miércoles, 10 de diciembre de 2014

“Estén siempre alegres” (Flp. 4,4) Mensaje de los obispos de la patagonia

“Estén siempre alegres” (Flp. 4,4)
Mensaje de los obispos de la Región Patagonia-Comahue para la Navidad 2014 (Diciembre de 2014)

Queridos hermanos y hermanas:

Llega la Navidad y queremos desearles lo que San Pablo en nombre de Dios nos in-vita insistentemente: “estén siempre alegres”. De verdad ese es el augurio que les deseamos.

1. Algunos nos dirán:
  • ¿cómo estar alegres si los hombres no logramos la reconciliación y la paz, no solo en la sociedad en que vivimos, sino también en el seno de nuestras familias?
  • ¿cómo estar alegres si nuestros hijos y nietos viven con escasas oportunidades de estudio y de trabajo?
  • ¿cómo vivir alegres si tantos niños, adolescentes, y jóvenes, padres, autoridades públicas y… tantos adultos son atrapados por el mundo de la droga?
  • ¿cómo estar alegres si la subsistencia de cada día depende de “una changa” que no siempre se encuentra, de un sueldo tan alejado del costo de vida, o de una vida subsidiada que empobrece la dignidad?
  • ¿cómo estar alegres si las noticias de cada día, y los medios de comunicación masi-vos ponen de relieve insistentemente hechos de violencia y de muerte?
  • ¿cómo estar alegres si las grandes explotaciones (frutícolas, mineras y petroleras) benefician a unos pocos y postergan a muchos?
  • ¿cómo estar alegres si muchas urgencias sociales no son recepcionadas por quienes tienen el deber de ocuparse de las mismas?

2. No desconocemos esta cruda realidad, la sufrimos y sabemos las consecuencias do-lorosas en la vida de muchos. Pero la historia no queda cerrada en este triste horizonte. Fe-lizmente, con muchos hombres y mujeres de ayer y de hoy, descubrimos que “la noche” de la Navidad, hace sentir el anhelo de un camino nuevo de esperanza y alegría.

No nos equivocamos si decimos que en la noche de Navidad había más oscuridad que cualquier noche. En esa noche María y José vivieron la experiencia dolorosa de no existir para nadie, “no había lugar para ellos” dice el evangelista. No eran tenidos en cuenta ni por las autoridades del Imperio Romano que los había convocado a Belén para un censo, ni por las organizaciones civiles y religiosas de la ciudad santa, ni por los vecinos,…. En ese desamparo total, enfrentaron lo que no podía esperar a “mañana”: el nacimiento de su hijo. Tuvieron que resolver con sus recursos lo urgente de ese momento, y resolverlo en la pobreza, lejos de tener lo imprescindible, llenos de inseguridades. Podríamos decir entonces que esa noche de Belén concentra plenamente las carencias y angustias de la humanidad y que son las de muchos de nosotros.

En esa oscuridad, el Evangelio trae una noticia sorprendente: “les traigo una buena noticia, una gran alegría para todo el pueblo” (Lc.2,10) . ¿Y cuál es esa Buena Noticia llena de esperanza y alegría? Un Salvador nos ha sido nacido, y Dios está con nosotros, ¡nunca más solos!.

En esta Navidad 2014 queremos reconocer con ustedes esta buena noticia: Dios se metió en nuestra historia, se hizo compañero de camino, sostén y fuerza, ‘descarguen, en-tonces, en Él todas sus preocupaciones porque Él se interesa por ustedes’ (1Pe 5,7)

3. Cada Navidad es inicio y camino de alegría porque:
  • En ese niño recién nacido está todo el Amor de Dios. La misericordia infinita de Dios sale a nuestro encuentro con toda su ternura para curar heridas, abrir caminos nuevos y dejar al descubierto con su luz, nuestras miserias y pecados. El pecado es la causa del mal. Somos pecadores, queremos reconocerlo, no esconderlo ni aceptarlo como “normal”. Situaciones que generan sufrimiento en muchos, tienen como raíz a personas concretas, a nosotros, que muchas veces vivimos encerrados en nuestros intereses, comodidades, y proyectando la vida sin importarnos los otros. La Navidad nos llama a dejarnos tocar por ese Amor, a convertirnos, para andar caminos nuevos de vida digna para todos. Aceptar el Amor y el perdón del Dios frágil de Belén es adentrarse en un camino de conversión, es “vencer el mal haciendo el bien” (Rom. 12,26).
  • En ese Niño recién nacido se pone de manifiesto que la verdadera alegría brota de poner nuestra vida al servicio del otro. María y José son los primeros en hacer suya esta Buena Noticia, y es así como unen sus vidas no para buscarse ellos mismos, sino para el Bien de su Hijo; no dan paso alguno sin buscar el Bien del uno hacia el otro, y de ambos para con su hijo Jesús, y en la oscuridad de lo que ese hijo signifi-caría para muchos, en especial para los humildes y ‘sencillos’. Desde la gruta de Belén podemos aprender que el camino de la alegría está más en dar que en recibir. Qué paradoja: Aquel que viene a dar a la humanidad todo lo que puede necesitar para su felicidad, se hace necesitado de los demás, y justamente en ese gesto nos enseña que el camino que sacia todos nuestros anhelos y búsquedas de felicidad está en brindarnos al otro olvidándonos de nosotros mismos. Cada Navidad nos propone entonces como camino seguro de alegría el vivir en familia, el vivir en comunión con los demás en el barrio, en el trabajo, en una comunidad cristiana, en un pueblo y en un país, ‘dándonos, ofreciéndonos para hacernos el Bien’. Vivir en comunión entrela-zando nuestras vidas para construir una historia de paz y dejar esta tierra –don de Dios- mejor de lo que la encontramos, más parecida al ‘cielo nuevo y la tierra nueva’ que esperamos.
4. Contemplemos en esta Navidad a la familia de Nazaret, a ese Niño que nos ha sido dado. El camino siempre es Cristo. Aceptando a Cristo sanamos con su perdón nuestras heridas, y reconocemos al otro como un don. Juntos renovemos los anhelos y el compromiso por la Paz. No lo dudemos, esto es posible y éste es el camino de la verdadera alegría.

