jueves, 27 de enero de 2011

Levanto Mis Manos




LEVANTA TUS MANOS EL SEÑOR TOMA TODAS TUS CARGAS, EL TE AMA Y QUIERE QUE SEAS FELIZ. SILVINA

Yo quiero un cambio

Entrevista de Juan José Santander a Bernardo Stamateas
JS = Juan José Santander
BS = Bernardo Stamateas

JS: ¿por qué en nuestra sociedad está tan mal visto el error, la equivocación, y no como que es un paso para lograr algo mejor?
BS: Dicen que ‘si el error te enseña es tu amigo y si no te enseña es tu enemigo’, entonces, el camino al éxito está pavimentado de fracasos. Lo que pasa es que estamos acostumbrados a rotularnos: ‘me equivoqué, no sirvo para nada’. Tendemos a ligar el error a la autoestima. Cuando uno tiene sueños, la crítica, el error, el fracaso, forman parte del ‘combo’. Pero como venimos de una sociedad muy culpógena, donde todo es culpa, dolor, amor al sufrimiento, creemos que el éxito es que no nos pase nada malo. El error es parte de cualquier proceso de aprendizaje.
Cuando uno se equivoca y por eso piensa que es un inútil, actúa en consecuencia. Por eso el cambio más importante que debemos hacer es el cambio interior, el cambio de las creencias, de las ideas: sacarse las ideas limitantes de ‘no se’, ‘no puedo’, ‘es muy difícil’… Cuando hacemos esos cambios de pensamientos, todo el afuera comienza a cambiar.
Es muy importante saber que los cambios nos pueden ayudar, y que hay que hacerlos cuando estamos bien y no cuando estamos mal. En general uno busca cambiar cuando toca fondo. Por ejemplo: el momento de buscar trabajo no es cuando uno ya no lo tiene, porque está con una carga emocional que lo tira abajo.
Es importante saber también de que el error es parte del crecimiento, y que debemos equivocarnos. Cuanto más rápido nos equivocamos más cerca estamos del éxito

JS: A veces pensamos que son tantas cosas las que debemos cambiar! Que quedamos trabados y no empieza por nada.
BS: A veces pensamos que necesitamos grandes cambios. A quien dice que necesita un cambio de 360º, yo le digo: no es así, porque entonces quedás en el mismo lugar. Un pequeño cambio es como una bolita de nieve que lanzamos desde la punta de una montaña, y que puede arrastrar un montón de otros cambios positivos. Un cambio muy sencillo y poderoso que podemos comenzar a hacer ahora mismo, es por ejemplo, comenzar a llevarnos un poquito mejor con los demás. ¿Por qué digo que es tan importante? Porque no llega a la cima el que sabe más sino el que sabe relacionarse mejor con los otros. En un trabajo te contratan por tu capacidad y te despiden por tu carácter. Eso se llama inteligencia emocional. Sonreír un poco más, ayudar a otro a alcanzar sus sueños, buscar las cosas en común que tenemos con los demás. Nadie llega a la cima solo. Se llega en equipo. Por eso nuestro capital mas valioso son nuestras relaciones interpersonales. Hay que cuidar los vínculos.

JS: ¿Siempre estamos a tiempo de cambiar?
BS: Siempre. Tenemos que hacernos amigos de los cambios. Otro cambio posible, positivo, necesario, es recuperar los sueños. Un álbum de fotos tiene todas fotos del pasado. ¿Por qué no hacer un álbum de fotos del futuro? Reforzar las fotos de lo que queremos lograr, lo que esperamos. Dibujar los sueños. Las personas no envejecen por su edad sino por la falta de sueños. Los sueños, lo que esperamos, es el mañana. Cuanto más sueños pongamos delante nuestro mas lejos vamos a sentir la muerte.

JS: A veces relacionamos la palabra ‘sueños’ a una etapa de la vida, a la infancia, adolescencia, juventud. Y después parece que ya no tendríamos que soñar más
BS: Y eso es lo que pasa con los jóvenes que no tiene proyectos: caen en la droga, en la depresión… Cuando el pasado es más grande que el presente, se cae en la depresión. En cambio cuando el futuro es más grande que el presente, somos soñadores. Necesitamos entonces agarrar un lápiz y comenzar a escribir todos nuestros sueños, ya sea en lo económico como en lo espiritual, familiar, personal. ¿cómo sabemos que un sueño es bueno? Cuando se lo contamos a alguien y nos dice ‘¡estás loco!’. Abrazar un sueño grande es un cambio extraordinario, porque cuando uno tiene sueños está motivado. Motivación es eso: motivo y acción.
Dicen que ‘Dios escondió su voluntad en lo que te apasiona’. Hay gente que dice no saber cuál es la voluntad de Dios. Yo les digo: mirá lo que te apasiona. Esa es la pista de aterrizaje de tus sueños.

JS: A veces desde la fe pensamos que la voluntad de Dios tiene que ver justo con lo contrario de lo que nos gusta y nos apasiona ¿cuánto tiene que ver la pasión en el desarrollo de los sueños y en la posibilidad de cambio?
BS: Hay gente que piensa que dice no saber si lo que le gusta es lo que Dios quiere. Yo le digo: más vale que te guste a vos, porque la que va a hacer eso sos vos y no Dios. Dios nos va a dar los deseos del corazón. Volver a recuperar el deseo, lo que nos apasiona, lo que nos entusiasma, es un buen cambio que puede traer grandes resultados.

JS: ¿cómo se pueden priorizar y ordenar los cambios? A veces sentimos que hay mucho que cambiar, pero se debe empezar por algo.
BS: tenemos que empezar con la pregunta clave: “¿qué puedo hacer yo frente a lo que me pasa?”. Eso se llama “actitud”. Yo no elijo todas las batallas que vienen a mi, pero puedo elegir cómo reaccionar. Ejemplo: me siento solo. ¿qué puedo hacer para sentirme un poquito menos solo? No tengo plata…no hay hombres… NO. No digamos lo que NO. Digamos qué podríamos hacer. Otro ejemplo: Se murió un hijo ¿qué podríamos hacer para sentirnos un poco más consolados? Llamar a alguien, escribir una carta, compartir a alguien lo que estamos sintiendo… Cuando uno recupera el ‘control remoto’ de su mundo emocional y sale de la posición de víctima y se pone en la posición de protagonista, los cambios empiezan a suceder. Es decir que lo más importante es dejar de esperar que nos vengan a salvar de afuera. Nadie nos va a venir a salvar. Tenemos el poder interno para elegir nuestras reacciones. Cuando uno recupera el control remoto, comienzan a suceder uno detrás de otro los cambios, porque dejamos de ser gente pasiva para tomar un rol activo. Ese sería el primer paso.
A veces queremos generar un cambio y nos cuesta. ¿qué tenemos que hacer? Achicarlo. ¿cuánto más chiquito? Hasta que lo podamos lograr. Porque cuando logramos algo chiquito se refuerza nuestra estima. Entonces nos ponemos otra pequeña meta, y otra, y otra, y cuando nos damos cuenta estamos en un círculo virtuoso. Es decir, no necesitamos GRANDES cambios.
Otra cosa que podemos hacer es revisar nuestro sistema de creencias, nuestras ideas. ¿qué ideas están vencidas, ya no sirven? Y des enamorarse de ellas, para que las podamos reemplazar por ideas de mejor calidad. No es fácil, pero sí posible.


- Conocí el amor siendo maltratada física y psicológicamente. Desde entonces sigo buscando un compañero, pero caigo siempre en el mismo tipo de personas. Quiero cambiar, y lucho, y me aferro a Dios, a la ayuda psiquiátrica, y veo que sigo hiriéndome, maltratándome ¿por qué? Estoy logrando lo contrario de lo que deseo

BS: Primero, te felicito por tu fortaleza para querer seguir adelante pese a los maltratos recibidos. Por eso, lo primero que te diría es que sos más fuerte de lo que vos creés y pensás. Otra persona hubiese abandonado al primer golpe. Vos, a pesar de haber repetido el mismo patrón, querés crecer y cambiar. Tenés que conectarte con esa fuerza interna que tenés. Lo segundo es que trabajes en tu estima: vuelvas a ser una ‘naranja completa’ y no ‘media naranja’ buscando alguien que te haga feliz. Tenés que comenzar a ser feliz ahora, como estás, sin pareja, para que cuando encuentres a alguien puedas compartir esa felicidad y no la esperes de ese otro. En general el maltratador viene como un seductor, promete amor, y una eterna luna de miel. Pero pide a cambio de ese amor que el otro sea ‘su barrilete’, sea un objeto. Nadie que te descalifique, que te compare, que te reduzca a una cosa, es una persona digna de estar con vos. Sobre eso debés reflexionar y a partir de allí comenzar los cambios.


