martes, 14 de febrero de 2023

HOMILIA Domingo Séptimo del TIEMPO ORDINARIO cA (19 de febrero de 2023) P. ANGEL

Foto gentileza p.LUIS TORO

 Domingo Séptimo del TIEMPO ORDINARIO cA (19 de febrero de 2023)

PrimeraLevítico 19, 1-2. 17-18; Salmo: Sal 102, 1-2.3-4.8 y 10.12-13; Segunda: 1Corintios 3, 16-23; Evangelio: Mateo 5, 38-48

Nexo entre las LECTURAS

En nuestro itinerario hacia la Cuaresma continuamos escuchando el sermón de la Montaña, que hoy nos habla de no responder al mal con mal sino con BIEN y que la ley nueva consiste en amar… amar a los enemigos. Jesús lleva a plenitud los mandamientos del Antiguo Testamento introduciéndolos en la lógica de la caridad (amor y servicio). Santo Tomás de Aquino muestra que la ley nueva es más exigente en lo interior, pero más liviana en lo exterior –que la ley antigua–. El drama es que, en ocasiones, los cristianos hemos acogido con facilidad la parte liviana, y nos hemos olvidado de la exigente, por eso san Pablo nos pone en atención: “¡Que nadie se engañe! Si alguno de ustedes se tiene por sabio en este mundo, que se haga insensato para ser realmente sabio. Porque la sabiduría de este mundo es locura delante de Dios”. Debería notársenos, a los discípulos misioneros, que lo somos por que verdaderamente tratamos de orientar nuestra vida desde la exigencia del amor imitando a Dios…

Temas... Sugerencias...

Cada Domingo, todos los Domingos, somos invitados a mirarnos al espejo de Cristo: a escuchar y aceptar su Palabra viva, orientadora. Hoy es sobre nuestra relación con el prójimo imitando al Padre que está en el Cielo.

La ley del amor: Ya desde el A.T., como hemos escuchado en la primera lectura, se nos urge a que amemos: a que evitemos el odio, o el silencio cuando es cómplice del amor fraterno, o la venganza, o el rencor. Se nos da ya una buena "medida" de amor: amar al prójimo como a ti mismo... Se nos dice que así imitamos a Dios y somos santos como Él. ¿Cuál es la actitud de Dios que debemos imitar? Nos lo ha hecho repetir el salmo responsorial: "el Señor es compasivo y misericordioso". No podemos decir que honramos a Dios si luego no imitamos su manera de actuar con nosotros: lento a la ira, comprensivo, perdonador, rico en clemencia... La caridad con el hermano aparece como una consecuencia ligada a nuestra fe en Dios. Jesús, en el evangelio, ha concretado más esta ley del amor. Ya no debe regir para los suyos la ley del talión, aunque todavía hoy sea lo más espontáneo: ojo por ojo (no me habla, pues yo no le hablo; me critica, pues yo le critico a él). Los seguidores de Jesús debemos aprender la nueva ley, la ley del amor. No vengarse del mal con el mal, sino intentar vencerlo con el bien (San Ireneo de Lyon). Poner la otra mejilla, regalarle también la túnica, recorrer con él no sólo un kilómetro, sino dos, son expresiones muy plásticas del nuevo estilo. El amor es dar gratuitamente. Lo otro (saludar al que ya nos saluda, tratar bien al que ya nos trata bien o para que nos trate bien) es más bien negocio. Cristo no nos enseña sólo un estilo civilizado de convivencia, sino uno claramente superior: un estilo basado en el amor gratuito, desinteresado, cosa que no nos enseña precisamente este mundo.

