lunes, 27 de diciembre de 2021

Carta del Papa Francisco a los matrimonios por Año de la Familia Amoris Laetitia

Carta del Papa Francisco a los matrimonios por Año de la Familia Amoris Laetitia: El Papa Francisco escribió una carta para los matrimonios con ocasión del Año Familia Amoris Laetitia.

HOMILIA SOLEMNIDAD DE SANTA MARÍA MADRE DE DIOS. (01 de enero 2022).

SOLEMNIDAD DE SANTA MARÍA MADRE DE DIOS. (01 de enero 2022). P. ANGEL
55 Jornada mundial de la paz. Tres caminos hacia la paz: dialogo, educación y trabajo. Primera: Números 6, 22-2; Salmo: Sal 66, 2-3. 5. 6 y 8; Segunda: Gálatas 4, 4-7; Evangelio: Lc 2, 16-21 Nexo entre las LECTURAS… Hacer memoria, “memorial”, es lo propio del pueblo de Israel, de la bienaventurada Virgen María y, por lo tanto, del cristiano. El pueblo de Israel hace memoria, en el culto, de las maravillas que Dios ha realizado y se resumen en la bendición y en la paz (primera lectura). María recuerda los acontecimientos que ha vivido en torno al misterio de su maternidad divina (evangelio). La comunidad cristiana hace memoria de Jesús, como un ser enteramente humano (nacido de mujer, nacido bajo la ley), pero al mismo tiempo Hijo de Dios, capaz de liberar al hombre de toda esclavitud (segunda lectura). Avancemos con valentía y creatividad por estos tres caminos Finalmente, el Papa Francisco NOS INVITA a unir los esfuerzos para salir de la pandemia, y renueva su gratitud a cuantos se han comprometido y continúan dedicándose con generosidad y responsabilidad a garantizar la instrucción, la seguridad y la tutela de los derechos, para ofrecer la atención médica, para facilitar el encuentro entre familiares y enfermos, para brindar ayuda económica a las personas indigentes o que han perdido el trabajo. “A los gobernantes y a cuantos tienen responsabilidades políticas y sociales, a los pastores y a los animadores de las comunidades eclesiales, como también a todos los hombres y mujeres de buena voluntad, hago un llamamiento para que sigamos avanzando juntos con valentía y creatividad por estos tres caminos: el diálogo entre las generaciones, la educación y el trabajo”. (mensaje del Papa Francisco para la jornada mundial de la Paz) Temas… Buenas noticias para empezar. Empezamos bien el año. Con buenas noticias, que no han aparecido en los medios, ni en las grandes cadenas, ni en la prensa, tal vez sí, en las redes sociales y por muchos de los mensajes nuestros: es lo que acabamos de escuchar en las lecturas de la fiesta de Santa María Madre de Dios. Todavía estamos en Navidad. Celebramos el Nacimiento de Cristo. Nuestra atención está centrada en Él, también hoy que recordamos a su Madre. Él se llama Jesús, que significa: Dios-salva. Y es Él el que ilumina nuestra existencia entera y nos ofrece la salvación de Dios. Según la primera lectura los sacerdotes del antiguo Israel invocaban en la liturgia, sobre todo en año nuevo, la bendición y la paz de Dios sobre todo el pueblo. TAMBIÉN nosotros los cristianos tenemos motivos mucho más plenos para alegrarnos y esperar que Dios bendiga nuestro nuevo año, haciendo prosperar la paz en torno nuestro. La razón es la misma que hemos ido escuchando en todo este tiempo. Y hoy nos la ha dicho Pablo: "Dios envió a su Hijo, nacido de una mujer, para que recibiéramos el ser hijos por adopción". Somos hijos. O sea, el Hijo de Dios se ha hecho hombre, en el seno de la Virgen María, para que nosotros, los hombres, seamos hijos adoptivos de Dios. Por eso podemos decir con confianza, o mejor aún, es el Espíritu de Dios el que puede gritar dentro de nosotros: Abbá, Padre. Somos hijos, no esclavos. Esa es la mejor perspectiva del año que empieza. A lo largo de sus doce meses podremos encontrarnos con dificultades de todo tipo. Podremos caer enfermos, sufrir las mil vicisitudes de la vida herida por el pecado. Pero no estamos solos. ¡Somos hijos! Pertenecemos a la familia de Dios. No podemos dejarnos dominar por el pesimismo o la angustia. Nos ha nacido Jesús, el-Dios-que-salva. Y Él nos ha enseñado quién es Dios para nosotros: a veces le llamamos Creador, Todopoderoso, Ser Supremo, Dios, Señor... Pero Jesús nos ha dicho que le podemos llamar Padre. Con buenos augurios y felicitaciones empezamos el 2022. Santa María Madre. El recuerdo de la Virgen María hace aún más agradable esta buena noticia. Ella, María de Nazaret, una humilde muchacha de pueblo, fue elegida de Dios para traer a este mundo al Salvador. Y hoy, primero de enero, los cristianos le dedicamos una de las fiestas más solemnes del año, recordando y celebrando su Maternidad: Santa María, Madre de Dios. Ciertamente es un recuerdo que a todos nos llena de alegría y de esperanza. Y que está plenamente centrado en el espíritu de estas fiestas navideñas: ella, nuestra mejor maestra en la celebración de la navidad. María, la Madre, la que dio a luz a Jesús. La que se alegró íntimamente de la presencia de los pastores y de las palabras que decían. La que le llevó al templo. La que junto con José su esposo, y siguiendo la indicación del ángel, le puso el nombre de Jesús. La que "meditaba todas estas cosas" que