lunes, 14 de septiembre de 2020

HOMILIA Domingo vigesimoquinto del TIEMPO ORDINARIO cA (20 de septiembre de 2020)

Domingo vigesimoquinto del TIEMPO ORDINARIO cA (20 de septiembre de 2020) Primera: Isaías 55, 6-9; Salmo: Sal 144, 2-3. 8-9. 17-18; Segunda: Filipenses 1, 20b-26; Evangelio: Mateo 19, 30 – 20, 16 Nexo entre las LECTURAS "Camino" es una palabra muy frecuente en la Biblia, y está presente (nexo) en la liturgia de este Domingo. Primeramente el camino del hombre: Estos últimos trabajaron nada más que una hora, y tú les das lo mismo que a nosotros, que hemos soportado el peso del trabajo y el calor durante toda la jornada y luego, el camino de Dios: Amigo, no soy injusto contigo, ¿acaso no habíamos tratado en un denario? Toma lo que es tuyo y vete. Quiero dar a este que llega último lo mismo que a ti. ¿No tengo derecho a disponer de mis bienes como me parece? ¿Por qué tomas a mal que yo sea bueno? Por eso, en la primera lectura leemos: Porque los pensamientos de ustedes no son los míos, ni los caminos de ustedes son mis caminos. Finalmente, el camino del cristiano nos lo enseña Pablo con su vida: Me siento urgido de ambas partes: deseo irme para estar con Cristo, porque es mucho mejor, pero por el bien de ustedes es preferible que permanezca en este cuerpo. El camino del cristiano es el de la Voluntad de Dios, tal como ésta se manifiesta en el tiempo. Pidamos la gracia de estar abiertos a lo sobrenatural, allí Dios nos da las gracias que necesitamos para responder, con una vida santa, a la voluntad de Dios… pues ser santos es lo normal en un cristiano (en el Duomo de Milán, Benedicto XVI, 4 de jun de 2012). Temas... Invitaciones de Dios. Dios llama, Dios invita: ese es el mensaje de este Domingo. Nuestro Dios no es uno que se queda cómodo (inmóvil) en su casa feliz, ausente de la suerte de sus creaturas. Si Dios llama es porque ama. Nos llama porque le importamos. El primer llamado que nos hizo Dios fue a la existencia, realidad muy negada por las ideologías que están de moda. El capítulo primero del Génesis describe el acto creador como el fruto de una palabra poderosa que trae de la nada al ser. Dios me llamó cuando me creó. Pero Dios me creó libre, esto es, capaz de aceptar su voz o incluso de rechazarla. Por eso, no sólo me habló para crearme, sino que me guía o quiere guiarme con su voz (Buen Pastor). A través de sus profetas Dios se deja oír, como lo hizo hoy por boca de Isaías: "¡que el malvado abandone su camino y el criminal sus planes!" La voz de Dios se dirige a todo nuestro ser. Por consiguiente, no apunta solamente a lo que hemos sido, por ejemplo, para denunciar nuestros pecados, sino que mira a lo que podemos llegar a ser. Por eso la palabra divina da fuerza, ánimo y da una razón para la esperanza: "que el malvado regrese al Señor, y Él tendrá piedad; a nuestro Dios, que es rico en perdón..." Una mirada más amplia. Como nuestra mirada es tan limitada en tantos aspectos, a menudo nos cuesta trabajo adivinar las razones de Dios. Si nuestra mirada pudiera ampliarse, si no se limitara solo al pasado y el presente, podríamos, como hace Dios, ver las infinitas posibilidades de la gente que nos rodea. Veríamos que un perseguidor, como Pablo, puede llegar a ser un gran apóstol. Veríamos que un vividor como Francisco de Asís puede llegar a ser un santo maravilloso. Veríamos que un pescador de peces podía llegara ser y llegó a ser "pescador de hombres." Pero hay más que eso. Si nuestra mirada se amplía reconocemos que no sólo existe la belleza de no haberse equivocado sino también la belleza de ser perdonado. Es sobre todo esa belleza la que más nos cuesta descubrir, y sin embargo es indispensable descubrirla si queremos concebir, aunque sólo sea los rudimentos de la inmensidad del amor que Dios nos tiene, pues en nada brilla tanto el amor como en el perdón. Los últimos y los primeros. Parece cosa comprobada que Jesús utilizó algunos de los recursos "pedagógicos" que eran de uso frecuente entre los maestros rabinos. Expresiones como "los últimos serán los primeros, y los primeros, los últimos" tienen una fuerza mnemotécnica muy grande. Resultan fáciles de recordar por su estilo paradójico y por la multitud de situaciones a los que pueden aplicarse. Jesús utilizó varias de esas expresiones paradójicas. Otra, por ejemplo, es: "el que se humilla será ensalzado y el que se ensalza será humillado". Y otra semejante: "nada hay oculto que no llegue a saberse". Este modo de hablar hacía que las enseñanzas del Señor quedaran grabadas pronta y profundamente en el corazón de sus oyentes, incluso si no podían escuchar completos largos discursos. El evangelio de hoy pone en escena un pequeño drama que ilustra por qué hay primeros que resultan últimos y últimos que quedan de primeros. Los "primeros" en este caso son los que fueron contratados en primer lugar; consiguientemente, los "últimos" corresponden a los que llegaron al caer de la tarde. Para todos