lunes, 31 de julio de 2023

¿Cómo HABLAR con los ÁNGELES? ¿Cómo es mi ÁNGEL? PODCAST Conversando con...

HOMILIA 6 de agosto. LA TRANSFIGURACIÓN DEL SEÑOR. Fiesta. Ciclo A. (2023)


 6 de agosto. LA TRANSFIGURACIÓN DEL SEÑOR. Fiesta. Ciclo A. (2023)

Primera: Daniel 7, 9-10. 13-14; Salmo: Sal 96, 1-2. 5-6. 9; Segunda: 2 Pedro 1, 16-19; Evangelio: Mateo 17, 1-9 

CONTEMPLACIÓN Y ALABANZA

La celebración Dominical de hoy tiene un acento peculiar porque coincide con una fiesta del Señor: la que conmemora su transfiguración en la montaña como un anuncio –que precede a su pasión– de su resurrección gloriosa. El evangelio de hoy, que nos narra la escena de la Transfiguración y nos conduce más directamente a la contemplación de Cristo, que se nos muestra con el esplendor de su gloria, y a la alabanza de aquel que, en esta visión, nos ha querido manifestar cuál es la esperanza de la realidad a la que estamos llamados aquellos que en Él creemos.  

Unidad entre las LECTURAS

Las lecturas de hoy presentan una unidad que va creciendo a medida que se van sucediendo los textos. Nos hallamos ante un primer texto profético (Daniel) en el que la Iglesia nos descubre la gloria que Cristo había de alcanzar; y hace esto por medio de las afirmaciones del salmo ("El Señor reina, altísimo sobre toda la tierra"). El texto apostólico es una "catequesis" que nos dispone admirablemente para escuchar y comprender el alcance del relato evangélico, culminación de la liturgia de la Palabra. Sería bueno empezar la homilía recordando el itinerario seguido por los textos que se han escuchado, antes de centrarse en el mismo texto evangélico.

Temas… En este Domingo, la liturgia celebra la fiesta de la Transfiguración del Señor.

Hoy, en lugar del domingo, celebramos una fiesta antigua, venerable, que todos los años tiene lugar el 6 de agosto: la fiesta de la Transfiguración, que en algunos lugares se conoce también como la fiesta del Salvador. Se trata de recordar aquel momento glorioso en que tres discípulos tuvieron ocasión de ver al Señor resplandeciente, momento que ellos ya nunca más olvidarían. San Pedro, ya muy anciano, así lo recuerda en la segunda carta de hoy: "Esta voz traída del cielo la oímos nosotros estando con él en la montaña sagrada".

–Vivir la alegría y la luz de la fe.

La Transfiguración confirmó la fe de los apóstoles y fue para ellos la luz "que brilla en un lugar oscuro, hasta que despunte el día y el lucero nazca en vuestros corazones".

La Transfiguración del Señor plantea una cuestión que es vital en el cristianismo: la fe es para los apóstoles algo luminoso, como una inmensa alegría, que nadie les podrá robar. Si una persona, joven o mayor, experimenta la alegría de la fe, ya no la pierde nunca jamás.

¿Cómo lograremos ayudar a descubrir este aspecto de la fe? Los apóstoles lo descubrieron: en un momento, que compensa los sufrimientos de toda una vida, los discípulos ven al Señor transfigurado. Esta escena acentúa el gozo de la fe, la alegría de saberse salvados y amados por Jesucristo. Buscar momentos de oración, de contemplación, de Eucaristía bien preparada y participada.

Hay un momento que debiera de ser determinante en este aspecto. Me refiero a la Misa de cada Domingo, que ha de ser luz viva que transfigure nuestras vidas. Hemos de prepararla bien. La gloria de Dios, aunque escondida, está presente en ella.

En medio de nuestra conflictiva e incierta historia humana se nos revela Dios. En este nuestro mundo tan complicado, en las preocupaciones de nuestra familia que tanto nos hacen sufrir, en los problemas cotidianos, en una sociedad tan a menudo enemistada, en el seno de una Iglesia que ha de pedir perdón para purificar su memoria histórica, tenemos que navegar con esperanza renovada, "aunque es de noche", como decía san Juan de la Cruz. O como expresaba un musulmán contemplativo: "En una noche oscura, bajo una negra piedra, hay una pequeña hormiga negra. Pero Dios no se ha olvidado de esta hormiguita".