pasaban a su Hijo, "guardándolas en su corazón"... Más tarde ella será también la perfecta discípula de su Hijo, la primera cristiana, miembro de la comunidad apostólica de Jerusalén. Por eso no nos extrañamos que, junto a su entrañable título de Madre de Dios, sea invocada hoy gozosamente por los cristianos como Madre de la Iglesia, Madre de todos los que creen en Cristo Jesús. Así empezamos el año 20221 con una fe renovada en Jesús, como Dios Salvador. Y a la vez con un recuerdo filial hacia su Madre y nuestra Madre. La Eucaristía. Y lo empezamos celebrando la Eucaristía. Precisamente la Virgen es el mejor modelo de cómo tenemos que celebrar esta Eucaristía. Ella, la discípula de Cristo, guardaba estas cosas, las meditaba: y así nos enseñó la actitud de escucha de la Palabra. También fue ella la que mejor supo alabar a Dios, dándole gracias en su canto del Magnificat, por lo que había hecho en favor de todos. Y finalmente estuvo al pie de la Cruz, en comunión perfecta con su Hijo en el momento de la muerte, como lo había estado en el de su nacimiento. ¿No son estas tres actitudes las fundamentales en nuestra Eucaristía? Escucha de la palabra, acción de gracias, comunión con el Cuerpo entregado y la Sangre derramada de Cristo Jesús... Que la Virgen María, Madre, nos haga celebrar con fe esta Eucaristía y nos dé ánimos para empezar con optimismo cristiano el nuevo año, preparando, desde ahora las festas de Pascua, para el 17 de abril y Pentecostés para el 4 de junio. Sugerencias... Refiriéndome a la Iglesia, ¿se puede hablar de una amnesia cristiana? Al menos hay ciertos síntomas: existen hoy, bautizados que no conocen lo esencial del catecismo, a veces ni siquiera los diez mandamientos; bautizados que ignoran los grandes mojones de la historia de la salvación, incluso los grandes misterios de la vida de Jesucristo; bautizados que desconocen hasta los momentos más significativos de la historia de la Iglesia, las grandes verdades de los dogmas y de la moral cristiana... hasta de su propia historia de la fe, fecha de Bautismo, Confirmación… ¿Qué decir en estos casos, sino que la Iglesia ha perdido memoria en no pocos de sus hijos? Para recuperarla, no hay otro camino que crear el gusto del recuerdo, hacer valorar a las jóvenes generaciones el tesoro extraordinario de la tradición cristiana, ayudarles a hacer memoria de ella con la conciencia de que en el pasado ‘están las semillas que florecen’ en el presente y darán su fruto maduro en el futuro. Seria oportuno señalar que el cristiano con amnesia del catecismo comete pecado de omisión, que le perjudica a él en su identidad cristiana, pero que también hace daño a la comunidad eclesial porque la envejece, en lugar de renovarla y rejuvenecerla… uno de los lugares para verlo es la escasez de las vocaciones sacerdotales… dediquemos este año a rezar por el aumento de las “vocaciones”. Recordar rezando el rosario. Uno de los medios más eficaces que la Iglesia ofrece a la piedad cristiana para recordar es el rezo del santo Rosario. El Rosario se reza en honor y alabanza de María bienavneturada, pero el centro de los misterios que se recuerdan lo ocupan los acontecimientos principales de la vida de Jesucristo. En esta práctica de piedad, que ha caído en desuso en nuestro tiempo, al culto a María se une el recuerdo de las grandes verdades del misterio cristiano, realizándose de este modo una síntesis muy recomendable entre fe y piedad. Además antes de cada Ave María se puede enumerar los 10 mandamientos, los 7 Dones del Espíritu Santo y las 3 virtudes teologales, las obras de misericordia (son 7 y se pueden agregar intenciones en las otras 3 Ave María), los 7 Sacramentos (y 3 intenciones por las vocaciones al Sacerdocio, al Matrimonio cristiano y a la Vida Religiosa), se podría elegir los Libros de la Biblia, los nombres de los Apóstoles … Misterios del Rosario. En el recuerdo de estos acontecimientos nos acompaña María que los vivió de modo personal, y que ahora nos hace de guía y de modelo. Con ella y como a través de su memoria, recordamos los misterios gozosos, que tienen que ver con la llegada del Mesías entre nosotros, del Enmanuel, y en los que María tomó parte de un modo único y excepcional. Los misterios luminosos, que nos acerca a la vida y obra de Jesús preparando el gran don de la Eucaristía Recordamos también los misterios dolorosos, misterios que se refieren a los últimos días de la vida de Jesús entre los hombres, en los que consumó la obra de la Redención muriendo en una cruz, a cuyos pies María compartía su dolor y colaboraba de modo singular en la obra de la Redención. Recordamos, finalmente, los misterios gloriosos, en los que celebramos el triunfo de Jesucristo y, asociado a Él y por obra suya, el triunfo de María santísima, llevada en cuerpo y alma a la gloria celestial. ¿Habrá pasado de moda la práctica del rosario? ¿Cómo no rezar el rosario, individualmente o en grupo, para que sea memoria viva de los misterios de nuestra fe, tomados de la mano maternal de María y amparados por Ella? Nuestra Señora del Rosario, Virgen de la Paz, ruega por nosotros.

