martes, 18 de junio de 2019

HOMILIA Solemnidad del SANTÍSIMO CUERPO y SANGRE DEL SEÑOR cC (23 de junio 2019)

Solemnidad del SANTÍSIMO CUERPO y SANGRE DEL SEÑOR cC (23 de junio 2019) Primera: Génesis 14, 18-20; Salmo: Sal 109, 1. 2. 3. 4; Segunda: 1 Corintios 11, 23-26; Evangelio: Lucas 9, 11b-17 Nexo entre las LECTURAS "Pan" es el término en que coinciden los textos litúrgicos. Jesús, en el pasaje evangélico, "tomó los cinco panes...y levantando los ojos al cielo, pronunció sobre ellos la bendición". Este gesto de Jesús, visto retrospectivamente, está prefigurado en el del Melquisedec, rey-sacerdote de Salem, que ofrece a Abrám "pan y vino" (primera lectura) como signo de hospitalidad, de generosidad y de amistad. Ese mismo gesto de Jesús, que misteriosamente sabe por anticipación lo que va a suceder… anticipa la Última Cena con los suyos y la Eucaristía celebrada por los cristianos en memoria de Jesús: "Tomó pan, dando gracias lo partió y dijo: "Éste es mi cuerpo que se entrega por ustedes" (segunda lectura). Por eso se nos propone este salmo que nos hace acercarnos a Dios, dice san Juan Pablo II y “dirigimos ahora nuestra invocación al Padre de Jesucristo, único rey y sacerdote perfecto y eterno, para que haga de nosotros un pueblo de sacerdotes y de profetas de paz y de amor, un pueblo que cante a Cristo rey y sacerdote, quien se inmoló para reconciliar consigo, en un solo cuerpo, a toda la humanidad, creando al hombre nuevo (Cf. Efesios 2, 15-16).” Temas... El hombre, todo hombre, tiene necesidad de una dieta integral, es lo que dicen las ciencias acerca del bienestar corporal… y también lo dice la Liturgia de este Domingo. Afirmamos de manera especial que nuestra alimentación no puede ser unidimensional, la material, la del cuerpo sino que ha de ser integral y completa… es necesario que nos alimentemos para el tiempo y para la eternidad. Gracias SEÑOR por darnos el PAN de Vida eterna. El pan de la Palabra. Jesús, antes de multiplicar los panes para alimentar a la multitud, "les hablaba del Reino de Dios", es decir, les proporcionó el pan de su Palabra, porque "bienaventurados los que tienen hambre de la Palabra, pues serán saciados". En la fracción del pan de los primeros cristianos, se comenzaba la acción litúrgica con una lectura y explicación de la Escritura... eso muestra que los primeros cristianos se alimentaban primera (y principalmente) con el pan de la Palabra de Dios, explicada/ofrecida a la luz del misterio de Cristo y actualizada por alguno de los apóstoles a las circunstancias concretas de la vida diaria. También mostrado en la primera lectura, pues, a la ofrenda del pan y el vino, hecha a Abrám por parte de Melquisedec, sigue una bendición, que es como el pan espiritual que Dios otorga a Abrám por medio del rey-sacerdote de Salem. El hombre es espíritu, y el espíritu necesita de un alimento diferente al pan material (de harina), necesita de la Palabra del Dios vivo, “no solamente de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios” El pan de los signos. Los milagros de Jesús, además de hechos extraordinarios, más allá de las leyes naturales, son signos del Reino de los cielos, porque nos remiten a ese mundo nuevo presidido y guiado por el amor de Dios. Por eso, Jesús, después de haber repartido a la multitud el pan de la Palabra, les regala el pan de los signos. Nos dice san Lucas, que "curaba a los que tenían necesidad de ser curados", y luego nos narra el maravilloso signo de la multiplicación de los panes y de los peces. Jesucristo, como amigo y hermano del hombre, como Señor de la vida y de la naturaleza, está interesado en curar las enfermedades, en saciar el hambre natural de los hombres. Podría ser de otra manera, pero su mayor interés está en que los hombres, mediante estos signos, sean capaces de elevarse hasta Dios Padre, que misericordiosamente cuida de sus hijos, y hasta el Reino de Dios en el que habrá un mismo y único Pan para todos. El pan de la Eucaristía. La ‘dieta cristiana’ quedaría incompleta si no tuviéramos el pan de la Eucaristía, ese pan que es el Cuerpo y Sangre de Cristo. "En el santísimo sacramento de la Eucaristía -catecismo nº 1374- están ‘contenidos verdadera, real y substancialmente el Cuerpo y la Sangre junto con el alma