- ¿Por qué cuesta creer en uno mismo y se da importancia lo que dicen los demás?

BS: Hay un gran error que cometemos a menudo los seres humanos y es pensar que la estima viene de la valoración exterior. Entonces nos metemos en una montaña rusa emocional, y quedamos esclavos de la gente, y nos sentimos según nos feliciten o nos maltraten. La estima es algo que nos tenemos que dar nosotros a nosotros mismos, y saber que no tenemos precio sino valor. La gente nos pone. Y si hacemos caso al precio que nos ponen, vamos a ser des-preciados, menos-preciados…Nosotros valemos por ser creación de Dios. Hay que recuperar el valor interno que nos damos nosotros a nosotros mismos. Todos los seres humanos a lo largo de toda la vida vamos a tener virtudes y defectos. Cuando uno acepta esto, comienza a tener paz interior, y deja de idealizar a los demás.

Si te arrancan al niño, que llevamos por dentro, Si te quitan la teta y te cambian de cuento
No te tragues la pena, porque no estamos muertos. Llegaremos a tiempo, llegaremos a tiempo.

Si te anclaran las alas, en el muelle del viento Yo te espero un segundo en la orilla del tiempo
Llegarás cuando vayas más allá del intento Llegaremos a tiempo, llegaremos a tiempo

Si te abrazan las paredes desabrocha el corazón No permitas que te anuden la respiración
No te quedes aguardando a que pinte la ocasión que la vida son dos trazos y un borrón.


Tengo miedo que se rompa la esperanza, que la libertad se quede sin alas
Tengo miedo que haya un día sin mañana
Tengo miedo de que el miedo, te eche un pulso y pueda más. No te rindas no te sientes a esperar.

Si robaran el mapa del país de los sueños siempre queda el camino que te late por dentro
Si te caes te levantas, si te arrimas te espero. Llegaremos a tiempo, llegaremos a tiempo.


Mejor lento que parado, desabrocha el corazón No permitas que te anuden la imaginación
No te quedes aguardando a que pinte la ocasión que la vida son dos trazos y un borrón.

Sólo pueden contigo, si te acabas rindiendo, si disparan por fuera y te matan por dentro
Llegarás cuando vayas, más allá del intento. Llegaremos a tiempo, llegaremos a tiempo.




DAME ESTE MONTE Jesús Adrián Romero
Que se ha pasado el tiempo y que los años marcan mi cara
Que mi voz ha cambiado, que no es el mismo mi caminar
Que malgasté mi fuerza, que en vanidades la dejé ir
Que diga NO a mis sueños, que se ha pasado mi mes de abril

Pero dame este monte y con mis fuerzas lo he de tomar
Cumpliré la promesa Yo he sido creado para luchar
No habrá gigante que me haga dudar y mi bandera he de alzar

Hay quienes me aconsejan que toque ahora la retirada
Que lo que no hizo el joven jamás el viejo conseguirá
Que el tren se me ha pasado, que debería ya desistir
Que ya no estoy a tiempo, que mi carrera llegó a su fin

Pero dame este monte y con mis fuerzas lo he de tomar
Cumpliré la promesa. Yo he sido creado para luchar
No habrá gigante que me haga dudar, y mi bandera he de alzar


BS: Tenemos que aprender a usar las dos palabras más poderosas que tenemos: SI y NO. Muchas veces decir NO es dar un paso adelante. Siempre vamos a tener gente que nos ama, gente que nos odia, gente que no nos conoce, que nunca caminó en nuestros zapatos pero opina de nosotros

JS: ¿Todos estamos llamados a un cambio?
BS: Sí. Además porque el cambio es inevitable. El paso del tiempo es inevitable. No hay una etapa evolutiva más linda que otra. Todas tienen su encanto, Tenemos que aprender a descubrir cual es ese encanto, saber que tenemos que pasar de una estación a la otra, y cuando pasemos tenemos que tomar un tren distinto. Tenemos que aprender a descubrir la bendición que conlleva cada etapa y saber que cada etapa trae sus cambios.
JS: Todos los días son distintos, todos estamos invitados a comenzar otra vez. Este diálogo nos ha traído mucha luz para los cambios que queremos y que también Dios nos está pidiendo.
BS: No hay que dejarse llevar por eso de que “la posibilidad es un tren que se pierde y ‘nunca más’”. Eso amarga y frustra a mucha gente. Es cierto que no hay que perder oportunidades que tal vez no vuelvan. Pero más importante es nunca darnos por perdidos. Dios dispone todo para bien. Si nos pasó algo malo, hay que saber que Dios permitirá mas adelante algo bueno y nuevo. Algo mejor va a venir, y eso es lo que nos mantiene con vida y con alegría. No debemos quedarnos en lo que perdimos.

JS: ¿qué incidencia tienen nuestras ideas en nuestros proyectos de cambio?
BS: Alguien dijo “Si crees que puedes, tienes razón. Y si crees que no puedes, también tienes razón”. Es decir: la fe puede usarse para mover montañas para ver mejor, o para mover montañas y que la montaña nos aplaste. Uno se predispone emocionalmente a lo que uno declara. La realidad se construye con las palabras. En Gn 1 Dios Dijo “que se haga la luz..” etc. Es decir: todo fue creado por la Palabra. Y también pasa eso con nosotros: creamos nuestro mundo con lo que hablamos. Cuando una persona dice por ejemplo “a mi todos me usan” “siempre me equivoco”, esas palabras construyen la realidad que después vive. Por eso es importante recuperar la confianza en nosotros mismos, sacarnos esa maldita culpa que nos vino a veces de parte de la religión, a veces de parte de la cultura, a veces de parte de la familia, que nos dijeron que todo es sufrimiento, dolor, que cuanto más sufrimos mas santos vamos a ser, el no me lo merezco… Eso hace que muchos, cuando le preguntamos ‘¿cómo estás?’, en lugar de responder ‘bien, contento’, dice ‘acá ando, luchando…’. A veces, visto desde la fe, parece que estar contento se vive con culpa.
Acá hay un principio muy importante desde la fe: Jesús se identificó con mi dolor para que yo me identifique con su victoria. Esto es un cambio de paradigma muy importante: no estamos acá para sufrir sino para superar el dolor, crecer, ser feliz. Necesitamos recuperar la alegría de la vida, la autoestima, los sueños. Saber que tenemos dentro nuestro el enorme poder de superar cualquier crisis, levantarnos de los golpes más duros. Recuperar nuestra verdadera imagen que es la imagen de Dios en nosotros.

JS: Muchas veces hacemos de una situación y un problema de nuestra vida, nuestro tema, y todo gira en torno a eso.
BS: Saltamos del TODO al NADA. “Todos me odian”, “todo me sale mal” A veces preguntamos a alguien que nos dice estar deprimido, ¿desde cuándo?, y nos responde “desde siempre”. O nos dicen “estoy mal, estuve mal todo el día” No puede ser, porque no hay nada más fugaz que la emoción. Y la emoción tiene algo negativo y algo positivo. Lo negativo es que cuando uno se siente enojado, con miedo y demás, se siente mal. La positiva es que dura unos minutos, pasa. La “ley del 20 – 80” dice que “Los grandes líderes invierten el 20% de su tiempo en analizar el problema, y el 80% en cómo resolverlo”. No tenemos que estar el 80% del tiempo analizando el problema, sino proponiendo soluciones. Hay gente que dice “¡por qué?” y hay gente que dice “¿por qué no?”