Un amor bien entendido: Amar no significa siempre callar. El silencio a veces sería colaboración con el mal. A veces el amor incluye, como ya nos dice la primera lectura, la corrección fraterna: unos padres no pueden consentir los malos caminos de sus hijos, los hijos deben saber decir también una palabra oportuna a sus padres, y lo mismo en la comunidad parroquial o en la religiosa. Igual examen habrán de hacer los Sacerdotes y los Obispos (Papa Francisco, 13 de febrero de 2017). Amar no debe significar cruzarse de brazos y renunciar a una posible acción comprometida en la lucha contra las situaciones injustas… amar tiene que ver con discernir delante de Dios (y a veces con muchas horas de rodillas) para conocer, manifestado por Él, qué haría en esta situación y qué debo hacer para imitarlo bien. Pues este nuevo estilo comporta en hacer todo desde una actitud de amor, y no de rencor o de venganza o sólo servilismo. Lo de la mejilla o lo de la túnica no hay que tomarlo necesariamente al pie de la letra, sino desde su urgencia de actitud pacífica, no violenta ni vengativa. Cuando a Jesús le dieron una bofetada, en la Pasión, no puso la otra mejilla, sino que preguntó serenamente por qué le golpeaban, qué mal había hecho.

Tenemos buenos maestros de esta Nueva ley: El modelo primero, que nos proponen las lecturas de hoy, es Dios mismo. "Sean santos como yo", –primera lectura–. Y ya hemos visto qué retrato de santidad de Dios nos ofrecía el salmo: el Dios lleno de misericordia. También en el evangelio se motiva nuestra actitud fraterna con los demás mirando a Dios: "así serán hijos del Padre que está en el cielo": Dios, al hacer llover o salir el sol sobre todos, nos da ejemplo de un corazón universal y no vengativo. El que mejor nos ha podido enseñar esta doctrina es Cristo Jesús, que con su modo de actuar y sus palabras nos ha dado este mensaje de perdón y de amor. En Él es donde mejor hemos podido experimentar en verdad que Dios es amor –y lo meditamos y practicamos especialmente durante el Año Jubileo, ¿recuerdan?–. Es Él el que ha cumplido en plenitud la nueva ley del amor. Y no porque ‘no luchara’ contra el mal, ni se callará ante las situaciones que quería corregir. Cristo denunció el mal. Pero perdonó. Murió pidiendo a Dios que perdonara a los que le mataban. Dios nos enseña a superar la ofensa con el amor, no con otra ofensa justiciera. También es modelo y maestra de este amor hasta el fin la santísima Virgen María… yendo al pesebre, a Egipto, estando en Caná y encontrando al Señor en el camino de la Cruz y al pie de la Cruz y en el Cenáculo en espera del Espíritu Prometido, y siempre con corazón bueno, amable, tierno, dulce... Cada uno en su corazón podría, durante la semana, considerar como modelo el santo o la santa del que tenemos especial devoción… ellos (los santos) amaron hasta el fin.

La novedad y la audacia de esta ley del amor: Conviene expresar que el estilo de vida que nos enseña Jesús para que sea nuestro, aparece ante el mundo y la cultura relativista como contra corriente, difícil, cuesta arriba. Esto de Jesús es muy ‘solo de Jesús’ y porque sabe cómo nos hizo y para qué nos hizo, y por eso no sólo nos dice que no odiemos… nos pide más: que amemos incluso al "enemigo", aunque estemos luchando contra el mal. La gran fuerza que transformaría el mundo, si los cristianos la creyéramos en la práctica, es el amor. Cuando, antes de ir a comulgar con Cristo en la Eucaristía, nos damos el gesto de paz con los de al lado, éste es un gesto amable, pero serio: es nuestro compromiso de que comprendemos el "amén" que damos a Cristo como íntimamente relacionado con el "amén" que en la vida le vamos a decir a nuestros hermanos.

 

Viene bien MEDITAR todo esto y hacerlo vida en las proximidades del Miércoles de Ceniza… recordemos que es PRECEPTO en el ayuno y abstinencia y que es muy recomendable ir a MISA y recibir la ceniza

 

lunes, 6 de febrero de 2023

HOMILIA Domingo Sexto del TIEMPO ORDINARIO cA (12 de febrero de 2023)

 Domingo Sexto del TIEMPO ORDINARIO cA (12 de febrero de 2023)

Primera: Eclesiástico 15, 15-20; Salmo: Sal 118, 1-2.4-5.17-18.33-34; Segunda: 1Corintios 2, 6-10;

