martes, 11 de junio de 2019

HOMILIA Solemnidad de la SANTÍSIMA TRINIDAD cC (16 de junio 2019)

Solemnidad de la SANTÍSIMA TRINIDAD cC (16 de junio 2019) Primera: Proverbios 8, 22-13; Salmo: Sal 8, 4-5. 6-7. 8-9; Segunda: Romanos 5, 1-15; Evangelio: Juan 16, 12-15 Nexo entre las LECTURAS. Temas... Sugerencias... Concluido el ciclo de los grandes misterios de la Vida de Cristo, la liturgia se eleva a contemplar el misterio de la Santísima Trinidad. En el Antiguo Testamento este misterio es desconocido; sólo a la luz de la revelación neotestamentaria se pueden descubrir en él lejanas alusiones. Una de las más expresivas es la contenida en el elogio de la Sabiduría, atributo divino presentado como persona (Pr 8, 22-31; 1a lectura). «El Señor me poseyó al principio de sus tareas, al principio de sus obras antiquísimas... Antes de los abismos fui engendrada… Cuando asentaba los cimientos de la tierra, yo estaba junto a él, como arquitecto» (ib 22.24.29-30). Es, pues, una persona coexistente con Dios desde la eternidad, engendrada por él y que tiene junto a él una misión de colaboradora en la obra de la creación. Para el cristiano no es difícil descubrir en esta personificación de la sabiduría-atributo una figura profética de la sabiduría increada, el Verbo eterno, segunda Persona de la Santísima Trinidad, de la que escribió San Juan: «En el principio la Palabra existía, y la Palabra estaba con Dios, y la Palabra era Dios.… Todo se hizo por ella» (1, 1.3). Pero las expresiones que más impresionan son aquellas en que la sabiduría dice que se goza por la creación de los hombres y que tiene sus delicias en ellos. ¿Cómo no pensar en la Sabiduría eterna, en el Verbo que se hace carne y viene a morar entre los hombres? En la segunda lectura (Rm 5, 1-5), la revelación de la Trinidad es claramente manifiesta. Ahí están las tres Personas divinas en sus relaciones con el hombre; Dios Padre lo justifica restableciéndolo en su gracia, el Hijo se encarna y muere en la cruz para obtenerle ese don y el Espíritu Santo viene a derramar en su corazón el amor de la Trinidad. Para entrar en relaciones con los «Tres», el hombre debe creer en Cristo su Salvador, en el Padre que lo ha enviado y en el Espíritu Santo que inspira en su corazón el amor del Padre y del Hijo. De esta fe nace la esperanza de poder un día gozar «de la gloria de los hijos de Dios» (ib 2) en una comunión sin velos con la Trinidad sacrosanta. Las pruebas y las tribulaciones de la vida no pueden remover la esperanza del cristiano; ésta no es vana, porque se funda en el amor de Dios que desde el día del bautismo «ha sido derramado en nuestros corazones con el Espíritu Santo que se nos ha dado» (ib 5). Fe, esperanza y amor son las virtudes que permiten al cristiano iniciar en la tierra la comunión con la Trinidad que será plena y beatificante en la gloria eterna, la Jerusalén Celestial. El Evangelio del día (Jn 16, 12-15) proyecta nueva luz sobre la misión del Espíritu Santo y sobre todo el misterio trinitario. En el discurso de la Cena, al prometer el Espíritu Santo, dice Jesús «Cuando venga él, el Espíritu de la Verdad, los guiará hasta la verdad plena» (ib 13). También Jesús es la Verdad (Jn 14, 6) y ha enseñado a los suyos toda la verdad que ha aprendido del Padre -«todo lo que he oído a mi Padre, se los he dado a conocer» (Jn 15, 15)-: por eso el Espíritu Santo no enseñará cosas que no estén contenidas en el mensaje de Cristo, sino que posibilitará penetrar su significado profundo y dará su exacta inteligencia preservando la verdad del error. Dios es uno solo, por eso única es la verdad; el Padre la posee totalmente y totalmente la comunica al Hijo: “Todo lo que tiene el Padre es mío», declara Jesús y añade: el Espíritu Santo «tomará de lo mío y se los lo anunciará» (Jn 16, 15). De este modo afirma Jesús la unidad de naturaleza y la distinción de las tres Personas divinas. No sólo la verdad, sino todo es común entre ellas, pues poseen una única naturaleza divina. Con todo, el Padre ‘la posee’ como principio, el Hijo en cuanto engendrado por el Padre y el Espíritu Santo en cuanto que procede del Padre y del Hijo. No obstante, el Padre no es mayor que el Hijo, ni el Hijo que el Espíritu Santo. En ellos hay una perfecta comunión de vida, de verdad y de amor. El Hijo de Dios vino a la tierra justamente para introducir al hombre en esta comunión altísima haciéndolo capaz por la fe y el amor, de vivir en sociedad-comunión con la Trinidad que mora en él. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo. ¡GLORIA! ¡ALELUYA! ------------------------------------------------------------------------------------------- OTRA HOMILIA Solemnidad de la SANTÍSIMA TRINIDAD cC (16 de junio 2019) Primera: Proverbios 8, 22-13; Salmo: Sal 8, 4-5. 6-7. 