lunes, 19 de diciembre de 2022

HOMILIA NATIVIDAD DEL SEÑOR. Solemnidad. Misa de la Noche (24 de diciembre 2022)

 NATIVIDAD DEL SEÑOR. Solemnidad. Misa de la Noche (24 de diciembre 2022)

PrimeraIsaías 9, 1-6; Salmo: Sal 95, 1-3. 11-13; Segunda: Tito 2, 11-14; Evangelio: Lucas 2, 1-14

Nexo entre las LECTURAS…

Entre los muchos puntos de contacto de las lecturas, propongo el del ‘Nacimiento’. El anuncio del ángel a los pastores es: “les traigo una buena noticia… Hoy, en la ciudad de David, les ha nacido un Salvador.” (Evangelio). El texto de san Lucas, eco del texto de Isaías proclama proféticamente el nacimiento del Mesías: “Un niño nos ha nacido”. En la segunda lectura Pablo, dentro de un contexto de exhortación, fundamenta y motiva a los discípulos misioneros a vivir en una vida virtuosa apoyados en la gracia de Dios, que se ha hecho visible en el nacimiento y en la vida de Jesucristo, mientras esperamos gozosamente su Última Venida.

Temas… Sugerencias...

Navidad. Tanto en el evangelio de Lucas, que se lee en la Misa de medianoche, como en el de Juan, que se lee en la del Día, se insiste en un dato sorprendente: Lucas afirma que cuando José y María llegaron a Belén no encontraron posada, teniendo que cobijarse fuera del pueblo, en una gruta para resguardar los ganados… y san Juan, da testimonio de que “vino a los suyos y los suyos no lo recibieron”. Celebramos la Natividad, recordamos aquella que llamamos ‘primera Navidad’, cuando Dios —hecho hombre— nació y el mundo no quiso recibirlo… y ahora en el mundo, de nuevo, parece no haber sitio para Dios. Tampoco hay sitio o acogida para los elegidos de Dios: No hay vivienda para los sin techo, no hay trabajo para los parados, no hay alimentos para los que se mueren de hambre, no hay sitio para los inmigrantes, no hay respeto hacia los diferentes... y al contrario hay atropellos indignos por todos lados. En este mundo al que falta caridad, falta solidaridad, falta hospitalidad y sobra egoísmo, indiferencia, insolidaridad… el Papa nos invita a ponernos en manos del Padre de las Misericordias y reemprender el camino de la conversión, del amor, de servicio y de la paz.

Encarnación. Navidad es la ‘conmemoración’ del nacimiento de Jesús, el hijo de Dios que se hace carne. Es un misterio de encarnación. Dios se hace hombre, toma nuestra condición con todas sus consecuencias hasta la muerte, para que nosotros podamos asumir la condición de hijos de Dios, con todas sus consecuencias, también de inmortalidad y resurrección. Es un misterio, pues, de solidaridad, que funda una nueva relación de Dios con los hombres, y debe fundar también una nueva relación de solidaridad entre los hombres. En Jesús, Dios se hace solidario de nuestra causa, para que todos seamos en Jesús solidarios en la causa de los hombres, sobre todo, la de los pobres y excluidos. Dios está con nosotros, por nosotros, para nosotros, a fin de que también nosotros estemos los unos con los otros, por los otros, para los otros, para todos. Con la gracia de esta fiesta pedimos “Que la locura homicida no encuentre más espacios en nuestro mundo” (Papa Francisco)

Presencia. Que Dios esté con nosotros no significa que Dios esté contra los otros. Y mucho menos que los creyentes nos arroguemos una predilección divina contra otros pueblos o religiones. Al contrario, Dios-con-nosotros significa que Dios está en todos los seres humanos, está en nosotros para que seamos útiles a los otros, y también está en los otros para que le respetemos y escuchemos y amemos, como decía santa Teresa de Calcuta “nos pertenecemos”. De modo que nuestras relaciones interpersonales, las relaciones sociales, debemos ir conformándolas según esta nueva perspectiva de Navidad, como: relaciones de caridad-solidaridad, de disponibilidad, de colaboración y de ayuda hacia todos, pero de modo especial hacia aquellos que más necesitan de nosotros. Pidamos y pedimos la gracia de «La no violencia: un estilo de política para la paz» (Mensaje del Papa para la Paz, 1 de enero de 2017) para que Su presencia nos haga bien a todos… ¡A TODOS!

