miércoles, 27 de septiembre de 2023

HOMILIA Domingo vigesimosexto del TIEMPO ORDINARIO cA (01 de octubre de 2023)

 imagen de Librería San Pablo

Domingo vigesimosexto del TIEMPO ORDINARIO cA (01 de octubre de 2023)

Primera: Ezequiel 18, 24-28; Salmo: Sal 24, 4-9; Segunda: Filipenses 2, 1-11; Evangelio: Mateo 21, 28-

32.

Nexo entre las LECTURAS

La conciencia de la responsabilidad personal es el tema predominante en esta liturgia. A los exiliados que culpan a Dios de injusticia porque se comporta de modo desigual con el honrado que comete maldad y con el malvado que se comporta honradamente, Dios les dice: ¿acaso no es el proceder de ustedes, y no el mío, el que no es correcto? El honrado que ha cometido la maldad, muere por la maldad que ha cometido, y el malvado que practica la justicia vivirá porque se aparta de la maldad. Tanto uno como otro son responsables de sus obras. La verdadera responsabilidad personal, nos enseña Jesús en el Evangelio, se manifiesta no tanto en el decir sino en el obrar, como resulta claro de la parábola. San Pablo pone, ante los ojos de los Filipenses, como ejemplo de responsabilidad y coherencia, a Jesucristo: El sí de Cristo es un sí operativo, encarnado en las obras para realizar la redención (segunda lectura).

Temas...

La responsabilidad personal de cada uno. ¡Qué buen maestro es Jesús! ¡Con qué claridad nos va guiando para que aprendamos cuáles son las actitudes de un buen seguidor suyo!

Uno dijo ;¡¡no quiero!!;, pero fue. El otro dijo ¡voy!;, pero no fue. Jesús quiere que conformemos nuestra conducta al estilo de su evangelio, no sólo con palabras, sino con hechos. Y a veces, los que más oficialmente parecen los ;buenos; son los que menos dóciles se muestran a los caminos de Dios.

Lo primero que nos dice hoy la Palabra de Dios es que cada uno es responsable de sus actos, de sus opciones ante el bien y el mal. El profeta Ezequiel, ante un pueblo que se refugiaba demasiado fácilmente en las ;culpas de la comunidad; o de los antepasados, hace una llamada urgente a la decisión personal de cada uno.

Es verdad que la conducta de cada uno repercute en la totalidad, y que la comunidad influye en nuestras opciones personales. El que otros se muestren flojos me afecta, porque me quita las pocas fuerzas que pudiera tener para seguir por el buen camino. Pero eso no nos exime ni del mérito ni de la culpa: la responsabilidad de nuestra vida la tenemos nosotros.

La parábola de los dos hijos también nos pone ante la decisión personal: el que dijo que sí, pero no fue, o el que respondió que no quería ir, pero luego cambió de idea y fue a trabajar. En el fondo, este segundo cumplió la voluntad de Dios. El que elige el camino del mal entra él mismo en la esfera de la muerte. El que opta por el bien, en la esfera de la vida. Podrán haber influido, en una o en otra dirección, el ejemplo de los demás, o las estructuras deficientes o el ambiente neopagano de este mundo, incluso la poca ayuda que nos presta la comunidad eclesial, también ella pobre muchas veces. Pero no vale recurrir a excusas a la hora de admitir la propia responsabilidad.

Hoy apreciamos mucho la libertad personal y la dignidad de nuestras propias decisiones: no tendremos que refugiarnos, por lo tanto, en ;lo que hace la mayoría; según las estadísticas, o en lo poco que nos ayudan

desde fuera las instituciones. El cristiano debe tener personalidad, saber ir ‘contra corriente’, ser responsable de sus actos, seguir a Cristo en lo fácil y en lo difícil.

¿Quién cumple de verdad? El evangelio de hoy nos orienta también en otra dirección que es consecuencia de la primera: que no bastan las palabras, que lo que cuenta son “los hechos”.

Jesús dedicó esta enseñanza a los que oficialmente eran guías del pueblo de Israel, pero no se daban por enterados de la buena noticia. Debió ser una palabra inquietante y hasta escandalosa: sentirse comparados a los “pecadores y pecadoras” públicos, y oír que estos, si cambian de vida, han sabido cumplir la voluntad de Dios mejor que los maestros de Israel. Los fariseos decían oficialmente ;sí, voy;, pero en realidad no cumplían: todo era fachada y apariencia. Se tenían por perfectos. Jesús, una y otra vez, los desenmascara, cuando les llama; sepulcros blanqueados; o cuando asegura que el publicano que oró humildemente, bajó del Templo perdonado, y el fariseo, que se creía perfecto, no. ¡Cuántas veces alabó Jesús a personas que en las medidas sociales y religiosas de su tiempo eran consideradas poco menos que indeseables: publicanos, el centurión romano, la mujer cananea, la pecadora arrepentida.