martes, 21 de diciembre de 2021

HOMILIA DE LA SAGRADA FAMILIA DE JESÚS, MARÍA y JOSÉ. Fiesta. cB (26 de diciembre 2021) P. ANGEL

LA SAGRADA FAMILIA DE JESÚS, MARÍA y JOSÉ. Fiesta. cB (26 de diciembre 2021) Primera: 1Samuel 1, 20-22.24-28; Salmo: Sal 83, 2-3.5-6.9-10; Segunda: 1Juan 3, 1-2.21-24; Evangelio: Lucas 2, 41-52 Nexo entre las LECTURAS…
¿Qué otro concepto puede aglutinar los textos de este Domingo sino el de la familia? Se habla de la familia de Dios: Dios Padre, el Hijo de Dios, y los hombres hechos hijos de Dios por la fe (segunda lectura, evangelio). En la primera lectura y en el evangelio se mencionan dos familias, entre las que parece darse un cierto paralelismo, con algunas semejanzas y con muchas diferencias. Son la familia de Ana y la de María. A ambas mujeres Dios les concedió un hijo de un modo singular: el profeta Samuel a Ana, Jesús de Nazaret a María. Temas… La familia de Dios. Cuando hablamos de la familia de Dios, no podemos hacerlo sino de modo análogo. En Dios, por ejemplo, no existe la sexualidad, y por eso no hay un padre por un lado y una madre por otro. Tampoco existe en Dios la multiplicidad de naturaleza, consiguientemente una misma y única naturaleza es participada por el Padre y por el Hijo. Con todo, la revelación nos habla de Dios como Padre, de Jesucristo como Hijo natural de Dios y de los cristianos como hijos adoptivos de Dios. Los rasgos más hermosos y plenos del padre y de la madre: su amor generoso, desinteresado, su capacidad de donación, su fecundidad, su dedicación a los hijos, su deseo ardiente de que crezcan sanos y sean felices, éstos y otros rasgos se hallan en Dios de modo eminente. Igualmente brillan en el Hijo de Dios el cariño y la obediencia filial, el agradecimiento, el querer y buscar lo que le agrada al Padre, la intimidad y la absoluta confianza con el Padre. El cristiano es hijo en el Hijo, y por ello, el Padre sólo reconoce como hijos aquellos que han encarnado los mismos rasgos filiales de Jesucristo, su Hijo. San Juan ante esta realidad de la familia divina exclama, como extasiado: "Miren qué amor nos ha tenido el Padre para llamarnos hijos de Dios, pues ¡lo somos!" (Segunda lectura). Y en el evangelio, Jesús, al ser encontrado en el templo después de tres largos días de búsqueda por parte de sus padres, les dice: "¿No sabían que yo debía estar en las cosas de mi Padre?". Es importante elevarse hasta la familia de Dios porque, en cierta manera, es el arquetipo (paradigma) de la familia humana. Las familias de Ana y María. ¡Dos familias de las que nos habla la Biblia! Una, la de Ana, pertenece al Antiguo Testamento, la otra, la de María al Nuevo. Ambas familias: Elcaná y Ana, José y María, eran justos a los ojos de Dios. Ana estaba casada y no podía tener hijos por ser estéril, María estaba prometida a José y era virgen. Ana pide a Yahvéh que le conceda un hijo, María le pide que se haga en todo su voluntad. Dios escucha la oración de Ana, haciendo fecundo su seno; Dios cumple su voluntad con María, haciéndola madre sin dejar de ser virgen. Samuel, hijo de Ana, ocupa un puesto relevante en la historia de la salvación; Jesús, hijo de María, ocupa su vértice y su plenitud. Elcaná es el padre natural de Samuel, José es sólo el padre legal de Jesús. Samuel, a los tres años, fue llevado al santuario de Silo, ante Yahvéh y consagrado a Él para toda la vida. Jesús fue consagrado a Yahvéh a los cuarenta días de su nacimiento, y vivió treinta años con sus padres en Nazaret. Samuel vivió al servicio de Yahvéh en el santuario; Jesús, a los doce años, se quedó en el templo sin saberlo sus padres, dejó estupefactos a los maestros por su inteligencia y sus respuestas, y a María y José les respondió con una pregunta enigmática: "¿Por qué me buscaban? ¿No sabían que debía ocuparme de las cosas de mi Padre?" De la relación de Samuel con sus padres el libro sagrado no nos dice nada más; Jesús, sin embargo, vivió en Nazaret con sus padres hasta los treinta años, en actitud de obediencia filial. En los dos casos, se pone en evidencia un elemento común: Tanto en la familia de Ana como en la de María Dios cuenta y se cuenta con Dios. Las condiciones culturales y sociológicas de la familia pueden cambiar enormemente, pero el que Dios cuente y el que se cuente con Dios constituye un aspecto esencial de toda familia, en cualquier condición cultural, política o sociológica. Sugerencias... Ser y hacer familia. Ante todo, ser familia. Y esto quiere decir un padre, una madre y al menos, si Dios lo quiere, un hijo, (pero si más, mejor). Hay que poner por delante el respeto a todo ser humano, en cualquier estado o condición, pero a la vez hay que ser claros y llamar las cosas por su nombre. Por ello, iluminar para que se conozca que una mujer sola con un niño, no ES familia, como tampoco, un varón solo con un niño, ni aquello de dos mujeres o dos hombres y toda la ideología que rodea este invento de la dictadura del relativismo. Varios de estos temas de la cultura reinante deben ser iluminados, no agredir a quienes viven de esta manera o dicen creer… pero si pedir los Dones del Espíritu Santo para iluminar, con la fiesta de la Sagrada Familia, lo que es UNA FAMILIA. En estos casos (de las ideologías), la mayoría de las veces, si no todas, ni Dios cuenta ni se cuenta con Dios. En segundo lugar, siendo familia, hacer familia. Es decir, construir día tras día, ladrillo tras ladrillo, el edificio familiar. La familia se construye/edifica con la colaboración de todos sus miembros, y cumpliendo cada uno sus propias funciones de padre, madre e hijos (hermanos). Si las funciones o roles se trasponen o tergiversan, no se construye la familia. Por ejemplo, si los padres son los que obedecen los caprichos del hijo o de los hijos, o si los hijos sufren no pocas veces los caprichos de los padres (divorcio, una amante...). El edificio de la familia no se acaba nunca de construir, es una tarea de toda la vida. Es una tarea que exige el sacrificio de unos y otros (esposos, padres, hijos) para hacerse mutuamente todos felices. ¡Salvar la familia! Que la familia está siendo atacada por muchas partes, resulta algo obvio. Que, hasta ahora la institución familiar, aunque muchos hayan caído en la batalla, ha resistido bien los ataques, también es verdad. Parece cada vez más claro a politólogos, sociólogos, y a hombres de los medios, que la voz unánime de la Iglesia católica, desde siempre, pero más intensa a partir del siglo XX, de salvar la familia para salvar la sociedad y al hombre, es una voz profética y llena de sabiduría, que hay que escuchar, la Iglesia y todos los hombres rectos y justos, tienen que elevar su voz muy alto para gritar: "¡Salvemos la familia!". Hay que salvarla del lenguaje equívoco que por todas partes la acecha. Hay que salvarla de todos los virus que la destruyen: divorcio, infidelidad, mentalidad hedonista, individualismo egoísta. Hay que salvarla promoviendo el sentido de familia, valorando la riqueza humana y espiritual de la familia. Hay que salvarla formando a los jóvenes en el amor, en la responsabilidad, en la entrega y capacidad de donación. Hay que salvarla, ofreciendo diversos modelos de auténtica familia. Nadie se excluya. Cada uno tiene su parte en esta gran tarea de salvar la familia.

lunes, 20 de diciembre de 2021

HOMILIA NATIVIDAD DEL SEÑOR. Solemnidad. Misa de la Noche (24 de diciembre 2021)

