lunes, 6 de febrero de 2023

HOMILIA Domingo Sexto del TIEMPO ORDINARIO cA (12 de febrero de 2023)

 Domingo Sexto del TIEMPO ORDINARIO cA (12 de febrero de 2023)

Primera: Eclesiástico 15, 15-20; Salmo: Sal 118, 1-2.4-5.17-18.33-34; Segunda: 1Corintios 2, 6-10;

Evangelio: Mateo 5, 17-37

Nexo entre las LECTURAS

Las lecturas de hoy se centran en la auténtica libertad. En la primera lectura el autor del Eclesiástico recurre

a imágenes para mostrar la responsabilidad del hombre en su obrar: "Fuego y agua he puesto ante ti, alarga

la mano a lo que quieras. Ante el hombre están vida y muerte; lo que él quiera se le dará". Jesucristo, en el

Evangelio, desafía la libertad con la elección: "Han oído que se dijo...pero Yo les digo...". Se nos pide que

elijamos libremente hacer el bien… nos liberó Cristo no de algo, sino para algo, para practicar el amor

(obras de misericordia) y el servicio. Finalmente, san Pablo exhorta a los cristianos de Corinto a elegir una

sabiduría superior: divina, misteriosa, escondida, que Dios nos ha revelado por medio de su Espíritu

(segunda lectura). Dice el autor del Salmo que son felices los que siguen la Ley del Señor y termina con una

súplica humilde: Muéstrame, Señor, el camino de tus preceptos, y yo los cumpliré a la perfección.

Temas...

El sentido de la ley: Al comienzo del evangelio, Jesús subraya que no ha venido a abolir la ley dada por

Dios en la Antigua Alianza, sino a darle plenitud: a cumplirla en su sentido original, tal y como Dios quiere.

Y esto hasta en lo más pequeño, es decir, hasta el sentido más íntimo que Dios le ha dado. Este sentido fue

indicado en el Sinaí: «Santifíquense y sean santos, porque yo soy santo» (Lv 11, 44). Jesús lo reitera en el

sermón de la montaña: «Sean buenos del todo, como es bueno el Padre del cielo» (Mt 5, 48). Tal es el

sentido de los mandamientos: quien quiere estar en alianza con Dios, debe corresponder a su actitud y a sus

sentimientos; esto es lo que pretenden los mandamientos. Y Jesús nos mostrará que este cumplimiento de la

ley es posible: Él vivirá ante nosotros, a lo largo de su vida, el sentido último de la ley, hasta que «todo (lo

que ha sido profetizado) se cumpla», hasta la cruz y la resurrección. No se nos pide nada imposible, la

primera lectura lo dice literalmente: «Si quieres, guardarás sus mandatos». «Cumplir la voluntad de Dios»

no es sino «fidelidad» «nobleza», es decir: nuestro deseo de corresponder a su oferta con gratitud. «El

precepto que yo te mando hoy no es cosa que te exceda ni inalcanzable... El mandamiento está a tu alcance;

en tu corazón y en tu boca. Cúmplelo» (Dt 30, 11.14).

Jesús dice…: Ciertamente parece que en todas estas antítesis («Han oído que se dijo a los antiguos... Pero

Yo les digo») Jesús quiere llevar a plenitud la ley de la Antigua Alianza. Pero la “nueva Ley” no es más que

la que desvela las intenciones y las consecuencias últimas de la antigua. Jesús, además, la purifica de la

herrumbre que se ha ido depositando sobre ella a causa de la negligencia y de la comodidad minimalista de

los hombres, y muestra el sentido límpido que Dios le había dado desde siempre. Para Dios jamás hubo

oposición entre la ley del Sinaí y la fe de Abrahán: guardar los mandamientos de Dios es lo mismo que la

obediencia de la fe. Esto es lo que los «letrados y fariseos» no habían comprendido en su propia justicia, y

por eso su «justicia» debe ser superada en dirección a Abrahán y, más profundamente aún, en dirección a

Cristo. La alianza es la oferta de la reconciliación de Dios con los hombres, por lo que el hombre debe

reconciliarse primero con su prójimo antes de presentarse ante Dios. Dios es eternamente fiel en su alianza,

por eso el matrimonio entre hombre y mujer debe ser una imagen de esta fidelidad. Dios es veraz en su

fidelidad, por lo que el hombre debe atenerse a un sí y a un no verdaderos. En todo esto se trata de una

decisión definitiva (libertad): o me busco a mí mismo y mi propia promoción, o busco a Dios y me pongo

enteramente a su servicio; es decir, escojo la muerte o la vida: «Delante del hombre están muerte y vida: a

cada uno le darán lo que cada uno escoja» (primera lectura).

