domingo, 26 de abril de 2020

HOMILIA DEL CUARTO DOMINGO DE PASCUA (3 DE MAYO 2020)

DOMINGO CUARTO DE PASCUA cA (03 de mayo 2020) Primera: Hechos 2, 14a. 36-41; Salmo: 22, 1-6; Segunda: 1Pedro 2, 20b-25; Evangelio: Juan 10, 1-10 Nexo entre las LECTURAS Jesús, como PUERTA del redil, es la metáfora que sintetiza el mensaje de la liturgia. También la LIBERTAD es un tema nexo, pues la imagen de “puerta” (y más en estos días de cuarentena) sugiere la idea de por salir y de entrar, de ir y venir. Jesús dice de sí mismo: “Les aseguro que yo soy la puerta por la que deben entrar las ovejas” (evangelio). En los Hechos de los Apóstoles, Pedro exhorta a sus oyentes: “Conviértanse y háganse bautizar en el nombre de Jesucristo para que les sean perdonados los pecados” (primera lectura), y sabemos que el bautismo es la puerta por la que se entra en la Comunidad cristiana. El mismo Pedro, en su primera carta, escribe a las comunidades de Asia Menor: “andaban como ovejas perdidas, pero ahora han vuelto al Pastor y Guardián de ustedes” (segunda lectura), indicando una de las funciones de la puerta, que es proteger al rebaño de todo lo que pueda dañarlo. Como broche de oro rezamos con el salmo 22, uno de los más bellos de todo el salterio que comienza con una afirmación ‘atrevida’: “El Señor es mi pastor, nada me falta”. Como creyentes nos sabemos guiados y acompañados por la mano firme y protectora del pastor. Al rezarlo proclamamos con audacia tranquila la ausencia de ambiciones… confesamos que tenemos todo lo que necesitamos: conducción, seguridad, alimento, defensa, escolta, techo donde habitar... Difícilmente anidarán en nuestro corazón la agresividad, la envidia, la rivalidad, todas esas actitudes que amenazan siempre el convivir con los otros fraternalmente… pues el Señor es nuestro Pastor y nada más nos falta. Temas... - En el capítulo 10 san Juan utiliza diversas imágenes, que tienden a explicar la realidad de la comunidad cristiana, de la Iglesia: redil, puerta, pastor, asalariado, etc. En esta bellísima alegoría el redil es la comunidad de creyentes en Cristo. Jesús es tanto la puerta del redil, como el pastor de las ovejas. El texto habla de asalariados, ladrones y asaltantes… la liturgia de hoy, con todo, se centra en la imagen de Jesucristo, PUERTA. Es bueno que podamos volver una vez más a la rica imagen de Puerta Jubilar… pues no era la de material, sino que CRISTO, LA PUERTA. - La puerta es el lugar por donde se entra al redil, a la comunidad de fe. Esa puerta es Cristo muerto y resucitado, que ha constituido un nuevo rebaño mediante una nueva alianza en su sangre. El cristiano pasa por esa puerta de salvación hacia la nueva comunidad de fe por medio del bautismo. Por el bautismo somos inmersos en el misterio pascual de Jesucristo, y somos simultáneamente incorporados a la Iglesia (cf. CIC 1213-1214). Quien quisiera entrar al redil, pertenecer a la Iglesia, sin pasar por la Puerta, que es Cristo, es "ladrón y salteador" (Jn 10,1). Una pertenencia meramente mundana a la Iglesia es imposible; como es asimismo imposible querer separar la fe en Jesucristo de la fe y pertenencia a la Iglesia (no es posible la afirmación: "Cristo sí, Iglesia no"). Inmersos en el misterio pascual de Cristo, nuestro estilo de vida debe ser “misericordiosos como el Padre” y servidores como Jesús… hasta el fin. - La puerta es el lugar por donde las ovejas salen del redil en busca de buenos pastos. ¿Cuáles son esos pastos para la comunidad cristiana? Ante todo, la Palabra viva y eficaz de la Escritura, luego los sacramentos instituidos por Jesucristo para la salvación de los creyentes, finalmente el buen ejemplo de los hermanos en la fe, la práctica de la Caridad, hagamos memoria de San José Gabriel, Mama Antula, Tránsito Cabanillas, Crescencia Pérez, Ceferino, Don Zatti, Laurita Vicuña, Angelelli, Wenceslao… La puerta para tener acceso a esos buenos pastos es Jesucristo en su realidad histórica y en su vida gloriosa, Palabra de Dios y auténtico 'exegeta' del Padre, fuente y origen primordial de todos los sacramentos, arquetipo del estilo cristiano de vida. Los santos nos guían por este camino para entrar por la PUERTA. - La puerta del redil es también un instrumento de protección y defensa de quienes están dentro. Jesucristo resucitado es el guardián de las ovejas, que las defiende de cualquier salteador (hoy la ‘pandemia’ y la cuarentena) y de cualquier lobo rapaz que merodea en torno al redil. Cuando la comunidad creyente