NATIVIDAD DEL SEÑOR. Solemnidad. Misa de la Noche (24 de diciembre 2021) Primera: Isaías 9, 1-6; Salmo: Sal 95, 1-3. 11-13; Segunda: Tito 2, 11-14; Evangelio: Lucas 2, 1-14 Nexo entre las LECTURAS… "HOY LES HA NACIDO UN SALVADOR", es el mensaje central de la liturgia de esta noche santa. Un Salvador con unos rasgos extraordinarios profetizados por Isaías: Consejero maravilloso, Dios fuerte, Padre para siempre, Príncipe de la paz... (Primera lectura). Un Salvador que viene para todos, pero especialmente para los más pequeños y humildes, postergados como eran, por ejemplo, los pastores (evangelio). Un Salvador que nos enseña a renunciar a la impiedad y a las pasiones mundanas, y a vivir con sensatez, justicia y piedad en el tiempo presente (segunda lectura) aguardando la feliz esperanza y la manifestación de la gloria de nuestro gran Dios y Salvador, Cristo Jesús. Por eso nos invita la Iglesia con el salmista a cantar con júbilo: "Canten al Señor un canto nuevo, cante al Señor toda la tierra; canten al Señor, bendigan su Nombre". La Liturgia, la Palabra, el Sacramento, los adornos, los símbolos nos introducen en el típico ambiente navideño que forma parte del patrimonio de nuestras comunidades: un ambiente de ternura, de compartir y de intimidad familiar. No vivamos una Navidad falsa, por favor, ¡una Navidad comercial!”. “Dejémonos envolver por la cercanía de Dios, esa cercanía que es compasiva, que es tierna; envueltos por el ambiente navideño que el arte, la música, las canciones y las tradiciones traen a nuestros corazones” (Papa Francisco) Temas… El rey prometido. Los textos de la Misa de la vigilia giran en torno a este tema: el salvador prometido a Israel será su rey. En el concepto de rey se incluyen dos elementos: el rey es el resumen representativo de todo el pueblo y, a la vez, el que le supera, el que le confiere sentido y orden. El árbol genealógico de Jesús, tal y como lo presenta Mateo en el evangelio, muestra tres peculiaridades. En primer lugar, se menciona a Jesús como descendiente de la estirpe de David, rey que desciende a su vez de Abrahán, el fundador del pueblo y de su fe. Después se mencionan los reyes de Israel según se fueron sucediendo, aunque se silencian los nombres de los que fueron especialmente impíos. Y finalmente aparece la extraña serie de nombres de mujeres y de madres: Tamar, Rut, Betsabé y María, la última de todas. El árbol genealógico de los descendientes de David termina con «José, el esposo de María», de la que nace el Mesías. Los judíos consideran como padre legal al que reconoce al niño. Es lo que hace José, por indicación del ángel. Esto coloca a Jesús dentro de la sucesión real: los Magos preguntarán por el «rey de los judíos que ha nacido». Las nupcias reales. El texto de la primera lectura, tomado de Isaías, insiste también en el tema y lo asocia con el de las nupcias de Dios con el pueblo elegido. Unas nupcias que brillan como una luz sobre el mundo entero, «todos los reyes verán tu gloria». Y en la entrega definitiva de Dios a su pueblo -que acontece en el envío de su Hijo-, Israel será «una corona fúlgida en la mano del Señor, una diadema real en la palma de tu Dios». Pero no se trata de una concesión externa de poder, sino de la creación de una íntima relación de amor, «como un joven se casa con su novia, como la alegría que encuentra el marido con su esposa». El poder divino que el pueblo recibe en Jesús, y que le hace partícipe del poder real de Dios, es el poder del amor, en el que Dios como Esposo confiere su poder supremo a la criatura, quien, de este modo, ella que era una simple esclava, se convierte ahora en reina: la humanidad de Jesús deviene así digna de ser adorada junto con su divinidad. Homenaje. En la segunda lectura Pablo describe el comportamiento del hombre elegido con respecto a esta gracia recibida de Dios. Sólo Dios ha «enaltecido» al pueblo elegido. Ya en tierra extranjera, en Egipto: «Con su brazo poderoso los sacó de allí». «Después suscitó a David por rey». Esta elevación procede exclusivamente de Dios, y se produce para que el hombre elegido pueda «cumplir todos mis preceptos»: la realeza por gracia divina es siempre puro servicio a Dios. El salvador de la estirpe de David consumará esto en cuanto que, como rey del universo, «no hará su voluntad, sino la voluntad del Padre». Este servicio se cumple en el gesto de homenaje del último precursor, que se declara indigno de «desatar las sandalias» al rey supremo que viene detrás de él. Todavía en el Apocalipsis, los elevados a la dignidad real son los que adoran más profundamente al Rey eterno. Sugerencias... La Navidad es un tiempo de especial alegría en la Iglesia y -también este año-, en medio de dificultades, no puede ser la excepción. Contemplar en Silencio. En Navidad Dios desconcertó al mundo: no dio a los padres de Jesús comodidades. Es más, la familia se vio obligada a huir a Egipto. Por eso somos invitados a contemplar en silencio la primera Navidad. “Navidad es preferir la voz silenciosa de Dios al alboroto del consumismo. Esta es la invitación para la Navidad: Tómate un poco de tiempo, ponte ante el pesebre y quédate en silencio”. Dejarse sorprender. Contemplar la primera Navidad ayuda a descubrir cosas como esta: la capacidad de María y José para aceptar los continuos cambios de planes que Dios les puso en el camino. Sintamos que Dios nos llama a imitar esa actitud de María y José. “Cada uno de nosotros tiene escondida en el corazón la capacidad de sorprenderse. Dejémonos sorprender por Jesús en esta Navidad”. Tiempo de esperanza. La llegada de Dios al mundo, que se celebra el día de Navidad, llena de fuerza la vida de los hombres. En Navidad, Dios nos da especiales gracias como una ayuda a seguir caminando a pesar de las dificultades. “La esperanza está siempre en camino y nos hace caminar. Y aquí nos podemos preguntar cada uno de nosotros. ¿Yo camino en la esperanza o mi vida interior está parada, cerrada? ¿Mi corazón es un cajón cerrado o un cajón abierto a la esperanza que nos hace caminar no solos, sino con Jesús? Es una buena pregunta para hacerse”. Aunque cada año y por dolores nuevo cada Navidad puede parecer distinta, recemos con algunas motivaciones especiales para vivir con intensidad estas fiestas navideñas: “Busquemos sacar también el bien de la difícil situación que nos está imponiendo la pandemia. Mayor sobriedad, atención discreta y respetuosa a los vecinos que puedan pasar por necesidad y algún momento de oración en familia, con sencillez. Estas tres cosas nos ayudarán mucho”. Contemplar en silencio la primera Navidad, dejarse sorprender y vivir la esperanza, son claves que pueden servir para vivir con fuerza y fe este tiempo, a pesar de las dificultades. P. ANGEL

HOMILIA NATIVIDAD DEL SEÑOR. Solemnidad. Misa de la Noche (24 de diciembre 2021)

