lunes, 29 de noviembre de 2021

HOMILIA Segundo Domingo de ADVIENTO cC (05 de diciembre 2021)

Segundo Domingo de ADVIENTO cC (05 de diciembre 2021) Primera: Baruc 5, 1-9; Salmo: Sal 125, 1-2ab. 2cd-3. 4-5. 6; Segunda: Filipenses 1, 4-11; Evangelio: Lucas 3, 1-6 Nexo entre las LECTURAS… Temas… Cada una de las lecturas de hoy trae una enseñanza espiritual de vida muy grande. Jerusalén se alegra por el retorno de sus hijos. Bendigamos a Dios y avancemos con ánimo atento, humilde y orante en el banquete que la Iglesia nos ofrece. La tónica, como en todo el Adviento, es de esperanza; mirada al futuro, certeza de un bien que ha de llegar y para el cual conviene estar preparados y purificados. La primera lectura, de Baruc, es un cántico de anuncio de gozo para Jerusalén. En su poesía proclama que el destierro no es eterno, que la última palabra no está en poder de los malvados, y, sobre todo: que lo que viene es mejor que lo que hubo. En este sentido hay algo que podemos aprender. Muchas veces caemos en lo que ya san Agustín denunciaba, esa ideología de que todo tiempo pasado fue mejor. Anclados en lo que una vez fue, llegamos a un punto en que parece que desconfiáramos de que Dios, que lo hizo, lo puede volver a hacer. La lectura de Baruc nos lanza hacia delante: los cautivos se fueron como prisioneros, ¡pero volverán como príncipes! Otro aspecto bello e interesante de esta lectura es cómo todo obedece a Dios: la creación visible se pliega ante los elegidos de Dios, de modo tal que la sombra, el perfume y el camino mismo son hechura de Aquel que todo lo hace según su designio. Con otras palabras: el triunfo de la redención es manifestación de la soberanía de Dios sobre su creación. Amar Mejor, Conocer Más. Cuando hablamos mucho de esperanza existe siempre el riesgo de considerar esta palabra sólo en su sentido pasivo. Esperar, en este sentido reducido, es sencillamente aguardar, resistir, aguantar. En la Biblia, la esperanza tiene en general un contenido más rico y dinámico. La esperanza está movida por el amor, y el amor es activo, de modo que activamente nos prepara para el encuentro con el Amado. Así entendemos mejor la cariñosa invitación que Pablo hace a los fieles de Filipos, con quienes sin duda tenía una cercanía particular: "esta es mi oración por ustedes: que el amor de ustedes crezca cada vez más en el conocimiento y en la plena comprensión, a fin de que puedan discernir lo que es mejor. Así serán encontrados puros e irreprochables en el Día de Cristo." Crecer en el amor y crecer en el conocimiento. El amor, acto propio de la voluntad, y el conocimiento, acto propio de la inteligencia, han de mantenerse en movimiento hacia Jesucristo. Es como decir: todo nuestro ser. Los cristianos nunca obramos "porque sí", ni por simple costumbre, por la presión de la mayoría o por la sugestión de la propaganda. Nuestro dinamismo vital, la dirección íntima de nuestras decisiones chicas y grandes lleva el sello de un encuentro, personal y comunitario a la vez, con el Rey de la Historia. "Vino la Palabra del Señor". El evangelio de hoy, por su parte, nos aproxima al borde del gran momento. La figura humilde y señera de Juan aparece en el horizonte. Se le nombra junto a hombres que la historia universal considera grandes: el emperador, el procurador romano, los tetrarcas y pontífices. Sin embargo, toda la grandeza de Juan no viene de su relación con estos poderosos de la tierra, sino con algo nuevo, algo que viene de los cielos: la salvación de Dios. Lo otro que llama nuestra atención es que todos aquellos grandes personajes, que se conocían entre sí, tenían su sede y gobierno en espléndidos palacios y buscaban las grandes ciudades; se rodeaban de fuerza y