Evangelio: Mateo 5, 17-37

Nexo entre las LECTURAS

Las lecturas de hoy se centran en la auténtica libertad. En la primera lectura el autor del Eclesiástico recurre

a imágenes para mostrar la responsabilidad del hombre en su obrar: "Fuego y agua he puesto ante ti, alarga

la mano a lo que quieras. Ante el hombre están vida y muerte; lo que él quiera se le dará". Jesucristo, en el

Evangelio, desafía la libertad con la elección: "Han oído que se dijo...pero Yo les digo...". Se nos pide que

elijamos libremente hacer el bien… nos liberó Cristo no de algo, sino para algo, para practicar el amor

(obras de misericordia) y el servicio. Finalmente, san Pablo exhorta a los cristianos de Corinto a elegir una

sabiduría superior: divina, misteriosa, escondida, que Dios nos ha revelado por medio de su Espíritu

(segunda lectura). Dice el autor del Salmo que son felices los que siguen la Ley del Señor y termina con una

súplica humilde: Muéstrame, Señor, el camino de tus preceptos, y yo los cumpliré a la perfección.

Temas...

El sentido de la ley: Al comienzo del evangelio, Jesús subraya que no ha venido a abolir la ley dada por

Dios en la Antigua Alianza, sino a darle plenitud: a cumplirla en su sentido original, tal y como Dios quiere.

Y esto hasta en lo más pequeño, es decir, hasta el sentido más íntimo que Dios le ha dado. Este sentido fue

indicado en el Sinaí: «Santifíquense y sean santos, porque yo soy santo» (Lv 11, 44). Jesús lo reitera en el

sermón de la montaña: «Sean buenos del todo, como es bueno el Padre del cielo» (Mt 5, 48). Tal es el

sentido de los mandamientos: quien quiere estar en alianza con Dios, debe corresponder a su actitud y a sus

sentimientos; esto es lo que pretenden los mandamientos. Y Jesús nos mostrará que este cumplimiento de la

ley es posible: Él vivirá ante nosotros, a lo largo de su vida, el sentido último de la ley, hasta que «todo (lo

que ha sido profetizado) se cumpla», hasta la cruz y la resurrección. No se nos pide nada imposible, la

primera lectura lo dice literalmente: «Si quieres, guardarás sus mandatos». «Cumplir la voluntad de Dios»

no es sino «fidelidad» «nobleza», es decir: nuestro deseo de corresponder a su oferta con gratitud. «El

precepto que yo te mando hoy no es cosa que te exceda ni inalcanzable... El mandamiento está a tu alcance;

en tu corazón y en tu boca. Cúmplelo» (Dt 30, 11.14).

Jesús dice…: Ciertamente parece que en todas estas antítesis («Han oído que se dijo a los antiguos... Pero

Yo les digo») Jesús quiere llevar a plenitud la ley de la Antigua Alianza. Pero la “nueva Ley” no es más que

la que desvela las intenciones y las consecuencias últimas de la antigua. Jesús, además, la purifica de la

herrumbre que se ha ido depositando sobre ella a causa de la negligencia y de la comodidad minimalista de

los hombres, y muestra el sentido límpido que Dios le había dado desde siempre. Para Dios jamás hubo

oposición entre la ley del Sinaí y la fe de Abrahán: guardar los mandamientos de Dios es lo mismo que la

obediencia de la fe. Esto es lo que los «letrados y fariseos» no habían comprendido en su propia justicia, y

por eso su «justicia» debe ser superada en dirección a Abrahán y, más profundamente aún, en dirección a

Cristo. La alianza es la oferta de la reconciliación de Dios con los hombres, por lo que el hombre debe

reconciliarse primero con su prójimo antes de presentarse ante Dios. Dios es eternamente fiel en su alianza,

por eso el matrimonio entre hombre y mujer debe ser una imagen de esta fidelidad. Dios es veraz en su

fidelidad, por lo que el hombre debe atenerse a un sí y a un no verdaderos. En todo esto se trata de una

decisión definitiva (libertad): o me busco a mí mismo y mi propia promoción, o busco a Dios y me pongo

enteramente a su servicio; es decir, escojo la muerte o la vida: «Delante del hombre están muerte y vida: a

cada uno le darán lo que cada uno escoja» (primera lectura).