Pero no nos quedemos en los fariseos de entonces. Seamos sinceros y apliquemos las palabras de Cristo a nuestra vida. También nosotros podemos tener la tentación de conformarnos con palabras, sin pasar a los hechos. Decir SI con los labios, casi profesionalmente, y luego vivir en la práctica una continuada incoherencia, sin practicar lo que decimos. Esto puede pasarnos a nosotros, los sacerdotes, los que hablamos y exhortamos a los demás a cumplir el evangelio, y luego puede ser que nuestro ejemplo sea muy poco creíble. Y puede pasar con las ;personas de bien;, los de buena fama. A todos se nos podría aplicar aquello de que ;del dicho al hecho hay un buen trecho;.

Lo peor sería que los; oficialmente buenos; miremos con aires de suficiencia a los que consideramos ;pecadores; y alejados. O a los migrantes que han venido desde lejos a nuestras tierras en busca de una vida más humana, y a los que demasiado fácilmente podemos considerar como menos dignos de respeto (Francisco, Papa). Tampoco a nosotros nos resulta cómodo oír que es posible que ;los otros a lo mejor han escuchado con mayor sinceridad la palabra de Dios o están practicando mejor las actitudes cristianas (de servicialidad, o de perdón, o de esperanza, o de apertura para con Dios) que los que nos llamamos más solemnemente cristianos.

Los que participamos cada Domingo de la Eucaristía hemos de recordar que no todo termina ahí. El ;pueden ir en paz; del final no significa que ;aquí no ha pasado nada;. Precisamente queda lo más difícil: que lo que hemos escuchado y creído y celebrado en la Misa lo cumplamos luego significativamente en nuestro estilo de vida. Si en la Eucaristía decimos convencidos ;sí, voy ;, que en la vida no resulte que de veras no vamos, sino que prolongamos en nuestro modo de vivir la fe que hemos profesado aquí.

Sugerencias...

En la parroquia, el barrio, están los cristianos auténticos, que han vivido y continúan viviendo en actitud de fe y conversión permanentes. ¡Magnífico, y que sean muchos! Hay también posiblemente cristianos ;delantes;, que son cristianos por tradición y herencia, y a veces con esa fe “de los de siempre”. Dan ;si! a la liturgia y a la vidriera y un;no; a ciertas exigencias de la vida apostólica; o viceversa, un;sí ; a ciertas

conductas morales y un ;no; al ejercicio de la fe. ¿Cuántos son estos ;viejos; cristianos? No faltan quienes han sido religiosamente fríos, han pertenecido a otra religión, incluso han sido laicistas y hasta ateos, pero se han convertido y ahora tratan de ser fervientes cristianos. ¿Son muchos los que pertenecen a este grupo? Y están, muy probablemente, quienes han dicho y continúan diciendo ;no; a la fe y a la conversión interior,

con las palabras y con las obras. Es una descripción elemental, tal vez real, en nuestro entorno. ¿Qué PUEDO hacer ante esta situación? Haz todo lo que el Espíritu de Dios te inspire, deja hacer a otros lo que el mismo Espíritu les está pidiendo, y mantente siempre con la esperanza muy alta (Francisco, Papa). Necesidad de testigos. A ser responsables, aprendemos viendo el modo responsable de comportarse de otros. A permanecer en actitud responsable, nos ayuda e impulsa el ejemplo de los demás. El Papa Francisco vuelve a decir que en la Iglesia son más necesarios los predicadores-testigos que los solo predicadores. ¡He aquí una hermosa tarea para llevar a cabo en nuestra responsabilidad pastoral! Hemos de trabajar por ser nosotros mismos TESTIGOS… hemos de interesarnos activamente por formar testigos creyentes, por crear entre los cristianos la conciencia de que ser cristiano y ser testigo son una misma cosa (Aparecida). Con un grupo de testigos es grande el bien que se puede hacer en una parroquia, en una comunidad, en una diócesis.

