lunes, 4 de enero de 2021

HOMILIA Domingo después del 6 de enero. EL BAUTISMO DEL SEÑOR. Fiesta. Ciclo B (10 de enero de 2021)

Domingo después del 6 de enero. EL BAUTISMO DEL SEÑOR. Fiesta. Ciclo B (10 de enero de 2021) Primera: Isaías 55, 1-11; Salmo: Is 12, 2-3. 4bcd. 5-6; Segunda: 1Juan 5, 1-9; Evangelio: Marcos 1, 7-11 Nexo entre las LECTURAS El tema que da unidad a los textos de hoy no es tanto el acto del bautismo como la unión entre agua y salvación. El agua es el símbolo de la gracia gratuitamente otorgada, purificante y refrescante a la vez. En el banquete de alianza entre Dios y los hombres, imaginado por Isaías, no puede faltar el agua, al lado de otras bebidas (primera lectura). San Juan en su primera carta nos dice que "Jesucristo vino con el agua y con la sangre" y que "tres son los que dan testimonio de Jesucristo: el Espíritu, el agua y la sangre, y los tres están de acuerdo" (segunda lectura). En el evangelio, después de que Jesús, bautizado por Juan, salió del agua, se abrieron los cielos y el Espíritu Santo descendió sobre Él en forma de paloma. El agua es la realidad más presente en todos los textos, el agua con toda su riqueza simbólica y con los demás elementos que la acompañan y completan. Temas... Cristo, el Siervo de Dios. Es necesario y saludable insistir, como se hace en la Iglesia Católica, en una verdad fundamental: Cristo es el Hijo de Dios. Mas esa afirmación central no anula otras que son posibles, que vienen de la Escritura y que hacen mucho bien a nuestro entendimiento del misterio de Jesucristo; entre estos otros enunciados hoy vamos a centrarnos en Cristo como "Siervo" de Dios. Partamos de una base: proclamar el señorío de Dios es proclamar nuestra servidumbre hacia Dios. ¿Qué es, en efecto, un señor sin siervos? ¿Hay algo más burlesco que un señor que no tiene quién atienda a sus órdenes ni quién quiera agradarle con sus acciones? Si tomamos en serio que Dios es Señor hemos de tomar en serio que nosotros somos siervos suyos. Y tal es el mensaje de Cristo: mostrándose en obras y palabras como verdadero Siervo de Dios mostró con sus palabras y con sus obras que Dios es el Señor, es decir, mostró que Dios reina; nos dejó ver el Reino de Dios. Isaías, en la primera lectura de hoy, nos presenta un perfil de un siervo de Dios. De todas las características que él menciona, detengámonos en una, o mejor en la combinación de dos de ellas: compasivo y fuerte. No rompe la caña resquebrajada y a la vez manifiesta firmemente el derecho. Entiende al cansado, pero no se cansa; acoge al caído mientras conserva su propio lugar y su propia misión. ¡Admirable virtud, que bien vemos brillar en Jesucristo! El Ungido. ¿Qué es lo propio de Cristo? Nuestra cultura, marcada por las nuevas mitologías de ídolos o super héroes, busca las claves del éxito en fortalezas singulares: una gran astucia, una ingeniería impresionante, una energía sobrehumana, un valor incomparable. ¿Es así en Cristo? ¿Cristo es Cristo porque tiene una técnica mental, una tecnología única, un saber esotérico o por qué? Esta fiesta del bautismo del Señor nos conduce al corazón de la respuesta: lo propio de Jesús es la Unción que ha recibido. Un enunciado muy sencillo, que sin embargo tiene consecuencias inmensas. Si lo peculiar de Cristo fuera una técnica mental entonces ser cristiano significaría ser mentalista. Si lo peculiar de Cristo fuera una energía sobrehumana entonces no habría diferencia entre ser cristiano y ser un griego pagano, de aquellos que cantaban las gestas de Aquiles o el ingenio de Ulises. Si lo peculiar de Cristo fuera un saber escondido, esotérico, como lo plantean algunos autores, entonces ser cristiano es instruirse en unos misterios que, como no han sido enseñados por la Iglesia, implican que la Iglesia es una gigantesca farsa. En sentido contrario: si lo distintivo de Cristo es la unción del Espíritu Santo, y ese Espíritu viene a habitar en nosotros, entonces ser cristiano es básicamente participar del Espíritu de Jesús, cosa que no suena nada discorde de lo que enseña Pablo: "porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, los tales son hijos de Dios" (Rom 8,14). ¡Dios Santo! Todo está en la acción del Espíritu Santo en nosotros, y el primero, y quien ha inaugurado ese camino para nosotros, es Jesucristo. Sugerencias... La primera lectura de hoy es particularmente importante para comprender no sólo la fiesta que estamos celebrando, sino la persona misma de Jesús. Se trata del llamado "primer