– Mirar la vida con ojos nuevos.

La oración no sólo nos ayuda a amar a Dios sino que nos predispone a contemplar la naturaleza con ojos nuevos. El pintor Giovanni Bellini tiene un cuadro, que está ahora en el Museo Capodimonte en Nápoles, que nos muestra la figura de Cristo transfigurado ante sus discípulos. El Salvador resplandece en medio de la escena, flanqueado por Moisés y Elías, con los discípulos a sus pies. Pero toda la naturaleza se diría que despierta como atraída por la blancura de la túnica del transfigurado: montañas y valles, prados y flores, animalillos y personas humanas que en la perspectiva aparecen encaminándose hacia sus respectivos trabajos. Todo está iluminado por la luz de Cristo. Como san Francisco, cuando contemplaba la maravilla de la Umbría, región donde vivía, desde la terracita de San Damián, y componía su himno al hermano sol. Contemplar la naturaleza, sobre todo la persona humana, con la mirada penetrada de Dios. Mirar al mundo con la mirada de los santos.

Quien reza no encuentra tan malos a los demás. Cada vez que salimos de Misa debiéramos mirar las cosas y, sobre todo las personas, con una mirada nueva. Como los discípulos al bajar de la montaña del Tabor.

Los discípulos en la cima de aquella montaña se desprendieron de sus envidias pero no prescindieron de los problemas de la vida, problemas penetrados de la tragedia que se les venía encima. Esto es, la plegaria no consiste en desentendernos de los problemas de la vida, sino que proyecta sobre ellos una luz nueva.

¿Acaso no os ha ocurrido alguna vez que ante una dificultad aparentemente insalvable, después de retiraros a rezar unos momentos, habéis encontrado una luz que os ha ayudado a superar aquella oscuridad? La oración nos abre unos ojos nuevos para empezar a descubrir el rostro escondido de Dios.

Sintámonos hoy unidos, de forma muy especial, a nuestros hermanos de la Iglesia ortodoxa, con quienes compartimos la luminosidad de esta fiesta. Ellos la celebran muy solemnemente. Este recuerdo nos mueve a rezar para que, muy pronto, podamos compartir con ellos el Pan sagrado y el Cáliz de la salvación.

Sugerencias...

El episodio evangélico de la transfiguración de Cristo nos invita también a fijarnos en un aspecto importante de toda la celebración litúrgica. Como los apóstoles, que reconocieron cuán bien estaban allí contemplando al Señor glorioso, pero que muy pronto tuvieron que bajar del monte y acompañar a Cristo hacia Jerusalén donde sufriría la pasión, también nosotros, al participar de la liturgia, gustamos por unos momentos cuán unidos estamos al Señor de la gloria y a los dones que son prenda de los bienes del cielo, pero muy pronto tendremos que volver al esfuerzo–entrega constante de la vida cristiana cotidiana.

La liturgia nos permite vivir momentos de intensa comunión con las realidades más santas y, al mismo tiempo, nos ayuda a vivir "mientras esperamos la gloriosa venida de nuestro Salvador Jesucristo". Ojalá la fiesta de la Transfiguración nos ayude a valorar la importancia de estos dos aspectos de la vida litúrgica y nos impulse a vivir en el amor y servicio de la comunión diaria en la práctica de las obras de misericordia.

 

Temas…

a. La transfiguración de Jesús se sitúa evangélicamente en un momento crucial de su ministerio, a saber, después de la confesión mesiánica de Pedro en Cesárea de Filipo. Incomprendido por el pueblo y rechazado por las autoridades, Jesús se dedica en la segunda parte de su vida a revelar su persona al grupo de sus discípulos para confirmarlos en la fe. En la transfiguración se descubren las dos caras de la misión de Jesús: una, dolorosa: la marcha hacia Jerusalén en forma de subida, que para los discípulos es entrega incomprensible a la muerte; la otra, gloriosa: Jesús muestra en su transfiguración un anticipo de la gloria futura.