Con un fraterno abrazo les deseamos feliz Navidad y que el Señor nos siga acompañando con su bendición en todo el próximo año 2015.

Diciembre del 2014

Mons. Virginio D. Bressanelli SCJ, obispo de Neuquén)
Mons. Fernando Croxatto, obispo Auxiliar de Comodoro Rivadavia
Mons. Marcelo A. Cuenca, Obispo de Alto Valle del Río Negro
Mons. Juan José Chaparro CMF, obispo de San Carlos de Bariloche
Mons. Miguel Ángel D’Annibale, obispo de Río Gallegos
Mons. Joaquín Gimeno Lahoz, obispo de Comodoro Rivadavia
Mons. Esteban M. Laxague SDB, obispo de Viedma
Mons. José Slaby C.Ss.R., obispo de la Prelatura de Esquel
Mons. Miguel E. Hesayne, obispo emérito de Viedma
Mons. Marcelo A. Melani SDB, obispo emérito de Neuquén
Mons. Néstor H. Navarro, obispo emérito de Alto Valle del Río Negro
Mons. José Pedro Pozzi SDB, obispos emérito de Alto Valle del Río Negro

martes, 16 de septiembre de 2014

VENDRIA BIEN-POR ANTONIO DE BERNARDIN

CAPAZ VENDRÍA BIEN.
Antonio De Bernardin.
Che, me dijo un vecino, vendría bien si anduviéramos juntos. Sí, claro, que vendría bien, vendría bien.
Un ramalazo de ética vendría bien. Un ventarrón de sinceridad. Un tanto de generosidad y capacidad de ver lo bueno del otro-a. Vendría bien reinventar la honra, sacarle el polvo que la hace antigua: la humildad de reconocerse en la propia dignidad, con los grandes méritos y las eternas debilidades. Un mazado de honorabilidad: actuar con respeto. Un vendaval de silencios, para escuchar a los otros, a Dios, a la naturaleza; a Dios presente en la naturaleza y en los otros y en mí mismo-a.
Vendría bien un sacudón de ternura, para abrazar entrañablemente. Un terremoto de aprecio, para rescatar la verdad y la justicia. Un espaldarazo de belleza, para descubrir que el universo late en la célula del agua, en el ojo del niño y en la yesca del herrero. Vendría bien, pero bien-bien-bien mirarse más a los ojos, eso sí. Dejar que acontezca lo trascendente en nuestra materia, amar nuestra corporeidad como espacio de los encuentros perdurables.
Vendría bien empezar a pensar que la vida no termina en la tranquera del patio, ni en la puerta de la casa, ni en la vereda de enfrente. ¡No! El mundo entero espera nuestro mensaje de dulzura y esperanza. La responsabilidad social y la propiedad privada vendrían bien en su equilibrio y medida y no en la asquerosa desproporción del amontonamiento. Además, por si acaso, vendría bien despegar el trabajo de la vida, darle a cada uno su lugar, hacer cada día algo bello, que nos guste hacer.
Vendría bien, por las dudas, por si mañana, por si los otros, y sobre todo, por si a nosotros, en un rincón de oscuridad, se nos apagaran las estrellas.

martes, 29 de julio de 2014

DECALOGO PARA SER FELIZ (PAPA FRANCISCO)