canto del Siervo de Yahvé": un cántico poético en que Isaías describe al elegido de Dios, al profeta que va a mandar al mundo: "miren a mi Siervo, mi elegido, a quien prefiero, sobre él he puesto mi espíritu para que traiga el derecho a las naciones..." En la Biblia se suele describir así la llamada de un hombre por Dios: es elegido, es mandado a cumplir una misión, y para que la pueda cumplir se le da el Espíritu de Dios. Pues bien: recordemos lo que acabamos de escuchar en el evangelio de Marcos: cuando Jesús es bautizado por Juan, en el momento de salir del río Jordán, "vio rasgarse el cielo, y el Espíritu bajar hacia él como una paloma. Se oyó una voz del cielo: tú eres mi Hijo amado, a quien prefiero". La consonancia es exacta. Estamos celebrando la fiesta de Jesús como el Enviado de Dios, que va a empezar su ministerio como profeta. Precisamente el Bautismo es su primer acto de vida pública, su presentación, su investidura como Mesías, el Ungido de Dios. El estilo del nuevo profeta. Pero hay un aspecto muy importante que Isaías sigue describiendo en su poema: "no gritará, no voceará por las calles, la caña quebrada no la quebrará, el pábilo vacilante no lo apagará.. yo el Señor, te he llamado, para que abras los ojos de los ciegos, y saques a los cautivos de su prisión..." El elegido de Dios trabajará y batallará en favor del derecho y la justicia. Pero lo hará con un estilo muy propio: no con la violencia, no a gritos, sino con suavidad. La caña que está a punto de romperse, no la acabará de quebrar: al contrario, la ayudará a mantenerse. Abrirá los ojos de los ciegos, libertará a los cautivos... Así es como lo anuncia Isaías. Pero así es como también hemos escuchado que retrata a Jesús su discípulo Pedro: "Jesús de Nazaret, ungido por Dios con la fuerza del Espíritu Santo, que pasó haciendo el bien y curando a los oprimidos por el diablo porque Dios estaba con él..." El resumen de la vida de Jesús no puede ser más denso y optimista: pasó haciendo el bien. Es el estilo que caracterizó a Jesús: siempre comprensivo y servicial, sobre todo con los débiles, con los marginados, los publicanos, los leprosos, los que la sociedad tachaba de indeseables. Esto es lo que celebramos hoy. El bautismo de Jesús: el comienzo de su misión como enviado de Dios, lleno del Espíritu Santo. Desde hoy irá por los caminos de Israel curando a los enfermos, consolando a los atribulados, perdonando a los pecadores, resucitando a los muertos, enseñando y proclamando a todos la buena noticia de la salvación. Ya ha terminado Navidad. Hoy se nos presenta Jesús dispuesto a ser también nuestro Maestro y Profeta. Es como el programa para todos los domingos del nuevo año 2021. No escucharemos la voz de un hombre cualquiera: sino al del Enviado de Dios. Testigo/Apóstol: Todos bautizados como Él. El bautismo de Jesús nos recuerda también el nuestro. Porque todos nosotros estamos bautizados: como Él, hemos recibido el baño del agua, hemos sido invadidos por su Espíritu: el Espíritu de hijos de Dios. ¿Para qué? Para lo mismo que Él: para cumplir en nuestra vida la misión de testigos de Dios en medio de la sociedad. Para batallar por la justicia, por la verdad, por los valores que Dios quiere hacer triunfar en la vida. Y también para hacerlo con el mismo estilo de Jesús, Siervo de Dios: no con la violencia, sino con la comprensión, la servicialidad, y si es necesario, con la entrega total de nosotros mismos. El bautismo, también para nosotros, no ha sido una meta, sino el comienzo. El final no sabemos cuándo llegará. Pero mientras tanto, cada Domingo vamos celebrando la Eucaristía, escuchando a Cristo, creyendo su mensaje de salvación y alimentándonos con su Cuerpo y Sangre. Que ocurra en todos nosotros que se pueda decir, resumiendo nuestra vida, lo mismo que Pedro pudo decir de Jesús. "Pasó haciendo el bien, porque Dios estaba con él". La Eucaristía actualiza nuestro bautismo. Hagamos un esfuerzo, hermanos, para internalizar bien las dos enseñanzas que hemos sacado de las lecturas de hoy: la necesidad de renovar nuestro contacto con el Espíritu, recibido en el bautismo, y la necesidad de reavivar en nosotros la actitud de justicia no violenta, de acuerdo con el modelo que nos ofrece Jesús. Esta celebración eucarística que estamos realizando nos ayudará: cada eucaristía/misa renueva el dinamismo interior de nuestro bautismo y en cada eucaristía se hace presente aquél que cumplió toda justicia y "pasó haciendo el bien". San José, ruega por nosotros.