La profundidad con la que Jesús conoce y comprende la ley de Dios conduce a la ganancia del Reino de los

cielos (Mt 5,20) o a su pérdida, el infierno, el fuego (Mt 5, 22.29.30). El que sigue a Dios, le encuentra y

entra en su Reino; quien sólo busca en la ley su perfección personal, le pierde y, si persiste en su actitud, le

pierde definitivamente. El mundo (dice Pablo en la segunda lectura) no conoce este radicalismo; sin el

Espíritu revelador de Dios «ni el ojo vio, ni el oído oyó, ni el hombre puede pensar» lo que Dios da cuando

se corresponde a su exigencia. Pero a nosotros nos lo ha revelado el Espíritu Santo, «que penetra hasta la

profundidad de Dios», y con ello también hasta las profundidades de la gracia que nos ofrece en la ley de su

alianza: «ser como Él» en su amor y en su misericordia.

Sugerencias...

La libertad cristiana en una sociedad pluralista requiere de gran discernimiento. Los fieles cristianos

vivimos en el pluralismo religioso, político, cultural. Un pluralismo que afecta al mismo modo de ver el bien


y el mal y, consiguientemente, a opciones diversas en campos importantes de la vida humana o de la

sociedad. Para un cristiano el aborto voluntario es siempre un mal, pero en la sociedad pluralista hay quienes

en algunos casos lo consideran posible y hasta necesario. Para un cristiano la prostitución va contra la

dignidad de la mujer y del varón, pero hay quienes la consideran como una "profesión", buena y legítima

como otras... Este pluralismo no ha de debilitar nuestras convicciones, más bien las debe afianzar y nos

llevará a dar razón de nuestra fe y de nuestra postura (San Juan Pablo II, jornada mundial de los jóvenes en

Buenos Aires, Argentina). Pero tampoco nos ha de llevar al fanatismo y a la intransigencia con quienes no

comparten nuestra fe y nuestra moral (Papa Francisco, E. Gaudium). El respeto a las diferencias y el diálogo

ecuménico y más que nada el testimonio de coherencia cristiana, debe ser el camino preferido por nuestra

LIBERTAD.

El Espíritu de libertad. El cristiano, cada discípulo–misionero, en el buen ejercicio de su libertad, actúa

bajo la acción del Espíritu. El discernimiento por obra del Espíritu y la docilidad a este mismo Espíritu

permiten al cristiano el uso más pleno de su libertad, el paso de lo bueno a lo mejor, de lo no exigido por la

sociedad o por el ambiente en que se vive a lo exigido por la conciencia, de la simple ayuda a los demás a la

generosidad sin medida. Mientras más dócil sea cada cristiano a la acción del Espíritu Santo en su

conciencia, más libre será en sus opciones fundamentales y en las decisiones grandes y pequeñas de todos

los días. Con el Espíritu Santo y solo con Él, “comprendemos que Jesús no da importancia sencillamente a la

observancia disciplinar y a la conducta exterior. Él va a la raíz de la Ley, apuntando sobre todo a la intención

y, por lo tanto, al corazón del hombre, donde tienen origen nuestras acciones buenas y malas. Para tener

comportamientos buenos y honestos no bastan las normas jurídicas, sino que son necesarias motivaciones

profundas, expresiones de una sabiduría oculta, la Sabiduría de Dios, que se puede acoger gracias al Espíritu

Santo. Y nosotros, a través de la fe en Cristo, podemos abrirnos a la acción del Espíritu, que nos hace

capaces de vivir el amor divino. A la luz de esta enseñanza, cada precepto revela su pleno significado como

exigencia de amor, y todos se unen en el más grande mandamiento: ama a Dios con todo el corazón y ama al

prójimo como a ti mismo” (Francisco, 16 de feb de 2014).