hacían alianzas de dinero, parentesco y ejércitos numerosos y feroces. Toda esta lógica resulta tan impactante como ridícula cuando vemos que "vino la palabra de Dios en el desierto sobre Juan, hijo de Zacarías." Es bueno entonces que ya desde el Adviento sepamos que el que ha de venir tiene su propio estilo y no se paga mucho de las apariencias que suelen desvelarnos. Sugerencias... Pablo nos presenta un buen programa: llevar adelante la obra iniciada, seguir creciendo más y más en sensibilidad cristiana, apreciando los valores verdaderos, para que el día del Señor (¿la Navidad?, ¿el momento de nuestra muerte?, ¿el final de la historia?, ¿cada día porque siempre podemos encontrarnos con Dios?) nos encuentre limpios, irreprochables, cargados de frutos de misericordia, de justicia, de caridad. El Adviento y la Navidad no nos pueden dejar igual. Algo tiene que cambiar en nuestra vida personal y comunitaria. En ‘algo’ se tiene que notar que estamos madurando y creciendo en esos valores cristianos, en la práctica de las virtudes. Esto no es exclusivo de este tiempo sino que es el llamado de siempre del Señor en la Eucaristía, que con su doble mesa -de la Palabra y el Cuerpo y Sangre del Señor-, nos quiere ayudar a conseguir, ser santos como el Señor es santo. María, nuestra Señora del Adviento, ruega por nosotros. FDO. PADRE ANGEL
DESIDERIO

sábado, 27 de noviembre de 2021

HOMILIA Primer Domingo de ADVIENTO cC (28 de noviembre 2021)

Primera: Jeremías 33, 14-16; Salmo: Sal 24, 4-5a 8-10. 14; Segunda: 1Tesalonicenses 3,12 - 4,2; Evangelio: Lucas 21, 25-28.34-36 Nexo entre las LECTURAS El nexo es ‘la venida del Señor’. Mediante esta expresión, VENIDA, la liturgia quiere mostrarnos el sentido cristiano del tiempo y de la historia. Vienen días, se nos dice en la primera lectura, en que haré brotar para David un Germen justo. En el evangelio de san Lucas, Jesús dice que los hombres verán venir al Hijo del hombre en una nube con gran poder y gloria. En la segunda lectura, san Pablo, exhorta a estar preparados para la Venida de nuestro Señor Jesucristo, con todos sus santos… es buenísimo darnos cuenta de que la venida del Señor es una realidad actual, cada día… EL QUE VINO, ESTÁ VINIENDO Y VENDRÁ. Es bueno imitar a san José Gabriel Brochero, por lo que fueron, los vienen y los que vendrán para que estemos, TODOS. en comunión con el Señor. Temas... "Vienen Días...", el Ejercicio de la Esperanza. Con la celebración de hoy iniciamos el tiempo litúrgico del Adviento. Las lecturas de este Domingo, así como todas las de este Tiempo, son una enseñanza profunda, coherente y bella sobre la esperanza en su sentido más alto y más profundo. Hemos de prepararnos entonces para descubrir la riqueza que se anuncia en eso que parece tan sencillo a veces y tan difícil otras veces: esperar. La primera lectura nos da una clave: "vienen días." Hay adviento allí donde hay una mirada al futuro. Cuando nos quedamos mirando sólo al tiempo pasado llegamos a volvernos incapaces de dar un rumbo a nuestra vida, como también sucede al manejar un auto: no es posible conducir hacia delante mirando sólo el espejo retrovisor. Y la vida, queramos o no, sigue, va hacia delante. El adviento es mirada hacia lo que viene. Pero no esperamos cualquier clase de día. Los días no vienen por sí solos. Hay Alguien que nos envía los días que vienen, hay Alguien que le da color y calor a la Historia. Tal es el núcleo de la fe judía y de la fe cristiana en cuanto ancladas en un mundo real y humano: hay Alguien que anuncia los días, pues hemos escuchado: "Vienen días, dice el Señor." Podemos decir más: Aquel que con su palabra que anuncia un futuro es Aquel que con su palabra selló con su promesa nuestro