La profundidad con la que Jesús conoce y comprende la ley de Dios conduce a la ganancia del Reino de los

cielos (Mt 5,20) o a su pérdida, el infierno, el fuego (Mt 5, 22.29.30). El que sigue a Dios, le encuentra y

entra en su Reino; quien sólo busca en la ley su perfección personal, le pierde y, si persiste en su actitud, le

pierde definitivamente. El mundo (dice Pablo en la segunda lectura) no conoce este radicalismo; sin el

Espíritu revelador de Dios «ni el ojo vio, ni el oído oyó, ni el hombre puede pensar» lo que Dios da cuando

se corresponde a su exigencia. Pero a nosotros nos lo ha revelado el Espíritu Santo, «que penetra hasta la

profundidad de Dios», y con ello también hasta las profundidades de la gracia que nos ofrece en la ley de su

alianza: «ser como Él» en su amor y en su misericordia.

Sugerencias...

La libertad cristiana en una sociedad pluralista requiere de gran discernimiento. Los fieles cristianos

vivimos en el pluralismo religioso, político, cultural. Un pluralismo que afecta al mismo modo de ver el bien


y el mal y, consiguientemente, a opciones diversas en campos importantes de la vida humana o de la

sociedad. Para un cristiano el aborto voluntario es siempre un mal, pero en la sociedad pluralista hay quienes

en algunos casos lo consideran posible y hasta necesario. Para un cristiano la prostitución va contra la

dignidad de la mujer y del varón, pero hay quienes la consideran como una "profesión", buena y legítima

como otras... Este pluralismo no ha de debilitar nuestras convicciones, más bien las debe afianzar y nos

llevará a dar razón de nuestra fe y de nuestra postura (San Juan Pablo II, jornada mundial de los jóvenes en

Buenos Aires, Argentina). Pero tampoco nos ha de llevar al fanatismo y a la intransigencia con quienes no

comparten nuestra fe y nuestra moral (Papa Francisco, E. Gaudium). El respeto a las diferencias y el diálogo

ecuménico y más que nada el testimonio de coherencia cristiana, debe ser el camino preferido por nuestra

LIBERTAD.

El Espíritu de libertad. El cristiano, cada discípulo–misionero, en el buen ejercicio de su libertad, actúa

bajo la acción del Espíritu. El discernimiento por obra del Espíritu y la docilidad a este mismo Espíritu

permiten al cristiano el uso más pleno de su libertad, el paso de lo bueno a lo mejor, de lo no exigido por la

sociedad o por el ambiente en que se vive a lo exigido por la conciencia, de la simple ayuda a los demás a la

generosidad sin medida. Mientras más dócil sea cada cristiano a la acción del Espíritu Santo en su

conciencia, más libre será en sus opciones fundamentales y en las decisiones grandes y pequeñas de todos

los días. Con el Espíritu Santo y solo con Él, “comprendemos que Jesús no da importancia sencillamente a la

observancia disciplinar y a la conducta exterior. Él va a la raíz de la Ley, apuntando sobre todo a la intención

y, por lo tanto, al corazón del hombre, donde tienen origen nuestras acciones buenas y malas. Para tener

comportamientos buenos y honestos no bastan las normas jurídicas, sino que son necesarias motivaciones

profundas, expresiones de una sabiduría oculta, la Sabiduría de Dios, que se puede acoger gracias al Espíritu

Santo. Y nosotros, a través de la fe en Cristo, podemos abrirnos a la acción del Espíritu, que nos hace

capaces de vivir el amor divino. A la luz de esta enseñanza, cada precepto revela su pleno significado como

exigencia de amor, y todos se unen en el más grande mandamiento: ama a Dios con todo el corazón y ama al

prójimo como a ti mismo” (Francisco, 16 de feb de 2014).

Nuestra Señora del SI, del HÁGASE, ruega por nosotros.

HOMILIA VIERNES SANTO DE LA PASIÓN DEL SEÑOR (29 de marzo 2024)

  VIERNES SANTO DE LA PASIÓN DEL SEÑOR (29 de marzo 2024) Primera : Isaías 52,13 – 53,12;  Salmo : Sal 30, 2.6.12-13.15-16.17.25;  Segunda :...