NATIVIDAD DEL SEÑOR. Solemnidad. Misa de la Noche (24 de diciembre 2021) Primera: Isaías 9, 1-6; Salmo: Sal 95, 1-3. 11-13; Segunda: Tito 2, 11-14; Evangelio: Lucas 2, 1-14 Nexo entre las LECTURAS… "HOY LES HA NACIDO UN SALVADOR", es el mensaje central de la liturgia de esta noche santa. Un Salvador con unos rasgos extraordinarios profetizados por Isaías: Consejero maravilloso, Dios fuerte, Padre para siempre, Príncipe de la paz... (Primera lectura). Un Salvador que viene para todos, pero especialmente para los más pequeños y humildes, postergados como eran, por ejemplo, los pastores (evangelio). Un Salvador que nos enseña a renunciar a la impiedad y a las pasiones mundanas, y a vivir con sensatez, justicia y piedad en el tiempo presente (segunda lectura) aguardando la feliz esperanza y la manifestación de la gloria de nuestro gran Dios y Salvador, Cristo Jesús. Por eso nos invita la Iglesia con el salmista a cantar con júbilo: "Canten al Señor un canto nuevo, cante al Señor toda la tierra; canten al Señor, bendigan su Nombre". La Liturgia, la Palabra, el Sacramento, los adornos, los símbolos nos introducen en el típico ambiente navideño que forma parte del patrimonio de nuestras comunidades: un ambiente de ternura, de compartir y de intimidad familiar. No vivamos una Navidad falsa, por favor, ¡una Navidad comercial!”. “Dejémonos envolver por la cercanía de Dios, esa cercanía que es compasiva, que es tierna; envueltos por el ambiente navideño que el arte, la música, las canciones y las tradiciones traen a nuestros corazones” (Papa Francisco) Temas… El rey prometido. Los textos de la Misa de la vigilia giran en torno a este tema: el salvador prometido a Israel será su rey. En el concepto de rey se incluyen dos elementos: el rey es el resumen representativo de todo el pueblo y, a la vez, el que le supera, el que le confiere sentido y orden. El árbol genealógico de Jesús, tal y como lo presenta Mateo en el evangelio, muestra tres peculiaridades. En primer lugar, se menciona a Jesús como descendiente de la estirpe de David, rey que desciende a su vez de Abrahán, el fundador del pueblo y de su fe. Después se mencionan los reyes de Israel según se fueron sucediendo, aunque se silencian los nombres de los que fueron especialmente impíos. Y finalmente aparece la extraña serie de nombres de mujeres y de madres: Tamar, Rut, Betsabé y María, la última de todas. El árbol genealógico de los descendientes de David termina con «José, el esposo de María», de la que nace el Mesías. Los judíos consideran como padre legal al que reconoce al niño. Es lo que hace José, por indicación del ángel. Esto coloca a Jesús dentro de la sucesión real: los Magos preguntarán por el «rey de los judíos que ha nacido». Las nupcias reales. El texto de la primera lectura, tomado de Isaías, insiste también en el tema y lo asocia con el de las nupcias de Dios con el pueblo elegido. Unas nupcias que brillan como una luz sobre el mundo entero, «todos los reyes verán tu gloria». Y en la entrega definitiva de Dios a su pueblo -que acontece en el envío de su Hijo-, Israel será «una corona fúlgida en la mano del Señor, una diadema real en la palma de tu Dios». Pero no se trata de una concesión externa de poder, sino de la creación de una íntima relación de amor, «como un joven se casa con su novia, como la alegría que encuentra el marido con su esposa». El poder divino que el pueblo recibe en Jesús, y que le hace partícipe del poder real de Dios, es el poder del amor, en el que Dios como Esposo confiere su poder supremo a la criatura, quien, de este modo, ella que era una simple esclava, se convierte ahora en reina: la humanidad de Jesús deviene así digna de ser adorada junto con su divinidad. Homenaje. En la segunda lectura Pablo describe el comportamiento del hombre elegido con respecto a esta gracia recibida de Dios. Sólo Dios ha «enaltecido» al pueblo elegido. Ya en tierra extranjera, en Egipto: «Con su brazo poderoso los sacó de allí». «Después suscitó a David por rey». Esta elevación procede exclusivamente de Dios, y se produce para que el hombre elegido pueda «cumplir todos mis preceptos»: la realeza por gracia divina es siempre puro servicio a Dios. El salvador de la estirpe de David consumará esto en cuanto que, como rey del universo, «no hará su voluntad, sino la voluntad del Padre». Este servicio se cumple en el gesto de homenaje del último precursor, que se declara indigno de «desatar las sandalias» al rey supremo que viene detrás de él. Todavía en el Apocalipsis, los elevados a la dignidad real son los que adoran más profundamente al Rey eterno. Sugerencias... La Navidad es un tiempo de especial alegría en la Iglesia y -también este año-, en medio de dificultades, no puede ser la excepción. Contemplar en Silencio. En Navidad Dios desconcertó al mundo: no dio a los padres de Jesús comodidades. Es más, la familia se vio obligada a huir a Egipto. Por eso somos invitados a contemplar en silencio la primera Navidad. “Navidad es preferir la voz silenciosa de Dios al alboroto del consumismo. Esta es la invitación para la Navidad: Tómate un poco de tiempo, ponte ante el pesebre y quédate en silencio”. Dejarse sorprender. Contemplar la primera Navidad ayuda a descubrir cosas como esta: la capacidad de María y José para aceptar los continuos cambios de planes que Dios les puso en el camino. Sintamos que Dios nos llama a imitar esa actitud de María y José. “Cada uno de nosotros tiene escondida en el corazón la capacidad de sorprenderse. Dejémonos sorprender por Jesús en esta Navidad”. Tiempo de esperanza. La llegada de Dios al mundo, que se celebra el día de Navidad, llena de fuerza la vida de los hombres. En Navidad, Dios nos da especiales gracias como una ayuda a seguir caminando a pesar de las dificultades. “La esperanza está siempre en camino y nos hace caminar. Y aquí nos podemos preguntar cada uno de nosotros. ¿Yo camino en la esperanza o mi vida interior está parada, cerrada? ¿Mi corazón es un cajón cerrado o un cajón abierto a la esperanza que nos hace caminar no solos, sino con Jesús? Es una buena pregunta para hacerse”. Aunque cada año y por dolores nuevo cada Navidad puede parecer distinta, recemos con algunas motivaciones especiales para vivir con intensidad estas fiestas navideñas: “Busquemos sacar también el bien de la difícil situación que nos está imponiendo la pandemia. Mayor sobriedad, atención discreta y respetuosa a los vecinos que puedan pasar por necesidad y algún momento de oración en familia, con sencillez. Estas tres cosas nos ayudarán mucho”. Contemplar en silencio la primera Navidad, dejarse sorprender y vivir la esperanza, son claves que pueden servir para vivir con fuerza y fe este tiempo, a pesar de las dificultades. P.ANGEL PARA MAYOR GLORIA DE DIOS. DIOS LOS BENDIGA FELIZ NAVIDAD!!!

lunes, 13 de diciembre de 2021

HOMILIA Cuarto Domingo de ADVIENTO cC (19 de diciembre 2021)