JS: ¿qué pasa cuando siempre queremos cambiar a los demás y tenemos dificultades para hacer cambios personales?
BS: Va a venir un stress muy grande, porque el querer cambiar a los otros es una señal de control y proporciona un desgaste emocional brutal. El stress es la plataforma de todas las enfermedades, es veneno, es un cáncer espiritual. Cuando uno quiere cambiar el mundo externo, cambiar a los hijos, al marido, a la abuela,…entra en un desgaste de perfeccionismo, de control, que puede llevar a una depresión muy grande. Cambiarnos a nosotros es la mejor maneja de ejercer influencia sobre los demás.

JS: A veces parece que ponemos en polos opuestos la obra de Dios, lo que Jesús puede hacer en cada uno de nosotros y la tarea y el desafío personal que uno tiene. Y una cosa no quita la otra
BS: Un ejemplo: una persona que tiene ataques de pánico es una persona que tiene una sensación, una vivencia intensa, un terror exagerado de que se va a morir, de que se está volviendo loco…y eso aparece de golpe. Hoy hay tratamientos muy buenos para superar los ataques de pánico y las fobias. En general son gente muy ansiosa. Viven el mañana. La mente está delante del cuerpo. Esa ansiedad y ese perfeccionismo, esa necesidad de controlar a todo el mundo y eso es lo que hay que trabajar: los trastornos de ansiedad.

JS: ¿cómo la fe en Dios, el encuentro con El, el aferrarnos a El tiene una enorme incidencia en estos cambios, que seguramente Dios quiere para nosotros?
BS: Una vez me preguntaron ¿por qué la gente está volviendo a la espiritualidad? Yo es explicaba que en Ap 5, hay una imagen de un ángel que tiene un pie en el mar y otro en la tierra. El pie en la tierra simboliza, lo material, lo que queremos lograr, y el mar representa el mundo espiritual. Si nos paramos con un solo pie, alguien me empuja y me caigo. Lo que pasa a mucha gente es que pisa solo un ámbito: han trabajado, estudiado, y se han dado cuenta de que les ha faltado pisar el mundo espiritual. Se dan cuenta de que la vida no solo es trabajar, estudiar, hacer dinero, y entonces comienzan a descubrir el mundo espiritual. Por otro lado están los que solo pisaron el mundo espiritual: meditar, orar, pero no tenían una moneda ni para ir en colectivo. Entonces creo que la fe en Dios es lo que nos ayuda a recuperar los dos mundos. Poder avanzar en lo material, en el crecimiento vocacional, pero también pisar lo espiritual. Los que somos creyentes tenemos la gran bendición de tener la revelación del cielo y saber que Dios quiere que pisemos fuerte en lo espiritual, que hagamos su voluntad, que nos llenemos de El, y que también lo natural, en esta ‘pelota de barro’ que es el mundo que nos ha regalado, poder avanzar, crecer, superarnos. Creo que cuando pisamos los dos mundos, cuando conectamos el cielo con la tierra, es cuando somos personas completas.
La primera revelación que tenemos de Dios es ‘Dios creativo’. Y eso está dentro nuestro: tenemos la capacidad creativa para resolver cualquier problema, para levantarnos de cualquier crisis y escalar cualquier montaña.

Derogar Ley de Blasfemia en Pakistán

Benedicto XVI pidió derogar Ley de Blasfemia en Pakistán



Ciudad del Vaticano, ENE 26 (AICA):
Por constituir una norma que "lesiona el derecho de las personas a la libertad religiosa", en este caso de los cristianos, el papa Benedicto XVI pidió hoy derogar la llamada Ley de Blasfemia en Pakistán.

En su tradicional discurso anual a los miembros del Cuerpo Diplomático acreditado ante la Santa Sede, el Santo Padre pidió a las autoridades de Pakistán "realizar los esfuerzos necesarios para abrogarla, ya que es evidente que sirve de pretexto para cometer injusticias y violencias contra las minorías religiosas".

El Pontífice dijo luego que "el trágico asesinato del Gobernador del Punjab (Salman Taseer) pone de manifiesto la urgencia de proceder en este sentido: la veneración a Dios promueve la fraternidad y el amor, no el odio o la división".

"El peso particular de una determinada religión en una nación jamás debería implicar la discriminación en la vida social de los ciudadanos que pertenecen a otra confesión o, peor aún, que se consienta la violencia contra ellos. Por ello es importante que el diálogo interreligioso favorezca un compromiso común para reconocer y promover la libertad religiosa de todas las personas y comunidades".

"Como ya he recordado -dijo finalmente-, la violencia contra los cristianos no perdona ni siquiera a África. Un triste testimonio de ello son los ataques contra dos lugares de culto en Nigeria, mientras se celebraba el Nacimiento de Cristo.

Ley de Blasfemia
La Ley de Blasfemia reúne varias normas contenidas en el Código Penal inspiradas directamente en la Shariah –ley religiosa musulmana– para sancionar cualquier ofensa de palabra u obra contra Alá, Mahoma o el Corán.

La ofensa puede ser denunciada por un musulmán sin necesidad de testigos o pruebas adicionales y el castigo supone el juicio inmediato y la posterior condena a prisión o muerte del acusado.

La ley es usada con frecuencia para perseguir a la minoría cristiana, que suele ser explotada laboralmente y discriminada en el acceso a la educación y los puestos de la función pública.

El caso más conocido de la aplicación de esta ley es el de la cristiana Asia Bibi, por quien el Papa Benedicto XVI también intercedió pidiendo su inmediata libertad.+

miércoles, 26 de enero de 2011

EL MILAGRO DE JUAN PABLO II

PARÍS, 21 Ene. 11 / 12:47 am (ACI)

La religiosa francesa Marie Simon Pierre reveló detalles inéditos del milagro que permitirá la beatificación del Papa Juan Pablo II el próximo 1 de mayo, como el hecho de experimentar un deseo incontenible de rezar solo momentos antes de descubrir que fue curada del mal de Parkinson, enfermedad que padeció Karol Wojtyla.

En una entrevista concedida el 14 de enero a la cadena francesa KTOtv y a la cadena italiana RAI Vaticano, la religiosa relata que "el 2 de junio de 2005 fue el día de mi curación. Ese día por la mañana yo estaba completamente impedida y ya no podía más".

"Pensé en buscar a Sor Marie (superiora de su comunidad) para pedirle mi dimisión, dejar de brindar mi servicio en la maternidad donde trabajaba con muchas personas a mi cargo. Me sentía muy pesada y me dije: es necesario que pare, que deje el servicio. Yo no puedo hacer que esto deje de avanzar, no es posible".

El pedido de la hermana Marie Simon Pierre fue rechazado con amabilidad y a cambio su superiora le propuso pedir la gracia de su curación a Juan Pablo II.

Cuando esto sucedió, "sentimos por un buen momento un gran cambio en su oficina, diría que una gran paz, una paz muy grande y una gran serenidad, me sentía muy apacible, ella también".

En ese momento, le pidió escribir el nombre de Juan Pablo II en un papel. El avance del Parkinson había afectado su brazo izquierdo y sufría de intensos temblores. Su superiora le propuso escribir con la mano derecha. "Le dije que no podía porque mi mano derecha también se ponía a temblar, pero ella insistió: 'sí puedes, sí puedes'".

Escribió algo ilegible pero pensó que de repente "ocurre un milagro si es que creo".

"Me fui y seguí con mi servicio. Esa noche seguí la jornada como de costumbre con la comida comunitaria, luego un poco más de servicio y después la oración nocturna en la capilla".

Al regresar a su cuarto, la hermana Marie Simon-Pierre se obligó a escribir y se llevó una gran sorpresa al ver que en ese momento sí pudo hacerlo bien.

Pasó una noche tranquila y durmió bien, sin el insomnio habitual que presentaba por el dolor del Parkinson. A las 4:30 de la madrugada del 3 de junio despertó sintiendo que "ya no era la misma. Había una alegría interior y una gran paz; y luego me sorprendí mucho por los gestos de mi cuerpo".

Al mismo tiempo despertó en ella "un gran deseo de rezar. A esa hora no tenía autorización para rezar, pero recé".

Rezó frente al tabernáculo del oratorio de la maternidad "siempre con una alegría muy profunda" meditando además los misterios luminosos del Papa Juan Pablo II.