b. En el evangelio de la transfiguración hay una serie de imágenes escatológicas (choza, acampada, Moisés y Elías); cristológicas (Hijo de Dios, entronización mesiánica) y epifánicas (montaña, transfiguración, nube, voz) que describen a Jesús como Kyrios, con un señorío eminentemente pascual. La «montaña» es lugar de retiro y de oración; la «transfiguración» es una transformación profunda a partir de la desfiguración; «Moisés y Elías» son las Escrituras; la «tienda» es signo de la visita de Dios, unas veces oscura, otras luminosa, como lo indica la «nube». En definitiva, es relato de una teofanía o de una experiencia mística. Si nos fijamos en el itinerario del relato, vemos que tiene cuatro momentos: 1) la subida, que entraña una decisión; 2) la manifestación de Dios, que simboliza el encuentro personal; 3) la misión confiada, que es la vocación apostólica; y 4) el retorno a la tierra, que equivale a la misión en la sociedad.

c. La llamada de Dios a formar parte de una comunidad exige una conversión. Discípulos-misioneros de Jesús son quienes aceptan la llamada de una voz o la palabra de Dios decisiva y personal que incide en lo más profundo del ser humano. Escuchar a Jesús es una característica esencial del discípulo cristiano. Esto entraña «encarnarse», es decir, aceptar con seriedad la vida misma, con ráfagas de «visión» y torbellinos de «pasión», con la esperanza de salir victoriosos del combate de la misma vida, seguros de la fe en el Transfigurado. Jesús se hace prójimo de todos los hombres mediante la entrega de su propia vida.

d. ¿Tenemos experiencia personal de Dios?

lunes, 24 de julio de 2023

HOMILIA Domingo decimoséptimo del TIEMPO ORDINARIO cA (30 de julio de 2023)


 Domingo decimoséptimo del TIEMPO ORDINARIO cA (30 de julio de 2023)

Primera: 1 Reyes 3, 5-6a. 7-12; Salmo:118, 57. 72. 76-77. 127-130; Segunda: Rom 8, 28-30; Evangelio: Mateo 13, 44-46 

Nexo entre las LECTURAS

Una ‘nota’ del hombre es la libertad de elección. La elección es el tema que puede agrupar (nexo) los textos litúrgicos, mediante los cuales la Iglesia nos invita a reflexionar para vivir más evangélicamente. En el evangelio el hombre ‘que encuentra’ elige vender todos sus bienes para comprar el campo en el que ha descubierto un tesoro, y el que se dedicaba a buscar perlas finas sacrifica todas las que tenía con tal de obtener una perla preciosa sin comparación. En la parábola de la red ‘barredera’ ya no es el hombre el que elige, sino Dios mismo, conforme a las elecciones que el hombre haya hecho en su vida. La segunda lectura nos habla de la llamada de Dios y de la consiguiente respuesta–elección del hombre. La figura de Salomón orante, en la primera lectura, muestra que es en el ámbito de la oración donde el hombre se capacita para hacer las elecciones más auténticas, para discernir bien lo que hay que hacer y tener la fortaleza de poder practicarlo.

Temas...

Valorar lo que hacemos y pedimos. ¡Cuántas veces, en nuestra vida de cada día, hacemos cosas que tienen más valor, mayor sentido, del que pensamos! El maestro que dedica esfuerzo a enseñar a sus alumnos, la madre que se desvela preparando la comida de cada día, el campesino que sabe realizar el trabajo oportuno en cada época del año... Y tantos otros ejemplos que podríamos recordar, Claro está que lo importante es hacer estas cosas, hacerlas bien, más que pensar en su valor y sentido. Pero quizá, a veces, atender a este valor y sentido, tenerlo en cuenta, nos ayudaría a todos a hacerlas mejor, o a valorar más toda nuestra vida.

Y, esto, podríamos decirlo también desde la perspectiva de nuestra vida cristiana, religiosa. Nos permitimos un ejemplo.

Cada Domingo, en la Misa, rezamos el Padrenuestro. Después de dar gracias a Dios Padre, todos unidos nos atrevemos a decir con entera confianza la oración que Jesús nos enseñó. Lo importante es decirla, porque siempre las palabras –por poca atención que les dediquemos, si las decimos con buena  voluntad– siempre son semilla y levadura en la tierra de nuestra vida.