Nuestra Señora del SI, del HÁGASE, ruega por nosotros.

jueves, 2 de febrero de 2023

HOMILIA La Presentación del Señor. Fiesta (02 de febrero de 2023)

 La Presentación del Señor. Fiesta (02 de febrero de 2023)


PrimeraMalaquías 3, 1-4; Salmo: Sal 23, 7-10; Segunda: Hebreos 2, 14-18; Evangelio: Lucas 2, 22-40

Nexo entre las LECTURAS. Temas...

Aunque esta fiesta del 2 de febrero cae fuera del Tiempo de Navidad, es una parte integrante del relato de Navidad. Es una chispa de fuego de Navidad, es una Epifanía del día cuadragésimo (40 días). Navidad, Epifanía, Presentación del Señor son tres paneles de un tríptico litúrgico.

Significado de la fiesta. La fiesta de la Presentación celebra una llegada y un encuentro: por un lado: la llegada del anhelado Salvador, centro de las promesas y de la vida religiosa del pueblo, y, por otro: la bienvenida concedida a Él por dos representantes dignos de la raza elegida, Simeón y Ana. Por su avanzada edad, estos dos personajes simbolizan los siglos de espera y de anhelo ferviente de los hombres y mujeres devotos de la Antigua Alianza. En realidad, ellos representan la esperanza y el anhelo de la raza humana.

Al revivir este misterio en la fe, la Iglesia da de nuevo la bienvenida a Cristo. Ese es el verdadero sentido de la fiesta. Es la "Fiesta del Encuentro", el encuentro de Cristo y su Iglesia. Esto vale para cualquier celebración litúrgica, pero especialmente para esta fiesta. La liturgia nos invita a dar la bienvenida a Cristo y a su Madre, como lo hizo su propio pueblo de antaño: "Oh Sión, adorna tu lecho nupcial y da la bienvenida a Cristo el Rey; abraza a María, porque ella es la verdadera puerta del Cielo y nos trae al glorioso Rey de la luz nueva".

Tenía que parecerse en todo a sus hermanos. Es fuerte el contraste entre la "entrada en el templo" de la lectura primera y el salmo, y el sentido de la "presentación en el templo" dado por el evangelio –y el resto de los textos litúrgicos–. La "entrada" salvadora del Señor en el Templo, que Malaquías presenta triunfalmente, ha tenido su realización inesperada y sublime en la "presentación" sencilla de un recién nacido por parte de sus padres, cumpliendo lo que la ley prescribía para los pobres. Y esta presentación no es sino el primer anuncio de lo que será la verdadera "entrada" salvadora en el Templo, la muerte y la resurrección de Jesús. También hoy hacemos memoria de la "entrada" del Señor a nuestro templo interior… Dios salva a los hombres realizando las promesas, pero, superando toda imaginación triunfalista. El Salvador es uno de los nuestros, que ha sufrido y muerto como nosotros, y que ha vivido esta vida de comunión con los hombres como una "presentación al Señor", fiel hasta la muerte.

"Mis ojos han visto a tu Salvador … luz para alumbrar a las naciones...". Simeón proclama la Verdad de este Niño: es el Salvador y la Luz ("lumen gentium"). Simeón habla de toda la realidad de Jesús de Nazaret: su vida, su Palabra, su muerte, y resurrección. Él es la Luz. Él manifiesta el rostro verdadero del Amor de Dios y revela a los hombres los caminos de la humanidad verdadera. Su revelación es inesperada y sorprendente, es luz que revela incluso cuál es la tiniebla, y hay que tener los ojos bien abiertos, como Simeón o Ana, para ver en Jesús y en su fidelidad, la respuesta a la milenaria búsqueda de los hombres.

Él es la Luz que salva. La carta a los hebreos formula la fe cristiana de manera admirable: su muerte nos libera del ‘terror’ de la muerte que nos hacía esclavos del diablo y para toda la vida. Tenemos miedo, y en la raíz de todos nuestros miedos está el terror a la muerte; eso nos lleva a mendigar seguridades, y así acabamos esclavos de todo lo que pretende darnos una seguridad, pero que es imposible. A partir de esta esclavitud se comprenden todas las esclavitudes humanas. Los intentos de liberación humanos que no vayan a esta raíz no harán sino cambiar el sentido de la esclavitud. Jesucristo es el Salvador, precisamente, porque ha ido más allá de los proyectos y teorías, y Él mismo ha pasado por el sufrimiento y la muerte. Muriendo y resucitando nos libera del pecado y de la muerte y del mismo miedo a la muerte. En Él todos podemos ser libres. Podemos amar, esperar, buscar la justicia, sin miedo.