está protegida por Cristo, Única Puerta del redil, hemos de estar seguros de que al rebaño no le acaecerá nada malo, no sufrirá ningún daño, incluso en medio de tribulaciones, tormentas y grandes dificultades de enemigos poderosos que quieren asaltar el rebaño. Por deseo de san Pablo VI, papa, se celebra hoy en toda la Iglesia la jornada mundial por las vocaciones sacerdotales (este año es la 57ma) con cuatro palabras claves: “dolor, gratitud, ánimo y alabanza”. Tengamos presente que el sacerdote ciertamente no es la puerta del redil, pero sí el guardián que la abre y la cierra a las ovejas. Un momento propicio para rezar por la santidad de nuestros sacerdotes, del Obispo, por el aumento de las vocaciones, especialmente por quienes están atravesando alguna crisis vocacional. Es de mucha actualidad y de mucha necesidad para el futuro de la fe. (1) Sugerencias... Yo soy la Puerta. Pocas veces se habrá hablado de la libertad con tanta ambigüedad y confusión como en nuestros días. Hay una «liberación» impuesta por el nuevo contexto social que lejos de ser un camino de crecimiento personal es represión y anulación de una verdadera personalidad humana. «¿Todavía no te has liberado?» Esta es la llamada que se nos hace hoy desde diversos ámbitos de la sociedad, invitándonos a romper con tradiciones, costumbres o fidelidades pasadas, para entrar en ‘otra esclavitud’ impuesta por nuevas modas y presiones sociales. - Hay quienes se creen más libres por el hecho de romper con todo lo prohibido anulando toda conciencia de culpabilidad. Olvidan que éste es el camino mejor para caer en la irresponsabilidad, el narcisismo autocomplaciente y la esterilidad. - Otros quieren ser «libres como pájaros» y rehúyen todo aquello que puede exigirles compromiso y entrega. Olvidan que estamos hechos para ser libres no como pájaros sino como hombres (amar y servir). - Ser libre es una ilusión si no nos conduce a ser más humanos. ¿Qué es la libertad si no nos lleva a una mayor fidelidad a nosotros mismos, una coherencia mayor con nuestras convicciones más profundas, una búsqueda sincera y sacrificada de lo que puede dar un sentido más digno y noble a nuestra vida? La Virgen María es el modelo perfecto de libertad y lo expresó diciendo: “aquí esta la ESCLAVA del Señor”. Discernir… ¿Puede decirse que un hombre «se ha liberado» por el simple hecho de haber superado escrúpulos tradicionales en el campo religioso, moral y social, si vive aburrido, sin proyecto ni horizonte alguno, incapaz de dar sentido a su vivir diario? ¿Puede decirse que «se ha liberado» quien actúa movido únicamente por espíritu de competencia, eficacia y éxito, utilizando su poder para imponerse, lleno de horror ante el fracaso, incapaz de nada que signifique entrega generosa y gratuita al otro? ¿Puede ser libre quien dice “es mi cuerpo, yo decido” y después va a pedir para que otros paguen y sostengan su decisión… para que otros, dictaminando una ley les quite (o pretendan) el peso de la conciencia? Son muchos los contagiados por eso que alguien ha llamado «el mal de la libertad», es decir, la búsqueda obsesiva de una libertad vacía de contenido, que no quiere saber nada de entrega, fidelidad, solidaridad, crecimiento personal y comunitario. Ser creyente es vivir vinculado a Cristo. Pero precisamente, esa vinculación y adhesión a Cristo es lo que permite al cristiano dar contenido humano a su libertad. Él es la puerta que da acceso a la auténtica liberación. Sean profundos y amen la oración. Tal vez uno de los riesgos más preocupantes de la Comunidad humana –en todo el mundo– sea la superficialidad, la improvisación, el inmediatismo y la aceptación del relativismo. Falta más reflexión y más oración; meditar más la Palabra de Dios, desde el corazón de la Iglesia; por eso, falta de compromiso y de coraje, falta de verdadera esperanza. Hace falta una humanidad, una juventud alegre y serena, reflexiva y orante, que ame el desierto y el silencio, que lea y escuche, que medite y rece, que esté en contacto con la naturaleza y contemple. Rezamos para que la cuarentena sea aprovechada en nuestros corazones y mentes para ser mas de Dios, de Cristo… que es la puerta para poder salir hacia el bien para gloria de Dios. Una humanidad, una juventud profunda, capaz de comprometerse radicalmente con el Señor (incluso capaz de venderlo todo, sentirse libre y seguir al Señor), y al mismo tiempo, sensible al dolor del hombre –a su pobreza, a su enfermedad, a su miseria– y con capacidad