martes, 13 de junio de 2023

HOMILIA Domingo decimoprimero del TIEMPO ORDINARIO cA (18 de junio de 2023)

 Domingo decimoprimero del TIEMPO ORDINARIO cA (18 de junio de 2023)

PrimeraÉxodo 19, 1b-6a; Salmo: Sal 99, 1b-3. 5; Segunda: Romanos 5, 6-11; Evangelio: Mateo 9, 36 – 10, 8

Nexo entre las LECTURAS

En el largo camino de las relaciones entre los hombres y Dios, comienza en el Sinaí una nueva fase: la elección y constitución de un pueblo por parte de Dios. Así dice el Éxodo: “Ustedes serán el pueblo de mi propiedad entre todos los pueblos”. Con Jesucristo se instala en la historia un nuevo pueblo de Dios, cuyos fundamentos son los Doce: “Jesús llamó a sus doce discípulos... Los nombres de los doce apóstoles son: primero Simón...”. El nuevo pueblo de Dios ha sido constituido mediante la ofrenda total de Jesucristo en la cruz por la que el Padre nos ha reconciliado consigo: “Dios ya desde ahora nos ha concedido la reconciliación por medio de nuestro Señor Jesucristo”.

¡Qué bueno rezar con el salmista: “Nosotros somos su pueblo y ovejas de su rebaño”!

Temas...

Un pueblo constituido por Dios y formado por hombres. En Egipto las diversas tribus descendientes de Jacob no formaban un solo pueblo bajo la guía de YHWH. Es recién en el Sinaí donde Dios toma la iniciativa y hace de las doce tribus un único pueblo de su propiedad mediante el pacto en la sangre del cordero. En continuidad con el pueblo de Israel, Jesús constituye un nuevo pueblo, eligiendo a doce discípulos en representación/conmemoración de las doce tribus de Israel y como base del nuevo pueblo cristiano. Ni el pueblo de Israel ni la Iglesia, nuevo pueblo de Dios, se constituyen a sí mismos; si existen, es porque Dios los ha hecho existir, esa es la noción que quiere expresar el vocablo IGLESIA (asamblea convocada por la santidad de Dios) . Con todo, sin esos hombres que salieron de Egipto o sin los Doce Dios no habría podido constituir un pueblo suyo. Los hombres son ‘necesarios’ para formar el pueblo y para llevar a cabo su razón de ser en la historia.

El medio con que Dios constituye su pueblo es la alianza. Se trata de una alianza entre el rey (Dios) y su vasallo (el pueblo), con una serie de cláusulas con las que recíprocamente se prometen fidelidad. En esta alianza entre Dios y su pueblo, la fidelidad de Dios está más que asegurada, no así la del pueblo de Israel ni la de la Iglesia. Por eso, hay que estar recordando continuamente la alianza de fidelidad para con Dios. Igual nosotros –antes de recibir el bautismo– nos encontrábamos con: opresión, división, enemistad y odio, irredención. Vino el Redentor, el Hijo hecho carne y nos dio toda clase de gracias y bendiciones y se nos pide que seamos fieles hasta el fin con una vida nueva de discípulos-misioneros para gloria de Dios y salvación de todos. Y continuamente centramos nuestra vida en la Palabra de Dios para enmendarnos y fieles a la alianza.

¿No hay aquí motivo más que suficiente para mantener con generosidad e ilusión la fidelidad a la alianza?

Dios constituye el pueblo de Israel y posteriormente la Iglesia con un fin. Ese fin es, por un lado, proclamar y salvaguardar en la historia el reinado de Dios, y por otro el hacer presente y viva entre los hombres la salvación universal y completa que Jesucristo nos ha traído a todos mediante su cruz y resurrección (misterio que bien acabamos de celebrar en la solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús). El monoteísmo judío encuentra su plena realización en el misterio cristiano de la Trinidad, con la afirmación inefable de tres personas en un único Dios (misterio celebrado hace pocos Domingos). La salvación universal es Don de Dios y tarea de la Iglesia, que es signo de la unión de los hombres con Dios y de los hombres entre sí (LG 1). La filiación divina y la fraternidad humana son el mensaje esencial de la Iglesia, y proclamar este mensaje la razón de su ser en el mundo. Por eso es bueno y por fidelidad a Dios que revisemos, como nos dice el Papa, la sinodalidad eclesial y la misión, para ser fieles a Cristo que con estas intenciones la fundó. Además, no olvidemos de ir preparando en el corazón y en el seno del mundo los jubileos de 2025 y 2033.

Sugerencias...

Un solo pueblo. La realidad actual de la sociedad y de la Iglesia estimulan la promoción y la práctica pastoral de la unidad en la diversidad de razas, culturas, partidos políticos, situaciones legales, asociaciones e instituciones. En este "maremagnum" de diferencias, la Iglesia como institución y los obispos, párrocos, sacerdotes y diáconos en virtud de su ministerio de comunión, deben ser un faro alto y luminoso de unidad, de solidaridad, de servicio generoso a todos, en medio de las diferencias y conscientes de la real dificultad de mantener en unidad de intenciones la diversidad real de los hombres en tantos campos del obrar humano. Se puede y se debe, si la conciencia así lo dicta, pertenecer a diversos partidos siendo miembros de una y misma Iglesia; o aceptar en la comunidad parroquial a migrantes de otros países, sin que se sientan humillados o ciudadanos y cristianos de segunda categoría. Puede que haya en la parroquia la presencia de diversos movimientos o asociaciones eclesiales, y que todos contribuyan, según su carisma propio, a la unidad en el respeto y en la caridad, a la animación de la pastoral parroquial, a la santificación y al mejoramiento moral de los fieles de la parroquia...

Una sola misión. La Iglesia, la parroquia, los movimientos eclesiales y los grupos parroquiales tienen un único objetivo, aunque los modos de conseguirlo sean muy diversificados: Hacer eficaz el Evangelio de Jesucristo entre los hombres mediante la palabra, las obras y el testimonio de los buenos cristianos. Si Cristo es predicado, si Cristo es conocido, no importa que lo sea por obra de alguien que no pertenece a mi grupo o que usa métodos diversos de los míos. Si Cristo transforma la vida de los hombres, debo sentirme feliz, aunque no sea yo el instrumento de Dios, sino otra persona. Es inmensa la tarea de la Iglesia en el momento actual, como para estar perdiendo tiempo en pensamientos o incluso en disputas sobre si éste o el otro grupo actúan así o asá, usan ‘métodos’ que no comparto, tienen ciertas actividades que me resultan extrañas, son más tradicionales o más liberales... Mientras se conserve la unidad de fe y de moral, hay cabida para todos en la Iglesia y todos contribuyen a la presencia viva y eficaz de la Iglesia en el mundo.

 

HOMILIA VIERNES SANTO DE LA PASIÓN DEL SEÑOR (29 de marzo 2024)

  VIERNES SANTO DE LA PASIÓN DEL SEÑOR (29 de marzo 2024) Primera : Isaías 52,13 – 53,12;  Salmo : Sal 30, 2.6.12-13.15-16.17.25;  Segunda :...