lunes, 11 de julio de 2022

HOMILIA Domingo Decimosexto del TIEMPO ORDINARIO cC (17 de julio de 2022).


 Domingo Decimosexto del TIEMPO ORDINARIO cC (17 de julio de 2022).

PrimeraGénesis 18, 1-10a; Salmo: Sal 14, 2-5; Segunda: Colosenses 1, 24-28; Evangelio: Lucas 10, 38-42

Nexo entre las LECTURAS…

La primera lectura y el evangelio hablan claramente de la hospitalidad. Se nos habla de Abraham que, descansando a la hora de más calor, ofrece un hospedaje espléndido. Se nos habla de Marta de Betania que acoge a Jesús y a sus discípulos en su casa, y de María, su hermana, que acoge como discípula atenta la palabra de Jesús en su corazón. El texto de la carta a los colosenses presenta a Pablo que hospeda en su cuerpo y en su alma al Cristo Crucificado para completar las tribulaciones de Cristo en su cuerpo, que es la Iglesia. El salmista muestra que Dios es el Hospedero por excelencia y que nos invita a entrar, hagamos el bien con rectitud e imitemos a Dios hospedando a los demás.

Temas...

Hospitalidad y bendición. Es sabido que la hospitalidad era, entre los nómadas, la virtud por excelencia. En cierta manera, gozaba de un cierto carácter sagrado e inviolable, digno del máximo respeto. El relato de la primera lectura narra la hospitalidad de Abraham para con tres personajes misteriosos, pero se trata de una hospitalidad que va acompañada de una bendición sorprendente y a contrapelo de las leyes naturales. Llama la atención en este texto el hecho de que Abraham se dirige a los tres personajes en singular: "Señor mío, si te he caído en gracia, no pases de largo cerca de tu servidor". Para Abraham esos personajes son mensajeros (ángeles) de Dios, que vienen a anunciarle algo de parte de Yahvé. La narración tiene, por tanto, apariencias de ser una teofanía, en la que Abraham acoge y hospeda generosa y gozosamente a Dios bajo el rostro de tres delegados suyos. El mensaje de Dios no se hace esperar, y es de bendición: "Volveré sin falta a ti pasado el tiempo de un embarazo, y para entonces tu mujer Sara tendrá un hijo". ¿Qué otra mejor bendición podría esperar Abraham que la descendencia, que hasta ahora le había sido negada por la esterilidad de su mujer? Ahora se le pide a Abraham acoger sin titubeos, con absoluta confianza, esta bendición de Dios. Y Abraham acogió de nuevo esta palabra de bendición y Dios le dio un hijo en su vejez. Hospedar generosamente el misterio de Dios, hospedar confiadamente su palabra y, consiguientemente, tener la seguridad de que Dios bendecirá nuestra existencia.

Dos formas de hospedar al amigo. Estas dos formas están simbolizadas por Marta y María. Son dos formas buenas, aunque la segunda sea la necesaria (y no la primera). Marta hospeda a Jesús y a sus discípulos en su casa. De esta manera, les muestra primeramente su aprecio y amistad, les protege además del calor ardiente del desierto que acaban de atravesar para llegar hasta Betania, y les da de beber y comer para reparar sus fuerzas, gastadas por la larga y fatigosa caminata. María hospeda a Jesús escuchando su palabra, sentada a sus pies, como una discípula entusiasta que no quiere perderse ni ‘una gota’ de las enseñanzas del Maestro. Este hospedaje interior, espiritualmente activo, es estimado por Jesús de más valor que el hospedaje externo, centrado en la preparación de la mesa para una comida de hospitalidad. Por eso Jesús le dice a Marta: "Marta, Marta, te preocupas y te agitas por muchas cosas; y hay necesidad de pocas, o mejor, de una sola". Jesús no desprecia la hospitalidad de Marta, la considera valiosa. Pero a la vez le recuerda que hay otra hospitalidad más importante e invita a Marta a practicarla.