pasado. La Historia, pues, tiene como una sucesión de movimientos que se va repitiendo en un período de tiempo determinado, una dirección que va de la promesa al cumplimiento. La promesa está en el pasado; el cumplimiento está en el futuro. ¿Y en el presente? El presente se juega en el corazón de cada uno y se posa en la ‘cuerda tensa’ que va de la promesa al cumplimiento, y cuando se ha posado en esa línea de fuerza y de vida se llama ESPERANZA. ¿Y qué anuncia Dios para ese tiempo nuevo? Con ser tan breve el texto de la primera lectura, hay por lo menos cuatro cosas que encontramos ahí. Dios anuncia (1)el restablecimiento de la Casa de David, (2)la práctica de la justicia en la tierra, (3)la paz para Jerusalén y (4)la llegada de la salvación. Estas cuatro claves, que conforman como un "programa", nos orientan también sobre lo que será el tiempo del Adviento, desde estos anuncios más generales hasta la concreción en Cristo de toda nuestra esperanza y nuestra alegría. Aprender a Esperar. La segunda lectura está tomada de uno de los primeros documentos del Nuevo Testamento, tal vez el primero de todos en ser redactado. Y este dato es importante, porque sabemos bien que aquella primera generación de cristianos vivió de un modo singularmente intenso la esperanza. Aguardaban ellos el pronto, casi inmediato retorno de Cristo. Tal es el clima en el que surge esta Primera Carta a los Tesalonicenses. En ese sentido, la segunda lectura de este Domingo nos ofrece un perfil interior del alma cristiana en actitud de genuina esperanza. Entresaquemos algunos rasgos que servirán para nuestra propia preparación espiritual en este adviento. Pablo insiste -en primer lugar- en el amor mutuo. Y esto es interesante, porque de entrada quita la idea de una esperanza individualista, que sólo puede ser hija de una falsa idea de la salvación como un acto que sucede en solitario, aislado de la comunidad: como si fuera "Dios y yo en una botella." Toda esperanza genuina brota del deseo de un bien que nos llega de la Comunidad y apunta a un bien que se anhela para la Comunidad. Lo demás, no viene del Espíritu de Jesús. La segunda enseñanza del apóstol es la sobriedad. La conciencia del retorno del Señor es una invitación a tomar en serio toda su palabra, todo su legado, toda la fuerza de su luz. Es hacer conciencia de la gracia que ha bendecido nuestro pasado y la gloria que Él anuncia para nuestro futuro. Oración y Vigilancia. El evangelio, por su parte, nos trae el llamado apremiante de Cristo, en el contexto de la conmoción universal que habrá de preceder a su retorno glorioso. De ahí aprendemos varias cosas. Primero, que el adviento es algo más que la preparación para recordar la Navidad. De hecho, el tiempo litúrgico del adviento tiene dos fases bien diferenciadas, como hemos comentado en otras ocasiones: la primera, que empieza este Domingo, en realidad mira al retorno de Cristo, es decir a su llegada definitiva; la segunda, que empieza en la semana anterior a la Navidad (el 17 de diciembre), sí se centra en las circunstancias propias del nacimiento de Nuestro Señor, como una "prenda" que afianza nuestra esperanza en el cumplimiento definitivo de las promesas. Aprendemos también en este evangelio que, así como hay una historia marcada por la esperanza, que es la de los genuinos creyentes, hay también "historias", en un plural de disolución y confusión, que van selladas por la distracción y la dispersión. Cristo es claro: "el exceso de comida, las borracheras y las preocupaciones de la vida" pueden atontarnos, dispersarnos, distraernos hasta un punto en que ya no reconocemos ni la presencia de sus bendiciones ni la promesa de su salvación. Para quienes llegan a este estado, el