1)." Viví y dejá vivir " : Acá los romanos tienen un dicho y podríamos tomarlo como un hilo para tirar de la fórmula esa que dice: ‘Anda adelante y deja que la gente vaya adelante’. Viví y dejá vivir, es el primer paso de la paz y la felicidad.
2)." Darse a los demás ": “Si uno se estanca, corre el riesgo de ser egoísta. Y el agua estancada es la primera que se corrompe.”
3)." Moverse remansadamente": “En Don Segundo Sombra hay una cosa muy linda, de alguien que relee su vida. El protagonista. Dice que de joven era un arroyo pedregoso que se llevaba por delante todo; que de adulto era un río que andaba adelante y que en la vejez se sentía en movimiento, pero lentamente remansado. Yo utilizaría esta imagen del poeta y novelista Ricardo Güiraldes, ese último adjetivo, remansado. La capacidad de moverse con benevolencia y humildad, el remanso de la vida. Los ancianos tienen esa sabiduría,son la memoria de un pueblo. Y un pueblo que no cuida a sus ancianos no tiene futuro.”
4)." Jugar con los chicos": “El consumismo nos llevó a esa ansiedad de perder la sana cultura del ocio, leer, disfrutar del arte. Ahora confieso poco, pero en Buenos Aires confesaba mucho y cuando venía una mamá joven le preguntaba: ‘¿Cuántos hijos tenés? ¿Jugás con tus hijos?’ Y era una pregunta que no se esperaba, pero yo le decía que jugar con los chicos es clave, es una cultura sana. Es difícil, los padres se van a trabajar temprano y vuelven a veces cuando sus hijos duermen, es difícil, pero hay que hacerlo.”
5)." Compartir los domingos con la familia ": “El otro día, en Campobasso, fui a una reunión entre el mundo de la universidad y el mundo obrero, todos reclamaban el domingo no laborable. El domingo es para la familia.”
6)." Ayudar a los jóvenes a conseguir empleo ": “Hay que ser creativos con esta franja. Si faltan oportunidades, caen en la droga. Y está muy alto el índice de suicidios entre los jóvenes sin trabajo. El otro día leí, pero no me fío porque no es un dato científico, que había 75 millones de jóvenes de 25 años para abajo desocupados. No alcanza con darles de comer: hay que inventarles cursos de un año de plomero, electricista, costurero. La dignidad te la da el llevar el
7) " Cuidar la naturaleza ": “Hay que cuidar la creación y no lo estamos haciendo. Es uno de los desafíos más grandes que tenemos.”
8)." Olvidarse rápido de lo negativo ":“La necesidad de hablar mal del otro indica una baja autoestima, es decir: yo me siento tan abajo que en vez de subir, bajo al otro. Olvidarse rápido de lo negativo es sano.”
9)." Respetar al que piensa distinto ": “Podemos inquietar al otro desde el testimonio, para que ambos progresen en esa comunicación, pero lo peor que
puede haber es el proselitismo religioso, que paraliza: ‘Yo dialogo contigo para convencerte’, no. Cada uno dialoga desde su identidad. La Iglesia crece
por atracción, no por proselitismo.”
10)." Buscar activamente la paz ": “Estamos viviendo en una época de mucha guerra. En Africa parecen guerras tribales, pero son algo más. La guerra destruye. Y el clamor por la paz hay que gritarlo. La paz a veces da la idea de quietud, pero nunca es quietud, siempre es una paz activa.”

miércoles, 16 de julio de 2014

SE VALIENTE VE A CONFESARTE!!

Compartimos las palabras del Papa Francisco en la audiencia general de hoy miércoles 19 de febrero:

Queridos hermanos y hermanas ¡Buenos días!
A través de la iniciación cristiana, el Bautismo, la Confirmación y la Eucaristía, el hombre recibe la vida nueva en Cristo. Ahora, todos lo sabemos, llevamos esta vida en “vasos de barro” (2 Cor 4,7),estamos todavía sometidos a la tentación, al sufrimiento, a la muerte y, a causa del pecado, podemos incluso perder la vida nueva. Por esto el Señor Jesús ha querido que la Iglesia continúe su obra de salvación también a través de sus propios miembros, en especial con el Sacramento de la Reconciliación y el de la Unción de los enfermos, que pueden unirse bajo el nombre de “Sacramentos de curación”.

El Sacramento de la Reconciliación es un sacramento de curación, cuando yo voy a confesarme es para curarme, curarme el corazón, el alma, de algo que he hecho que no está bien. La imagen bíblica que lo expresa mejor, en su profundo vínculo, es el episodio del perdón y de la curación del paralítico, donde el Señor Jesús se revela al mismo tiempo médico de las almas y de los cuerpos (cfr Mc 2,1-12 //Mt 9,1-8; Lc 5,17-26).

1. El Sacramento de la Penitencia y de la Reconciliación surge directamente del misterio pascual. De hecho, la misma noche de Pascua el Señor se apareció a los discípulos, encerrados en el cenáculo y, después de haberles dirigido el saludo: ‘¡Paz a vosotros!’, sopló sobre ellos y les dijo: “Recibid el Espíritu Santo. A los que perdonéis los pecados, les serán perdonados (Jn 20, 21-23). Esta cita desvela la dinámica tan profunda que se contiene dentro de este Sacramento. Antes que nada, el hecho de que el perdón de nuestros pecados no es algo que podamos darnos a nosotros mismos. Yo no puedo decir: yo me perdono los pecados.


