lunes, 1 de abril de 2019

HOMILIA Quinto Domingo de CUARESMA cC (7 de abril 2019)

Quinto Domingo de CUARESMA cC (7 de abril 2019) Primera: Isaías 43, 16-21; Salmo: Sal 125, 1-6; Segunda: Filipenses 3, 8-14; Evangelio: Juan 8, 1-11 Nexo entre las LECTURAS Yo estoy por hacer algo nuevo (Is 43, 19). La NOVEDAD es sin duda uno de los puntos salientes de los textos litúrgicos de hoy. El profeta, en lenguaje poético, lleno de imágenes sorprendentes y audaces, evoca un nuevo éxodo y una nueva liberación (primera lectura). La mujer ‘adúltera’, que leemos en el evangelio, descubre en la actitud de Jesús una novedad nunca vista, la respeta, la libera y transforma. San Pablo se confronta con la absoluta novedad del misterio de Cristo, y por eso todo lo tiene por basura con tal de ganar a Cristo y vivir unido a Él (segunda lectura). Con el salmista alabamos incesantemente, en todo tiempo, al Señor; su alabanza está siempre en nuestros labios. En Dios tenemos puesta nuestra esperanza: Él es nuestra felicidad, es todo. La Virgen María nos ayuda a rezar, ella se sentía dichosa y feliz viendo las maravillas del Señor y expresamos con ella: "¡El Señor hizo -por ellos- grandes cosas!» ¡Grandes cosas hizo el Señor por nosotros y estamos rebosantes de alegría!" Temas... "Tampoco yo te condeno". Curiosamente todos los textos de la Misa de hoy remiten al futuro, a la salvación de Dios que crea algo nuevo y hacia la salvación a la que nos dirigimos. Y esto precisamente como introducción a la semana de pasión y santísimo Triduo Pascual. Pero justamente aquí se realiza lo nuevo, la salvación definitiva; y toda nuestra vida consistirá en dirigirnos hacia esta acción de Dios. El evangelio nos muestra a pecadores que, en presencia de Jesús, se permiten acusar a una mujer pecadora. Jesús, que aparece escribiendo en el suelo, está como ausente. Sólo dos veces rompe su silencio: la primera vez para reunir, a acusadores y acusada, en la universalidad de la culpa (…el que no tenga pecado… que tire la piedra); y la segunda para -como nadie puede ya condenar a otro- pronunciar su perdón. Ante su mudo sufrimiento por todos, toda acusación deberá enmudecer también, pues «Dios nos encerró a todos en desobediencia», no para castigarnos, como querrían los acusadores, sino «para tener misericordia de todos» (Rom 11,32). No se debe condenar a los pecadores públicos porque Él ha sufrido por todos para conseguir el perdón del cielo para todos, y por esta razón ya nadie puede condenar a otro ante Dios. «Olvidándome de lo que queda atrás». Pablo, en la segunda lectura, está totalmente conquistado por este perdón de Dios otorgado mediante la pasión y resurrección de Cristo. Comparado con esta verdad, nada tiene ya valor: todo es abandonado como «desperdicio» para participar del misterio de la pasión y resurrección de Cristo. El apóstol sabe que esto, que ya ha sucedido, es nuestro verdadero futuro, hacia el que nos dirigimos directamente, sin mirar a derecha o izquierda, mirando siempre hacia delante, con los ojos puestos en la «meta». Porque esta meta está ya presente -el hombre ha sido ya «alcanzado» por Cristo»-, sigue corriendo como si aún no la hubiera conseguido (Pablo subraya esto dos veces). El cristiano no mira hacia atrás, sino siempre hacia lo que está por delante: toda su existencia recibe su sentido de esta carrera. Si corremos al encuentro de Cristo, todo mirar atrás, hacia una falta del pasado, para afligirse por ella, sólo puede hacernos daño, pues la falta está ya perdonada. "Miren que realizo algo nuevo". Ya el Antiguo Testamento había hecho de este mirar hacia delante un mandamiento: «No se acuerden de las cosas pasadas» (primera lectura). En Israel era una costumbre profundamente arraigada recordar el comienzo de la salvación, la salida de Egipto: ciertamente pensando que hacer memoria del comienzo podía fortalecer la fe en el Dios que camina actualmente con el pueblo. Pero Dios no quiere que Israel permanezca cautivo de este recuerdo del pasado, pues Él promete algo nuevo, y es ciertamente algo que «ya está germinando», cuya presencia se puede «notar», al igual que en la Nueva Alianza el Espíritu Santo que se otorga a los creyentes será una «prenda» de la vida eterna. De este modo Dios traza un camino para Su pueblo, a través del desierto, hacia la vida eterna; y para nosotros, que estamos redimidos, traza un camino que conduce a la bienaventuranza eterna. Sugerencias... Lo nuevo es Cristo. Al ir cerrando este tiempo cuaresmal, después de caminar cuarenta días en el desierto de nuestro mundo interior, de pronto nos encontramos con la presencia de Cristo que arroja luz y agua sobre nuestro corazón y nuestra vida. Hemos dejado al otro lado del desierto nuestro «todo», un esquema y un modo de pensar, un estilo de vivir, mas ¿cuál es nuestra ganancia? Y respondemos con Pablo: «Todo lo estimo pérdida, comparado con la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús. Por él lo perdí todo, y todo lo estimo desperdicio con tal de ganar a Cristo y existir en él, no con una justicia mía -la de la ley- sino con la que viene de la fe de Cristo...» Al entrar al desierto cuaresmal se nos pidió despojo total, descalzarnos y cambiar de vida, caminar sin equipaje y sin defensas. Y eso, a veces, da miedo. ¿Es que se nos conducía a la muerte? De alguna manera, sí. A morir a nosotros mismos, para «llegar a la resurrección», al renacimiento del hombre- nuevo en Cristo. Ahora, en la semana final de la Cuaresma, se nos llama a la total purificación para que Cristo, muerto y resucitado, nos inunde y nos vista con su luz (para morir a lo viejo, y resucitar a lo nuevo, una vida nueva en la práctica de las virtudes. «Miren que realizo algo nuevo; ya está germinando, ¿no lo notan?». ¿Queres ser nuevo en Cristo, en la novedad de Cristo? Beata Virgen María, ruega por nosotros ...

HOMILIA VIERNES SANTO DE LA PASIÓN DEL SEÑOR (29 de marzo 2024)

  VIERNES SANTO DE LA PASIÓN DEL SEÑOR (29 de marzo 2024) Primera : Isaías 52,13 – 53,12;  Salmo : Sal 30, 2.6.12-13.15-16.17.25;  Segunda :...