Pablo, anfitrión del Crucificado. María ha hospedado la palabra de Jesús. Pablo hospeda la cruz de Jesús, o mejor, al Crucificado. "Completo lo que falta a las tribulaciones de Cristo". Aunque el huésped sea un Crucificado, Pablo no se espanta ni se angustia, lo acoge con alegría porque sabe por experiencia que en Cristo crucificado está la esperanza de la gloria para él y para todos los cristianos. Para Pablo, Cristo crucificado no es un huésped obligado, molesto, sino la razón de su existir y de su misión. Dirá: "Estoy crucificado con Cristo. Vivo yo, pero ya no soy yo quien vivo, es Cristo quien vive en mí". Marta acoge en su casa al Amigo bueno y sumamente apreciado, María acoge al Maestro que tiene palabras de vida, Pablo hospeda al Redentor, a quien con su pasión, muerte y resurrección redime al hombre de sus pecados, lo salva de sí mismo. La hospitalidad de Pablo culmina, como en el caso de Abrahán, en bendición, en la bendición suprema.

Sugerencias...

La Visita de Dios. Hay un tema que une la primera lectura y el evangelio de hoy: las visitas. En el primer caso, hay una visita de Dios a la casa de Abrahán y Sara; en el segundo, una visita de Jesús a la casa de sus amigos Marta, María y Lázaro. Meditemos por un instante en eso: Dios que visita mi vida, mi casa, mi mente. ¿Lo ha hecho? ¿Lo he vivido? ¿Estaba yo para recibirlo?

En ambos casos, la visita trae una transformación. Esto es muy evidente en la lectura del Génesis, pues el fruto de ese "paso" de Dios es una victoria sobre la esterilidad de esta pareja, que ya es anciana. Como resultado de aquella visita divina vendrá el hijo, Isaac. La transformación es menos evidente en el Evangelio, pero no menos importante. Cristo regala su palabra luminosa en casa de estas hermanas. Esa palabra eficaz hace una obra creadora y redentora en nosotros: nos transforma. Precisamente, porque Cristo no quiere que se pierda esa obra, aprueba y ensalza la actitud de María, hermana de Marta: acogiendo la palabra, que en realidad es la manera de recibir realmente la visita, se está dejando transformar por el poder de Dios en su interior. Preguntémonos si estamos en disposición de ser transformados interior y exteriormente por Dios, por la visita de Dios.

Nuestro Dolor y el de Cristo. La segunda lectura de hoy abre un par de temas distintos, muy profundos y quizá poco predicados en nuestro tiempo. Por una parte, Pablo dice a los fieles de Colosas que completa lo que falta a la pasión de Cristo, y ello nos remite a la realidad y al significado del sufrimiento del cristiano. Por otra parte, ese dolor tiene un valor a favor de la Iglesia. Hay un modo un poco superficial de mirar la redención; un modo que lo suelen predicar iglesias evangélicas tipo "secta." Según ese estilo de predicación, ser salvado significa "parar de sufrir" (así se hace propaganda, por ejemplo). Frente a ese modelo simplista está la enseñanza del apóstol: estar unido al misterio de Cristo es también estar unido al misterio de su amor que se entrega, y ello implica el camino de la Cruz.

El otro aspecto que mencionábamos se sigue como lógica consecuencia: si estamos unidos al dolor y al amor de Cristo, nuestro dolor y nuestro amor no tienen otra finalidad ni otro desenlace que lo que Él quiso y por lo que Él sufrió. Tal finalidad o meta no es otra sino la salud y el bien de su Iglesia. Por eso nuestro sufrimiento, unido al de Cristo, edifica a la Iglesia y la defiende y embellece.

Virgen María y San José que fueron huésped en Egipto, rueguen por nosotros.

p. angel

HOMILIA VIERNES SANTO DE LA PASIÓN DEL SEÑOR (29 de marzo 2024)

  VIERNES SANTO DE LA PASIÓN DEL SEÑOR (29 de marzo 2024) Primera : Isaías 52,13 – 53,12;  Salmo : Sal 30, 2.6.12-13.15-16.17.25;  Segunda :...