A las 6:00 a.m. su comunidad asistía a la Eucaristía, así que se dirigió del oratorio a la capilla.

En ese trayecto "me di cuenta de que mi brazo izquierdo ya no se quedaba inmóvil al caminar sino que se balanceaba normalmente. En la Eucaristía tuve la certeza de que estaba curada".

lunes, 17 de enero de 2011

oracion

Queridos hermanos...


Para cada uno de nosotros...

Imaginemos que Jesús en este momento esta aquí y esta presente, a tu lado, pero que no lo podemos ver... Vimos en el Evangelio que se nos dice: "Estén prevenidos porque no se sabe ni el día ni la hora". Por eso dejemos de perder tiempo, dejemos de llenar nuestro corazón con cosas inútiles... Dejemos de perder el tiempo renegando, dejemos de perder el tiempo en tardar en perdonar, tardar en decir lo que sentimos, tardar en hacer lo que queremos, tardar en hacer lo que creemos que nos hará felices. Dejemos de aletargar nuestras tristezas, de aletargar nuestras angustias, porque estamos perdiendo tiempo...

Uno nunca sabe la hora, ni el momento... El próximo latido de nuestro corazón es un regalo de Dios, es una nueva oportunidad y yo no se si hay un próximo latido... Lo sabe solamente Dios, por eso, con una enfermedad o sin una enfermedad... Yo no se si viviré la oportunidad del día de mañana.

Por eso, que bueno naturalizar la vida. Naturalicemos... Es decir, sepamos comprender que lo que nos pasa, es parte de esa vida que hemos recibido, y a la que hemos sido llamados... Que lo que nos pasa es parte de la vida, entonces hoy me enfermé o tengo esta enfermedad... Me debo decir a mi mismo: "Bueno era posible porque soy humano, soy limitado... Soy parte de esta naturaleza que en este tiempo, aquí en la tierra, tiene un principio y un fin..."

Pero también debemos decirnos: "No voy a perder tiempo, no voy a dejar que la enfermedad me administre a mi... Yo voy a administrar mi enfermedad, no voy a dejar que la enfermedad me tire, me desaliente, me quite las ganas de vivir lo que tenga que vivir...

No!, me revelo contra esa enfermedad y yo soy el que no le va dar tregua a esa enfermedad o a este mal que me esta afectando en este tiempo, y todo esto es posible solamente si lo tengo a Jesús conmigo...

Cuantas veces aletargamos nuestros sufrimientos y estamos sufriendo pavadas que nos suceden, y no digo que la historia de cada uno no sea importantote, el problema que tiene cada uno es el "gran problema", perfecto... Pero también ese problema que tengo yo puedo darme cuenta que es relativo, que quizás estoy sobredimensionando el problema que tengo, que no es para tanto, que tengo tantas otras cosas con las que puedo vivir bien, que esto es una dificultad, pero que puedo vencer.

Ahora bien, que esa dificultad, enfermedad, problema, etc., no haga de mí una persona triste, angustiada, que no avanza.

Nosotros mismos nos conocemos, nos conocemos y sabemos lo que nos hace mal, no dejemos que las cosas que nos hacen mal reinen en nosotros. Si yo se que pensar mucho y recordar mucho me va a hacer mal yo tengo que detener eso antes que ya esté en medio de la marea del rencor y el odio, entonces me corro de ahí, pues yo administro esa bronca y yo lucho contra lo que se que me hace mal...

Por eso no perdamos tiempo, no sabemos ni el día ni la hora pensemos... Ojala que ninguno de los que estamos hoy acá tengamos alguien, algún familiar, algún amigo, alguna persona con la cual ha tenido una relación afectiva y con la cual haga mucho o haga poco se dejo de hablar... Que no se perdonó, que se enojó...

Recordemos... No sabemos nunca ni el día ni la hora, por eso estemos prevenidos y no nos vayamos de este mundo con esas cargas, esas cargas se dejan acá, se dejan con el perdón, se dejan con el amor y no se dejan solamente con el perdón que puedo dar... Se dejan también sabiendo pedir perdón... Si me lo niegan es otra cuestión... Pero yo pedí perdón por este mal que hice.

Dejemos esas cargas que nos pesan en la mochila y no dejan que subamos libremente, no sabemos ni el día ni la hora, dejemos de perder tiempo... No creamos que por tener una enfermedad o una afección o un dolor me queda menos, no... ¿Quién sabe cuanto nos queda, quien tiene asegurado el día de mañana?. Ni el millonario mas grande de este mundo tiene el día de mañana asegurado por su riqueza... En un abrir y cerrar de ojos Dios decidió que su destino era ya partir o no, o pueden ser las cuestiones que se cruzan en nuestras vidas que hagan que se termine... ¿Quien tiene el día asegurado, quién?... No hay nadie que lo pueda tener asegurado, por eso no perdamos tiempo, administremos nuestras fuerzas y no nos dejemos administrar por aquellas fuerzas negativas que se quieren apoderar de nosotros y que nos hacen perder oportunidades y posibilidades. Nos hacen perder el día a día y lo disfrutable de cada día de esos días... Y nos hacen perder las ganas de vivir... Queridos hermanos hoy Dios es claro "llenen sus lámparas con el aceite que es el AMOR... Y estén prevenidos porque no se sabe ni el día ni la hora...!!!

Como decía una gran Santa de nuestra Iglesia: "En el atardecer de nuestras vidas seremos examinados en el AMOR..." No en cuanto vivimos... Sino en cuanto amor pudimos dar... En cuanto amor hicimos presente ante las manos que lo necesitaban y no sólo en dar el amor que se hace presente con un bien material... Sino presente a través de las distintas mediaciones que tenemos: Una palabra, un consejo, un gesto o también un bien.

Por eso seremos examinados en el amor cuando llegue nuestro día y nuestra hora... Estemos prevenidos, dejemos de malgastar nuestras vidas, pensemos para que nos ha creado Dios, pensemos qué espera Dios de nosotros, y pensemos que estamos haciendo y qué podríamos hacer.

Vamos a pedir todo esto al Señor, porque sabemos que cuando está con nosotros nunca erramos el camino... Pero para que esté con nosotros tenemos que hacerle un lugar, espera que le abramos la lámpara para llenarla de Él.

BENDICIONES...

sábado, 15 de enero de 2011

PADRE TARDIF

ORACIÓN DE ALABANZAS


Oración de alabanza

¡Mas tú eres el Santo, que moras en las alabanzas de Israel! (Salmo 22,4).

La oración de alabanza es una oración excelsa. Es, por sí misma, la oración más sanadora que existe. Diríamos que es la más simplemente sanadora.

La oración de alabanza es una oración de olvido. Y el olvido cura. Porque una persona llegada, atenaceada por sus preocupaciones e ideas fijas, angustiada, tiene el primer descanso, la primera sensación de que no está irremediablemente mal, perdida, al poder realizar la eficaz experiencia de olvidarse de sí por un momento. Y la alabanza nos lleva al olvido.

La alabanza, hecha con tenacidad, con la atención puesta íntegramente en Dios, nos obliga a tirar por la borda todas nuestras atenciones, nuestros intereses, nuestras preocupaciones.

Muchas veces nos pasa que tenemos una gran pena, un gran dolor. Y empezamos a alabar al Señor. Pese a todo. Si procedemos con insistencia, llegará un momento en que nos quebraremos por dentro, nos partiremos en dos tal vez, pero nos someteremos al Señor. El Cielo es de los violentos.

Entregaremos al Señor nuestra preocupación; nos abandonaremos a Él. Quedaremos indefensos ante Él; en el olvido de todas nuestras cosas. Y el Señor nos protegerá. La alabanza nos protegerá por sí misma.

A mí, sin ir a otro, muchas veces me ha prestado este servicio la oración de alabanza, en alto grado. He llegado al grupo de oración muy dolorido. Pero en lugar de arrinconarme a pensar qué debía hacer con ese dolor, aún sin perder tiempo en tratar de ver cómo lo iba a disolver o entregar a Dios, rápidamente he levantado los brazos al cielo, he levantado la voz quebrada. Y el Señor ha venido en mi amparo.