Pesebre. A los primeros testigos de la Navidad, a los pastores, los ángeles les dieron esta señal: “encontrarán un niño en pañales y acostado en un pesebre”. Dios se deja ver, sobre todo, en la debilidad, en la pobreza y en la realidad de un niño y acostado en el piso. Al hacerse niño —y estar en el suelo— se ha puesto al alcance de nuestro cariño y de nuestra ternura, ¿hay algo más amable que un niño de pocos días? Pero los niños pueden ser también fáciles víctimas de nuestra violencia y desconsideración (especialmente por los sufrimientos de los menores abusados hagamos una oración especial). De ahí la posibilidad de descubrirlo y amarlo y servirlo en los pobres, con los que ha querido identificarse; pero de ahí también el riesgo de que pasemos de largo, de que no lo veamos o no queramos verlo, e incluso de que lo rechacemos (Papa Francisco). Jesús, que es la Palabra de Dios, se ha hecho apenas balbuceo en el niño de Belén, y se hará silencio al morir en la cruz. Así se ha puesto en su sitio, para indicarnos el nuestro, el último lugar, a la cola, al servicio de todos. Que para eso estamos, para servir, para ser útiles, para amar.

Caridad-Solidaridad (San Juan Pablo II). La encarnación, la Navidad, al descubrirnos la misericordia de Dios con el hombre, funda la solidaridad entre los hombres. Frente a la cultura de la competitividad, que amenaza con convertir la convivencia en una lucha sin criterios de todos contra todos, debemos sentar las bases de una nueva cultura, la de solidaridad, la de la Civilización del Amor (San Pablo VI) que nos predisponga a todos en favor de todos. Más allá de la competitividad, entendida y practicada como selectiva y eliminatoria de los débiles, hay que apostar por la competencia, entendida y practicada como capacitación para un servicio cada vez mejor y más operativo y con todos. Trabajemos por la globalización de la Caridad (Benedicto XVI). Se trata, con la ayuda de la gracia, de ir eliminando de nuestra cultura —del mundo y eclesial— todos los rasgos de inhumanidad que hemos ido adquiriendo con la violencia, la explotación, la exclusión, la hostilidad y hostigamiento... y de ir arraigando nuevos rasgos de humanidad, de ayuda mutua, de comprensión y respeto, de tolerancia y cooperación, de solidaridad, de caridad, de no violencia, de paz.

Podemos preguntarnos: ¿Cómo celebramos la Navidad? ¿Qué celebramos, la Navidad o las navidades? ¿Un acontecimiento de salvación… unos días de vacaciones? ¿Creemos, con nuestra vida, que el Señor está con nosotros? Y en ese caso: ¿con quién estamos nosotros? ¿con Dios o con el dinero, con las superficialidades? ¿con los ricos o con los pobres? ¿con los poderosos o con los débiles?

¿Vivimos la encarnación? ¿Estamos encarnados para el bien y la virtud y la misericordia con nuestro mundo? Si Navidad es misericordia-solidaridad, ¿somos solidarios? ¿Sólo en las grandes (extremas) ocasiones? ¿Lo somos cada día, en los detalles, siempre y con todos?

Nuestra Señora de la Paz, ruega por nosotros, por la Iglesia y por todos…

HOMILIA VIERNES SANTO DE LA PASIÓN DEL SEÑOR (29 de marzo 2024)

  VIERNES SANTO DE LA PASIÓN DEL SEÑOR (29 de marzo 2024) Primera : Isaías 52,13 – 53,12;  Salmo : Sal 30, 2.6.12-13.15-16.17.25;  Segunda :...