Cuarto Domingo de ADVIENTO cC (19 de diciembre 2021) P.ANGEL
Primera: Miqueas 5, 1-4; Salmo: 79, 2ac. 3b. 15-16. 18-19; Segunda: Hebreos 10, 5-10; Evangelio: Lucas 1, 39-48 Nexo entre las LECTURAS… Temas… Nexo, las RELACIONES interpersonales. La relación entre el Hijo con el Padre, la relación entre la Madre y el Hijo, la relación de María con santa Isabel, la de Jesús con el Bautista, la de Dios con los hombres y de los hombres con Dios… y la recta relación de los hombres entre sí. 1) "El tiempo en que la madre da a luz" (1a lectura). El profeta Miqueas, ocho siglos antes anuncia el nacimiento del Mesías en la pequeña aldea de Belén de Efrata. Será "el jefe de Israel". Cuando "la madre de a luz" todo cambiará para el pueblo elegido. Esa madre ‘dibujada’ por Miqueas es María de Nazaret, la Virgen. La Madre del que "pastoreará con la fuerza del Señor", aquel cuyo "origen es desde lo antiguo, de tiempo inmemorial", el Hijo eterno del Padre. Sus dones serán: la "tranquilidad" y la "paz". Este anuncio resuena con dulzura. 2) El salmo es la oración de Israel ante una gran desgracia. El enemigo ha invadido el territorio nacional y ha destruido la ciudad y el templo, y Dios parece mostrarse indiferente y callado ante tamaña desgracia: «Pastor de Israel, ¿hasta cuándo estarás airado?; mira desde el cielo, fíjate y ven a visitar tu viña, suscita, Señor, un nuevo rey que dirija las victorias de tu pueblo, fortalece un hombre haciéndole cabeza de Israel y que tu mano proteja, a éste, tu escogido.» Con este salmo podemos hoy pedir por la Iglesia y sus pastores. También el ‘nuevo Israel’ sucumbe frecuentemente ante el enemigo, y le falta mucho para ser aquella vid frondosa que atrae las miradas de quienes tienen hambre de Dios y a veces, por esto, deja de evangelizar. ¡Recemos! 3) "Aquí estoy" (2a lectura). ¡Cómo resuenan -sinceras y comprometidas- las palabras de la Carta a los Hebreos! Jesús a punto de entrar en el mundo (Encarnación-Navidad), expresa su ofrenda, en oferta gozosa (alegría) al Padre. Son palabras garantizadas por el Espíritu Santo y puestas en boca del Hijo eterno, que se desposa con la humanidad para rescatarla y elevarla: "... me has dado un cuerpo... Dios, aquí estoy, yo vengo (…) para hacer tu voluntad”. Palabras casi idénticas que dirá en Getsemaní, poco antes de aceptar la pasión (Lc 22,42). La Navidad ya encierra la Pascua. 4) "María se puso en camino y fue aprisa a la montaña" (evangelio). María es la gran figura del Adviento para la Iglesia. Ella, conocedora de la situación de Isabel, "se puso en camino y fue aprisa a la montaña, a un pueblo de Judá". Sale de su tranquilidad y presurosa, va a ayudar a su prima. Ejemplo de servicio, pero sobre todo figura de quien se deja conducir por el Espíritu, para llevar a Cristo a los demás. María modelo de evangelización, portadora del gozo de Dios. Dichosa por su fe; modelo privilegiado de las actitudes que pide el Adviento a la Iglesia. Así se está dispuesto y preparado para recibir a Dios en la Navidad. María es la aurora que anuncia la cercanía del nuevo día: Cristo-Jesús. Sugerencias... Saber relacionarse. En la conversación humana es frecuente escuchar: "Hay que saber relacionarse", ahora se agrega “sinodalidad”, como gran anhelo. Con ello se quiere decir que es bueno tener muchas relaciones, y sobre todo relaciones con gente influyente. La razón es evidente: así se tiene la posibilidad de que se abran muchas puertas en los diversos ámbitos de la vida humana: político, financiero, social, profesional, educativo, religioso... Nos invitemos, como discípulos-misioneros (clérigos y laicos), a relacionarnos con Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo, con la pura y bienaventurada Virgen María, nuestra madre y nuestra reina, con los ángeles y los santos, nuestros hermanos y protectores desde el cielo y con los que nos rodean en la ofrenda diaria de nuestra vida. Estas relaciones no te dan acceso, claro está, a un excelente puesto de trabajo, ni a un negocio redondo… más bien ejercen su acción en el interior, transformándonos, y nos da una nueva visión de las cosas y de la vida, haciendo que sea según Dios, y en la relación con los demás y con las cosas, de forma que esté siempre inspirada por el amor y por el servicio (cosas que el Papa pide muchas veces y de muchas maneras). También modifica para bien nuestra relación con la propia historia, convirtiéndola, tal vez, de una historia sin sentido a una historia de salvación. ¡Cuántos bienes nos pueden venir –y podemos obtener para los demás–, si sabemos relacionarnos con Dios, con la Virgen, con los santos! Podríamos decir: bienaventurados los que saben relacionarse, porque serán como un árbol que da frutos de bien, de felicidad, de servicio, de salvación. Relacionarse por el Reino. Los cristianos vivimos en el mundo, en el reino de este mundo perteneciendo, en verdad, al Reino de Dios. Y en el reino importa mucho que sean buenas las maneras y modos de relacionarnos. No al servicio de nuestros intereses egoístas, sino para la edificación del Reino de Dios. Hemos de relacionarnos con todos para que nos ayudemos en favor de los ‘pobres, débiles y sufrientes, los marginales y los de la periferia’ practicando virtuosamente las obras de misericordia, las corporales y las espirituales. Tenemos que encontramos, en Dios y según el evangelio, para crecer en la conciencia de que el Reino de Dios nos pertenece y nos invita a poner todos los medios para hacer más humana la existencia, más digna, más libre, más feliz (Papa Francisco). Hay que llegarse a todos para evangelizarnos y vivir el amor y el servicio en beneficio de los más necesitados. Si todos los cristianos utilizáramos nuestras relaciones para ponerlas al servicio del Reino, seguramente que el mundo caminaría más humanamente y por eso más cristianamente (E. Gaudium), y más marcados por nuestra fe en Jesucristo (Obispos de América) para que en Él todos nuestros pueblos tengan vida y la tengan en abundancia. Jesucristo entró en contacto con la historia para instaurar el Reino de su Padre. En el Año nuevo que estamos iniciando… ¿qué estamos dispuestos a hacer?

lunes, 6 de diciembre de 2021

HOMILIA Tercer Domingo de ADVIENTO cC (12 de diciembre 2021)

