miércoles, 31 de octubre de 2018

HOMILIA TODOS LOS SANTOS, solemnidad. Jueves (01 de noviembre de 2018)

TODOS LOS SANTOS, solemnidad. Jueves (01de noviembre de 2018) Primera: Apocalipsis 7, 2-4.9-14; Salmo: Sal 23, 1-6; Segunda: 1Juan 3, 1-3; Evangelio: Mateo 5, 1-12a Nexo entre las LECTURAS… Temas... Sugerencias… La antífona de entrada es quien nos sugiere el nexo y el tema y las sugerencias: «Alegrémonos todos en el Señor al celebrar este día de fiesta en honor de todos los Santos. Los ángeles se alegran de esta solemnidad y alaban a una al Hijo de Dios» (Entrada). 1. La Liturgia de la Iglesia peregrina se une hoy a la de la Iglesia celestial para celebrar a Cristo Señor, fuente de la santidad y de la gloria de los elegidos, «muchedumbre inmensa que nadie podría contar, de toda nación, razas, pueblos y lenguas» (ib 9). Todos están «marcados en la frente» y «vestidos con vestiduras blancas», lavadas «en la sangre del Cordero» (ib 3, 9.14). Marca y vestidos son símbolos del bautismo que imprime en el hombre el carácter inconfundible de la pertenencia a Cristo y que, purificándolo del pecado, lo reviste de pureza y de gracia en virtud de su sangre. Pues la santidad, de nuevo lo dice el Papa Francisco, no es otra cosa que la maduración plena de la gracia bautismal, y así es posible en todos los bautizados (Conc. Vat. II). Los Santos que festeja hoy la iglesia no son sólo los reconocidos oficialmente por la canonización, sino también aquellos otros muchos más numerosos y desconocidos que han sabido, «con la ayuda de Dios, conservar y perfeccionar en su Vida la santificación que recibieron» (LG 40). Santidad oculta, vivida en las circunstancias ordinarias de la vida, como dice el Papa “santos de la casa de al lado, sin brillo aparente, sin gestos que atraigan la atención por lo esplendoroso, pero real y preciosa. Mas hay una característica común a todos los elegidos: «Estos son -dice el sagrado texto los que vienen de la gran tribulación» (Ap 7, 14). «Gran tribulación» es la lucha sostenida por la defensa de la fe, son las persecuciones y el martirio sufridos por Cristo (el Papa en la Misa de canonización del Domingo 14.10), y lo son también las cruces y los trabajos de la vida cotidiana. Los Santos llegaron a la gloria sólo a través de la tribulación, la cual completó la purificación comenzada en el bautismo y los asoció a la pasión de Cristo para asociarlos luego a su gloria. Llegados a la bienaventuranza eterna, los “elegidos” no cesan de dar gracias a Dios por ello y cantan «con voz potente»: «La salvación es de nuestro Dios, que está sentado en el trono y del Cordero» (ib 10). Y responde en el cielo el «Amén» eterno de los ángeles postrados delante del trono del Altísimo (ib 11-12); y debe responder en la tierra el «Amén» de todo el Pueblo de Dios que camina hacia la patria celestial esforzándose en imitar la santidad de los elegidos. «Amén», así es, por la gracia de Cristo que abre a todos el camino de la santidad. 2. La segunda lectura (1 Jn 3, 1-3) reasume y completa el tema de la primera lectura poniendo en evidencia el amor de Dios que ha hecho al hombre hijo suyo y la dignidad del mismo hombre que es realmente hijo de Dios. «Miren qué amor nos ha tenido el Padre para llamarnos hijos de Dios, pues ¡lo somos!» (ib 1). Don que no se reserva para la vida en el cielo (que llamamos eterna), sino que se otorga ya en la vida presente, realidad profunda que transforma interiormente al hombre haciéndolo partícipe de la vida divina. Con todo, aquí en la tierra es una realidad que permanece velada; se manifestará plenamente en la gloria; entonces «seremos semejantes a Dios, porque le veremos tal cual es» (ib 2). La gloria que contempla hoy la Iglesia en los Santos es precisamente la que se deriva de la visión de Dios, por la cual están revestidos e incluidos de su resplandor infinito. 3. En el Evangelio (Mt 5, 1-123) Jesús mismo ilustra el tema de la santidad y de la bienaventuranza eterna mostrando el camino que conduce a ella. Punto de partida son las condiciones concretas de la Vida humana donde el sufrimiento no es un incidente fortuito, sino una realidad conexa a su estructura. Jesús no vino a anularlo, sino a redimirlo, haciendo de él un medio de salvación y de bienaventuranza eterna. La pobreza, las aflicciones, las injusticias, las persecuciones aceptadas con corazón humilde y sumiso a la voluntad de Dios, con serenidad nacida de la fe en Él y con el deseo de participar en la pasión de Cristo, no envilecen al hombre, antes lo ennoblecen; lo purifican, lo hacen semejante al Salvador doliente y, por ende, digno de tener parte en su gloria. «Bienaventurados los pobres..., bienaventurados los que lloran… bienaventurados los que tienen hambre y sed de la justicia..., bienaventurados los perseguidos..., porque de ellos es el Reino de los Cielos» (ib 3-4.6.10). También las otras cuatro bienaventuranzas, aunque no digan relación directa al sufrimiento, exigen un gran espíritu de sacrificio. Pues no se puede ser manso, misericordioso, puro de corazón o pacífico sin luchar contra las propias pasiones y sin vencerse a sí mismo para aceptar serenamente situaciones difíciles y sembrar doquiera amor y paz. El itinerario de las bienaventuranzas es el recorrido por los santos; pero de modo especialísimo es el recorrido por Jesús que quiso tomar sobre sí las miserias y sufrimientos humanos para enseñar al hombre a santificarlos. En él pobre, doliente, manso, misericordioso, pacifico, perseguido y por este camino llegado a la gloria, encuentra el cristiano la realización más perfecta de las bienaventuranzas evangélicas. También, el itinerario de las bienaventuranzas es el de la Virgen María, Madre del Amor Hermoso y Madre nuestra, de toda la humanidad. ¡Feliz día!

HOMILIA VIERNES SANTO DE LA PASIÓN DEL SEÑOR (29 de marzo 2024)

  VIERNES SANTO DE LA PASIÓN DEL SEÑOR (29 de marzo 2024) Primera : Isaías 52,13 – 53,12;  Salmo : Sal 30, 2.6.12-13.15-16.17.25;  Segunda :...