Ser testigos, discípulos-misioneros, es un modo de realizar la nueva evangelización.


miércoles, 13 de septiembre de 2023

HOMILIA LA EXALTACIÓN DE LA SANTA CRUZ (14 de septiembre de 2023)


 LA EXALTACIÓN DE LA SANTA CRUZ (14 de septiembre de 2023)

Primera: Números 21, 4b-9; Salmo: Sal 77, 1-2. 34-35. 36-37. 38; Segunda: Filipenses 2, 6-11; Evangelio: Juan 3, 13-17
Meditación única
El pasaje elegido para esta celebración forma parte del cuarto evangelio, porque es (más) este evangelio el que presenta el misterio de la cruz del Señor, como exaltación. Y esto desde el comienzo del evangelio: “Así como Moisés elevó la serpiente en el desierto, así tiene que ser elevado el Hijo del Hombre” (Jn 3,14; Dn 7,13). Juan nos explica el misterio del Verbo Encarnado en el movimiento paradójico del descenso-ascenso (Jn 1,14.18; 3,13). Y es éste el misterio que ofrece la clave de lectura para comprender la identidad y de la misión de Jesucristo ‘passus et gloriosus’, y decimos que esto no es solamente para el texto de Juan, también san Pablo, por ejemplo, se sirve de este mismo movimiento ascenso-descenso para explicar el misterio de Cristo: “Subió. ¿Qué quiere decir, sino que había bajado con los muertos al mundo inferior?” (Ef 4,9).
Jesús es el Hijo de Dios que al hacerse Hijo del hombre (Jn 3,13) nos hace conocer los misterios de Dios (Jn 1,18). Esto solamente puede hacerlo Él, ya que Él sólo ha visto al Padre (Jn 6,46). Podemos decir que el misterio del Verbo que baja del cielo responde al anhelo de los profetas: ¿quién subirá al cielo para revelarnos este misterio? (cfr. Dt 30,12; Prov 30,4). El cuarto evangelio está lleno de referencias al misterio de aquel que “ha bajado del cielo” (1 Cor 15,47). He aquí algunas citas: Jn 6,33.38.51.62; 8,42; 16,28-30; 17,5.
La exaltación de Jesús está justamente en este bajar hasta nosotros, hasta la muerte, y a la muerte de cruz, desde la cual Él será levantado como la serpiente en el desierto y “todo el que la mire … no morirá” (Núm 21,7-9; Zc 12,10). Este mirar a Cristo ensalzado, Juan lo recordará en la escena de la muerte de Jesús: “Mirarán a aquel que traspasaron” (Jn 19,37). En el contexto del cuarto evangelio, el dirigir la mirada quiere significar, “conocer”, “comprender”, “ver”.
A menudo en el evangelio de Juan, Jesús se refiere al hecho de ser levantado: “Cuando hayan levantado en alto el Hijo del hombre, entonces conocerán que yo soy” (Jn 8,28); “‘cuando yo haya sido levantado de la tierra, atraeré a todos a mí’. Jesús daba a entender así de qué muerte iba a morir” (Jn 12,32-33). También en los sinópticos Jesús anuncia a sus discípulos el misterio de su condena a muerte y muerte de cruz (podemos leer Mt 20,17-19; Mc 10,32-34; Lc 18,31-33). En efecto, Cristo tenía que “sufrir todo esto y entrar en la gloria” (Lc 24,26).
Este misterio revela el gran amor que Dios nos tiene. Es el Hijo que nos es dado, “para que quien crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna”, este hijo a quien nosotros hemos rechazado y crucificado. Pero justamente en este rechazo de nuestra parte, Dios nos ha manifestado su fidelidad y su amor que no se detiene ante la dureza de nuestro corazón. El actúa la salvación, a pesar de nuestro rechazo y desprecio (cfr. Hechos 4,27-28), permaneciendo siempre firme en realizar su plan de misericordia: “Porque Dios no ha enviado a su Hijo al mundo para juzgar el mundo, sino para que el mundo se salve por él”.
Algunas preguntas:
1) En el evangelio y pensando en tu vida cotidiana ¿hay algo que te llama más la atención?
2) ¿Qué significa para Ti la exaltación de Cristo y de su Cruz?
3) Este movimiento de descenso (practica de las obras de misericordia) - ascenso (nos prepara para el Cielo) ¿qué consecuencias conlleva en tu vivencia de la fe? (Papa Francisco, catequesis del 10 de septiembre)

miércoles, 6 de septiembre de 2023

BEATIFICACION DE UNA FAMILIA ENTERA "FAMILIA ULMA"

FUENTE INFORMATIVA: AICA


Todos los integrantes de la familia Ulma, asesinados por los nazis por haber escondido a una familia judía en su casa, serán beatificados el próximo 10 de septiembre en Polonia.

