lunes, 6 de diciembre de 2021

HOMILIA Tercer Domingo de ADVIENTO cC (12 de diciembre 2021)

Primera: Sofonías 3, 14-18a; Salmo: Is 12, 2-3 4abc. 5-6; Segunda: Filipenses 4, 4-7; Evangelio: Lucas 3, 2b-3.10-18 Nexo entre las LECTURAS Los textos litúrgicos del tercer Domingo de Adviento son un himno a la alegría. Alegría para los habitantes de Jerusalén que verán alejarse el dominio asirio y la idolatría y podrán rendir culto a Yahveh con libertad (primera lectura). En el salmo responsorial, se multiplican los imperativos para cantar: "dar gracias, invoquen, cuenten, proclamen, repiquen, anuncien, griten". Alegría de los cristianos, una alegría constante y desbordante, porque la paz de Dios "custodiará sus mentes y sus corazones en Cristo Jesús" (segunda lectura). Alegría del mismo Dios que exulta de gozo al estar en medio de su pueblo para protegerlo y salvarlo (primera lectura). Alegría que comunica Juan el Bautista al pueblo mediante la predicación de la Buena Nueva del Mesías salvador, que instaurará con su venida la justicia y la paz entre los hombres (evangelio). Es bueno darse cuenta de que la alegría está unida a la conversión. Temas... Invitación a la Alegría. Las lecturas de hoy nos han invitado insistentemente a la ALEGRÍA. En el mundo de hoy, con tantos dolores de cabeza para la sociedad y para cada persona, no deja de ser extraño que se nos proclamen unas palabras tan optimistas y llenas de esperanza. Pero es que estamos oyendo en verdad la Buena Noticia, el Evangelio de Cristo Jesús, en la preparación de la Navidad. Sofonías, con un lenguaje poético, ha entonado un canto a la alegría, que hoy escuchan miles y miles de comunidades cristianas en todo el mundo: "regocíjate, Hija de Sión, grita de júbilo, Israel, alégrate y gózate de todo corazón, Jerusalén..." El motivo es claro: "el Señor estará en medio de ti, y no temerás... el Señor tu Dios, en medio de ti, es un guerrero que salva: Él se goza y se complace en ti, te ama y se alegra con júbilo, como en día de fiesta" Lo que el profeta veía como promesa, nosotros lo celebramos con la convicción de que Dios nos ha mostrado su cercanía y su amor enviándonos ya, hace dos mil años u un poco más, a su Hijo como nuestro Señor y Salvador. San Pablo, lo ha dice con más fuerza todavía: "estén siempre alegres en el Señor: se los repito, estén alegres... El Señor está cerca. Nada los preocupe... y la paz de Dios custodiará los corazones de ustedes". Repetimos las frases que habíamos escuchado en las lecturas, porque en verdad éste es un mensaje que vale la pena proclamar en medio de la comunidad cristiana y de la sociedad tan falta de esperanza y con tantas amarguras, entre las que pesa mucho el COVID, la cuarentena y las leyes deshumanizantes que proponen los gobiernos y la organización mundial de la salud. Hoy y aquí, a nosotros, Dios nos ha dirigido una Palabra de ánimo, diciéndonos que no tengamos miedo, que nuestro corazón esté en paz, porque Él nos está siempre cerca. La celebración de la Navidad, a la que nos estamos preparando, es todo un pregón de confianza y optimismo: nos asegura que Dios perdona, que ama. No estamos solos en nuestro camino, aunque muchas veces nos lo parezca. La situación de cada uno, o de la humanidad, puede ser preocupante. Al igual que la del pueblo de Israel en tiempos de Sofonías o la de la comunidad cristiana en los de Pablo. Y sin embargo a ellos y a nosotros nos ha sido proclamada una palabra de amor y de alegría. Cristo Jesús, desde su nacimiento en Belén, está con nosotros, en medio de nosotros, aunque no le veamos. El día de la Ascensión se despidió de los suyos con una promesa: yo estaré con ustedes todos los días hasta el fin del mundo... Por eso lo que celebramos en estos días nos llena de serenidad y de esperanza. Junto a la Alegría, el Esfuerzo. Pero a la vez hemos escuchado otra voz también seria. El profeta precursor de Jesús, Juan el Bautista, que también anunciaba "la Buena Noticia" al pueblo, les propuso, y nos propone hoy a nosotros, un programa de vida exigente para preparar la venida del Mesías. El Bautista, a orillas del río Jordán, ha sido muy concreto en su exigencia: "el que tenga dos túnicas, que se las reparta con el que no tiene, y el que tenga comida, haga lo mismo... no exijan más de lo establecido... no extorsionen a nadie..." Muchos esperan la Navidad por las vacaciones, por los regalos, por la fiesta; ojalá sea en verdad tiempo de felicidad para todos. Pero los cristianos vemos esos días con