Pero mejor será si, cada uno, procura decirlas con más atención. Más abiertos a que aquello que pedimos al Padre, sea carne y sangre de nuestra vida. Una oración y un anhelo que, luego, cuando vamos a comulgar con Jesucristo, se realiza, Se realiza mucho más allá y mucho más de verdad de lo que nosotros somos capaces de imaginar.

¿Qué significa pedir: "Venga tu Reino"? Hoy, en el evangelio, Jesús nos hablaba del Reino de Dios como de un tesoro escondido o una perla de gran valor por lo que vale la pena venderlo todo. Es decir, como de aquello más valioso que podemos encontrar o buscar en nuestra vida. No como un añadido, o un complemento, o incluso un adorno, sino como lo mejor, lo decisivo, el corazón de nuestra vida.

Cuando, al rezar el Padrenuestro, decimos "venga tu Reino", ¿lo pedimos como lo más importante, corno el gran tesoro, la opción decisiva de la vida de cada uno de nosotros, de cada uno de ustedes?

Tal vez hemos de reconocer que no. Pero no nos asustemos de ello, no. Es ‘común’ y explicable que sea así. Porque el Reino de Dios, la paz, la justicia, el amor, la bondad, el compartir y ayudar, todo eso que compone y forma el Reino de Dios, siempre es mucho más de los que nosotros pensamos. Como decíamos al principio: es muy posible que lo vivamos y realicemos más de lo que pensamos. Cada día, en nuestro buen hacer hacia los demás. Pero quizá estemos poco atentos a lo que hacemos, lo valoremos poco.

De ahí que, cuando rezamos el Padrenuestro, cada día y sobre todo el Domingo antes de comulgar, bueno será que pensemos: pedimos muy sinceramente a nuestro Padre del cielo que venga a nosotros su Reino. Que es por lo que ya vivimos y trabajamos. Pero se trata de ser más conscientes de ello, para que así trabajemos más por ese Reino de Dios y lo vivamos más. Si amamos y queremos a los demás, que los amemos y queramos más sabiendo que esa es la gran voluntad de Dios. Si luchamos para que entre todos reine real justicia, que no nos desanimemos: es la lucha que Dios Padre quiere, que su Hijo Jesús nos enseñó y encomendó.

¿Encontrar o buscar?. Entre las dos breves parábolas que hoy leíamos, la del tesoro y la de la perla, hay una leve diferencia que puede responder a dos diversas historias de cada uno de nosotros o, a momentos distintos de nuestra vida.

La diferencia es que hablando del tesoro escondido (hoy quizá podríamos decir: un pozo de petróleo), Jesús dice que uno lo "encuentra". Mientras que cuando habla de la maravillosa perla de gran valor, dice (según el texto original) que "la busca". Son dos caminos, dos posibilidades, dos momentos en la vida de cada uno de nosotros: quizá Dios nos da la gracia de que encontremos sin buscar, o que tras una larga búsqueda, al final, tengamos la gracia de encontrar.

Sea como sea, lo que buscamos y lo que anhelamos encontrar es el Reino de Dios. Que intentamos explicar hablando de su amor, su vida, su paz y justicia, su bondad y buen hacer. Pero que, en el fondo, en todo eso, es el mismo Dios. Porque rezamos a nuestro Padre que está en el cielo, pero donde lo encontramos es en la tierra. Sobre todo, en cada hermana y hermano, en todo que nos pide amor, servicio.

Ese es el tesoro escondido, esa es la perla de gran valor. Dios presente en cada mujer, en cada hombre. Lo pedimos en el Padrenuestro, lo alimentamos en la comunión eucarística y lo vivimos en la entrega semanal..

Sugerencias...

La elección cristiana. El mundo de hoy ofrece a los hombres y a los cristianos muchas posibilidades de elegir entre realidades muy atractivas y seductoras, al menos a la vista y al "bolsillo". Una enorme desgracia que incumbe sobre los hombres es el engaño y los espejismos, el creer que hay un tesoro en un campo donde no lo hay en realidad, el soñar con un tesoro que de verdad no existe, valorar como perla preciosa lo que no es sino ficción (fachada) y baratija. Luego, con el tiempo, vienen los desengaños, las frustraciones... ¿Quién les orientará en la búsqueda del verdadero tesoro?