El perdón se pide, se pide a Otro. En la Confesión pedimos perdón a Jesús. El perdón no es fruto de nuestros esfuerzos, es un regalo. Es un don del Espíritu Santo, que nos llena con el baño de misericordia y de gracia que surge incesantemente del corazón abierto del Cristo crucifijo y resucitado. En segundo lugar, nos recuerda que solo si nos dejamos reconciliar en el Señor Jesús con el Padre y con los hermanos podamos estar verdaderamente en la paz. Y esto lo hemos sentido todos en el corazón cuando nos vamos a confesar, con un peso en el alma, un poco de tristeza y cuando recibimos el perdón de Jesús estamos en paz, con esa paz en el alma tan bella que solo Jesús nos puede dar. ¡Sólo Él!

2. Al mismo tiempo, la celebración de este Sacramento pasa de una forma pública, porque al principio se hacía públicamente, pasó de la pública a la personal y reservada de la Confesión. Esto, sin embargo, no debe hacer perder la matriz eclesial, que constituye el contexto vital. De hecho, es la comunidad cristiana el lugar en el que se hace presente el Espíritu, el cual renueva los corazones en el amor de Dios y hace de todos los hermanos una cosa sola, en Cristo Jesús. He aquí la razón por la que no basta pedir perdón al Señor en la propia mente y en el propio corazón, pero es necesario confesar humildemente y con confianza los propios pecados al ministro de la Iglesia. En la celebración de este Sacramento, el sacerdote no representa solo a Dios, pero toda la comunidad, que se reconoce en la fragilidad de todos sus miembros, que escucha conmovida su arrepentimiento, que se reconcilia con él, que lo anima y lo acompaña en el camino de conversión y de maduración humana y cristiana.


Uno puede decir: ‘Yo solo me confieso con Dios’. Bueno tú puedes decirlo, puedes decirle tus pecados, pero tus pecados son también contra los hermanos, contra la Iglesia. Por eso es necesario pedir perdón a los demás y a la Iglesia en la persona del sacerdote. ‘Pero Padre me da vergüenza!’ Pues la vergüenza es buena, es saludable tener un poco de vergüenza. Avergonzarse es saludable. Cuando una persona no tiene vergüenza en mi país se dice que es un sinvergüenza. La vergüenza hace bien porque nos hace más humildes. Y el sacerdote recibe con amor y con ternura esta confesión y en nombre de Dios perdona. También desde el punto de vista humano, para desahogarse es bueno hablar con el hermano y decir al sacerdote las cosas pesadas de mi corazón, uno siente que se desahoga ante Dios, con la Iglesia, con el hermano.

No tengáis miedo de la Confesión. Uno, cuando está en la cola para confesarse, siente todas estas cosas incluso la vergüenza. Pero cuando termina la confesión sale libre, bello, grande, perdonado, blanco, feliz. ¡Esta es la belleza de la confesión! Yo quisiera preguntaros, pero no me contestéis en voz alta, contestaos cada uno en vuestro corazón: ¿Cuándo fue la última vez que te confesaste? Que cada uno piense… ¿Dos días, dos semanas, dos años, veinte años, cuarenta años? Que cada uno haga su cuenta. Que cada uno se pregunte: ¿Cuándo fue la última vez que me confesaste? Y si ha pasado mucho tiempo, no pierdas otro día, ve hacia delante que el sacerdote será bueno, y Jesús es más bueno que el sacerdote y Él te recibe con mucho amor ¡sé valiente y ve a confesarte!


3. Queridos amigos, celebrar el Sacramento de la Reconciliación significa ser envueltos por un abrazo cálido: es el abrazo de la infinita misericordia del Padre. Recordemos esa bella Parábola del hijo que se ha ido de su casa con el dinero de la herencia, ha malgastado todo ese dinero y cuando no tenía nada, decide volver a casa pero no como hijo sino como siervo, con mucha culpa y vergüenza en el corazón. La sorpresa es que cuando comenzó a hablar para pedirle perdón el Padre no le dejó hablar sino que lo abrazó, lo besó e hizo fiesta. Yo os digo: Cada vez que nos confesamos Dios nos abraza y hace fiesta. Vayamos adelante en este camino, ¡qué Dios os bendiga!




Fuente: Aleteia

Etiquetas #Papa Francisco #perdón #reconciliación #sacramento 
Compartimos las palabras del Papa Francisco en la audiencia general de hoy miércoles 19 de febrero:

Queridos hermanos y hermanas ¡Buenos días!
A través de la iniciación cristiana, el Bautismo, la Confirmación y la Eucaristía, el hombre recibe la vida nueva en Cristo. Ahora, todos lo sabemos, llevamos esta vida en “vasos de barro” (2 Cor 4,7),estamos todavía sometidos a la tentación, al sufrimiento, a la muerte y, a causa del pecado, podemos incluso perder la vida nueva. Por esto el Señor Jesús ha querido que la Iglesia continúe su obra de salvación también a través de sus propios miembros, en especial con el Sacramento de la Reconciliación y el de la Unción de los enfermos, que pueden unirse bajo el nombre de “Sacramentos de curación”.