retorno de Cristo será como una "trampa." De ahí los dos grandes consejos que protegen el don de la esperanza: orar y vigilar. Si recordamos, fueron también las dos recomendaciones de Cristo en el Huerto de Getsemaní. Aquella ocasión nos decía: "vigilen y oren" (Mc 14,38); hoy nos dice: "estén atentos, pues, y oren en todo tiempo" (Lc 21,36). Hay algo profundo aquí: el Adviento de la Iglesia, aunque marcado con una alegría inmensa, tiene también su aspecto de "Getsemaní." Mientras aguardamos al Señor, de algún modo hemos de recorrer el camino que Él anduvo y participar de su pasión para acoger con pleno corazón su pascua. Sugerencias... El sentido del tiempo. Él, Jesucristo, es el centro de la historia y de los corazones. La historia tiene en Él su punto de partida (Alfa, ponemos en el Cirio) y su punto de llegada (Omega). El tiempo y la historia culminan en Él, alcanzan en Él su plenitud y sentido pleno. Con Cristo, el tiempo y la historia son un designio de Dios, una historia de salvación, un lugar en el cual forjar nuestra decisión en la libertad y responsabilidad. Para nosotros el tiempo no es una sucesión de segundos, minutos y horas (lo explicitaremos el 1 de enero, en la solemnidad de María, Madre de Dios); no es una cadena de días meses y años; una sucesión y cadena sin rumbo, para nosotros, el tiempo, con sus siglos y milenios, es una historia dirigida y timoneada por Dios; para nosotros, el tiempo tiene un principio de unidad y armonía, de coherencia y cohesión, no en los imperios o en las ideologías, tan caducos como los mismos hombres, sino en Jesucristo, que es Ayer, Hoy y Siempre. Nuestra vida diaria forma parte del proyecto divino, es una incrustación dentro del gran mosaico de la historia de la salvación conducida por Dios. En el sentido del tiempo está incluido inseparablemente el sentido de mi tiempo, el de cada uno. ¿No da esta realidad de nuestra fe un gran valor a la vida de cada cristiano, a tu vida? Crecer y abundar en el amor. San Juan de la Cruz concluía una de sus poesías: "Que sólo en el amor es mi destino". La venida primera de Cristo en la Navidad es una venida de amor, y es igualmente venida de amor su retorno al final de los siglos, su parusía (Última venida). Entre el amor de Cristo que viene y que vendrá se intercala la vida humana que, como en una sinfonía, desarrollará el tema del amor con el que comienza y concluye la pieza musical. Crecer, resalta el aspecto dinámico del amor: crecer en el amor a Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo; en el amor a María y a los santos. Crecer en el amor a la propia familia, a los parientes, a los amigos, a los desconocidos, a los necesitados, a los enfermos, a los pecadores... ¿Cómo? Discerniendo para conocer qué es lo que Dios te pide, que sin duda serán muchas cosas. Dios te llama a ser generoso en el amor, ese rasgo típico de la existencia cristiana. ¿Eres generoso en el amor o lo andas midiendo con el metro de tu egoísmo? Bienaventurados los generosos en el amor porque ellos tomarán parte en el cortejo al momento de la parusía de Jesucristo. Nuestra Señora del Adviento, ruega por nosotros

I DOMINGO DE ADVIENTO (28 DE DICIEMBRE DE 2021)