Primera: Sofonías 3, 14-18a; Salmo: Is 12, 2-3 4abc. 5-6; Segunda: Filipenses 4, 4-7; Evangelio: Lucas 3, 2b-3.10-18 Nexo entre las LECTURAS Los textos litúrgicos del tercer Domingo de Adviento son un himno a la alegría. Alegría para los habitantes de Jerusalén que verán alejarse el dominio asirio y la idolatría y podrán rendir culto a Yahveh con libertad (primera lectura). En el salmo responsorial, se multiplican los imperativos para cantar: "dar gracias, invoquen, cuenten, proclamen, repiquen, anuncien, griten". Alegría de los cristianos, una alegría constante y desbordante, porque la paz de Dios "custodiará sus mentes y sus corazones en Cristo Jesús" (segunda lectura). Alegría del mismo Dios que exulta de gozo al estar en medio de su pueblo para protegerlo y salvarlo (primera lectura). Alegría que comunica Juan el Bautista al pueblo mediante la predicación de la Buena Nueva del Mesías salvador, que instaurará con su venida la justicia y la paz entre los hombres (evangelio). Es bueno darse cuenta de que la alegría está unida a la conversión. Temas... Invitación a la Alegría. Las lecturas de hoy nos han invitado insistentemente a la ALEGRÍA. En el mundo de hoy, con tantos dolores de cabeza para la sociedad y para cada persona, no deja de ser extraño que se nos proclamen unas palabras tan optimistas y llenas de esperanza. Pero es que estamos oyendo en verdad la Buena Noticia, el Evangelio de Cristo Jesús, en la preparación de la Navidad. Sofonías, con un lenguaje poético, ha entonado un canto a la alegría, que hoy escuchan miles y miles de comunidades cristianas en todo el mundo: "regocíjate, Hija de Sión, grita de júbilo, Israel, alégrate y gózate de todo corazón, Jerusalén..." El motivo es claro: "el Señor estará en medio de ti, y no temerás... el Señor tu Dios, en medio de ti, es un guerrero que salva: Él se goza y se complace en ti, te ama y se alegra con júbilo, como en día de fiesta" Lo que el profeta veía como promesa, nosotros lo celebramos con la convicción de que Dios nos ha mostrado su cercanía y su amor enviándonos ya, hace dos mil años u un poco más, a su Hijo como nuestro Señor y Salvador. San Pablo, lo ha dice con más fuerza todavía: "estén siempre alegres en el Señor: se los repito, estén alegres... El Señor está cerca. Nada los preocupe... y la paz de Dios custodiará los corazones de ustedes". Repetimos las frases que habíamos escuchado en las lecturas, porque en verdad éste es un mensaje que vale la pena proclamar en medio de la comunidad cristiana y de la sociedad tan falta de esperanza y con tantas amarguras, entre las que pesa mucho el COVID, la cuarentena y las leyes deshumanizantes que proponen los gobiernos y la organización mundial de la salud. Hoy y aquí, a nosotros, Dios nos ha dirigido una Palabra de ánimo, diciéndonos que no tengamos miedo, que nuestro corazón esté en paz, porque Él nos está siempre cerca. La celebración de la Navidad, a la que nos estamos preparando, es todo un pregón de confianza y optimismo: nos asegura que Dios perdona, que ama. No estamos solos en nuestro camino, aunque muchas veces nos lo parezca. La situación de cada uno, o de la humanidad, puede ser preocupante. Al igual que la del pueblo de Israel en tiempos de Sofonías o la de la comunidad cristiana en los de Pablo. Y sin embargo a ellos y a nosotros nos ha sido proclamada una palabra de amor y de alegría. Cristo Jesús, desde su nacimiento en Belén, está con nosotros, en medio de nosotros, aunque no le veamos. El día de la Ascensión se despidió de los suyos con una promesa: yo estaré con ustedes todos los días hasta el fin del mundo... Por eso lo que celebramos en estos días nos llena de serenidad y de esperanza. Junto a la Alegría, el Esfuerzo. Pero a la vez hemos escuchado otra voz también seria. El profeta precursor de Jesús, Juan el Bautista, que también anunciaba "la Buena Noticia" al pueblo, les propuso, y nos propone hoy a nosotros, un programa de vida exigente para preparar la venida del Mesías. El Bautista, a orillas del río Jordán, ha sido muy concreto en su exigencia: "el que tenga dos túnicas, que se las reparta con el que no tiene, y el que tenga comida, haga lo mismo... no exijan más de lo establecido... no extorsionen a nadie..." Muchos esperan la Navidad por las vacaciones, por los regalos, por la fiesta; ojalá sea en verdad tiempo de felicidad para todos. Pero los cristianos vemos esos días con unos ojos especiales: celebramos la venida del Hijo de Dios a nuestra historia, y eso da una profundidad nueva a la fiesta. Y a la vez, esta mirada cristiana nos hace pensar: si queremos celebrar bien la Navidad, hemos de acoger / recibir a Cristo Jesús en nuestras vidas, en nuestro proyecto existencial: algo tiene que cambiar en nuestro estilo de vida. ¿No nos convendría pensar cómo cumplir estos días el programa del Bautista? ¿cómo compartiremos nuestros bienes con el más necesitado, cómo seremos más amantes de la justicia y de la verdad? Hoy se nos invita a la alegría, pero también al trabajo y a la seriedad en nuestro camino, como cristianos que quieren vivir conforme al evangelio de Cristo Jesús. Eucaristía y Vida. Que se note este tono de esperanza alegre en nuestra EUCARISTÍA, elevando a Dios, con más convicción que nunca, nuestra acción de gracias y nuestro canto de alabanza. Que se note también en nuestra VIDA este mayor optimismo, esta alegría y esta paz interior que nos da al sabernos salvados por Dios. Que se note sobre todo en nuestra actitud de mayor comprensión y cercanía para con los demás, como nos ha dicho el Bautista. Entonces, seguramente, la Navidad del año 2021 será para todos una gracia y una felicidad verdadera. Sugerencias... Alegrarse ya del futuro. Sofonías anuncia la liberación de Jerusalén y Judá, pero todavía no ha llegado. Con todo, ya el mismo anuncio debe ser causa de alegría. Juan Bautista goza ya por anticipado de la venida del Mesías, aunque todavía no se haya hecho presente. Los cristianos vivimos con alegría este período de Adviento, aun a sabiendas de que la Navidad no ha llegado todavía. Los cristianos estamos practicando el bien en el presente, pero con la mirada puesta en el futuro, que ha de ser siempre fuente de alegría. El cristiano, hombre de la esperanza, dice con su vida que todo tiempo futuro será mejor y esto le infunde una grande alegría y esperanza a todos -por la acción misteriosa y eficaz del Espíritu Santo- en la historia, en los hombres; en el progreso de los pueblos, en la verdad y en la justicia, y contribuye -de alguna manera- al reinado de Dios. Y ¿cómo no alegrarnos del futuro, si estamos convencidos de que está en manos de Dios, incluso en medio de la prueba y de la tribulación? Alegría y paz. Amor, alegría y paz son dones del Espíritu Santo. En cuanto dones del Espíritu santo sería un error identificar el amor con el sentimiento amoroso o con los amoríos, la alegría con los jolgorios y la paz con la ausencia de guerra, destrucción y muerte. Siendo frutos del Espíritu Santo, la alegría y la paz, únicamente quien las ha recibido por la fe, está en condiciones de experimentarlas, conocerlas, poseerlas, disfrutarlas, transmitirlas... La paz que habita en el alma del creyente inspira una alegría interior atrayente, que se manifiesta en la manera de vivir de la persona, y contagia hasta con la sola presencia. Por su parte, la alegría de la que el Espíritu dota transmite paz y orden en la vida, serenidad y armonía, y sobre todo una especie de imperturbabilidad espiritual, que ayuda a los demás. ¿Por qué no pedir al Espíritu Santo que nos conceda más abundantemente sus dones para prepararnos a la Navidad y para vivir mejor en espera del Cielo? Alegrémonos en el Señor. Vivamos la Paz de Dios. La Navidad está ya a las puertas. Un eco entrañable: la Virgen en el Adviento. Reciente todavía la fiesta de la Inmaculada, no deberíamos olvidar que, sobre todo san Pablo VI, el tiempo mariano por excelencia del año cristiano es el Adviento-Navidad. Las lecturas de hoy nos recuerdan, como un eco, la actitud de la Virgen frente al misterio del Dios que viene: la alegría de Sofonías o de Pablo está encarnada en ella ("se alegra mi espíritu en Dios mi Salvador"); el "regocíjate, hija de Dios" del profeta parece tener un paralelo en el "alégrate, llena de gracia" del ángel a María; y la invitación del precursor a una actitud de caridad y solidaridad mutua, que luego se convertirá en labios de Jesús en el primer mandamiento cristiano, ha tenido una discípula excelente en María, la que tuvo tiempo (meses) para ayudar a su prima Isabel, o la que estuvo atenta al problema de los novios de Caná. Nuestra Señora de la alegría, Reina de la paz, ruega por nosotros. PADRE ANGEL

viernes, 3 de diciembre de 2021

HOMILIA Solemnidad de la INMACULADA CONCEPCIÓN (8 de diciembre de 2021)