El Sacramento de la Reconciliación es un sacramento de curación, cuando yo voy a confesarme es para curarme, curarme el corazón, el alma, de algo que he hecho que no está bien. La imagen bíblica que lo expresa mejor, en su profundo vínculo, es el episodio del perdón y de la curación del paralítico, donde el Señor Jesús se revela al mismo tiempo médico de las almas y de los cuerpos (cfr Mc 2,1-12 //Mt 9,1-8; Lc 5,17-26).

1. El Sacramento de la Penitencia y de la Reconciliación surge directamente del misterio pascual. De hecho, la misma noche de Pascua el Señor se apareció a los discípulos, encerrados en el cenáculo y, después de haberles dirigido el saludo: ‘¡Paz a vosotros!’, sopló sobre ellos y les dijo: “Recibid el Espíritu Santo. A los que perdonéis los pecados, les serán perdonados (Jn 20, 21-23). Esta cita desvela la dinámica tan profunda que se contiene dentro de este Sacramento. Antes que nada, el hecho de que el perdón de nuestros pecados no es algo que podamos darnos a nosotros mismos. Yo no puedo decir: yo me perdono los pecados.


El perdón se pide, se pide a Otro. En la Confesión pedimos perdón a Jesús. El perdón no es fruto de nuestros esfuerzos, es un regalo. Es un don del Espíritu Santo, que nos llena con el baño de misericordia y de gracia que surge incesantemente del corazón abierto del Cristo crucifijo y resucitado. En segundo lugar, nos recuerda que solo si nos dejamos reconciliar en el Señor Jesús con el Padre y con los hermanos podamos estar verdaderamente en la paz. Y esto lo hemos sentido todos en el corazón cuando nos vamos a confesar, con un peso en el alma, un poco de tristeza y cuando recibimos el perdón de Jesús estamos en paz, con esa paz en el alma tan bella que solo Jesús nos puede dar. ¡Sólo Él!

2. Al mismo tiempo, la celebración de este Sacramento pasa de una forma pública, porque al principio se hacía públicamente, pasó de la pública a la personal y reservada de la Confesión. Esto, sin embargo, no debe hacer perder la matriz eclesial, que constituye el contexto vital. De hecho, es la comunidad cristiana el lugar en el que se hace presente el Espíritu, el cual renueva los corazones en el amor de Dios y hace de todos los hermanos una cosa sola, en Cristo Jesús. He aquí la razón por la que no basta pedir perdón al Señor en la propia mente y en el propio corazón, pero es necesario confesar humildemente y con confianza los propios pecados al ministro de la Iglesia. En la celebración de este Sacramento, el sacerdote no representa solo a Dios, pero toda la comunidad, que se reconoce en la fragilidad de todos sus miembros, que escucha conmovida su arrepentimiento, que se reconcilia con él, que lo anima y lo acompaña en el camino de conversión y de maduración humana y cristiana.


Uno puede decir: ‘Yo solo me confieso con Dios’. Bueno tú puedes decirlo, puedes decirle tus pecados, pero tus pecados son también contra los hermanos, contra la Iglesia. Por eso es necesario pedir perdón a los demás y a la Iglesia en la persona del sacerdote. ‘Pero Padre me da vergüenza!’ Pues la vergüenza es buena, es saludable tener un poco de vergüenza. Avergonzarse es saludable. Cuando una persona no tiene vergüenza en mi país se dice que es un sinvergüenza. La vergüenza hace bien porque nos hace más humildes. Y el sacerdote recibe con amor y con ternura esta confesión y en nombre de Dios perdona. También desde el punto de vista humano, para desahogarse es bueno hablar con el hermano y decir al sacerdote las cosas pesadas de mi corazón, uno siente que se desahoga ante Dios, con la Iglesia, con el hermano.

No tengáis miedo de la Confesión. Uno, cuando está en la cola para confesarse, siente todas estas cosas incluso la vergüenza. Pero cuando termina la confesión sale libre, bello, grande, perdonado, blanco, feliz. ¡Esta es la belleza de la confesión! Yo quisiera preguntaros, pero no me contestéis en voz alta, contestaos cada uno en vuestro corazón: ¿Cuándo fue la última vez que te confesaste? Que cada uno piense… ¿Dos días, dos semanas, dos años, veinte años, cuarenta años? Que cada uno haga su cuenta. Que cada uno se pregunte: ¿Cuándo fue la última vez que me confesaste? Y si ha pasado mucho tiempo, no pierdas otro día, ve hacia delante que el sacerdote será bueno, y Jesús es más bueno que el sacerdote y Él te recibe con mucho amor ¡sé valiente y ve a confesarte!