I DOMINGO DE ADVIENTO Antífona de entrada Sal 24, 1-3 A ti, Señor, elevo mi alma; Dios mío, yo pongo en ti mi confianza. Que no tenga que avergonzarme ni se rían de mí mis enemigos. Ninguno de los que esperan en ti tendrá que avergonzarse. No se dice Gloria. Oración colecta Dios todopoderoso y eterno, te rogamos que la práctica de las buenas obras nos permita salir al encuentro de tu Hijo que viene hacia nosotros, para que merezcamos estar en el Reino de los cielos junto a Él. Que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos. Se dice CREDO Oración sobre las ofrendas Dios nuestro, acepta los dones que recibimos de ti y ahora te presentamos; que esta ofrenda realizada en el tiempo presente, sea para nosotros anticipo de la salvación eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor. Prefacio de Adviento I o II Antífona de comunión Sal 84, 13 El mismo Señor nos dará sus bienes y nuestra tierra producirá sus frutos. Oración después de la comunión Te pedimos, Padre, que fructifique en nosotros la celebración de los santos misterios con los que tú nos enseñas a amar y adherirnos a los bienes eternos, mientras peregrinamos en medio de las realidades transitorias de esta vida. Por Jesucristo, Nuestro Señor. Puede impartirse la bendición solemne. LECTURAS DOMINGO PRIMERO DE ADVIENTO AÑO C Haré brotar para David un germen justo Lectura del libro del profeta Jeremías 33, 14-16 Llegarán los días -oráculo del Señor- en que Yo cumpliré la promesa que pronuncié acerca de la casa de Israel y la casa de Judá: En aquellos días y en aquel tiempo, haré brotar para David un germen justo, y él practicará la justicia y el derecho en el país. En aquellos días, estará a salvo Judá y Jerusalén habitará segura. Y la llamarán así: «El Señor es nuestra justicia.» Palabra de Dios. SALMO 24, 4-5a 8-10. 14 R. A tí, Señor, elevo mi alma. Muéstrame, Señor, tus caminos, enséñame tus senderos. Guíame por el camino de tu fidelidad; enséñame, porque tú eres mi Dios y mi salvador. R. El Señor es bondadoso y recto: por eso muestra el camino a los extraviados; él guía a los humildes para que obren rectamente y enseña su camino a los pobres. R. Todos los senderos del Señor son amor y fidelidad, para los que observan los preceptos de su alianza. El Señor da su amistad a los que lo temen y les hace conocer su alianza. R. Que el Señor fortalezca vuestros corazones para el día de la venida del Señor Jesús Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los cristianos de Tesalónica. 3, 12-4, 2 Hermanos: Que el Señor los haga crecer cada vez más en el amor mutuo y hacia todos los demás, semejante al que nosotros tenemos por ustedes. Que él fortalezca sus corazones en la santidad y los haga irreprochables delante de Dios, nuestro Padre, el Día de la Venida del Señor Jesús con todos sus santos. Por lo demás, hermanos, les rogamos y les exhortamos en el Señor Jesús, que vivan conforme a lo que han aprendido de nosotros sobre la manera de comportarse para agradar a Dios. De hecho, ustedes ya viven así: hagan mayores progresos todavía. Ya conocen las instrucciones que les he dado en nombre del Señor Jesús. Palabra de Dios. ALELUIA Sal 84, 8 Aleluia. ¡Manifiéstanos, Señor, tu misericordia y danos tu salvación! Aleluia. EVANGELIO Está por llegar la liberación + Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 21, 25-28. 34-36 Jesús dijo a sus discípulos: «Habrá señales en el sol, en la luna y en las estrellas; y en la tierra, los pueblos serán presa de la angustia ante el rugido del mar y la violencia de las olas. Los hombres desfallecerán de miedo por lo que sobrevendrá al mundo, porque los astros se conmoverán. Entonces se verá al Hijo del hombre venir sobre una nube, lleno de poder y de gloria. Cuando comience a suceder esto, tengan ánimo y levanten la cabeza, porque está por llegarles la liberación.» Tengan cuidado de no dejarse aturdir por los excesos, la embriaguez y las preocupaciones de la vida, para que ese día no caiga de improviso sobre ustedes como una trampa, porque sobrevendrá a todos los hombres en toda la tierra. Estén prevenidos y oren incesantemente, para quedar a salvo de todo lo que ha de ocurrir. Así podrán comparecer seguros ante del Hijo del hombre.» Palabra del Señor.