"Será como una bandera discutida: así quedará clara la actitud de muchos corazones". Jesús sabe qué quiere decir ‘ser hombre’; ha conocido el sufrimiento, no sólo el "normal", sino el provocado por los demás. En la raíz de la oposición está un corazón cerrado a la luz, un corazón esclavo, que buscando la propia seguridad hace imposible la vida. Ante Él "queda clara la actitud de muchos corazones". La escena que mejor ilustra estas palabras es la del juicio y la condena a muerte en la sinagoga de Nazaret ante las palabras de Él, que hablaban de misericordia y de apertura a los paganos. Y también están las innumerables escenas de la historia –y del presente– donde ante la verdad, que, aunque sea parcial, es siempre participación de la Verdad (Cristo), y se alzan críticas, incomprensiones y rechazos, que son simples justificaciones de la propia inseguridad y de querer seguir viviendo al margen de los Mandamientos y Preceptos y alejados de las obras de Misericordia y de las Bienaventuranzas.

Sugerencias…

– Jesús es el Ungido de Dios que realiza el anuncio (Promesas) del Antiguo Testamento y las expectativas de los hombres de una manera inesperada, pero del modo más cordialmente humano: haciéndose uno de nosotros, y en todo fiel hasta la muerte.

– Jesucristo es Luz para nosotros y para todos los hombres.

– María y la Iglesia son portadores de esa luz (por eso se propone como símbolo llevar y bendecir las velas, candelas). En la raíz de los problemas y las luchas de los hombres está nuestro miedo a la muerte; buscamos nuestro interés y eso hace imposible el diálogo y la paz. Jesucristo, muriendo y resucitando, nos libera de este miedo y nos salva. La Comunidad cristiana está llamada a ser un ámbito de libertad y de liberación para que todos –en Cristo– tengan vida.

 

El Papa Francisco nos recuerda que el 2 de febrero la Iglesia celebra la Fiesta de la Presentación del Señor y la Jornada Mundial de la Vida Consagrada por lo que alienta a responder con generosidad a Cristo para cumplir su voluntad.

Celebramos la Fiesta de la Presentación del Señor en el Templo de Jerusalén. De este misterio surge un mensaje para todos: Cristo se ofrece como ejemplo en su ofrenda al Padre, mostrando la generosidad con la que debemos adherirnos a la voluntad de Dios y servir a nuestros hermanos”.

Además, el Santo Padre nos pide “rezar en modo especial por los consagrados y consagradas, dispersos por el mundo y confirmados en su carisma” para que “Cristo, la Palabra de Dios, les conceda cada vez más fuerza para estar al servicio de los valores del Reino y de una Iglesia fraterna y cercana a todos”.

El Papa nos invita a todos a “a permanecer fieles a Cristo Jesús, al que vemos hoy en los brazos de Simeón y Ana, felices de haberlo encontrado”.

Sobre la alegría, el Santo Padre añadió “casi seguro que habrán visto la misma alegría en los rostros de las personas consagradas: es del encuentro diario con Jesús de dónde procede la luz de sus ojos y la fuerza de sus pasos”.

Que el Espíritu Santo nos ilumine para que podamos llevar la bendición de Dios a todos los hombres y mujeres. Que la Virgen Madre y San José velen por nosotros y nos protejan.

Nuestra Señora de la Candelaria, ruega por nosotros.

HOMILIA VIERNES SANTO DE LA PASIÓN DEL SEÑOR (29 de marzo 2024)

  VIERNES SANTO DE LA PASIÓN DEL SEÑOR (29 de marzo 2024) Primera : Isaías 52,13 – 53,12;  Salmo : Sal 30, 2.6.12-13.15-16.17.25;  Segunda :...