No hay problema que pueda contender con la alabanza. Sólo que a veces no alabamos con desprendimiento, con olvido, porque estamos demasiado pendientes de nosotros mismos.

Esta oración habitual rompe el egocentrismo.

Hasta la oración imprecatoria puede no ser suficiente para romper el egocentrismo. Porque siempre gira alrededor de nosotros mismos. Somos, a pesar de todo, el centro.

La oración de alabanza, por el contrario, gira alrededor de Dios. Él es el centro, no nosotros. Él es el sol. Apenas si nosotros somos un ignoto satélite, un asteroide, alrededor del sol.

Por eso, para percibirla bien, es necesario que la oración de alabanza no sea ocasional, sino habitual.

Se hará en nosotros como una segunda naturaleza. Y así nos iremos, insensiblemente, sin complicados esfuerzos, desprendiendo del egocentrismo, causante de tantas y tantas enfermedades interiores.

No hay cosa más cansadora, más agotadora, más aburridora, que estar pendientes de nosotros mismos. Nuestra alma queda anémica, enferma, de ello. Pues bien, es la oración de alabanza un método eficacísimo de sanación contra estos males del egocentrismo.

Además, si giramos alrededor del sol, no seremos insensibles a la energía, al poder del sol. El sol nos hace cálidos y luminosos como él.

Cuando tenemos un amigo que es una personalidad grande, nos gusta estar con él, porque vemos que poco a poco nosotros nos estamos haciendo grandes como él, estamos compartiendo su grandeza.

La amistad, el amor, la unidad, hacen semejantes a las personas.

Pues bien: poniéndonos frente a la inmensidad de Dios, Dios nos va haciendo inmensos como Él. Luego ya no nos conformamos con pequeñeces, con mediocridades, con miserias. Aspiramos a lo grande, queremos lo grande, somos un poco grandes.

Así se disuelven también nimiedades propias que gestan enfermedades: pequeños celos, pequeñas envidias, pequeñas ambiciones, pequeñas vanidades.

La oración de alabanza nos pone adentro de la divinidad, nos entra en Ella. Nos coloca al calor del sol de Dios.

Se dice que donde entra el sol no entra el médico. Pues bien: donde entra el Sol, donde entra Dios, por la ventana y la puerta abiertas de la alabanza, tampoco entran enfermedades del alma.

Alabemos a Dios por todo.

PALABRA DE DIOS

“No tengo plata ni oro, pero lo que tengo te doy: En el nombre de Jesucristo de Nazaret, levántate y camina” (Hechos 3, 1-10 )

LA POSADA DE LA FELICIDAD

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lunes, 3 de enero de 2011

ORACION DE CONSAGRACION

ORACIONES:
ACTO DE CONSAGRACION AL INMACULADO CORAZON DE MARIA

Purísima Madre mía, quiero consagrarte mi corazón, mi voluntad, mi vida entera.
Llévame al Corazón de tu Divino Hijo Jesús , para que Él habite en mí. Quiero ser totalmente tuya, madre mía. Y a partir de hoy servirte fielmente en lo que mandes.
Sé dulce compañía en mi vida, no permitas que jamás me separe de tí, y en la hora de la muerte ven a buscarme para gozar de la eternidad en Tú compañía.
Bendita y Alabada seas por siempre Madre Mía.

CONSAGRACIÓN AL SACRATISIMO CORAZON EUCARISTICO DE JESUS...

Sacratísimo Corazón Eucarístico de Jesús, Yo Confío inmensamente en Tu misericordia.
Te pido humildemente que me des la Fé que necesito para abandonarme a Tu Infinita Misericordia, porque ya se han agotado mis recursos humanos y ahora sólo me cabe volverme con confianza en Tu Infinita Compasión, porque sé que Tú no desoirás mi suplica.
aquí estoy señor a Tus pies, pidiendo con fervor que arregles todas mis cosas y problemas, según Tu Amor y Benplácito Divino, que sé , será lo mejor para mi.Concéme lo que te estoy pidiendo si es para el bien de mi alma.

¡Toma Señor mi problema!¡Toma mi corazón!
¡Yo confío en Ti, Corazón Eucarístico de Jesús!
¡Yo confío en Ti, Corazón Eucarístico de Jesús!
¡Yo confío en Ti, Corazón Eucarístico de Jesús!

NUESTRA MADRE

Un milagro para agustin




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domingo, 2 de enero de 2011

En el Nuevo Año Adórale y Agradécele

LA LIBERTAD RELIGIOSA, CAMINO PARA LA PAZ






1. Al comienzo de un nuevo año deseo hacer llegar a todos mi felicitación; es un deseo de serenidad y de prosperidad, pero sobre todo de paz. El año que termina también ha estado marcado lamentablemente por persecuciones, discriminaciones, por terribles actos de violencia y de intolerancia religiosa.

Pienso de modo particular en la querida tierra de Irak, que en su camino hacia la deseada estabilidad y reconciliación sigue siendo escenario de violencias y atentados. Vienen a la memoria los recientes sufrimientos de la comunidad cristiana, y de modo especial el vil ataque contra la catedral sirio-católica Nuestra Señora del Perpetuo Socorro, de Bagdad, en la que el 31 de octubre pasado fueron asesinados dos sacerdotes y más de cincuenta fieles, mientras estaban reunidos para la celebración de la Santa Misa. En los días siguientes se han sucedido otros ataques, también a casas privadas, provocando miedo en la comunidad cristiana y el deseo en muchos de sus miembros de emigrar para encontrar mejores condiciones de vida. Deseo manifestarles mi cercanía, así como la de toda la Iglesia, y que se ha expresado de una manera concreta en la reciente Asamblea Especial para Medio Oriente del Sínodo de los Obispos. Ésta ha dirigido una palabra de aliento a las comunidades católicas en Irak y en Medio Oriente para vivir la comunión y seguir dando en aquellas tierras un testimonio valiente de fe.

Agradezco vivamente a los Gobiernos que se esfuerzan por aliviar los sufrimientos de estos hermanos en humanidad, e invito a los Católicos a rezar por sus hermanos en la fe, que sufren violencias e intolerancias, y a ser solidarios con ellos. En este contexto, siento muy viva la necesidad de compartir con vosotros algunas reflexiones sobre la libertad religiosa, camino para la paz. En efecto, se puede constatar con dolor que en algunas regiones del mundo la profesión y expresión de la propia religión comporta un riesgo para la vida y la libertad personal. En otras regiones, se dan formas más silenciosas y sofisticadas de prejuicio y de oposición hacia los creyentes y los símbolos religiosos. Los cristianos son actualmente el grupo religioso que sufre el mayor número de persecuciones a causa de su fe. Muchos sufren cada día ofensas y viven frecuentemente con miedo por su búsqueda de la verdad, su fe en Jesucristo y por su sincero llamamiento a que se reconozca la libertad religiosa. Todo esto no se puede aceptar, porque constituye una ofensa a Dios y a la dignidad humana; además es una amenaza a la seguridad y a la paz, e impide la realización de un auténtico desarrollo humano integral.[1]

En efecto, en la libertad religiosa se expresa la especificidad de la persona humana, por la que puede ordenar la propia vida personal y social a Dios, a cuya luz se comprende plenamente la identidad, el sentido y el fin de la persona. Negar o limitar de manera arbitraria esa libertad, significa cultivar una visión reductiva de la persona humana, oscurecer el papel público de la religión; significa generar una sociedad injusta, que no se ajusta a la verdadera naturaleza de la persona humana; significa hacer imposible la afirmación de una paz auténtica y estable para toda la familia humana.

Por tanto, exhorto a los hombres y mujeres de buena voluntad a renovar su compromiso por la construcción de un mundo en el que todos puedan profesar libremente su religión o su fe, y vivir su amor a Dios con todo el corazón, con toda el alma y con toda la mente (cf. Mt 22, 37). Éste es el sentimiento que inspira y guía el Mensaje para la XLIV Jornada Mundial de la Paz, dedicado al tema: La libertad religiosa, camino para la paz.