3. Queridos amigos, celebrar el Sacramento de la Reconciliación significa ser envueltos por un abrazo cálido: es el abrazo de la infinita misericordia del Padre. Recordemos esa bella Parábola del hijo que se ha ido de su casa con el dinero de la herencia, ha malgastado todo ese dinero y cuando no tenía nada, decide volver a casa pero no como hijo sino como siervo, con mucha culpa y vergüenza en el corazón. La sorpresa es que cuando comenzó a hablar para pedirle perdón el Padre no le dejó hablar sino que lo abrazó, lo besó e hizo fiesta. Yo os digo: Cada vez que nos confesamos Dios nos abraza y hace fiesta. Vayamos adelante en este camino, ¡qué Dios os bendiga!



Fuente: Aleteia

Etiquetas #Papa Francisco #perdón #reconciliación #sacramento 

miércoles, 25 de junio de 2014

catequesis del papa francisco 25 de junio

No podemos ser buenos cristianos sino junto a todos los que buscan al Señor Jesús, como un único pueblo y un único cuerpo. No estamos aislados, nos somos cristianos a título individual. Si el nombre es: “cristiano”, el apellido es: “pertenezco a la Iglesia”, explicó el Papa en la catequesis. “Nuestra identidad es pertenencia al pueblo que lleva la bendición de Dios; a la Iglesia”.

En su segunda catequesis sobre la Iglesia el Obispo de Roma habló de la importancia del cristiano de pertenecer a este pueblo. Dios mismo se define como el Dios de sus padres; Dios de Abraham, de Isaac, de Jacob –expresó Francisco-. Con nuestros padres Dios ha constituido una Alianza y permanece siempre fiel a su pacto y nos llama a entrar en esta relación que nos precede.

El pensamiento va primero, con gratitud a los que nos han precedido y recibido en la Iglesia. “Otros antes que nosotros han vivido la fe, nos la han transmitido y enseñado. Cuantos rostros queridos nos pasan delante de los ojos: padres, abuelos, familiares, que nos enseñaron la señal de la cruz y a rezar las primeras oraciones”. La Iglesia es una gran familia en la cual se viene recibido y se aprende a vivir como creyentes y como discípulos del Señor Jesús.

Este camino no solamente lo podemos vivir gracias a otras personas, sino junto a otras personas. En la Iglesia no existe el “hacélo solo” o los “jugadores libres”. La Iglesia es un “nosotros”. Hay quien entiende que puede tener una relación personal directa, inmediata con Jesucristo, fuera de la comunión y de la mediación de la Iglesia. “Yo creo en Dios, creo en Jesús pero la Iglesia no me interesa…”. Es una tentación peligrosa y dañosa, una dicotomía absurda –afirmó el Sucesor de Pedro-. “Caminar juntos es difícil pero es en nuestros hermanos y hermanas con sus dones y sus límites que Jesús viene a nuestro encuentro y se hace reconocer”.

El Vicario de Cristo concluyó la catequesis afirmando que “no se puede amar a Dios sin amar a los hermanos; no se puede estar en comunión con Dios sin estarlo con la Iglesia y no podemos ser buenos cristianos sino junto a todos los que buscan al Señor Jesús, como un único pueblo y un único cuerpo”.

“Queridos hermanos y hermanas
Dios ha querido formar un pueblo que lleve su bendición a todos los pueblos de la Tierra. En Jesucristo, lo establece como signo e instrumento de unión de los hombres con Dios y entre ellos. De ahí la importancia de pertenecer a este pueblo.
Nosotros no somos cristianos a título individual, cada uno por su cuenta. Nuestra identidad es pertenencia. Decir «soy cristiano» equivale a decir: «Pertenezco a la Iglesia». Soy de ese pueblo con el que Dios estableció desde antiguo una alianza, a la que siempre es fiel. De aquí nuestra gratitud a los que nos han precedido y acogido en la Iglesia, quienes nos enseñaron a rezar y pidieron para nosotros el Bautismo. Nadie se hace cristiano por sí mismo. La Iglesia es una gran familia, que nos acoge y nos enseña a vivir como creyentes y discípulos del Señor. Y no sólo somos cristianos gracias a otros, sino que únicamente podemos serlo junto con otros. En la Iglesia nadie va «por libre». Quien dice creer en Dios pero no en la Iglesia, quien dice tener una relación directa con Dios, con Cristo pero fuera de la Iglesia, cae en una dicotomía absurda. Dios ha confiado su mensaje salvador a personas humanas, a testigos, y se nos da a conocer en nuestros hermanos y hermanas.
……………

Recuerden que, como cristianos, no podemos prescindir de los demás, de la Iglesia; no podemos salvarnos por nosotros solos. Ninguno juega por libre. Somos un pueblo que camina. Muchas gracias”.

miércoles, 28 de mayo de 2014

DR.HAMILTON NAKI- CUANDO DIOS ES EL UNICO ESPECTADOR

Uno de los mayores cirujanos del mundo, desconocido por ser negro

Dr. Hamilton Naki: Cuando Dios es el único espectador



© public domain
27.05.2014 // IMPRIMIR
Aparte del natural deseo de progresar y de auto perfección, en casi todo lo que hacemos los humanos se nos cuela de forma semicosciente el deseo de ser reconocidos por los demás, admirados y aplaudidos. Este no es el caso del llamado cirujano clandestino.