y la divinidad de nuestro Señor Jesucristo, y, por consiguiente, Cristo entero". Cuando san Lucas escribió el evangelio los cristianos ya llevaban algunos decenios meditando los hechos y los dichos de Jesús, predicándolos y celebrando la Eucaristía. Así se explica que el evangelista haya narrado el episodio de la multiplicación de los panes como una anticipación y prefiguración de la Última Cena: "Tomó los panes, elevó los ojos, pronunció sobre ellos la bendición, los partió, los dio". Desde aquella llamada ‘Última Cena’, preanunciada en la multiplicación de los panes, celebrada por las primeras comunidades cristianas, Cristo no ha cesado a lo largo de los siglos de dar al hombre, sin distinción de ningún género, el pan de su Cuerpo y Sangre, alimento de Vida eterna. Sugerencias... Hambre de pan, hambre de Dios. Es algo doloroso, que nos debe hacer pensar, el hecho de que después de 2000 años de cristianismo, haya millones de hermanos que tienen hambre de pan, y esto no a miles de kilómetros de nuestra casa, sino entre nosotros, en nuestro barrio, en nuestra ciudad, en nuestro país (Congreso Eucarístico Nacional 2004, ya hace 15 años… y el hambre parece ser más grande aún). Además, la exhortación del Papa en Laudato Si, las instituciones internacionales y los medios de comunicación social nos han hecho más conscientes de este doloroso e inhumano fenómeno en todo el mundo. ¿No multiplicó Jesús los panes para saciar el hambre? ¿No dijo a sus discípulos: "denles ustedes de comer"? ¿No habremos espiritualizado demasiado nuestra fe? ¿No habremos reducido nuestra fe al ámbito estrictamente privado? (Meditaciones diarias en Santa Marta). Ciertamente no se puede identificar el cristianismo con la ONU de la caridad y de la solidaridad (Santo Padre en EE UU), pero en la entraña misma del cristianismo está el amor al prójimo, sobre todo al más necesitado… nos ilumina la vida pobre y entregada del beato Enrique Angelelli. Y hoy, en el siglo de la globalización, no basta la ayuda individual, pasajera, LA CARIDAD ha de ser organizada (Benedicto XVI). Los cristianos tenemos que organizarnos, a nivel parroquial, diocesano, nacional, internacional para desterrar el hambre de la tierra. Incluso, donde sea necesario, hemos de colaborar con las instituciones de otras ‘religiones’ para acabar con esta plaga de la humanidad. Mientras haya un niño que muera de hambre, nuestra conciencia cristiana no puede estar tranquila. El hambre de pan es terrible, pero ¿y el hambre de Dios? No nos conmueve tanto, porque el hambre de Dios no se ve. Es, sin embargo, real, universalmente presente, más angustiosa que el hambre de pan para el cuerpo, el hambre de Dios-Eucaristía (Mensajes de Miércoles de Ceniza del Papa Francisco y Papa emérito Benedicto). Y duele que hoy son pocos los que se ocupan de esa hambre, pocos los que buscan satisfacerla, tengamos un momento, este Domingo, para rezar por el aumento de las vocaciones sacerdotales. ¿No tendremos que abrir nuestros ojos, ojos de fe y de amor, para ver a tantos hambrientos de Dios con los que nos cruzamos por la calle, con los que convivimos en el trabajo, con quienes nos divertimos en un estadio de fútbol o en lugares públicos?... eh, ¡vayamos! que nos dice: “denles ustedes de comer”. Un pan ‘gratis’ y para todos. La Eucaristía es eso. Dios, nuestro Padre, nos da gratuitamente el alimento del Cuerpo y Sangre de Cristo, siempre que lo queramos recibir con las debidas disposiciones. Si este alimento no cuesta, si es el "pan de los fuertes", ¿cómo es posible que sean tan pocos los que lo reciben? ¿No será que no lo descubren? Es además un mismo y único Pan para todos: la Eucaristía es el sacramento de la absoluta igualdad cristiana (en un mundo exquisitamente reclamador del igualitarismo). No existe Eucaristía para ricos y otra para pobres. Para Cristo, Alimento del hombre, todos somos iguales. Ante Cristo Eucaristía desaparecen todas las barreras económicas o sociales, raciales… y de cualquier índole. Virgen María, Madre del Amor hermoso, ruega por nosotros.

HOMILIA VIERNES SANTO DE LA PASIÓN DEL SEÑOR (29 de marzo 2024)

  VIERNES SANTO DE LA PASIÓN DEL SEÑOR (29 de marzo 2024) Primera : Isaías 52,13 – 53,12;  Salmo : Sal 30, 2.6.12-13.15-16.17.25;  Segunda :...