unos ojos especiales: celebramos la venida del Hijo de Dios a nuestra historia, y eso da una profundidad nueva a la fiesta. Y a la vez, esta mirada cristiana nos hace pensar: si queremos celebrar bien la Navidad, hemos de acoger / recibir a Cristo Jesús en nuestras vidas, en nuestro proyecto existencial: algo tiene que cambiar en nuestro estilo de vida. ¿No nos convendría pensar cómo cumplir estos días el programa del Bautista? ¿cómo compartiremos nuestros bienes con el más necesitado, cómo seremos más amantes de la justicia y de la verdad? Hoy se nos invita a la alegría, pero también al trabajo y a la seriedad en nuestro camino, como cristianos que quieren vivir conforme al evangelio de Cristo Jesús. Eucaristía y Vida. Que se note este tono de esperanza alegre en nuestra EUCARISTÍA, elevando a Dios, con más convicción que nunca, nuestra acción de gracias y nuestro canto de alabanza. Que se note también en nuestra VIDA este mayor optimismo, esta alegría y esta paz interior que nos da al sabernos salvados por Dios. Que se note sobre todo en nuestra actitud de mayor comprensión y cercanía para con los demás, como nos ha dicho el Bautista. Entonces, seguramente, la Navidad del año 2021 será para todos una gracia y una felicidad verdadera. Sugerencias... Alegrarse ya del futuro. Sofonías anuncia la liberación de Jerusalén y Judá, pero todavía no ha llegado. Con todo, ya el mismo anuncio debe ser causa de alegría. Juan Bautista goza ya por anticipado de la venida del Mesías, aunque todavía no se haya hecho presente. Los cristianos vivimos con alegría este período de Adviento, aun a sabiendas de que la Navidad no ha llegado todavía. Los cristianos estamos practicando el bien en el presente, pero con la mirada puesta en el futuro, que ha de ser siempre fuente de alegría. El cristiano, hombre de la esperanza, dice con su vida que todo tiempo futuro será mejor y esto le infunde una grande alegría y esperanza a todos -por la acción misteriosa y eficaz del Espíritu Santo- en la historia, en los hombres; en el progreso de los pueblos, en la verdad y en la justicia, y contribuye -de alguna manera- al reinado de Dios. Y ¿cómo no alegrarnos del futuro, si estamos convencidos de que está en manos de Dios, incluso en medio de la prueba y de la tribulación? Alegría y paz. Amor, alegría y paz son dones del Espíritu Santo. En cuanto dones del Espíritu santo sería un error identificar el amor con el sentimiento amoroso o con los amoríos, la alegría con los jolgorios y la paz con la ausencia de guerra, destrucción y muerte. Siendo frutos del Espíritu Santo, la alegría y la paz, únicamente quien las ha recibido por la fe, está en condiciones de experimentarlas, conocerlas, poseerlas, disfrutarlas, transmitirlas... La paz que habita en el alma del creyente inspira una alegría interior atrayente, que se manifiesta en la manera de vivir de la persona, y contagia hasta con la sola presencia. Por su parte, la alegría de la que el Espíritu dota transmite paz y orden en la vida, serenidad y armonía, y sobre todo una especie de imperturbabilidad espiritual, que ayuda a los demás. ¿Por qué no pedir al Espíritu Santo que nos conceda más abundantemente sus dones para prepararnos a la Navidad y para vivir mejor en espera del Cielo? Alegrémonos en el Señor. Vivamos la Paz de Dios. La Navidad está ya a las puertas. Un eco entrañable: la Virgen en el Adviento. Reciente todavía la fiesta de la Inmaculada, no deberíamos olvidar que, sobre todo san Pablo VI, el tiempo mariano por excelencia del año cristiano es el Adviento-Navidad. Las lecturas de hoy nos recuerdan, como un eco, la actitud de la Virgen frente al misterio del Dios que viene: la alegría de Sofonías o de Pablo está encarnada en ella ("se alegra mi espíritu en Dios mi Salvador"); el "regocíjate, hija de Dios" del profeta parece tener un paralelo en el "alégrate, llena de gracia" del ángel a María; y la invitación del precursor a una actitud de caridad y solidaridad mutua, que luego se convertirá en labios de Jesús en el primer mandamiento cristiano, ha tenido una discípula excelente en María, la que tuvo tiempo (meses) para ayudar a su prima Isabel, o la que estuvo atenta al problema de los novios de Caná. Nuestra Señora de la alegría, Reina de la paz, ruega por nosotros. PADRE ANGEL

HOMILIA VIERNES SANTO DE LA PASIÓN DEL SEÑOR (29 de marzo 2024)

  VIERNES SANTO DE LA PASIÓN DEL SEÑOR (29 de marzo 2024) Primera : Isaías 52,13 – 53,12;  Salmo : Sal 30, 2.6.12-13.15-16.17.25;  Segunda :...