Hamilton Naki, que murió en 2005 a los 89 años, empezó de jardinero en la Universidad de Ciudad del Cabo. Luego limpió las jaulas del Departamento Médico y, más adelante, trabajó como anestesista de animales. Lo más importante es que su destreza hizo posible el primer trasplante de corazón humano.

La muerte de Hamilton Naki, condenado durante casi cuatro décadas al anonimato por su condición de negro, nos recuerda uno de los episodios más vergonzosos de la medicina moderna.

En la Sudáfrica racista del apartheid, donde se establecían diferencias en el sistema jurídico en función del color de la piel, fue Christian Barnard -sudafricano blanco- quien en 1967 recibió todos los honores por llevar a cabo el primer trasplante de un corazón humano. Pero fue también Naki, el humilde autostopista, quien aquella noche hizo posible lo que durante siglos había supuesto un reto imposible para la medicina.

El 2 de diciembre de 1967, Denise Darvaald, una joven blanca atropellada al cruzar una calle, fue trasladada con urgencia al Groote Schuurhospital (El Cabo), donde se le diagnosticó muerte cerebral, aunque su corazón seguía latiendo.

En otra cama del mismo hospital, Louis Washkansky, un tendero de 52 años, agotaba sus últimas esperanzas de vivir. Entonces, el Doctor Barnard decidió intentar el trasplante. En una épica intervención de 48 horas, los dos equipos lograron extraer el corazón de la joven e implantarlo en el cuerpo de Washkansky. Los asistentes recuerdan la delicadeza con la que Naki limpió el órgano de todo rastro de sangre antes de que Barnard volviese a hacerlo latir en el pecho del hombre.

Pero, ¿qué hacía Hamilton Naki, un ciudadano de segunda, que había abandonado los estudios a los 14 años por necesidad, en medio de una de las operaciones más destacadas del siglo? Quizás las palabras del célebre Barnard, poco antes de su muerte, lo resuman: "Tenía mayor pericia técnica de la que yo tuve nunca. Es uno de los mayores investigadores de todos los tiempos en el campo de los trasplantes, y habría llegado muy lejos si los condicionantes sociales se lo hubieran permitido".

Nacido hacia 1926 en una aldea del antiguo protectorado británico del Transkei (provincia de El Cabo), todo parecía condenarle -como al resto de sus compatriotas negros- a una existencia mísera en el inicuo régimen del apartheid. Poco a poco, sus capacidades le fueron granjeando puestos de responsabilidad. De limpiar jaulas pasó a intervenir en operaciones quirúrgicas a los animales del laboratorio, donde tuvo la oportunidad de anestesiar, operar y, finalmente, trasplantar órganos a animales como perros, conejos y pollos. De manera encubierta, Naki se había convertido en técnico de laboratorio.

Él a menudo ingrato trabajo de experimentar con animales le permitió afinar sus dotes quirúrgicas: "Ahora puedo alegrarme de que todo se sepa. Se ha encendido la luz y ya no hay oscuridad", dijo éste héroe clandestino al recibir en 2002 la orden de Mapungubwe, uno de los mayores honores de su país, por su contribución a la ciencia médica. Hasta sus últimos días, uno de los mayores cirujanos del siglo sobrevivió con una modesta pensión de jardinero.

Lo mejor que podemos desear es que Dios sea el espectador de nuestras acciones; nadie nos puede mirar con mejores disposiciones, penetración y discernimiento. Es un descanso saber que Dios conoce lo más íntimo de nuestros pensamientos, acciones y sentimientos.

martes, 27 de mayo de 2014

Las mejores imágenes del viaje de Francisco a Tierra Santa | Papa | Rome...

[TEXTO COMPLETO] Rueda de prensa del Papa Francisco en vuelo de regreso a Roma desde Tierra Santa

[TEXTO COMPLETO] Rueda de prensa del Papa Francisco en vuelo de regreso a Roma desde Tierra Santa