HOMILIA Solemnidad de la EPIFANÍA del SEÑOR. (6 de enero de 2021)

Solemnidad de la EPIFANÍA del SEÑOR. (6 de enero de 2021) Primera: Isaías 60, 1-6; Salmo: Sal 71, 1-2. 7-8. 10-13; Segunda: Éfeso 3, 2-3.5; Evangelio: Mateo 2, 1-12 Nexo entre las LECTURAS La luz de Cristo brilla de modo singular en los textos de la Epifanía. El tercer Isaías canta, bajo el símbolo de la luz, el triunfo y la centralidad de Jerusalén en el concierto de las naciones (primera lectura). La luz de Jerusalén es profecía, mira hacia una persona que será la luz de las naciones y la gloria de Israel (cf. Lc 2, 32). El evangelio nos narra la historia de unos "magos" que llegaron a Jerusalén porque habían visto en oriente la estrella del rey de los judíos y venían a adorarlo (evangelio). Y san Pablo en la carta a los efesios afirma que el misterio de Cristo ha sido revelado por medio del Espíritu a sus santos apóstoles y profetas (segunda lectura); misterio de Cristo que consiste en ser luz y gloria de la humanidad. Temas.. Estrella y Camino. Los "Magos" ven la estrella y observan que en ella había algo muy especial; descubren un mensaje, una noticia importante para su vida. En eso consiste la sabiduría de esos "sabios" en que no sólo ven la superficialidad de las cosas, no sólo ven en la estrella una estrella y, más tarde, en el niño, sólo un niño, sino que en el fondo descubren algo más, digamos que descubren la base y fundamento del conjunto que observan y, por eso, siguen sus huellas. En la sonrisa de una persona podemos ver no sólo un rostro distendido, sino también una expresión generosa. No cabe duda de que todo el mundo tiene un rostro, una faceta, una cara: nuestra vida, nuestros encuentros, nuestras experiencias... En muchas cosas puede aparecer una estrella que indique el camino. Pero también ocurre que a menudo sólo vemos los contornos de un asunto y no notamos la expresión, el contenido, el mensaje que se encuentra dentro. En esto consiste, pues -como decimos-, la sabiduría de los sabios, en saber ver realmente lo que la estrella quiere indicarles. No ven en ella un simple cuerpo celeste que por salir y ponerse es objeto de estudio, sino que tras él descubren una llamada, una provocación, una revelación. Que ¿cómo reconocen eso? No cabe duda de que en ellos existe ya un amor por las estrellas o, mejor dicho, por otro y mejor resplandor que de hecho puede tener la vida humana. Podemos decir que muchos en el COVID-19 solo vieron un virus, otros una oportunidad para dañar o para enriquecerse… y Dios nos dio la posibilidad de descubrir (nos llamó) que estamos en el mundo para el amor y servicio a Él sobre todas las cosas y al prójimo como a nosotros mismos… muchos vimos que podemos vivir mejor pareciéndonos a Jesús, a la Virgen y a san José. Los Magos se esfuerzan en buscarlo por encima de sus propias vidas cuadriculadas. Sabios son desde el momento en que su mirada y su atención corren tras lo maravilloso de este mundo y del hombre. Una tal revelación, una aparición así desde el interior de la aparente superficialidad de las cosas necesita hombres abiertos, los magos se abren. Esto se puede decir en un doble sentido. Por una parte, se abren ante la aparición del nuevo rey del mundo y se ponen en el camino de la vida. Por otra parte, se abren realmente en cuanto salen de sí mismos y de su mundo para ponerse en el camino que señala la estrella, por donde ella les marca. Así el Papa en Fratelli Tutti nos invita a vivir en salida, en fraternidad y en solidaridad. Una estrella amanece en su vida y se ponen en marcha hacia Jerusalén donde encontrarán la luz de su vida. Todos los demás se cierran, se quedan en su mundo y en su casa; la cuestión sobre el fondo, es decir, sobre lo más importante de nuestra vida no es importante para ellos y el mundo queda como está: ni cambia ni cambiará. Generalmente, siempre son sólo unos pocos los que se abren y los que se ponen en camino… ¡ven! Señor… y ayúdanos a CAMINAR. Dos reyes. Una adoración. La estrella los lleva a Jerusalén. Allí les espera la mayor decepción y también la más importante decisión. Porque en Jerusalén encuentran