Muchos cristianos, muchos fieles de nuestra parroquia y vecinos, necesitan posiblemente valorar, por sí mismos o con la ayuda de otro, el tesoro inapreciable de Cristo y el campo, la Iglesia, en que este tesoro está escondido. Lo poseen como una herencia, como un cuadro antiguo que adorna una de las paredes de la casa. El cuadro está ahí, como podía estar en otro lugar. Esa herencia debe ser objeto de elección. Pero, ¿cómo van a elegir a Cristo, si Cristo es sólo una herencia, y no es un tesoro para ellos, si no es el supremo valor de su existencia? ¿Cómo van a amar a la Iglesia y a trabajar en la Iglesia, si no es el único campo en el que se encuentra el tesoro de Cristo? Es urgente que el cristianismo sea una herencia que se valora, que se elige y que llena de gozo la vida.

El sentido de la vocación. Se ha de buscar ampliar el concepto de vocación en la mente de los hombres y de los mismos cristianos. Existe la vocación a la vida, la vocación al matrimonio, la vocación al sacerdocio o a la vida consagrada, la vocación al apostolado laical, a la entrega diaria, POR SOBRE TODAS: la vocación al Cielo... En definitiva, es importante que el hombre "se sienta llamado", es decir, elegido, interpelado. La vida humana, y de modo más hondo la vida cristiana, es un diálogo de libertad entre Dios y el hombre. Dios que llama y el hombre que responde. Dios nos llama a nuestra plena realización humana y cristiana, el hombre ha de responder a este llamado, y, según la respuesta, decide sobre su historia y su destino. Vivir la vida ordinaria con sentido de vocación ofrece una perspectiva nueva a la existencia. Realizar las pequeñas decisiones concretas de cada día como respuestas a Dios que llama nos ayuda a tomar nuestras decisiones con mayor responsabilidad y además da un gran valor al ejercicio de nuestra libertad en los pequeños asuntos diarios.

Nuestra Señora del SI, ruega por nosotros.

 

lunes, 17 de julio de 2023

HOMILIA Domingo decimosexto del TIEMPO ORDINARIO cA (23 de julio de 2023)


 Domingo decimosexto del TIEMPO ORDINARIO cA (23 de julio de 2023)

Primera: Sabiduría 12, 13. 16-19; Salmo: Sal 85, 5-6. 9-10. 15-16a; Segunda: Romanos 8, 26-27; Evangelio: Mateo 13, 24-43 

Nexo entre las LECTURAS

Jesús nos pide que seamos pacientes y misericordiosos, es el nexo. El texto que escuchamos del Libro de la Sabiduría nos habla del infinito poder de Dios, y de lo bien que sabe administrarlo, siendo benigno e indulgente. Así, es ejemplo para que nosotros también sepamos gestionar el tiempo que tenemos para hacer el bien en el amor y en el servicio. En relación con esta reflexión del Libro de la Sabiduría, el salmista proclama el amor, la bondad y la clemencia de Dios, ante quien se postran todos los pueblos y a quien el propio salmista le pide fortaleza. La segunda lectura se toma de la Carta a los Romanos. San Pablo nos habla de cómo el Espíritu Santo, de un modo misterioso, nos ayuda a orar desde lo más hondo de nuestro corazón. Y Dios Padre escucha esta oración. Del Evangelio, según san Mateo, escuchamos un largo texto del capítulo 13 en el que Jesús cuenta tres parábolas sobre el Reino de Dios: la cizaña, el grano de mostaza y la levadura. A continuación, los discípulos le piden que les explique la parábola de la cizaña… Jesús nos pide que seamos pacientes y misericordiosos.

Temas...

Entra en escena la cizaña. El pasado Domingo la parábola del sembrador nos aportaba un mensaje de esperanza: no somos tierra abandonada. Somos tierra de siembra. Porque el Señor sale siempre a sembrar en nosotros.

