lunes, 1 de marzo de 2021

HOMILIA Tercer Domingo de CUARESMA cB (07 de marzo 2021)

Tercer Domingo de CUARESMA cB (07 de marzo 2021) Primera: Éxodo 20, 1-17; Salmo: Sal 18, 8-11; Segunda: 1 Corintios 1, 22-25; Evangelio: Juan 2, 13-25 Nexo entre las LECTURAS “Nosotros predicamos a Cristo crucificado, que es fuerza de Dios y sabiduría de Dios” (segunda lectura). En esta expresión puede resumirse el mensaje central de la Liturgia de este Domingo –tercero– de cuaresma. Fuerza y sabiduría de Dios manifestada en Cristo glorificado que superan y perfeccionan la fuerza y sabiduría de Dios manifestado en el Decálogo (primera lectura). Fuerza y sabiduría de Dios que instauran un nuevo templo y un nuevo culto, situado no ya en un lugar, cuanto en una persona (‘Él hablaba del templo de su cuerpo’): Cristo crucificado, muerto y resucitado en quien la relación entre Dios y el hombre alcanza su plenitud y su esperanza. Temas... La hermosa simplicidad de los Mandamientos. Alguien dijo: "Tantos códigos, constituciones, decretos y leyes de los hombres... para explicar lo que ya está en los Diez Mandamientos...". Y así es. Los mandamientos son el maravilloso compendio del querer de Dios para el hombre. En los Mandamientos Dios nos cuenta para qué nos hizo. Éstos no han pasado ni se han quedado sepultados en el Antiguo Testamento. Cuando aquel joven (Mt 19) le preguntó a Jesús qué tenía que hacer para tener vida, la primera respuesta de Jesús fue: "cumple los mandamientos". En la Palabra Divina hay vida y ello es particularmente cierto cuando se trata de estas palabras a las que con razón se ha llamado "caminos de libertad". ¿Qué dicen en esencia los mandamientos? Aquello que Cristo nos hizo el favor de sintetizar. Pues si todavía nos parecía demasiado que hubiera DIEZ mandamientos, Jesús condensa todo en sólo DOS: "Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón... y a tu prójimo como a ti mismo" (Lc 10,27). Ser bueno es sencillo. Es posible que sea difícil, pero es sencillo. San Pablo dirá un poco más… sólo un mandamiento resume toda la ley; AMAR. La locura de la Cruz. Al parecer, Dios se propuso curar la locura de nuestro pecado con la locura de su gracia. Si nos parece absurdo que Dios entregue a su propio y único Hijo por nosotros, meditemos si no es primero absurdo darle la espalda a un Dios tan bueno. El mandamiento principal es "amar a Dios sobre todas las cosas". Esto resulta imposible y loco, dado el atractivo y la utilidad que tienen tantas cosas que nos seducen, y dado el poder de la maldad que nos acobarda en la práctica del bien. La razón humana puede descubrir, sin esfuerzo, la belleza de una vida que tiene a Dios en primer lugar, pero luego resulta que la vida no sigue ese mismo camino que ve la mente, debido a nuestra debilidad interior, de la cobardía que nos produce la arrogancia del mal y del encanto que tienen las cosas que nos apartan y dividen de Dios. Por eso necesitamos una fuerza nueva, un poder invencible, una razón por encima de nuestra razón, que tenga eficacia en nuestras almas flacas y enfermas. Y eso es la Cruz. Es el amor que antecede y sobrepuja a todo amor. Por eso la Cruz, el amor de la Cruz, es el corazón de la predicación cristiana. "No se fiaba de ellos". Según lo dicho, podemos fiarnos de Dios. Nos inspira confianza y gratitud infinitas desde el madero de la Cruz. Mas el Evangelio dice que Jesús "no se fiaba" de la gente. Así sucede porque nuestro amor, así esté pegado al templo, no tendrá fortaleza mientras no se una al templo vivo que es el Cuerpo de Cristo. Donde entendemos que también las cosas de Dios en un momento dado pueden apartarnos de Dios. Y que hay ídolos que no tienen cara y manos. Esto es bueno recordarlo porque, con referencia a la primera lectura, se gozan los protestantes en criticar a los católicos porque utilizamos imágenes. ¡Como si el tema de la idolatría se superara rompiendo yeso y quemando madera! El problema no está en esas imágenes de nuestros templos, las cuales si son bien utilizados más bien ayudan e inspiran a la piedad: el problema está en la perversa tendencia idolátrica del alma humana, que es capaz de hacer