el poder trabajar fue en sí mismo un regalo, porque todos estaban perdiendo la vida sin dirección ni sentido, pero ese regalo (llamada) dejó de serlo en la mente de aquellos que lo recibieron primero. Para ellos el regalo se volvió tedio, y la oportunidad, una tarea. Llegar ‘de primeros’ no aumento su gratitud sino su capacidad de crítica y su sensibilidad al propio dolor o incomodidad. Por eso acabaron de últimos. A nosotros puede sucedernos lo mismo. En ocasiones sucede que quien ha tenido menos ocasiones de pecar no por ello cuenta en su balance más ocasiones para agradecer. Y pasa también que quien llevó una vida lejana al Señor cuando le descubre avanza más y mejor que los que siempre estuvieron cercanos a Él. ¡Qué buen Domingo para sentirnos agradecidos de trabajar en la Viña del Señor! Y más bueno aún ¡para invitar a otros a compartir este trabajo! Sugerencias... Para 'ajustar' nuestras relaciones con Dios, hay que 'ajustar' primeramente nuestro corazón. El camino del hombre. Se enseña mucho a pensar que nuestras relaciones con los demás sean en términos de contrato y de justicia conmutativa. Eso hace que así pensemos las relaciones laborales, en las que el trabajador intercambia, mediante un contrato con el patrón, mano de obra por salario, y viceversa. No están libres de esta mentalidad las relaciones con las instituciones públicas o privadas, ni siquiera las mismas relaciones familiares: entre esposos, entre padres e hijos. El hombre, así ‘enseñado’, aplica estas mismas categorías a sus relaciones con Dios. ¡Relaciones de contrato, de mérito, de justicia! Ante esta situación, Dios, en la liturgia de hoy, le dice al hombre que se cree justo: "Estás equivocado. Mis relaciones con el hombre no son las de un patrón, ni las relaciones del hombre conmigo las de un asalariado". No es que Dios no sea justo, es que, Su amor, va más allá de la justicia: 'Cuanto dista el cielo de la tierra, así mis caminos de los de ustedes y mis planes de los de ustedes’ (Is 55,9). Se trata de relaciones en las que imperan la libertad del amor y la bondad de corazón. El hombre 'justo’, del texto, se desconcierta ante este modo del actuar divino y siente el gusanillo de la envidia. Esto significa que no ha entrado en el camino de Dios, camino de libertad y de bondad de Padre. Tendrá que cambiar de mentalidad, a fin de pasar del estado de 'justo' al de justificado, de hombre y mujer del mundo a SANTOS e IRREPROCHABLES en su presencia por el amor. Las ideologías nos han vaciado el corazón y la mente y hay muchos enceguecidos que no ven (ni descubren, ni valoran) que estamos llamados a participar del CIELO. El camino de Dios. La revelación nos habla de la "justicia de Dios", pero no en términos horizontales, sino salvíficos: Dios es justo en cuanto nos justifica, nos salva de nuestros pecados, nos redime mediante su Hijo, es justo en su infinita MISERICORDIA (recordemos el Jubileo de la Misericordia). Su justicia altera nuestra justicia, porque está impregnada de amor y de bondad. ¡Qué lejos la justicia de Dios de la mera justicia contractual y solamente legal! Por eso, la frase final del texto evangélico es inquietante para unos y consoladora para otros: 'Los últimos serán primeros, y los primeros, últimos'. Los que buscan justicia conmutativa en sus relaciones con Dios ocuparán el último puesto en el Reino de Dios, mientras que los que dejen actuar en sus vidas la justicia salvífica (el reino del perdón y de la misericordia), ocuparán el primer lugar. ¡Estos son los caminos de Dios, tan distantes y distintos de los nuestros! Miremos contemplando a la beata Virgen María, Madre misericordiosa que reza y alaba diciendo: “Mi alma canta la grandeza del Señor”. Miremos e imitemos, a la Virgen, para que nuestra vida sea un canto de felicidad en el amor y servicio ahora y gozo y paz en el Banquete de las Bodas del Cordero. El camino del cristiano, por lo dicho, es Camino Mariano. Pablo es símbolo y figura de un hombre conquistado por Cristo, de un cristiano auténtico. Como Jesucristo, como nuestra Madre, Pablo ha hecho de la voluntad de Dios el camino de su existencia. Por eso, no tiene "caminos personales", más bien deja que Dios le manifieste su voluntad mediante los acontecimientos de cada día. Por gusto, desearía morir para estar con Cristo; por misión, se siente llamado a continuar en la vida para predicar el Evangelio. No elige. Deja que Dios le vaya mostrando su camino, sea el que sea, y está dispuesto a realizarlo con prontitud y alegría. Un cristiano no tiene "camino propio": es Dios quien le va abriendo, día tras día, el camino… lo acepto todo, con tal que tu voluntad se cumpla en mí y en todas tus creaturas, no deseo nada más, PADRE! (beato Charles de Foucault).

HOMILIA VIERNES SANTO DE LA PASIÓN DEL SEÑOR (29 de marzo 2024)

  VIERNES SANTO DE LA PASIÓN DEL SEÑOR (29 de marzo 2024) Primera : Isaías 52,13 – 53,12;  Salmo : Sal 30, 2.6.12-13.15-16.17.25;  Segunda :...