Pero en la parábola que acabamos de escuchar hoy, las cosas se ‘complican’. Es como si, después de ofrecernos una visión de conjunto del campo, la cámara se acercará más y más al objetivo y nos ayudará a descubrir aquello que de lejos no podíamos distinguir, Resulta que en el campo no todo es trigo. Entremezclado con él, ha crecido también la cizaña, una hierba venenosa que sería capaz de alterar la harina. Ha pasado desapercibida porque tan sólo es posible identificarla cuando hecha espigas.

Es comprensible la alarma de los jornaleros al darse cuenta. Van corriendo al encuentro de su amo y le dicen: "Señor, ¿no sembraste buena semilla en tu campo? ¿De dónde sale la cizaña?" Y se produce un diálogo entre criados y amo, en el que está contenida la lección esencial de la parábola. Fijémonos.

Después de mostrarse escandalizados por el hecho, como si no quisieran aceptarlo, los criados hacen una sugerencia insensata: "¿Quieres que vayamos a arrancar la cizaña?".

Por el contrario, el amo no se muestra escandalizado. Deja entender que ya sabe de qué va la cosa: "Un enemigo lo ha hecho". Y rechaza la propuesta de sus criados con un argumento de sentido común: "No, que podrían arrancar también el trigo. Déjenlos crecer juntos hasta la siega". Será entonces el momento de la separación.

Puesto esto… vayamos ahora al significado de la parábola.

El campo es el mundo. También, en el contexto de este capítulo 13 de Mateo, puede significar el Reino de Dios, la vida de la Iglesia. En el mundo hay mucho trigo, pero también abunda la cizaña. La vida de la Iglesia está llena de la buena semilla que en ella siembra el Hijo del hombre, pero el espíritu del mal también esparce en ella la cizaña del pecado. ¿Cuál debe de ser nuestra actitud, sobre todo cuando algún hecho especialmente doloroso nos hace caer en la cuenta de lo cruda que puede llegar a ser la vida real?

No nos escandalicemos. La parábola de hoy (trigo y cizaña) nos enseña, en primer lugar, a no escandalizarnos ante la presencia del mal. Hay quien encuentra motivos para dudar de Dios al percatarse de que la corrupción abunda más de lo que sospechaba. Hay también quien halla motivos de desánimo ante las debilidades y el pecado de los demás. O quien a partir de ahí tiene un pretexto para desentenderse de sus responsabilidades cívicas, ordinarias y/o las eclesiales. Incluso cuando nuestra apreciación es justa, cosa que no pasa siempre, porque a menudo las apariencias nos engañan, incluso entonces hemos de ser constructivos. Es muy peligrosa la actitud del todo o nada En eso consiste el peligro del puritanismo.

Existe el trigo y existe la cizaña, y la existencia de la cizaña no me debe ser excusa para dejar de ser trigo.

Paciencia contra intransigencia. La paciencia es la segunda lección de esta parábola. Paciencia contra intransigencia. Paciencia como la de Jesús en su pasión, contra el espíritu de cruzada que representa Pedro cuando, en el huerto de Getsemaní, comete ‘el error’ de desenvainar la espada. Recordemos la primera lectura de hoy: "Tú, poderoso soberano, juzgas con moderación y nos gobiernas con gran indulgencia, porque puedes hacer cuanto quieres. Obrando así enseñaste a tu pueblo que el justo debe de ser humano...". Todos tenemos que convivir, poniendo el juicio en manos de Dios. En esto consiste el buen estilo evangélico. Y no olvidemos aquello que gustaba afirmar san Pedro Crisólogo: "La cizaña de hoy, puede convertirse mañana en trigo".

La fuerza del Espíritu viene en ayuda de nuestra debilidad. Todavía podemos destacar una tercera lección de la parábola de hoy: hemos de confiar en la fuerza del trigo, en la fuerza del bien, en la fuerza del "Espíritu que viene en ayuda de nuestra debilidad", como nos ha dicho san Pablo en la segunda lectura. Por más cizaña que haya, el trigo sigue creciendo, nunca para de crecer... Así lo veremos en el día de la siega.