Derecho sagrado a la vida y a una vida espiritual

2. El derecho a la libertad religiosa se funda en la misma dignidad de la persona humana,[2] cuya naturaleza trascendente no se puede ignorar o descuidar. Dios creó al hombre y a la mujer a su imagen y semejanza (cf. Gn 1, 27). Por eso, toda persona es titular del derecho sagrado a una vida íntegra, también desde el punto de vista espiritual. Si no se reconoce su propio ser espiritual, sin la apertura a la trascendencia, la persona humana se repliega sobre sí misma, no logra encontrar respuestas a los interrogantes de su corazón sobre el sentido de la vida, ni conquistar valores y principios éticos duraderos, y tampoco consigue siquiera experimentar una auténtica libertad y desarrollar una sociedad justa. [3]

La Sagrada Escritura, en sintonía con nuestra propia experiencia, revela el valor profundo de la dignidad humana: «Cuando contemplo el cielo, obra de tus dedos, la luna y las estrellas que has creado, ¿qué es el hombre, para que te acuerdes de él, el ser humano, para darle poder? Lo hiciste poco inferior a los ángeles, lo coronaste de gloria y dignidad, le diste el mando sobre las obras de tus manos, todo lo sometiste bajo sus pies» (Sal 8, 4-7).

Ante la sublime realidad de la naturaleza humana, podemos experimentar el mismo asombro del salmista. Ella se manifiesta como apertura al Misterio, como capacidad de interrogarse en profundidad sobre sí mismo y sobre el origen del universo, como íntima resonancia del Amor supremo de Dios, principio y fin de todas las cosas, de cada persona y de los pueblos. [4] La dignidad trascendente de la persona es un valor esencial de la sabiduría judeo-cristiana, pero, gracias a la razón, puede ser reconocida por todos. Esta dignidad, entendida como capacidad de trascender la propia materialidad y buscar la verdad, ha de ser reconocida como un bien universal, indispensable para la construcción de una sociedad orientada a la realización y plenitud del hombre. El respeto de los elementos esenciales de la dignidad del hombre, como el derecho a la vida y a la libertad religiosa, es una condición para la legitimidad moral de toda norma social y jurídica.

Libertad religiosa y respeto recíproco

3. La libertad religiosa está en el origen de la libertad moral. En efecto, la apertura a la verdad y al bien, la apertura a Dios, enraizada en la naturaleza humana, confiere a cada hombre plena dignidad, y es garantía del respeto pleno y recíproco entre las personas. Por tanto, la libertad religiosa se ha de entender no sólo como ausencia de coacción, sino antes aún como capacidad de ordenar las propias opciones según la verdad.

Entre libertad y respeto hay un vínculo inseparable; en efecto, «al ejercer sus derechos, los individuos y grupos sociales están obligados por la ley moral a tener en cuenta los derechos de los demás y sus deberes con relación a los otros y al bien común de todos».[5]

Una libertad enemiga o indiferente con respecto a Dios termina por negarse a sí misma y no garantiza el pleno respeto del otro. Una voluntad que se cree radicalmente incapaz de buscar la verdad y el bien no tiene razones objetivas y motivos para obrar, sino aquellos que provienen de sus intereses momentáneos y pasajeros; no tiene una “identidad” que custodiar y construir a través de las opciones verdaderamente libres y conscientes. No puede, pues, reclamar el respeto por parte de otras “voluntades”, que también están desconectadas de su ser más profundo, y que pueden hacer prevalecer otras “razones” o incluso ninguna “razón”. La ilusión de encontrar en el relativismo moral la clave para una pacífica convivencia, es en realidad el origen de la división y negación de la dignidad de los seres humanos. Se comprende entonces la necesidad de reconocer una doble dimensión en la unidad de la persona humana: la religiosa y la social. A este respecto, es inconcebible que los creyentes «tengan que suprimir una parte de sí mismos –su fe– para ser ciudadanos activos. Nunca debería ser necesario renegar de Dios para poder gozar de los propios derechos».[6]

La familia, escuela de libertad y de paz

4. Si la libertad religiosa es camino para la paz, la educación religiosa es una vía privilegiada que capacita a las nuevas generaciones para reconocer en el otro a su propio hermano o hermana, con quienes camina y colabora para que todos se sientan miembros vivos de la misma familia humana, de la que ninguno debe ser excluido.

La familia fundada sobre el matrimonio, expresión de la unión íntima y de la complementariedad entre un hombre y una mujer, se inserta en este contexto como la primera escuela de formación y crecimiento social, cultural, moral y espiritual de los hijos, que deberían ver siempre en el padre y la madre el primer testimonio de una vida orientada a la búsqueda de la verdad y al amor de Dios. Los mismos padres deberían tener la libertad de poder transmitir a los hijos, sin constricciones y con responsabilidad, su propio patrimonio de fe, valores y cultura. La familia, primera célula de la sociedad humana, sigue siendo el ámbito primordial de formación para unas relaciones armoniosas en todos los ámbitos de la convivencia humana, nacional e internacional. Éste es el camino que se ha de recorrer con sabiduría para construir un tejido social sólido y solidario, y preparar a los jóvenes para que, con un espíritu de comprensión y de paz, asuman su propia responsabilidad en la vida, en una sociedad libre.

Un patrimonio común

5. Se puede decir que, entre los derechos y libertades fundamentales enraizados en la dignidad de la persona, la libertad religiosa goza de un estatuto especial. Cuando se reconoce la libertad religiosa, la dignidad de la persona humana se respeta en su raíz, y se refuerzan el ethos y las instituciones de los pueblos. Y viceversa, cuando se niega la libertad religiosa, cuando se intenta impedir la profesión de la propia religión o fe y vivir conforme a ellas, se ofende la dignidad humana, a la vez que se amenaza la justicia y la paz, que se fundan en el recto orden social construido a la luz de la Suma Verdad y Sumo Bien.

La libertad religiosa significa también, en este sentido, una conquista de progreso político y jurídico. Es un bien esencial: toda persona ha de poder ejercer libremente el derecho a profesar y manifestar, individualmente o comunitariamente, la propia religión o fe, tanto en público como en privado, por la enseñanza, la práctica, las publicaciones, el culto o la observancia de los ritos. No debería haber obstáculos si quisiera adherirse eventualmente a otra religión, o no profesar ninguna. En este ámbito, el ordenamiento internacional resulta emblemático y es una referencia esencial para los Estados, ya que no consiente ninguna derogación de la libertad religiosa, salvo la legítima exigencia del justo orden público. [7] El ordenamiento internacional, por tanto, reconoce a los derechos de naturaleza religiosa el mismo status que el derecho a la vida y a la libertad personal, como prueba de su pertenencia al núcleo esencial de los derechos del hombre, de los derechos universales y naturales que la ley humana jamás puede negar.

La libertad religiosa no es patrimonio exclusivo de los creyentes, sino de toda la familia de los pueblos de la tierra. Es un elemento imprescindible de un Estado de derecho; no se puede negar sin dañar al mismo tiempo los demás derechos y libertades fundamentales, pues es su síntesis y su cumbre. Es un «indicador para verificar el respeto de todos los demás derechos humanos».[8] Al mismo tiempo que favorece el ejercicio de las facultades humanas más específicas, crea las condiciones necesarias para la realización de un desarrollo integral, que concierne de manera unitaria a la totalidad de la persona en todas sus dimensiones.[9]

La dimensión pública de la religión

6. La libertad religiosa, como toda libertad, aunque proviene de la esfera personal, se realiza en la relación con los demás. Una libertad sin relación no es una libertad completa. La libertad religiosa no se agota en la simple dimensión individual, sino que se realiza en la propia comunidad y en la sociedad, en coherencia con el ser relacional de la persona y la naturaleza pública de la religión.

La relacionalidad es un componente decisivo de la libertad religiosa, que impulsa a las comunidades de los creyentes a practicar la solidaridad con vistas al bien común. En esta dimensión comunitaria cada persona sigue siendo única e irrepetible y, al mismo tiempo, se completa y realiza plenamente.