un ídolo incluso del templo de Dios. Por eso todos, protestantes y católicos, tenemos que pegarnos a la Cruz de Cristo; todos, todos los seres humanos, hemos de encontrarnos en las entrañas de amor de Jesús y allí recibir y agradecer el regalo de la redención. Sugerencias... Poco después de la «pascua», es decir el paso libertador del pueblo de Israel de Egipto al desierto a través del cual habría de alcanzar la tierra prometida, Dios establece con él la Alianza, que se concreta en el don del decálogo. «Yo soy el Señor, tu Dios, que te saqué de Egipto, de la esclavitud. No tendrás otros dioses frente a mí» (Ex 20, 2-3). El amor de Dios hacia Israel, demostrado por sus intervenciones extraordinarias en la historia de este pueblo, es el fundamento de la fidelidad de éste a su Señor. El decálogo no se presenta como una fría ley moral impuesta desde lo alto por pura autoridad, sino como una ley que brota del amor de Dios, el cual, después de haber libertado a su pueblo de la esclavitud material de Egipto, quiere libertarlo de toda esclavitud moral de las pasiones y del pecado para unirlo a Sí, en una amistad que por parte suya se expresa con bondad omnipotente y auxiliadora y por parte del hombre con fidelidad a la voluntad divina. Por lo demás, el decálogo no hace más que manifestar explícitamente la ley del amor –hacia Dios y hacia el prójimo– que desde la creación Dios había impreso en el corazón del hombre, pero que éste había pronto olvidado y torcido. El mismo Israel no respondió a la fidelidad prometida en el Sinaí; muchos fueron sus abandonos, sus desviaciones, sus traiciones. Y muchas han sido, a través de los Siglos, las interpretaciones materiales, las supraestructuras formalísticas que han vaciado el decálogo de su contenido genuino y profundo. Era necesario que viniese Jesús a restaurar la ley antigua, a completarla, a perfeccionarla, sobre todo en el sentido del AMOR y de la INTERIORIDAD. El gesto valiente de Cristo de echar a los profanadores del templo puede ser considerado desde esta perspectiva. Dios debe ser servido y adorado con pureza de intención; la religión no puede servir de tarima a los propios intereses, a miras egoisticas o ambiciosas. «Quiten esto de aquí: no conviertan en un mercado la casa de mi Padre», dice el Señor (Jn 2, 16). Las relaciones con Dios, como con el prójimo, han de ser sumamente rectas, sinceras; puede acontecer que en el culto divino o en la observancia de un punto cualquiera del decálogo se mire más el lado exterior legalístico, que el interior, y entonces se puede llegar a ser, en poco o en mucho, profanadores del templo, de la religión, de la ley de Dios. Juan hace notar que Jesús purificó el templo librándolo de los vendedores y de sus mercancías, Cuando estaba próxima la Pascua de los Judíos (b 13). Y la lglesia, próxima ya la «Pascua de los cristianos, parece repetir el gesto de Jesús, invitando a los creyentes a que purifiquen el templo del propio corazón, para que de él se eleve a Dios un culto más puro. Pero Jesús habló de otro templo, infinitamente digno, el «templo de su cuerpo» (ib 21). A éste aludía al afirmar: «Destruyan este templo, y en tres días lo levantaré» (ib 19); tales palabras, que escandalizaron a los judíos, fueron comprendidas por los discípulos sólo después de la muerte y de la resurrección del Señor. Mediante su misterio pascual Jesús ha sustituido el templo de la Antigua Alianza por su cuerpo–templo vivo y digno de la Trinidad, el cual, ofrecido en sacrificio por la salvación del mundo, sustituye y anula todos los sacrificios de «bueyes, ovejas y palomas» (ib 14-15) que se ofrecían en el templo de Jerusalén, el cual, por lo tanto, ya no tiene razón de ser. El centro de la Nueva Alianza ya no es un templo de piedra, sino «Cristo Crucificado: escándalo para los judíos, necedad para los griegos; pero para los llamados a Cristo –judíos o griegos–: fuerza de Dios y sabiduría de Dios. (1Cor 1, 23-24).

HOMILIA VIERNES SANTO DE LA PASIÓN DEL SEÑOR (29 de marzo 2024)

  VIERNES SANTO DE LA PASIÓN DEL SEÑOR (29 de marzo 2024) Primera : Isaías 52,13 – 53,12;  Salmo : Sal 30, 2.6.12-13.15-16.17.25;  Segunda :...