Las dos breves parábolas intercaladas en la del trigo y la cizaña, también estimulan esta confianza: el grano de mostaza es pequeño pero crece más alto que todas las hortalizas... La levadura se diría que desaparece escondida en la harina, pero hace que la masa fermente... Ni el grano de mostaza ni la levadura necesitan que nadie les añada potencia artificial y pretenciosa. La tienen toda. Les viene del Espíritu.

Sugerencias...

Ser apóstoles del bien. No cerraremos los ojos al mal, mas ¿por qué casi nos volvemos ciegos para el bien? Casi que el bien no tiene apóstoles, sino más bien y con frecuencia críticos. En cambio, el mal, el crimen, el desorden moral está en las pantallas de la televisión y de las redes sociales, en los titulares de los periódicos y en los labios de muchos –que se dicen- cristianos. Muchos están ocupados por el medio ambiente y por la ecología del planeta, por las mascotas o las especies en extinción; habremos de interesarnos, al menos por igual, de la ‘ecología moral’ de nuestros medios de comunicación social, de la ‘limpieza ética’ de las calles de nuestras ciudades. Si el grado de contaminación atmosférica sube más allá de lo normal, enseguida se adoptan medidas para hacerlo descender, pero, ¿qué pasa si la contaminación inmoral sube más de lo decente y honesto? A cualquiera que ponga el dedo en la llaga, le lloverá un diluvio de críticas y no pocas veces de improperios. Ciertamente hay que aplacar el mal que se ve y que se propaganda; sepamos que es muy importante y eficaz acallar el mal con la proclamación del bien, desarraigar el mal a base de bien y de bondad, de paciencia y comprensión.

La Iglesia es de todos y hay lugar para todos. Hay santos y hay pecadores, hay líderes y hay liderados, hay trigo y hay cizaña, hay flaqueza del hombre y hay misericordia de Dios. Iglesia santa y pecadora. Así es nuestra Iglesia. Como la luna con fases de esplendor (llena) y ausencia de esplendor (nueva), con luz que no es propia, sino que nos viene del Sol, Jesucristo resucitado. Aquí está presente el profundo realismo que nos invade y nos envuelve. Por prolongación, podríamos también decir: "Parroquia santa y pecadora", "institución religiosa santa y pecadora". Seamos realistas con nosotros mismos y en nuestra actividad pastoral. Tengamos fe, con todo, en que puede crecer en medio de nuestra comunidad parroquial o religiosa y en la misma familia, la santidad y disminuir el pecado. Con la liturgia de hoy estemos seguros de que "Dios puede utilizar su poder cuando quiera" (primera lectura) y de que "el Espíritu viene en ayuda de nuestra flaqueza... e intercede por nosotros con gemidos inefables" (segunda lectura). Convenzámonos con el Evangelio de que la semilla del bien va a transformarse en un árbol gigante.

Es el tiempo de la siembra y el tiempo de la vida el Tiempo Ordinario. En invierno se nota más… pues, bajo una aridez aparente, fecundan las semillas. Parecería que no hay señales de vida porque la vida late bajo la tierra fértil. Día a día, semana tras semana, penetra en nosotros la semilla, la Palabra que Dios que el sembrador esparce en nuestra tierra, en las tierras diversas de las que Jesús hablaba (Mt 13, 1-8; 18-23). Mientras vivimos el “Tiempo Ordinario” atendemos a la profundidad de nuestras vidas personales, acogemos en nuestra entraña creyente la semilla; el Espíritu, la fecunda y van naciendo en nuestra entraña brotes de vida. El “Tiempo Ordinario” es tiempo de interioridad, de madurez, de silencio y contemplación, de lluvias y fríos y rocíos, de vida latente que crece y empuja. Tal vez es por eso (conveniencia), que el color verde sea el color de este Tiempo.

María, Virgen fecunda, ruega por nosotros.

HOMILIA VIERNES SANTO DE LA PASIÓN DEL SEÑOR (29 de marzo 2024)

  VIERNES SANTO DE LA PASIÓN DEL SEÑOR (29 de marzo 2024) Primera : Isaías 52,13 – 53,12;  Salmo : Sal 30, 2.6.12-13.15-16.17.25;  Segunda :...