lunes, 15 de noviembre de 2021

homilia Domingo 34. Solemnidad de nuestro Señor Jesucristo REY del UNIVERSO cB (21 de noviembre de 2021)

Primera: Daniel 7, 13-14; Salmo: Sal 92, 1-2. 5; Segunda: Apocalipsis 1, 5-8; Evangelio: Juan 18, 33b-37 Nexo entre las LECTURAS El tema (nexo) es la realeza. Esta realeza está bien mostrada en el texto del profeta Daniel: «Le dieron poder, honor y reino... su reino no será destruido» (primera lectura). En el evangelio esta realeza se dice expresamente de Jesucristo y afirmada en términos categóricos: "Pilato le dijo: «¿Entonces Tú eres rey?» Jesús respondió: «Tú lo dices: Yo soy rey». La segunda lectura, tomada del Apocalipsis, confirma y canta la realeza de Jesús: «A él la gloria y el poder por los siglos de los siglos. Amén». Se afirma, además, que el Rey, «hizo de nosotros un Reino sacerdotal para Dios, su Padre». Temas... Sugerencias… Nuestro Señor. Dos visiones, la primera y segunda lectura, dan el marco preciso a la solemnidad de este Domingo, último del año litúrgico, la Solemnidad de Jesucristo Rey del Universo, en el que confesamos que Jesús es Rey, Señor, Nuestro Señor, el Señor de la Historia. Ambas lecturas subrayan hermosamente el señorío de Jesús, su reinado. El profeta Daniel proclama que se le dio el poder, el honor y señorío, y la sumisión de pueblos, naciones y lenguas. Por su parte, Juan le llama Testigo fiel, Primogénito de entre los mortales, Príncipe de todos los reyes, alfa y omega, el que es, el que era y el que viene, el todopoderoso. Y es precisamente esa prerrogativa, EL QUE VIENE, la que subraya la liturgia de este Domingo, preludio del Adviento, a la espera del Señor que vuelve. Jesucristo, Rey. Prescindiendo de las circunstancias temporales del momento de la institución de esta fiesta (Papa Pío XI), en plena decadencia de las monarquías occidentales, a mediados del siglo pasado, hay sobrados motivos para, tras el Concilio, reconvertirla en fiesta de Jesucristo, Rey del Universo. Así se quieren evitar equívocos y ambigüedades, bien conocidas de todos nosotros. Aunque el equívoco viene de lejos. Ya, recién nacido, Herodes quiere matar al nacido en Belén, Rey de los judíos, según la noticia de los Magos. Rey quisieron proclamarle en el desierto los que habían sido saciados en la multiplicación de los panes y peces. Rey lo aclamaban entusiasmados el Domingo de Ramos, y Rey de los Judíos sería la causa, el I.N.R.I., por el que moriría en la cruz. Pero, a pesar de todos los malentendidos, Jesús es Rey, es el Señor, Nuestro Señor para los cristianos, que así reconocemos a Jesús como único Señor y nos desmarcamos de cualquier sometimiento a ningún otro Señor. Mi Reino no es de este mundo. Jesús, que fue puesto a salvo de la persecución de Herodes, y que supo eludir el fervor de las multitudes que le seguían, no quiso evitar el enfrentamiento con Pilato. Y así, preguntado, respondió con sinceridad que era Rey, aunque sabía que en ello se le iba la vida para entrar en la vida. Pero si estaba dispuesto a morir sin traicionar su misión -para esto he venido-, no estaba dispuesto a que se consumase el malentendido de su mesianismo. Mi Reino no es de este mundo. Jesús no es competidor de ningún rey, su misión no trata de suplantar los modos de hacer de los gobernantes. Además, su reinado no viene de que alguien se lo reconozca. Es Rey, y no va a tratar de imponer su doctrina