lunes, 28 de noviembre de 2022

HOMILIA Segundo Domingo de ADVIENTO cA (04 de diciembre 2022)


 Segundo Domingo de ADVIENTO cA (04 de diciembre 2022)

Primera: Isaías 11, 1-10; Salmo: Sal 71, 1-2. 7-8. 12-13. 17; SegundaRomanos 15, 4-9; Evangelio: Mateo 3, 1-12

Nexo entre las LECTURAS

El Espíritu es la Persona presente en la Liturgia y especialmente unificador este Domingo. Cuando el Espíritu sopla, hasta los huesos secos recobran vida, de los viejos troncos brotan retoños y toda la faz de la tierra rejuvenece (primera Lectura). No debemos desesperar. Por muy acabados y viejos que nos sintamos, se nos ha prometido un bautismo de Espíritu y fuego. Quien se deja empapar de este Espíritu, que es fuego, quema todo lo caduco y se abre a una vida nueva (san Pablo). Estas semanas de Adviento son, para todos nosotros, una llamada a abrirnos a la constante venida de Dios a nuestra vida. Por eso, cada año, en este segundo Domingo de Adviento, rememoramos como dichas ahora a nosotros las palabras (proféticas) de Juan el Bautista: «Preparen el camino del Señor, allanen sus senderos» (Evangelio). Es, por tanto, una invitación personal a la conversión.

Temas...

El que está lleno del Espíritu. Dios viene ahora en una figura terrena, como el “renuevo del tronco de Jesé”. Pero su venida es única y definitiva. Según la primera lectura, tres ‘cosas’ caracterizan esta venida: en primer lugar, la plenitud del Espíritu del Señor que capacita al que viene para las otras dos ‘cosas’: para el juicio separador en favor de los pobres y desamparados contra los violentos y los pecadores, y para la instauración de una paz supra terrenal que transforma totalmente la naturaleza y la humanidad. El Espíritu de sabiduría y de conocimiento que llena al que viene, se derrama sobre el mundo, de modo que el mundo queda “lleno de la ciencia del Señor, como las aguas colman el mar”. Lo que el Mesías –que está lleno del Espíritu– es y tiene, lo ejerce juzgando; lo reparte llenando al mundo con su Espíritu. En la Biblia conocer a Dios es amarlo y experimentar vivamente que nos ama, es impregnarse totalmente de la comprensión íntima de lo que Dios es, que en su intimidad es misericordia; y este “conocimiento” anunciado por el profeta es la paz en Dios, la participación en la paz de Dios.

Bautismo con el Espíritu Santo y fuego. El evangelio presenta al precursor (Juan Bautista) en plena actividad. Prepara el camino al que viene, acompañando a los pecadores para que se conviertan y bautizándolos, a la espera del que viene detrás de él y que es más que él. Se preparan para acoger al que viene. No puede uno fiarse simplemente del pasado, de la pertenencia a la descendencia de Abrahán. Las palabras del Bautista: “Dios es capaz de sacar hijos de Abrahán de estas piedras”, son extrañamente proféticas: para los judíos esas piedras son los pueblos paganos; el que está lleno del Espíritu (Jesús) y viene detrás de Juan puede convertirlos en hijos de Dios. Juan se prosterna ante Él en una actitud de profunda humildad. Porque, en vez de agua (con agua), Él bautizará con el Espíritu Santo y fuego. Un fuego que es Dios mismo, el fuego del amor divino que Él viene a “derramar sobre la tierra”, un fuego que consume todo egoísmo en las almas; el fuego del amor que será al mismo tiempo el fuego del juicio para los que no quieren amar, para los que son paja: “Quemará la paja en una hoguera que no se apaga”. “Dios es un fuego devorador”: quien no quiera arder en su llama de amor, se abrasará eternamente en ese fuego. El amor es más que la moral mezquina de los fariseos y saduceos. La moral mezquina de los que no creen en el Espíritu Santo, no resistirá ante el que tiene en Su mano la horquilla y limpiará su era.

“Acójanse mutuamente”. La llama de amor que trae el portador del Espíritu desborda los límites del pueblo de Israel y llega al mundo. Los judíos, elegidos desde antiguo, y los paganos, no elegidos, pero ahora admitidos a la salvación, formarán en lo sucesivo una unidad en el amor. Pablo exige de ambos –en la segunda lectura– que “se acojan mutuamente” como y porque Cristo “nos ha acogido” para gloria del Creador, que nos ha creado a todos con vistas a su Hijo. El Hijo realiza las dos cosas: la justicia de la alianza de Dios, pues en su existencia terrena cumple todas las profecías, y la misericordia divina para con todos aquellos que todavía no saben nada de la alianza. El portador del Espíritu que Isaías ve venir, instaurará una paz verdaderamente divina sobre la tierra. Si las naciones quisieran –como lo espera el profeta– buscar este «renuevo del tronco de Jesé», quedarían también ellas llenas del «Espíritu de la ciencia del Señor», en cuya paz «ya no se hace nada malo».

Sugerencias...

Prepararse a la Navidad, dejándose guiar por el Espíritu Santo. La liturgia dominical es un momento oportuno para renovar en nuestra conciencia –cristiana– la acción invisible pero real del Espíritu, su presencia en el alma por la gracia, su eficacia en el desarrollo y progreso de la vida espiritual. Momento igualmente oportuno para invitarnos a estar atentos a la voz del Espíritu que nos habla mediante los acontecimientos de la vida, las situaciones personales, las personas conocidas o amigas, las páginas de un libro, los medios de comunicación social o la misma naturaleza. Momento oportuno, igualmente, para aceptar y obedecer al Espíritu con docilidad y prontitud. Es el Espíritu de Dios quien mejor nos puede preparar para vivir mejor el misterio de la encarnación y del nacimiento de Jesucristo.

Los valores del Reino quizá nos sorprendan a primera vista; nos resulten demasiado elevados y bellos para ser creídos y realizados en una sociedad y en un ambiente en donde hay y tienen vigencia otras escalas de valores –muy opuestas a las del Mesías– y, si no opuestos, al menos muy diferentes. Sin embargo, hay muchos hombres y mujeres que ya viven las virtudes que nos propone el Señor y rigen su existencia por el Sermón del Monte y las obras de misericordia... ¡Pensemos en tantos laicos, familias, religiosos y sacerdotes que viven santamente! Es muy probable que muchos de entre nosotros mismos nos sentimos llamados a convertirnos diariamente a los valores del Reino... Hay que sostener esos esfuerzos, promover esos valores, trabajar con tesón para que todos los hombres vivamos la Civilización del Amor, el Reino del Mesías de Dios. Vayamos cambiando cada día… vayamos renovándonos cada día…

María, Virgen Inmaculada, ruega por nosotros.

HOMILIA VIERNES SANTO DE LA PASIÓN DEL SEÑOR (29 de marzo 2024)

  VIERNES SANTO DE LA PASIÓN DEL SEÑOR (29 de marzo 2024) Primera : Isaías 52,13 – 53,12;  Salmo : Sal 30, 2.6.12-13.15-16.17.25;  Segunda :...