VISITA DEL PAPA A TIERRA SANTA

VICTOR Frankl,

ESTO TE LLEVARA 3 MINUTOS LEER Y TE SERVIRA PARA TODA LA VIDA
Este es un ensayo de Viktor Frankl,
neurólogo, psiquiatra, sobreviviente del holocausto y el
fundador de la disciplina; que conocemos hoy como Logoterapia.
No eres Tú, soy Yo...
¿Quién te hace sufrir? ¿Quién te rompe el corazón? ¿Quién te lastima? ¿Quién te roba la felicidad o te quita la tranquilidad? ¿Quién controla tu vida?...
¿Tus padres? ¿Tu pareja? ¿Un antiguo amor? ¿Tu suegra? ¿Tu jefe?...
Podrías armar toda una lista de sospechosos o culpables. Probablemente sea lo más fácil. De hecho sólo es cuestión de pensar un poco e ir nombrando a todas aquellas personas que no te han dado lo que te mereces, te han tratado mal o simplemente se han ido de tu vida, dejándote un profundo dolor que hasta el día de hoy no entiendes.
Pero ¿sabes? No necesitas buscar nombres. La respuesta es más sencilla de lo que parece, y es que nadie te hace sufrir, te rompe el corazón, te daña o te quita la paz. Nadie tiene la capacidad al menos que tú le permitas, le abras la puerta y le entregues el control de tu vida.
Llegar a pensar con ese nivel de conciencia puede ser un gran reto, pero no es tan complicado como parece. Se vuelve mucho más sencillo cuando comprendemos que lo que está en juego es nuestra propia felicidad. Y definitivamente el peor lugar para colocarla es en la mente del otro, en sus pensamientos, comentarios o decisiones.
Cada día estoy más convencido de que el hombre sufre no por lo que le pasa, sino por lo que interpreta. Muchas veces sufrimos por tratar de darle respuesta a preguntas que taladran nuestra mente como: ¿Por qué no me llamó? ¿No piensa buscarme? ¿Por qué no me dijo lo que yo quería escuchar? ¿Por qué hizo lo que más me molesta? ¿Por qué se me quedó viendo feo? y muchas otras que por razones de espacio voy a omitir.
No se sufre por la acción de la otra persona, sino por lo que sentimos, pensamos e interpretamos de lo que hizo, por consecuencia directa de haberle dado el control a alguien ajeno a nosotros.
Si lo quisieras ver de forma más gráfica, es como si nos estuviéramos haciendo vudú voluntariamente, clavándonos las agujas cada vez que un tercero hace o deja de hacer algo que nos incomoda. Lo más curioso e injusto del asunto es que la gran mayoría de las personas que nos "lastimaron", siguen sus vidas como si nada hubiera pasado; algunas inclusive ni se llegan a enterar de todo el teatro que estás viviendo en tu mente.
Un claro ejemplo de la enorme dependencia que podemos llegar a tener con otra persona es cuando hace algunos años alguien me dijo:
"Necesito que Enrique me diga que me quiere aunque yo sepa que es mentira. Sólo quiero escucharlo de su boca y que me visite de vez en cuando aunque yo sé que tiene otra familia; te lo prometo que ya con eso puedo ser feliz y me conformo, pero si no lo hace... siento que me muero".
¡Wow! Yo me quedé de a cuatro ¿Realmente ésa será la auténtica felicidad? ¿No será un martirio constante que alguien se la pase decidiendo nuestro estado de ánimo y bienestar? Querer obligar a otra persona a sentir lo que no siente... ¿no será un calvario voluntario para nosotros?
No podemos pasarnos la vida cediendo el poder a alguien más, porque terminamos dependiendo de elecciones de otros, convertidos en marionetas de sus pensamientos y acciones.
Las frases que normalmente se dicen los enamorados como: "Mi amor, me haces tan feliz", "Sin ti me muero", "No puedo pasar la vida sin ti", son completamente irreales y falsas. No porque esté en contra del amor, al contrario, me considero una persona bastante apasionada y romántica, sino porque realmente ninguna otra persona (hasta donde yo tengo entendido) tiene la capacidad de entrar en tu mente, modificar tus procesos bioquímicos y hacerte feliz o hacer que tu corazón deje de latir.
Definitivamente nadie puede decidir por nosotros. Nadie puede obligarnos a sentir o a hacer algo que no queremos, tenemos que vivir en libertad. No podemos estar donde no nos necesiten ni donde no quieran nuestra compañía. No podemos entregar el control de nuestra existencia, para que otros escriban nuestra historia. Tal vez tampoco podamos controlar lo que pasa, pero sí decidir cómo reaccionar e interpretar aquello que nos sucede.
La siguiente vez que pienses que alguien te lastima, te hace sufrir o controla tu vida, recuerda: No es él, no es ella... ERES TÚ quien lo permite y está en tus manos volver a recuperar el control.
"Al hombre se le puede arrebatar todo, salvo una cosa: La última de las libertades humanas-la elección de la actitud personal que debe adoptar frente al destino- para decidir su propio camino".

lunes, 19 de mayo de 2014

LOS PEQUES" UNOS CAPOS TOTALES"




sábado, 17 de mayo de 2014

VIDEO DE VALORES EXELENTE




viernes, 9 de mayo de 2014

la vocacion



HOMILIA VIERNES SANTO DE LA PASIÓN DEL SEÑOR (29 de marzo 2024)

  VIERNES SANTO DE LA PASIÓN DEL SEÑOR (29 de marzo 2024) Primera : Isaías 52,13 – 53,12;  Salmo : Sal 30, 2.6.12-13.15-16.17.25;  Segunda :...