dos reyes. En primer lugar, encuentran a Herodes, el que poco antes había hecho ejecutar a sus hijos por miedo a perder el trono. Pero Herodes no está aquí en un primer plano; él es más que nada un signo, una señal del poder, del éxito, del prestigio, de la autosuficiente y el desprecio con todos sus miedos. Y ante él, los Magos, manifiestan de nuevo su sabiduría, de los sabios que no se quedan parados frente a las intrigas de aquel hombre, frente a su ambición de poder y su egocentrismo. No se detienen, pues, ante el primer rey que encuentran, porque no lo reconocen como tal para sus vidas; la estrella no les señala en él el sentido último que buscan. La estrella sigue adelante y ellos van detrás, hasta encontrar al otro rey de los judíos, un niño, sin poder y necesitado de ayuda. Esa pobreza no les lleva a confusión (Papa Francisco). Ante Él se postran y lo adoran. Y le ofrecen sus tesoros; su corazón, su entrega, su esfuerzo. Para ellos está claro que la epifanía de Dios en la tierra no acontece en el poder y la riqueza del mundo, sino en la impotencia por causa del amor. Naturalmente, este es el fundamento de una gran noticia, de una gran alegría para ellos y para todos. A Casa por otro Camino: Los tres sabios (llamados reyes magos) vuelven a su tierra por otro camino. Esto es muy significativo: quien experimenta a Dios tan sencillamente y a la vez tan profundamente no puede volver a recorrer el mismo camino. El 2021 lo recorramos con la novedad del Evangelio de la Vida. Ellos dieron la espalda a Herodes con el que nada tenían que ver, ni del que nada querían saber. Hay ahora más motivo para seguir el camino que marca la estrella: el camino del rey de reyes, que por nuestro amor se ha hecho pequeño, para que nosotros seamos grandes. Este es el amor universal que tal rey nos ofrece para que nosotros seamos pequeños en bien de los otros; un amor que se extienda a los que nos son difíciles, no sólo a los que nos caen bien, a los creyentes y a los que no lo son, a los cercanos y a los lejanos, a los conocidos y a los extraños. El que, según los valores de este mundo, se hace aparentemente insignificante -éste es quizá el mensaje de hoy- y así se manifiesta por su estrella y con los magos, pero es el verdadero rey del mundo, ése es el único al que nosotros podemos aceptar como auténtico rey de nuestra vida. Porque es su estrella la que nos dará luz y pleno sentido para vivir con alegría y esperanza y paz el nuevo año del Señor. Aunque seguramente con esta luz también nosotros aparecemos como insignificante a los ojos de los poderosos y tendremos que elegir otro camino, lejos de sus intrigas. Es fácil que, si profundizamos en todo esto, reconozcamos el esplendor de una vida en Jesús, no con Herodes. El futuro de Jesús es garantía de que resucitaremos y seremos glorificados con Él. Todos los demás "reyes" a la postre nos harán caer y tan mentirosos son, que, si les va mal, no culparan a nosotros. Sugerencias... Desde sus orígenes la solemnidad de la Epifanía ha contado con gran variedad de aspectos -reducidos entre nosotros a nivel popular al episodio de la adoración de los reyes magos- que hacen difícil un enfoque central y unitario. "De todos modos, en su evolución histórica, la Epifanía ha conservado en gran modo su carácter de solemnidad antigua, trascendiendo los episodios históricos que son su objeto: es la celebración de la manifestación, en general, de Dios a los hombres en su Hijo, es decir, la primera etapa de la redención". De acuerdo con este tema central, podemos orientar la ‘homilía’ según dos aspectos de la manifestación de Dios a los hombres: su carácter humilde y poco espectacular, y su dimensión universal. La manifestación de Dios elude toda espectacularidad. Tradicionalmente son tres las manifestaciones que celebra la Epifanía: la adoración de los magos, el bautismo de Jesús, el milagro de Caná, como podemos ver en la antífona del cántico de María correspondiente a las segundas vísperas de la solemnidad: "Celebramos un día santificado por tres milagros: hoy la estrella condujo a los magos, hoy el agua se convirtió en vino, hoy Cristo