 El cardenal Marcello Semeraro, prefecto del Dicasterio para la Causa de los Santos, presidirá el próximo domingo 10 de septiembre en Markowa, Polonia, la beatificación de una familia completa: los Ulma. Sus miembros fueron asesinados por los nazis el 24 de marzo de 1944, por esconder en su casa a dos familias judías, los Szall y los Goldman, también asesinados aquel día. 

Algunas versiones de ese episodio narraban que el séptimo hijo de los Ulma aún se encontraba en el vientre de su madre, Wittoria Ulma, en el momento de los hechos, lo que lo constituía, por lo tanto, en un mártir nonato. 

El Dicasterio para las Causas de los Santos emitió, el 5 de septiembre, un comunicado en el que se detallaba que “este niño fue alumbrado en el momento del martirio de su madre”. Es por ese motivo, explicaba el dicasterio, que se añadió a ese séptimo hijo al número de vástagos de la familia, mártires todos ellos. Y, aunque el recién nacido no había sido todavía bautizado, el Vaticano lo considera cristiano, porque “en el martirio de sus padres recibió el bautismo de sangre”.

El bautismo de sangre está recogido en el artículo 1.258 del Catecismo, en el que se reconoce como bautizados a aquellos que mueran a causa de proclamarse cristianos. “Quienes padecen la muerte por razón de la fe, sin haber recibido el bautismo, son bautizados por su muerte con Cristo y por Cristo”. Se aplica entonces también al último hijo de los Ulma, una familia católica que fue asesinada por actuar de forma acorde al Evangelio y acoger a sus vecinos perseguidos.

Existe además, aparte del de sangre y el bautismo con agua, que es el más común, el bautismo de deseo. Lo recoge el Código de Derecho Canónico en el artículo 865,2, donde se señala: “Puede ser bautizado un adulto que se encuentre en peligro de muerte si, teniendo algún conocimiento sobre las verdades principales de la fe, manifiesta de cualquier modo su intención de recibir el bautismo y promete que observará los mandamientos de la religión cristiana”.

Una familia mártir
La familia Ulma completa, incluido el bebé recién nacido, será beatificada el domingo 10 de septiembre en Polonia. Los nazis asesinaron a esa familia católica por dar protección a varios judíos perseguidos por el nazismo. Al momento del asesinato, el bebé todavía estaba en el vientre de su madre, pero llegó a nacer poco antes de morir.

Wiktoria, la madre de familia, estaba en el séptimo mes de gestación. Un testigo vio el cuerpo de la mujer al colocarlo en el ataúd, notando la cabeza y el pecho del bebé en su vientre. Otros afirman que aparecía su cabecita entre los muslos de la madre: se trataba del niño.


El Papa Francisco conoció la historia de la familia *Ulma* durante una peregrinación a Polonia, en 2016. Y elogió a esa familia como “ejemplo de fidelidad a Dios y a sus mandamientos de amor al prójimo y de respeto a la dignidad humana”, durante una audiencia en 2018.

La familia Ulma se componía de agricultores muy modestos: el padre, Josef, tenía 44 años y la madre, Wiktoria, 32. Además, del niño por nacer, ya habían tenido a Stasia, de 7 años; Basia, de 6; Wladziu, de 5; Franio, de 4; Antos, de 3; y a Marysua, de 2 años.

Según el Yad Vashem, Centro Mundial para la Memoria del Holocausto en Jerusalén, el matrimonio Ulma presenció la ejecución de los judíos sacados de sus casas en el verano de 1942. La policía encontró a una familia judía de seis miembros refugiada en casa de los Ulma, junto con dos hermanas de otra familia también judía, escondidos todos en la buhardilla de la granja. La policía alemana realizó el descubrimiento posiblemente gracias a una delación provocada por el odio. Mató a tiros a los judíos y luego asesinó a Josef y a Wiktoria, embarazada, y a sus demás hijos.

Witold Burda declara sobre los mártires: “Fueron unos esposos que construyeron su vida sobre sólidos cimientos de fe. Cada año, miles de peregrinos acuden a su tumba”. Los Ulma aplicaron la parábola del buen samaritano como compromiso de vida cristiana.