Es innegable la aportación que las comunidades religiosas dan a la sociedad. Son muchas las instituciones caritativas y culturales que dan testimonio del papel constructivo de los creyentes en la vida social. Más importante aún es la contribución ética de la religión en el ámbito político. No se la debería marginar o prohibir, sino considerarla como una aportación válida para la promoción del bien común. En esta perspectiva, hay que mencionar la dimensión religiosa de la cultura, que a lo largo de los siglos se ha forjado gracias a la contribución social y, sobre todo, ética de la religión. Esa dimensión no constituye de ninguna manera una discriminación para los que no participan de la creencia, sino que más bien refuerza la cohesión social, la integración y la solidaridad.

La libertad religiosa, fuerza de libertad y de civilización:
los peligros de su instrumentalización

7. La instrumentalización de la libertad religiosa para enmascarar intereses ocultos, como por ejemplo la subversión del orden constituido, la acumulación de recursos o la retención del poder por parte de un grupo, puede provocar daños enormes a la sociedad. El fanatismo, el fundamentalismo, las prácticas contrarias a la dignidad humana, nunca se pueden justificar y mucho menos si se realizan en nombre de la religión. La profesión de una religión no se puede instrumentalizar ni imponer por la fuerza. Es necesario, entonces, que los Estados y las diferentes comunidades humanas no olviden nunca que la libertad religiosa es condición para la búsqueda de la verdad y que la verdad no se impone con la violencia sino por «la fuerza de la misma verdad». [10] En este sentido, la religión es una fuerza positiva y promotora de la construcción de la sociedad civil y política.

¿Cómo negar la aportación de las grandes religiones del mundo al desarrollo de la civilización? La búsqueda sincera de Dios ha llevado a un mayor respeto de la dignidad del hombre. Las comunidades cristianas, con su patrimonio de valores y principios, han contribuido mucho a que las personas y los pueblos hayan tomado conciencia de su propia identidad y dignidad, así como a la conquista de instituciones democráticas y a la afirmación de los derechos del hombre con sus respectivas obligaciones.

También hoy, en una sociedad cada vez más globalizada, los cristianos están llamados a dar su aportación preciosa al fatigoso y apasionante compromiso por la justicia, al desarrollo humano integral y a la recta ordenación de las realidades humanas, no sólo con un compromiso civil, económico y político responsable, sino también con el testimonio de su propia fe y caridad. La exclusión de la religión de la vida pública, priva a ésta de un espacio vital que abre a la trascendencia. Sin esta experiencia primaria resulta difícil orientar la sociedad hacia principios éticos universales, así como al establecimiento de ordenamientos nacionales e internacionales en que los derechos y libertades fundamentales puedan ser reconocidos y realizados plenamente, conforme a lo propuesto en los objetivos de la Declaración Universal de los derechos del hombre de 1948, aún hoy por desgracia incumplidos o negados.

Una cuestión de justicia y de civilización:
el fundamentalismo y la hostilidad contra los creyentes comprometen la laicidad positiva de los Estados

8. La misma determinación con la que se condenan todas las formas de fanatismo y fundamentalismo religioso ha de animar la oposición a todas las formas de hostilidad contra la religión, que limitan el papel público de los creyentes en la vida civil y política.

No se ha de olvidar que el fundamentalismo religioso y el laicismo son formas especulares y extremas de rechazo del legítimo pluralismo y del principio de laicidad. En efecto, ambos absolutizan una visión reductiva y parcial de la persona humana, favoreciendo, en el primer caso, formas de integrismo religioso y, en el segundo, de racionalismo. La sociedad que quiere imponer o, al contrario, negar la religión con la violencia, es injusta con la persona y con Dios, pero también consigo misma. Dios llama a sí a la humanidad con un designio de amor que, implicando a toda la persona en su dimensión natural y espiritual, reclama una correspondencia en términos de libertad y responsabilidad, con todo el corazón y el propio ser, individual y comunitario. Por tanto, también la sociedad, en cuanto expresión de la persona y del conjunto de sus dimensiones constitutivas, debe vivir y organizarse de tal manera que favorezca la apertura a la trascendencia. Por eso, las leyes y las instituciones de una sociedad no se pueden configurar ignorando la dimensión religiosa de los ciudadanos, o de manera que prescinda totalmente de ella. A través de la acción democrática de ciudadanos conscientes de su alta vocación, se han de conmensurar con el ser de la persona, para poder secundarlo en su dimensión religiosa. Al no ser ésta una creación del Estado, no puede ser manipulada, sino que más bien debe reconocerla y respetarla.

El ordenamiento jurídico en todos los niveles, nacional e internacional, cuando consiente o tolera el fanatismo religioso o antirreligioso, no cumple con su misión, que consiste en la tutela y promoción de la justicia y el derecho de cada uno. Éstas últimas no pueden quedar al arbitrio del legislador o de la mayoría porque, como ya enseñaba Cicerón, la justicia consiste en algo más que un mero acto productor de la ley y su aplicación. Implica el reconocimiento de la dignidad de cada uno,[11] la cual, sin libertad religiosa garantizada y vivida en su esencia, resulta mutilada y vejada, expuesta al peligro de caer en el predominio de los ídolos, de bienes relativos transformados en absolutos. Todo esto expone a la sociedad al riesgo de totalitarismos políticos e ideológicos, que enfatizan el poder público, mientras se menoscaba y coarta la libertad de conciencia, de pensamiento y de religión, como si fueran rivales.

Diálogo entre instituciones civiles y religiosas

9. El patrimonio de principios y valores expresados en una religiosidad auténtica es una riqueza para los pueblos y su ethos. Se dirige directamente a la conciencia y a la razón de los hombres y mujeres, recuerda el imperativo de la conversión moral, motiva el cultivo y la práctica de las virtudes y la cercanía hacia los demás con amor, bajo el signo de la fraternidad, como miembros de la gran familia humana. [12]

La dimensión pública de la religión ha de ser siempre reconocida, respetando la laicidad positiva de las instituciones estatales. Para dicho fin, es fundamental un sano diálogo entre las instituciones civiles y las religiosas para el desarrollo integral de la persona humana y la armonía de la sociedad.

Vivir en el amor y en la verdad

10. En un mundo globalizado, caracterizado por sociedades cada vez más multiétnicas y multiconfesionales, las grandes religiones pueden constituir un importante factor de unidad y de paz para la familia humana. Sobre la base de las respectivas convicciones religiosas y de la búsqueda racional del bien común, sus seguidores están llamados a vivir con responsabilidad su propio compromiso en un contexto de libertad religiosa. En las diversas culturas religiosas, a la vez que se debe rechazar todo aquello que va contra la dignidad del hombre y la mujer, se ha de tener en cuenta lo que resulta positivo para la convivencia civil.

El espacio público, que la comunidad internacional pone a disposición de las religiones y su propuesta de “vida buena”, favorece el surgir de un criterio compartido de verdad y de bien, y de un consenso moral, fundamentales para una convivencia justa y pacífica. Los líderes de las grandes religiones, por su papel, su influencia y su autoridad en las propias comunidades, son los primeros en ser llamados a vivir en el respeto recíproco y en el diálogo.

Los cristianos, por su parte, están llamados por la misma fe en Dios, Padre del Señor Jesucristo, a vivir como hermanos que se encuentran en la Iglesia y colaboran en la edificación de un mundo en el que las personas y los pueblos «no harán daño ni estrago […], porque está lleno el país de la ciencia del Señor, como las aguas colman el mar» (Is 11, 9).

El diálogo como búsqueda en común

11. El diálogo entre los seguidores de las diferentes religiones constituye para la Iglesia un instrumento importante para colaborar con todas las comunidades religiosas al bien común. La Iglesia no rechaza nada de lo que en las diversas religiones es verdadero y santo. «Considera con sincero respeto los modos de obrar y de vivir, los preceptos y doctrinas que, aunque discrepen mucho de los que ella mantiene y propone, no pocas veces reflejan, sin embargo, un destello de aquella Verdad que ilumina a todos los hombres». [13]

Con eso no se quiere señalar el camino del relativismo o del sincretismo religioso. La Iglesia, en efecto, «anuncia y tiene la obligación de anunciar sin cesar a Cristo, que es “camino, verdad y vida” (Jn 14, 6), en quien los hombres encuentran la plenitud de la vida religiosa, en quien Dios reconcilió consigo todas las cosas». [14] Sin embargo, esto no excluye el diálogo y la búsqueda común de la verdad en los diferentes ámbitos vitales, pues, como afirma a menudo santo Tomás, «toda verdad, independientemente de quien la diga, viene del Espíritu Santo». [15]

En el año 2011 se cumplirá el 25 aniversario de la Jornada mundial de oración por la paz, que fue convocada en Asís por el Venerable Juan Pablo II, en 1986. En dicha ocasión, los líderes de las grandes religiones del mundo testimoniaron que las religiones son un factor de unión y de paz, no de división y de conflicto. El recuerdo de aquella experiencia es un motivo de esperanza en un futuro en el que todos los creyentes se sientan y sean auténticos trabajadores por la justicia y la paz.