o su dominio. Simplemente viene para ser testigo de la Verdad. Y la verdad no se impone por la fuerza de las armas ni con violencia o con engaños, se acepta o no amorosamente. Todo el que es de la verdad, o sea, el que ama la verdad y la busca, escucha la voz de Jesús, que es la verdad, el camino y la vida. Es bueno que nos ayude a comprender el llamado del Papa Francisco al Sínodo de “la sinodalidad”. Testigo de La Verdad. Jesús es rey y es testigo de la verdad. Pilato, desconcertado, preguntó ¿y qué es la verdad? Pero no esperó la respuesta, se limitó a dejar en el aire la pregunta y condenar a muerte al único que podía haberle respondido. Y la Pregunta de Pilato sigue inquietando a los hombres. ¿Qué es la verdad? En una sociedad libre y pluralista, como la que nos toca vivir, la pregunta es importante. Y por difícil y discutida que sea la respuesta, no podemos vivir de verdad sin vivir y testimoniar la verdad. Por eso creemos en la Verdad que es Jesús, que es Dios. Creer no es tener la verdad, es buscarla. Pero no podríamos buscarla si no creyésemos que existe. Eso es la fe, esa especie de intuición, que nosotros llamamos gracias y favor de Dios. Nosotros, creyentes, buscamos la Verdad, porque la Verdad, que es Dios, ya nos ha encontrado en la persona de Jesús. Por eso Jesús es nuestro Señor. Ante la Verdad reconocida, creída, sólo cabe la obediencia de la fe, la obediencia del amor, el gozo que nos llena de esperanza en la vida. El esplendor de La Verdad. Como Jesús, también nosotros estamos llamados a ser testigos de la Verdad, sobre todo en un mundo que languidece con tantas mentiras. No somos la Verdad, simplemente debemos ser testigos, una especie de resplandor de la Verdad que es Jesús. Tampoco debemos creernos poseedores en exclusiva de la Verdad. La Verdad, que es Dios, brilla para todos, aunque muchos se sientan ofuscados por tanta claridad y prefieren cerrar los ojos por comodidad. Debemos compartir la Verdad, que creemos, escuchando a los otros, que también pueden iluminar nuestra fe. El diálogo entre creyentes y con los no creyentes resulta enriquecedor para todos, aunque sólo sea para no absolutizar nuestra verdad. La única Verdad absoluta es Dios, no lo que nosotros sabemos y creemos de Dios. El que es de la verdad, dice Jesús, escucha mi voz. Y no sólo en la Biblia, no sólo en la Iglesia, sino también en los hermanos, creyentes o no creyentes, pero buscadores todos de la Verdad. La sinodalidad, gustar entre todos el encuentro en la verdad, debe ser el modo de vivir para mostrar a Dios y que el camino es el amor que nos lleva a la comunión definitiva. Confesamos que Jesús es Nuestro Señor. ¿Estamos a su servicio? ¿Seguimos el Evangelio? ¿O tratamos de acomodarlo a nuestras conveniencias y prejuicios? ¿Somos testigos de la Verdad? ¿De qué verdad? ¿De la nuestra, de la de nuestro grupo, de la de nuestros intereses... o de la de Jesús? ¿Se nos nota que seguimos a Jesús? ¿Se nos nota demasiado? ¿Somos fanáticos? ¿Somos como el esplendor de la verdad, luz que no deslumbra ni molesta? ¿Nos creemos en posesión de la verdad? ¿Estamos bien dispuestos a dialogar con creyentes de otras religiones y con no creyentes?

HOMILIA VIERNES SANTO DE LA PASIÓN DEL SEÑOR (29 de marzo 2024)

  VIERNES SANTO DE LA PASIÓN DEL SEÑOR (29 de marzo 2024) Primera : Isaías 52,13 – 53,12;  Salmo : Sal 30, 2.6.12-13.15-16.17.25;  Segunda :...