Al llegar los policías nazis, Viktoria tuvo las primeras contracciones del parto por la tensión del momento, aunque fue asesinada inmediatamente. El bebé alcanzó a nacer, pero también murió. 

Un libro de investigación realizado por el sacerdote polaco Pawel Rytel-Andrianik y la periodista italiana Manuela Tulli, titulado “También mataron niños. Los Ulma, la familia mártir que ayudó a los judíos”, muestra la convivencia de católicos y judíos en Polonia en las pequeñas localidades rurales, lo cual constituye un testimonio del poder de la Palabra de Dios en defensa de todos.

La beatificación del bebé no nacido pide reflexión sobre el valor de la vida, incluida precisamente la no nacida.+

lunes, 4 de septiembre de 2023

HOMILIA Domingo vigesimotercero del TIEMPO ORDINARIO cA (10 de septiembre de 2023)

 Domingo vigesimotercero del TIEMPO ORDINARIO cA (10 de septiembre de 2023)

Primera: Ezequiel 33, 7-9; Salmo: Sal 94, 1-2. 6-9; Segunda: Rom 13, 8-10; Evangelio: Mateo 18, 15-20


Nexo entre las LECTURAS

El catecismo, basándose en el Concilio Vaticano II, presenta varios símbolos de la Iglesia: Redil, Labranza, Construcción, Templo, Familia, Cuerpo Místico de Cristo, Pueblo de Dios (cf. 753-757). La celebración litúrgica de hoy muestra una: la Iglesia-comunión. El texto evangélico elegido para este Domingo, está tomado del llamado discurso eclesial, cuyo núcleo es el amor fraterno. En la primera lectura, Ezequiel, constituido centinela del pueblo de Israel, siente la responsabilidad de corregir al hermano extraviado, para ser fiel a su vocación de vigía de la comunidad. San Pablo, dirigiéndose a los cristianos de Roma, no duda en afirmar rotundamente: "El amor es la plenitud de la ley".

Temas...

¿Corregir al hermano? "Si tu hermano peca, repréndelo a solas entre los dos. Si te hace caso, has salvado a tu hermano". Es un consejo difícil el que nos da aquí Jesús.

Por una parte, nos cuesta sentirnos responsables de los demás. En general preferimos "dejarles en paz y ocuparnos de lo nuestro", tanto en la vida civil como en la eclesial. Es la postura típica de los que no quieren participar en la   vida de la comunidad, ni creen que deban ayudar a los que se van desviando del recto camino. Fue la postura de Caín: ¿Soy yo acaso el guardián de mi hermano? Y sin embargo, Jesús nos ha enseñado la importancia de la corrección fraterna oportuna.

Al profeta Ezequiel le urge Dios para que no calle, porque callando se hará responsable de la ruina de su pueblo. Dios le ha hecho "centinela" que ayude a sus hermanos, que sepa dar la alarma cuando vea que es necesario, y les recuerde que no se han de desviar de los caminos del Señor. ¿Para qué sirve un centinela que no avisa? ¿para qué sirve un perro guardián que no ladra cuando vienen los extraños?

Jesús concreta esta obligación de un hermano para con su hermano, de un miembro de la comunidad para con otro. Nadie es extraño para mí: me debo sentir corresponsable del bien de los demás. Si mi hermano va por mal camino, debo buscar el mejor modo de ponerle en guardia y animarle a que recapacite. El procedimiento lo detalla el mismo Jesús, empezando por el diálogo de tú a tú, o sea, a modo de hermanos, sin agresividad, buscando el bien de la persona, no hablando a espaldas, ni aireando a los cuatro vientos los defectos de los demás, sino teniendo la valentía de hablar a la persona concreta.

Somos hermanos. El amor al hermano no se muestra sólo diciéndole palabras amables y de alabanza –que es de esperar que sean las más–, sino también, cuando haga falta, con una palabra de ánimo o de corrección. El silencio a veces puede ser complicidad. Eso les pasa, en un nivel eclesial, al Papa o a los pastores de la Iglesia cuando en conciencia tienen que llamar la atención sobre direcciones peligrosas que van en contra del evangelio o de la dignidad humana.