Verdad moral en la política y en la diplomacia

12. La política y la diplomacia deberían contemplar el patrimonio moral y espiritual que ofrecen las grandes religiones del mundo, para reconocer y afirmar aquellas verdades, principios y valores universales que no pueden negarse sin negar la dignidad de la persona humana. Pero, ¿qué significa, de manera práctica, promover la verdad moral en el mundo de la política y de la diplomacia? Significa actuar de manera responsable sobre la base del conocimiento objetivo e íntegro de los hechos; quiere decir desarticular aquellas ideologías políticas que terminan por suplantar la verdad y la dignidad humana, y promueven falsos valores con el pretexto de la paz, el desarrollo y los derechos humanos; significa favorecer un compromiso constante para fundar la ley positiva sobre los principios de la ley natural. [16] Todo esto es necesario y coherente con el respeto de la dignidad y el valor de la persona humana, ratificado por los Pueblos de la tierra en la Carta de la Organización de las Naciones Unidas de 1945, que presenta valores y principios morales universales como referencia para las normas, instituciones y sistemas de convivencia en el ámbito nacional e internacional.

Más allá del odio y el prejuicio

13. A pesar de las enseñanzas de la historia y el esfuerzo de los Estados, las Organizaciones internacionales a nivel mundial y local, de las Organizaciones no gubernamentales y de todos los hombres y mujeres de buena voluntad, que cada día se esfuerzan por tutelar los derechos y libertades fundamentales, se siguen constatando en el mundo persecuciones, discriminaciones, actos de violencia y de intolerancia por motivos religiosos. Particularmente en Asia y África, las víctimas son principalmente miembros de las minorías religiosas, a los que se les impide profesar libremente o cambiar la propia religión a través de la intimidación y la violación de los derechos, de las libertades fundamentales y de los bienes esenciales, llegando incluso a la privación de la libertad personal o de la misma vida.

Como ya he afirmado, se dan también formas más sofisticadas de hostilidad contra la religión, que en los Países occidentales se expresan a veces renegando de la historia y de los símbolos religiosos, en los que se reflejan la identidad y la cultura de la mayoría de los ciudadanos. Son formas que fomentan a menudo el odio y el prejuicio, y no coinciden con una visión serena y equilibrada del pluralismo y la laicidad de las instituciones, además del riesgo para las nuevas generaciones de perder el contacto con el precioso patrimonio espiritual de sus Países.

La defensa de la religión pasa a través de la defensa de los derechos y de las libertades de las comunidades religiosas. Que los líderes de las grandes religiones del mundo y los responsables de las naciones, renueven el compromiso por la promoción y tutela de la libertad religiosa, en particular, por la defensa de las minorías religiosas, que no constituyen una amenaza contra la identidad de la mayoría, sino que, por el contrario, son una oportunidad para el diálogo y el recíproco enriquecimiento cultural. Su defensa representa la manera ideal para consolidar el espíritu de benevolencia, de apertura y de reciprocidad con el que se tutelan los derechos y libertades fundamentales en todas las áreas y regiones del mundo.

La libertad religiosa en el mundo

14. Por último, me dirijo a las comunidades cristianas que sufren persecuciones, discriminaciones, actos de violencia e intolerancia, en particular en Asia, en África, en Oriente Medio y especialmente en Tierra Santa, lugar elegido y bendecido por Dios. A la vez que les renuevo mi afecto paterno y les aseguro mi oración, pido a todos los responsables que actúen prontamente para poner fin a todo atropello contra los cristianos que viven en esas regiones. Que los discípulos de Cristo no se desanimen ante las adversidades actuales, porque el testimonio del Evangelio es y será siempre un signo de contradicción.

Meditemos en nuestro corazón las palabras del Señor Jesús: «Dichosos los que lloran, porque ellos serán consolados. Dichosos los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos quedarán saciados […]. Dichosos vosotros cuando os insulten y os persigan y os calumnien de cualquier modo por mi causa. Estad alegres y contentos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo» (Mt 5, 5-12). Renovemos, pues, «el compromiso de indulgencia y de perdón que hemos adquirido, y que invocamos en el Pater Noster, al poner nosotros mismos la condición y la medida de la misericordia que deseamos obtener: “Y perdónanos nuestras deudas, así como nosotros perdonamos a nuestros deudores” (Mt 6, 12)».[17] La violencia no se vence con la violencia. Que nuestro grito de dolor vaya siempre acompañado por la fe, la esperanza y el testimonio del amor de Dios. Expreso también mi deseo de que en Occidente, especialmente en Europa, cesen la hostilidad y los prejuicios contra los cristianos, por el simple hecho de que intentan orientar su vida en coherencia con los valores y principios contenidos en el Evangelio. Que Europa sepa más bien reconciliarse con sus propias raíces cristianas, que son fundamentales para comprender el papel que ha tenido, que tiene y que quiere tener en la historia; de esta manera, sabrá experimentar la justicia, la concordia y la paz, cultivando un sincero diálogo con todos los pueblos.

La libertad religiosa, camino para la paz

15. El mundo tiene necesidad de Dios. Tiene necesidad de valores éticos y espirituales, universales y compartidos, y la religión puede contribuir de manera preciosa a su búsqueda, para la construcción de un orden social justo y pacífico, a nivel nacional e internacional.

La paz es un don de Dios y al mismo tiempo un proyecto que realizar, pero que nunca se cumplirá totalmente. Una sociedad reconciliada con Dios está más cerca de la paz, que no es la simple ausencia de la guerra, ni el mero fruto del predominio militar o económico, ni mucho menos de astucias engañosas o de hábiles manipulaciones. La paz, por el contrario, es el resultado de un proceso de purificación y elevación cultural, moral y espiritual de cada persona y cada pueblo, en el que la dignidad humana es respetada plenamente. Invito a todos los que desean ser constructores de paz, y sobre todo a los jóvenes, a escuchar la propia voz interior, para encontrar en Dios referencia segura para la conquista de una auténtica libertad, la fuerza inagotable para orientar el mundo con un espíritu nuevo, capaz de no repetir los errores del pasado. Como enseña el Siervo de Dios Pablo VI, a cuya sabiduría y clarividencia se debe la institución de la Jornada Mundial de la Paz: «Ante todo, hay que dar a la Paz otras armas que no sean las destinadas a matar y a exterminar a la humanidad. Son necesarias, sobre todo, las armas morales, que den fuerza y prestigio al derecho internacional; primeramente, la de observar los pactos». [18] La libertad religiosa es un arma auténtica de la paz, con una misión histórica y profética. En efecto, ella valoriza y hace fructificar las más profundas cualidades y potencialidades de la persona humana, capaces de cambiar y mejorar el mundo. Ella permite alimentar la esperanza en un futuro de justicia y paz, también ante las graves injusticias y miserias materiales y morales. Que todos los hombres y las sociedades, en todos los ámbitos y ángulos de la Tierra, puedan experimentar pronto la libertad religiosa, camino para la paz.

Vaticano, 8 de diciembre de 2010



BENEDICTUS PP XVI

HOMILIA VIERNES SANTO DE LA PASIÓN DEL SEÑOR (29 de marzo 2024)

  VIERNES SANTO DE LA PASIÓN DEL SEÑOR (29 de marzo 2024) Primera : Isaías 52,13 – 53,12;  Salmo : Sal 30, 2.6.12-13.15-16.17.25;  Segunda :...