lunes, 15 de julio de 2019

HOMILIA Domingo Decimosexto del TIEMPO ORDINARIO cC (21 de julio de 2019).

Domingo Decimosexto del TIEMPO ORDINARIO cC (21 de julio de 2019). Primera: Génesis 18, 1-10a; Salmo: Sal 14, 2-5; Segunda: Colosenses 1, 24-28; Evangelio: Lucas 10, 38-42 Nexo entre las LECTURAS… La primera lectura y el evangelio hablan, claramente, de la hospitalidad. Se nos habla de Abraham que, descansando a la hora de más calor, ofrece un hospedaje espléndido a tres misteriosos personajes. Se nos habla de Marta de Betania que acoge a Jesús y a sus discípulos en su casa… y de María, su hermana, que acoge como discípula atenta la palabra de Jesús en su corazón. El texto de la carta a los colosenses presenta a Pablo que hospeda en su cuerpo y en su alma al Cristo Crucificado para completar las tribulaciones de Cristo en su cuerpo, que es la Iglesia. El salmista muestra que Dios es el Hospedero por excelencia y que nos invita a entrar, hagamos el bien con rectitud e imitemos a Dios hospedando a los demás. Temas... Hospitalidad y bendición. Es sabido que la hospitalidad era, entre los pueblos nómadas, la virtud por excelencia. En cierta manera, gozaba de un cierto carácter sagrado e inviolable, digno del máximo respeto. El relato de la primera lectura narra la hospitalidad de Abraham para con tres personajes algo misteriosos, pero se trata de una hospitalidad que va acompañada de una bendición sorprendente que supera las leyes naturales. Para Abraham, esos personajes, son mensajeros (ángeles) y vienen a anunciarle algo de parte de Yahvé. La narración tiene, por tanto, signos de ser una teofanía en la que Abraham acoge y hospeda generosa y gozosamente a Dios bajo el rostro de tres delegados suyos. El mensaje de Dios no se hace esperar, y es de bendición: "Volveré sin falta a ti pasado el tiempo de un embarazo, y para entonces tu mujer Sara tendrá un hijo". ¿Qué otra mejor bendición podría esperar Abraham que la descendencia, que hasta ahora le había sido negada por la esterilidad de su mujer? Ahora se le pide a Abraham acoger sin titubeos, con absoluta confianza, esta bendición de Dios. Y Abraham acogió de nuevo esta palabra de bendición y Dios le dio un hijo en su vejez. Hospedar generosamente nos hace entrar en el misterio de Dios… hospedar confiadamente la palabra de Dios nos trae la bendición a nosotros y por nosotros a todos los demás. Dos formas de hospedar al amigo. Estas dos formas están simbolizadas por Marta y María. Son dos formas buenas, aunque la segunda sea la necesaria (y no la primera). Marta hospeda a Jesús y a sus discípulos en su casa. De esta manera, les muestra primeramente su aprecio y amistad, les protege además del calor ardiente del desierto que acaban de atravesar para llegar hasta Betania, y les da de beber y comer para reparar sus fuerzas, gastadas por la larga y fatigosa caminata. María hospeda a Jesús escuchando su palabra, sentada a sus pies, como una discípula entusiasta que no quiere perderse ni ‘una gota’ de las enseñanzas del Maestro. Este hospedaje interior, espiritualmente activo, es estimado por Jesús de más valor que el hospedaje externo, centrado en la preparación de la mesa para una comida de hospitalidad. Por eso Jesús le dice a Marta: "Marta, Marta, te preocupas y te agitas por muchas cosas; y hay necesidad de pocas, o mejor, de una sola". Jesús no desprecia la hospitalidad de Marta, la considera valiosa. Pero a la vez le recuerda que hay otra hospitalidad más importante e invita a Marta a practicarla. Pablo, anfitrión del Crucificado. María ha hospedado la palabra de Jesús. Pablo hospeda la cruz de Jesús, o mejor, al Crucificado. "Completo lo que falta a las tribulaciones de Cristo". Aunque el huésped sea un Crucificado, Pablo no se espanta ni se angustia, lo acoge con alegría porque sabe por experiencia que en Cristo crucificado está la esperanza de la gloria para él y para todos los cristianos. Para Pablo, Cristo crucificado no es un huésped obligado, molesto, sino la razón de su existir y de su misión. Dirá: "Estoy crucificado con Cristo. Vivo yo, pero ya no soy yo quien vive, es Cristo quien vive en mí". Marta acoge en su casa al Amigo bueno y sumamente apreciado, María acoge al Maestro que tiene palabras de vida, Pablo hospeda al Redentor, a quien con su pasión, muerte y resurrección redime al hombre de sus pecados, lo salva de sí mismo. La hospitalidad de Pablo culmina, como en el caso de Abrahán, en bendición, en la bendición suprema. ¿Queres vivir el gozo de la amistad con Dios para traer la paz al mundo?. Sugerencias... Hospedar a Quien nos ha hospedado. Es importante que tomemos conciencia de que somos huéspedes en la Iglesia y en el mundo. Al venir a la vida hemos sido hospedados por Dios que es el Creador de esta gran casa que es la tierra; Sí… porque -toda- la tierra es la casa de Dios para todo hombre que viene a este mundo. Hemos sido hospedados en una familia: nuestros padres y hermanos, nuestros abuelos, nuestros tíos... Hemos sido hospedados en una sociedad, en una nación, en una cultura, en una institución política, educativa...Y sobre todo hemos sido hospedados por Dios en la Iglesia, la casa que Dios nos ha regalado a los creyentes en Cristo. La reciprocidad nos obliga. Hemos de hospedar a quien nos ha hospedado, sobre todo al Huésped por excelencia que es Dios Nuestro Señor. Hemos de dar el debido respeto al Huésped en nuestras palabras y acciones: practicar las virtudes y las obras de misericordia y hablar a todos de la Buena noticia del Reino. Hemos de dar el debido respeto a Dios en la Iglesia, ante el Santísimo Sacramento. Un respeto que se traduce en conciencia de la presencia de Dios en la Eucaristía, en adoración humilde y agradecida, en la oración y meditación, en el reconocimiento práctico del carácter sagrado de la Iglesia… y ayudar a otros para que hagan lo mismo. Hospitalidad hacia los emigrantes (Papa Francisco). Hoy la palabra hospitalidad puede traducirse por solidaridad. El cristianismo nos recuerda enseñándonos que todos somos hermanos, y que debemos ser solidarios unos con otros como Dios lo es con todos (conmigo y con los demás). Además… no hemos de olvidar que la solidaridad es y debe ser recíproca. El anfitrión se muestra solidario acogiendo al huésped, y éste hace patente su solidaridad acogiendo con agradecimiento y respeto la hospitalidad que se le brinda, y esto con tres expresiones sencillas: “permiso”; “gracias”; “perdón”. Por sobre todo hay que comprender (y creer) que el anfitrión acoge a Cristo en el huésped y éste acoge a Cristo en el anfitrión. Todo esto resulta de gran actualidad ante el problema no pequeño ni fácil de los emigrantes que, como oleadas constantes, llegan sobre todo a los países de Europa y de Asia. Ellos son nuestros hermanos en Cristo o, al menos, en humanidad, y por eso hemos de respetarles y acogerlos. Ellos, por su parte, no han de olvidar que nosotros somos sus hermanos, a quienes deben respeto y acogida en su corazón. Un especial examen de conciencia… ¿Cómo no pensar que, tras la pantalla de la emigración, se esconde en ocasiones la microcriminalidad, la ‘mafia’ de emigrantes clandestinos, la importación ilícita, entre otros: de tabaco y de droga, la mafia inhumana de secuestro de niños para vender sus órganos o el engaño de jovencitas que serán llevadas a diversos países de Europa y vendidas a la prostitución? Cuando el respeto mutuo falla, no se debe exasperar ni generalizar, dejándose caer en el racismo o el odio a todos los extranjeros, pero debemos colaborar, también, con la autoridad pública para intervenir y, cuando sea necesario, expulsar a los delincuentes. La hospitalidad tiene sus reglas humanas y cristianas, y todos hemos de cumplirlas con fidelidad, para que la convivencia sea provechosa para todos. Virgen María, que fuiste huésped en Egipto, ruega por nosotros.

HOMILIA VIERNES SANTO DE LA PASIÓN DEL SEÑOR (29 de marzo 2024)

  VIERNES SANTO DE LA PASIÓN DEL SEÑOR (29 de marzo 2024) Primera : Isaías 52,13 – 53,12;  Salmo : Sal 30, 2.6.12-13.15-16.17.25;  Segunda :...