Pero también nos puede suceder en niveles más domésticos:

*      en la vida de una comunidad cristiana tenemos que participar y sentirnos corresponsables, porque no somos "sociedad anónima"; tenemos muchas ocasiones de colaborar con nuestra voz y nuestro trabajo a mejorar las cosas (¿equipos parroquiales, consejos parroquiales?);

*      en la vida de familia, el marido y la mujer pueden ayudarse con la oportuna palabra de ánimo y con una corrección hecha desde el amor; el diálogo entre padres e hijos puede ser enriquecedor y correctivo, en ambas direcciones;

* en una comunidad religiosa, una palabra a tiempo puede a veces evitar desvíos que llevarían a consecuencias irreparables;

*      los amigos son buenos amigos también cuando contribuyen a que el amigo madure, recapacite y vaya corrigiendo sus defectos.

También habrá que recordar que cuando somos nosotros los que recibimos algún día una palabra de corrección, tendremos que reaccionar bien: de momento nos suele saber mal que nos digan que algo no va bien, pero seguro que nos ayudará a mejorar. Nuestros defectos, muchas veces, los conocen mucho mejor los demás que nosotros mismos.

Desde el amor. Eso sí, la corrección fraterna debemos hacerla con amabilidad. No se corrige al hermano echándole en cara sus defectos. Una cosa es mostrarse indiferente, descuidando la caridad fraterna, y otra convertirse en inquisidores entrometidos o que actúan por despecho. Una cosa es ser centinela que avisa –se supone que en contadas ocasiones– del peligro que acecha, y otra erigirse en juez moralizador o en dueño del bien y del mal.

La clave nos la da Pablo en la segunda lectura: el amor, la ley fundamental del cristiano: "A nadie le deban nada, más que amor... amarás a tu prójimo como a ti mismo. Uno que ama a su prójimo, no le hace daño". El que ama sí que puede corregir al hermano, porque lo hará con delicadeza, lo hará no para herir, sino para curar, y sabrá encontrar el momento y las palabras. No sólo verá los defectos sino también las virtudes. Y por eso, porque ama y se preocupa de su hermano, se atreve a corregirle y ayudarle. Como un padre no siempre calla, sino que habla y anima a sus hijos, y, si es el caso, les corrige, ayudándoles a cambiar y haciéndoles fácil la rehabilitación. Como el educador hace lo mismo con sus alumnos y el amigo con su amigo.

Con ello imitamos a Jesús, que supo corregir con delicadeza y vigor a sus discípulos, en particular a Pedro, y logró que fueran madurando en la dirección justa. Con amor y desde al amor.

Sugerencias...

El amor es la plenitud de la ley. Cada parroquia, cada comunidad eclesial, cada familia, es auténtica si hay entre sus miembros verdadero amor a Dios y verdadero amor recíproco. Debemos ser, ante todo, un proyecto visible de la respuesta de amor de los hombres a Dios y mostrar el amor de Dios al hombre. La primera ocupación del párroco y de los parroquianos, de un padre de familia, de un empleador cristiano habrá de ser, no que funcionen bien ‘las actividades’, sino que cada uno abra su mente y su corazón a Dios y lo escuche en el interior de su conciencia. Después vendrá todo lo demás, como por añadidura: asistencia a la Misa dominical, recepción de los sacramentos, amor sincero a los hermanos e interés por su bien y felicidad, organización de actividades, acción benéfica y solidaridad con los necesitados, beneficencia, espíritu de colaboración, buen salario, servicio entre todos, buen descanso, las obras de misericordia, etcétera.

La corrección fraterna. En la enseñanza de Cristo, la corrección fraterna hace concreto el amor a los hermanos. En una diócesis, en una parroquia, en una comunidad religiosa, en un barrio –entre cristianos– no todo ni todos/todas serán perfectos y siempre habrá cosas y comportamientos que se puedan mejorar. La corrección fraterna tiene aquí su razón de ser: responder, como individuos y como comunidad, lo mejor posible a la vocación cristiana y eclesial que hemos recibido. ¿Cómo? No parece acertado el camino de la murmuración, de la maledicencia o de la rebeldía, ni el del chisme, (Papa Francisco) que ciertamente no es nada cristiano. La respuesta al cómo admite muchísimas variaciones, que serán todas buenas si se realizan con respeto, prudencia y caridad sincera. "El amor no hace mal al prójimo. Por lo tanto, el amor es la plenitud de la Ley".

HOMILIA VIERNES SANTO DE LA PASIÓN DEL SEÑOR (29 de marzo 2024)

  VIERNES SANTO DE LA PASIÓN DEL SEÑOR (29 de marzo 2024) Primera : Isaías 52,13 – 53,12;  Salmo : Sal 30, 2.6.12-13.15-16.17.25;  Segunda :...