8-9; Segunda: Romanos 5, 1-15; Evangelio: Juan 16, 12-15 Nexo entre las LECTURAS. Temas... Sugerencias... - UN RETRATO VIVO DE DIOS Siempre, sobre todo en nuestra oración, nos dirigimos y celebramos a Dios Trino… y la Iglesia ha querido que al reanudar el tiempo ordinario le dediquemos, a la Santa Trinidad, una fiesta solemne. Este día es como recoger en el corazón -como el que reúne agua en una vasija- todo lo que acabamos de celebrar en el Tiempo pascual: el Padre nos ha querido salvar a través de la entrega pascual de su Hijo y con el don de su Espíritu. Es una visión global de la historia de la salvación. Las lecturas bíblicas nos presentan un retrato de Dios, un retrato vivo, no tanto a partir de sus definiciones filosófico-teológicas, sino de sus actuaciones salvíficas, tal como se nos describen en la Biblia. Sus rasgos característicos son la creación inicial del cosmos, la gracia que nos ha comunicado en Cristo y en el Espíritu, y la admirable comunión que existe entre las tres divinas personas. No es indiferente la imagen que tenemos de Dios… ella marca como ha de ser nuestra relación con Él y con los demás… con nuestras familias, nuestras comunidades, con todos los hombres… la vocación de todos es contemplar (adoración y oración) a Dios y crecer en su amistad para obrar como Él en todas nuestras acciones. - LA CREACIÓN, PRIMERA REVELACIÓN DE DIOS La primera lectura nos presenta a la Sabiduría de Dios, desde el principio de la creación. Un Dios que ha creado este nuestro mundo "con sabiduría y amor" (como dice la Plegaria Eucarística IV). El salmo nos ha hecho repetir cantando: "qué admirable es tu nombre en toda la tierra". Dios se nos da a conocer desde la creación, ella es como la huella digital de Dios. Como manifiesta el Papa Francisco en Laudato Si: fomentemos este aprecio y esta "lectura" religiosa de nuestra relación con lo cósmico. Los ecologistas tienen razón en admirar la hermosura de este mundo y en querer conservarla, pero mucho más nosotros que nos decimos y somos hijos de Dios. - EN CRISTO Y SU ESPÍRITU SE NOS REVELA TODO EL AMOR DE DIOS Pero si la creación es admirable, mucho más lo es la obra de la salvación que se ha cumplido en Cristo Jesús. En Él se nos ha revelado todo el amor del Padre. En Él y en su Espíritu tenemos la paz, la reconciliación, el acceso al Padre y la esperanza que colorea nuestra vida, aún en medio de las tribulaciones que pueden salirnos al paso. Es lo que en la segunda lectura nos ha dicho Pablo. Y todavía el evangelio nos hace subir a una comprensión ‘teológica’ más profunda. Nos habla de la admirable comunión que existe entre las tres Personas divinas. El Padre nos ha enviado a Cristo, que nos dice que "todo lo que tiene el Padre es mío", y añade que nos enviará al Espíritu, que "nos guiará hasta la verdad plena...y recibirá de mí lo que les irá comunicando". Puede parecer una visión demasiado elevada para los cristianos que caminamos por este mundo llenos de ‘preocupaciones’ y límites. Pero ése es nuestro Dios… Dios familia: Dios que es Padre, y se ha querido acercar a nosotros y ha entrado en nuestra historia; Dios que es Hijo, que se ha hecho Hermano nuestro, que ha recorrido nuestro camino y se ha entregado por nuestra salvación; Dios que es Espíritu y nos quiere llenar en todo momento de su fuerza y su luz. Dios vivo, cálido, cercano. En la Biblia se revela como Misericordioso (Papa Francisco, con ocasión del Jubileo de la Misericordia). - CONSECUENCIAS PARA NUESTRA VIDA (Aparecida) Hoy es un día para mostrar amablemente cómo nuestra vida cristiana está marcada -más de lo que parece- por Dios, Uno y Trino, que ha actuado desde siempre para nuestra salvación: - ya en el Bautismo fuimos signados y bautizados "en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo", envueltos, por tanto, ya desde el principio en su amor; - en nuestra celebración eucarística, al principio nos santiguamos en su nombre, y al final el presidente nos bendice también con la fuerza del Dios Padre, Hijo y Espíritu; - a lo ‘largo’ de la Misa: rezamos (cantamos) el Gloria, o recitamos el Credo, siempre centrados en la actuación de las tres divinas Personas; y el sacerdote siempre dirige la oración al Padre, por medio de Cristo y el Espíritu; - también en nuestra oración personal nos santiguamos recordando a Dios (por ejemplo al inicio del viaje o del trabajo, o al salir de casa), o decimos el "Gloria al Padre" como resumen de nuestras mejores actitudes de fe. Todo esto nos motiva para que sigamos nuestra vida con esperanza, con alegría. Estamos "sumergidos" en ese Dios a quien oramos y a quien hoy celebramos de una manera más explícita. Dios que es nuestro origen y nuestro destino gozoso. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.

HOMILIA VIERNES SANTO DE LA PASIÓN DEL SEÑOR (29 de marzo 2024)

  VIERNES SANTO DE LA PASIÓN DEL SEÑOR (29 de marzo 2024) Primera : Isaías 52,13 – 53,12;  Salmo : Sal 30, 2.6.12-13.15-16.17.25;  Segunda :...