Primera: Génesis 3, 9-15.20; Salmo: Sal 97, 1. 2-3b. 3c-4; Segunda: Éfeso 1, 3-6. 11-12; Evangelio: Lucas 1, 26-38 Nexo entre las LECTURAS… Temas... El plan original de Dios. La fiesta que estamos celebrando hoy es como para que todos nos llenemos de alegría y esperanza. No sólo es la fiesta de una mujer, María de Nazaret, concebida por sus padres ya sin mancha alguna de pecado porque iba a ser la madre del Mesías. Es la fiesta de todos los que nos sentimos de alguna manera representados por ella. La Virgen, en este momento inicial en que Dios la llenó de gracia, es el inicio de la Iglesia, o sea, el comienzo absoluto de la comunidad de los creyentes en Cristo y los salvados por su Pascua. Ya desde la primera página de la historia humana, como hemos escuchado en la lectura del Génesis, cuando los hombres cometieron el primer pecado, Dios tomó la iniciativa y anunció la llegada del Salvador, descendiente del linaje de Adán, el que llevaría a término la victoria contra el mal. Y junto a él ya desde esa página aparece la "mujer", su madre, asociada de algún modo a esta victoria. San Pablo nos ha dicho aún con mayor cercanía cuáles son estos planes salvadores de Dios: Él nos ha elegido, nos ha llenado de bendiciones, nos ha destinado a ser sus hijos, herederos de su Reino, como hermanos que somos de Cristo Jesús. San Pablo no ha nombrado a la Virgen en este pasaje, pero nosotros sabemos, y hoy lo celebramos con gozo, que ella fue la primera salvada, la que participó de manera privilegiada de ese nuevo orden de cosas que su Hijo vino a traer a este mundo. Lo hemos dicho en la oración primera de la Misa: "preparaste a tu Hijo una digna morada y en previsión de su muerte, preservaste a María de todo pecado". La primera cristiana. Pero si estamos celebrando el "sí" que Dios ha dado a la raza humana en la persona de María, también nos gozamos hoy de cómo ella, bienaventurada Virgen María, cuando le llegó la llamada de Dios, le respondió con un "sí" decidido. Su "sí" se puede decir que es el "sí" de tantos millones de personas que a lo largo de los siglos han tenido fe en Dios, personas que tal vez no veían claro, que pasaban por dificultades, pero se fiaron de Dios y dijeron como ella: hágase en mí según tu Palabra... María, la mujer creyente, la mejor discípula de Jesús, la primera cristiana. No era ninguna princesa ni ninguna matrona importante en la sociedad de su tiempo. Era una mujer sencilla de pueblo, una muchacha pobre, novia y luego esposa de un humilde trabajador. Pero Dios se complace en los humildes, y la eligió a ella como madre del Mesías. Y ella, desde su sencillez, supo decir "sí" a Dios. Hoy celebramos el recuerdo de esta mujer y nos alegramos con ella. La fiesta de todos. Pero a la vez se puede decir que esta fiesta es también nuestra. La Virgen María, en el momento de su elección primordial y en el de su "sí" a Dios, fue (como diremos en el prefacio de hoy) "comienzo e imagen de la Iglesia". Cuando ella aceptó el anuncio del ángel, de parte de Dios, se puede decir que empezó la Iglesia: la humanidad, representada en ella, empezó a decir sí a la salvación que Dios le ofrecía con la llegada del Mesías. Si Eva significa "madre de todos los vivientes", podemos gozarnos de que, en María, la nueva Eva, que iba a estar junto al nuevo y definitivo Adán, Jesús, estamos como condensados todos nosotros, los que a lo largo de los siglos formamos la comunidad creyente de Jesús. En ella quedó bendecida toda la humanidad: la podemos mirar como modelo de fe y motivo de esperanza y alegría. Tenemos en María una buena Maestra para este Adviento y para la próxima Navidad: Nosotros queremos prepararnos a acoger bien en nuestras vidas la venida del Salvador. Ella, la Madre, fue la que mejor vivió en sí misma el Adviento, la Navidad y la Manifestación de Jesús como el Salvador de Dios. Mirándola, y gozándonos hoy con ella, nos animaremos a vivir mejor este Adviento y esta Navidad. Que nuestra Eucaristía de hoy, sea, por todos estos motivos, una entrañable acción de gracias a Dios, porque ha tomado gratuitamente la iniciativa con su plan de salvación, porque lo ha empezado a realizar ya en la Virgen María, y porque nos da la esperanza de que también para nosotros su amor nos está cercano y nos quiere colmar de sus bendiciones. Sugerencias... El cultivo de la vida de gracia. Al contemplar a María “Inmaculada” apreciamos la belleza sin par de la creatura sin pecado: «Toda hermosa eres María». La Gracia concedida a María inaugura todo el régimen de Gracia que animará a la humanidad hasta el fin de los tiempos. Al contemplar a María experimentamos al mismo tiempo la invitación de Dios para que, aunque, heridos por el pecado original, vivamos en gracia, luchemos contra el pecado, contra el demonio y sus acechanzas. Los hombres tenemos necesidad de Dios, tenemos necesidad de vivir en gracia de Dios para ser realmente felices, para poder realizarnos como personas y ser verdaderamente humanos… y ser verdaderos humanos es ser cristianos (Papa Francisco). Y la gracia la tenemos en Cristo. En el misterio de la Redención el hombre es «confirmado» y en cierto modo es nuevamente creado. ¡Somos creados de nuevo! ... El hombre que quiere comprenderse hasta el fondo a sí mismo –no solamente según criterios y medidas del propio ser inmediatos, parciales, a veces superficiales e incluso aparentes– debe, con su inquietud, incertidumbre e incluso con su debilidad y pecaminosidad, con su vida y con su muerte, acercarse a Cristo (san Juan Pablo II; Redemptor Hominis 10). Para vivir en gracia es necesario: orar y vigilar. La oración nos da la fuerza que viene de Dios. La vigilancia rechaza los ataques del enemigo. Vigilemos atentamente para rechazar las tentaciones que nos ofrece el mundo: el placer desordenado, el poder y la negación del servicio, la avaricia, el desenfreno sexual, las pasiones, toda clase de ideologías… es necesario invitar a rezar por el derecho del niño por nacer y rezar para que formemos una conciencia que busque, en todo, amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo en Dios. Nuestra participación en la obra de la redención. La peregrinación que nos corresponde vivir al inicio de este Año Litúrgico tiene mucho de peregrinación ascendente y de combate apostólico y de conquistas para la casa de Dios que es la Iglesia y el Mundo. Aquella enemistad anunciada en la primera lectura sigue siendo hoy en día una dramática realidad, se trata de una especie de combate del espíritu, pues las fuerzas del mal se oponen al avance del Reino de Dios. Vemos que, por desgracia, sigue habiendo guerras, muertes, crímenes, olvido de los más pobres, débiles y sufrientes y más todavía puesto que hoy se generan nuevas y más profundas clases de marginalidad y exclusión. Advertimos amenazas, en otro tiempo desconocidas, para el género humano: la manipulación genética, la corrupción del lenguaje, la amenaza de una destrucción total, el eclipse de la razón ante temas fundamentales como son la familia, la defensa de la vida desde su concepción hasta su término natural, el relativismo y el nihilismo que conducen a la pérdida total de los valores (san Pablo VI, Papa). Y podemos agregar el deterioro de la humanidad con las leyes de salud humana y el cuidado ambiental que no se centran en Dios y en sus mandamientos sino en los beneficios de los poderosos de turno. Nuestro peregrinar cristiano por esta tierra, más que el paseo del curioso transeúnte tiene rasgos del hombre que conquista terreno para su ‘bandera’ (cfr.: san José Gabriel Brochero). Nuestro peregrinar es un amor que no puede estar sin obrar por amor de Jesucristo, el Jefe supremo (san Ignacio de Loyola). Es anticipar la llegada del Reino de Dios por la caridad. No nos cansemos de sembrar el bien en el puesto que la providencia nos ha asignado… no desertemos de nuestro puesto, que las futuras generaciones tienen necesidad de la Semilla que hoy esparcimos por los campos de la Iglesia. Santa Teresa de Jesús –que experimentó también la llamada de Dios para tomar parte en el singular combate del bien contra el mal– nos dejó, en una de sus poesías, una valiosa indicación de cómo el amor, cuando es verdadero, no puede estar sin actuar, sin entregarse, sin luchar por el ser querido. María Inmaculada, ruega por nosotros y por el mundo entero.

HOMILIA VIERNES SANTO DE LA PASIÓN DEL SEÑOR (29 de marzo 2024)

  VIERNES SANTO DE LA PASIÓN DEL SEÑOR (29 de marzo 2024) Primera : Isaías 52,13 – 53,12;  Salmo : Sal 30, 2.6.12-13.15-16.17.25;  Segunda :...