fue bautizado por Juan en el Jordán, aleluya". (Actualmente, sin que la Epifanía deje de conmemorar los tres aspectos, el bautismo es especialmente recordado el domingo siguiente, y las bodas de Caná en el evangelio del otro domingo correspondiente al ciclo C). Si nos fijamos bien en ello, las tres manifestaciones tienen un cariz común: son apariciones de Dios no en poder y en gloria, sino en humildad y ausencia de espectacularidad. Jesús se presenta a los magos, que traen presentes espléndidos, como un niño impotente y débil. Cristo obra su primer milagro en el marco de una fiesta popular y familiar. El Hijo de Dios se coloca en la cola de los pecadores, que se someten al bautismo de penitencia. No hay, en ninguna de estas manifestaciones, algo que evoque pujanza, riqueza o dominio. Son manifestaciones de un Dios bien extraño. Es que a Dios no le ha dado miedo el escándalo de los puritanos, de aquellos que lo habrían hecho de un modo bien diferente. Si es que Dios debía manifestarse, la mentalidad meramente natural y humana esperaba algo esplendoroso. Pero los pensamientos de Dios no son los pensamientos de los hombres. Este estilo epifánico de Dios, en la pobreza, tiene una repercusión bien clara en el campo eclesial, puesto que la Iglesia continúa en el mundo la manifestación de Dios entre los hombres. También ella corre el peligro de caer en la tentación de la espectacularidad, pero los cristianos debemos comprender que tanto más manifestaremos la verdadera presencia de Dios cuanto menos nos presentemos al mundo con voluntad de poder y dominio y más bajo los velos humildes del servicio y el amor. Somos ovejas y no lobos… si dejamos de ser ovejas, perdemos el cielo y lo más punzante es que perdemos de ser pastoreados por Cristo, el Buen Pastor. La manifestación de Dios tiene una dimensión universal. Evangelio de la Epifanía es, en su totalidad, una parábola que de un modo plástico quiere que nos demos cuenta de un aspecto esencial del mensaje de la Buena Nueva. Como en cualquier parábola, la anécdota es secundaria y lo verdaderamente importante es la intención teológica de la narración. Tras la escena pintoresca de unos personajes misteriosos que vienen del Oriente para rendir homenaje al Niño nacido en Belén, se encuentra lo mismo que, en lenguaje diferente, nos dicen las otras dos lecturas, y que podemos resumir así: la manifestación de Dios se dirige a todos los hombres y pueblos de la tierra y no conoce fronteras de ninguna clase. En efecto, Isaías, usando el género de la poesía poética, dice "Caminarán los pueblos a tu luz; los reyes al resplandor de tu aurora. Levanta la vista en torno, mira: todos ésos se han reunido, vienen a ti: tus hijos vienen de lejos, a tus hijas las traen en brazos". Y san Pablo, en un estilo ya directamente teológico, afirma: "Se me dio a conocer por revelación el misterio que no había sido manifestado a los hombres en otros tiempos, como ha sido revelado ahora por el Espíritu a sus santos apóstoles y profetas: que también los gentiles son coherederos, miembros del mismo cuerpo y partícipes de la Promesa en Jesucristo, por el Evangelio". Los magos del relato evangélico son una representación de todos estos pueblos -en esto resulta muy acertada la intuición popular, que atribuye a cada uno de los magos una raza diferente- que han oído el anuncio del evangelio y que se disponen a destruir para siempre las barreras de separación, excelente mensaje para nosotros que tenemos que derribar los muros del distanciamiento y del aislamiento social para convertirlo en fraternidad y solidaridad. De este modo la Epifanía se convierte en la fiesta de la universalidad de la salvación y, por tanto, de la catolicidad de la Iglesia. Universalidad y catolicidad que en modo alguno significa uniformidad, sino que respeta y promueve las ricas diferencias de raza, lengua y cultura (Evangelii Gaudium). San José, ruega por nosotros.

HOMILIA VIERNES SANTO DE LA PASIÓN DEL SEÑOR (29 de marzo 2024)

  VIERNES SANTO DE LA PASIÓN DEL SEÑOR (29 de marzo 2024) Primera : Isaías 52,13 – 53,12;  Salmo : Sal 30, 2.6.12-13.15-16.17.25;  Segunda :...