la cabeza reconocida sobre la tierra, tiene como principal reclamo el que sea la que siempre ha defendido (y defiende todavía) el Santísimo Sacramento, lo ha venerado en grado sumo y lo ha puesto (como Cristo evidentemente lo quiso) en primer lugar. Lo último que encomendó a san Pedro fue «alimenta a mis ovejas»; y como Sus palabras deben siempre entenderse literalmente, supongo que se refieren en primer término al Pan de la Vida. Fue en contra de esto que se lanzó la revolución del Oeste de Europa (o Reforma) -«la blasfema fábula de la Misa»- y la oposición entre las obras y la fe, un mero falso indicio...

lunes, 6 de septiembre de 2010

LA GRATITUD


Dicen que de todos los sentimientos humanos la gratitud es el más efímero de todos. Y no deja de haber algo de cierto en ello. El saber agradecer es un valor en el que pocas veces se piensa. Ya nuestras abuelas nos lo decían "de gente bien nacida es ser agradecida".

Para algunos es muy fácil dar las "gracias" por los pequeños servicios cotidianos que recibimos, el desayuno, ropa limpia, la oficina aseada... Pero no siempre es así.

Ser agradecido es más que saber pronunciar unas palabras de forma mecánica, la gratitud es aquella actitud que nace del corazón en aprecio a lo que alguien más ha hecho por nosotros.

La gratitud no significa "devolver el favor": si alguien me sirve una taza de café no significa que después debo servir a la misma persona una taza y quedar iguales... El agradecimiento no es pagar una deuda, es reconocer la generosidad ajena.

La persona agradecida busca tener otras atenciones con las personas, no pensando en "pagar" por el beneficio recibido, sino en devolver la muestra de afecto o cuidado que tuvo. ¿Has notado como los niños agradecen los obsequios de sus padres? Lo hacen con una sonrisa, un abrazo y un beso. ¿De que otra manera podría agradecer y corresponder unos niños? Y con eso, a los padres les basta.

Las muestras de afecto son una forma visible de agradecimiento; la gratitud nace por la actitud que tuvo la persona, más que por el bien (o beneficio) recibido.

Conocemos personas a quienes tenemos especial estima, preferencia o cariño por "todo" lo que nos han dado: padres, maestros, cónyuge, amigos, jefes... El motivo de nuestro agradecimiento se debe al "desinterés" que tuvieron a pesar del cansancio y la rutina. Nos dieron su tiempo, o su cuidado.

Nuestro agradecimiento debe surgir de un corazón grande.

No siempre contamos con la presencia de alguien conocido para salir de un apuro, resolver un percance o un pequeño accidente. ¡Cómo agradecemos que alguien abra la puerta del auto para colocar las cajas que llevamos, o nos ayude a reemplazar el neumático averiado!


El camino para vivir el valor del agradecimiento tiene algunas notas características que implican:

- Reconocer en los demás el esfuerzo por servir

- Acostumbrarnos a dar las gracias

- Tener pequeños detalles de atención con todas las personas: acomodar la silla, abrir la puerta, servir un café, colocar los cubiertos en la mesa, un saludo cordial...

La persona que más sirve es la que sabe ser más agradecida.

HOMILIA VIERNES SANTO DE LA PASIÓN DEL SEÑOR (29 de marzo 2024)

  VIERNES SANTO DE LA PASIÓN DEL SEÑOR (29 de marzo 2024) Primera : Isaías 52,13 – 53,12;  Salmo : Sal 30, 2.6.12-13.15-16.17.25;  Segunda :...