de acogida, de solidaridad y de servicio. Si la juventud argentina –particularmente la cristiana– quiere construir verdaderamente la civilización del amor, hacer con todos una Patria de hermanos (cosas que rezamos el sábado con ocasión de los 400 años de la visita de la Virgen del Valle), tiene que ser una juventud que escuche la Palabra de Dios, la acoja con docilidad, la guste contemplativamente, la realice con disponibilidad y la comunique con alegría. Esta es la promesa de Jesús: ¡Yo soy la PUERTA! Y luego: quien entre por mí se salvará y podrá entrar y salir, y encontrará pastos. Responder a su llamada, orientar la vida en la dirección que señala su mensaje, comprometerse en construir «el reino de Dios», es lo que puede ayudarnos a conocer la verdadera liberación. (2) Sugerencias... Propongo algunos puntos de reflexión: “Explicar”, iluminar y ayudar a la Comunidad PARA que puedan comprender que una ‘Iglesia sin sacerdotes’ no es la Iglesia querida por Jesucristo, como tampoco lo sería ‘una Iglesia sin laicos’. La Iglesia de Cristo está constituida por jerarquía y laicado, por pastores y ovejas, por quienes han sido llamados a ejercer el servicio de la autoridad y de la donación total, y quienes han sido llamados a ejercer el servicio de la obediencia de la fe y de la santificación en el mundo. Y rezar mucho para que tanto Sacerdotes y Laicos sean santos, trabajen seriamente su vida interior para que lleguen a serlo… y santos místicos. La vocación sacerdotal es un don de Dios, pero que requiere la colaboración de todos (familia, parroquia, asociaciones, movimientos eclesiales) para que el don despunte en el corazón de los llamados. La semilla de Dios difícilmente despuntará, crecerá, si no encuentra una tierra buena y fecunda. ¿Nos hemos preguntado alguna vez sobre el número de vocaciones al sacerdocio, 'malogradas' porque no contaron con el ambiente favorable? Orar con constancia por las vocaciones sacerdotales: por los seminaristas que inician el camino de preparación, por quienes ya están en camino para que continúen en él preparándose lo mejor posible para llevar a cabo su ministerio pastoral: que es amar como Jesús y servir como el Buen Pastor, orar por quienes ya son sacerdotes para que tengan siempre presente ante sus ojos 'al pastor y guardián de nuestras almas'. ¿No sería estupendo instituir en tu parroquia la adoración por las vocaciones, un día de cada mes? También es bueno que podamos ayudar con nuestro aporte, dinero, de manera individual o en grupos para mantener a los seminaristas y a los Seminarios. ¿Conoces cómo se hace en la diócesis este aporte organizado? ¿te organizas para hacer tu aporte o el de tu familia? ¿Hablas de las vocaciones sacerdotales? Los sacerdotes, ¿ofrecemos espacios para hablar del sacerdocio? ¿invitamos para que sigan a Cristo más de cerca en el camino sacerdotal? (3) Sugerencias... Queridos hermanos y hermanas: El 4 de agosto del año pasado, en el 160 aniversario de la muerte del santo Cura de Ars, quise ofrecer una Carta a los sacerdotes, que por la llamada que el Señor les hizo, gastan la vida cada día al servicio del Pueblo de Dios. En esa ocasión, elegí cuatro palabras clave —dolor, gratitud, ánimo y alabanza— para agradecer a los sacerdotes y apoyar su ministerio. Considero que hoy, en esta 57 Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones, esas palabras se pueden retomar y dirigir a todo el Pueblo de Dios, a la luz de un pasaje evangélico que nos cuenta la singular experiencia de Jesús y Pedro durante una noche de tempestad, en el lago de Tiberíades (cf. Mt 14,22-33). Queridos hermanos: Particularmente en esta Jornada, como también en la acción pastoral ordinaria de nuestras comunidades, deseo que la Iglesia recorra este camino al servicio de las vocaciones abriendo brechas en el corazón de los fieles, para que cada uno pueda descubrir con gratitud la llamada de Dios en su vida, encontrar la valentía de decirle “sí”, vencer la fatiga con la fe en Cristo y, finalmente, ofrecer la propia vida como un cántico de alabanza a Dios, a los hermanos y al mundo entero. Que la Virgen María nos acompañe e interceda por nosotros. Roma, San Juan de Letrán, 8 de marzo de 2020, II Domingo de Cuaresma (Mensaje del Papa Francisco) 2 archivos adjuntos — Descargar todos los archivos adjuntos 3. Domingo Cuarto de Pascua cA 2020.docx 27K Ver como HTML Descargar 04 Dom Pascua cA. Meditación.ppsx 1422K Descargar

domingo, 12 de abril de 2020

HOMILIA II DOMINGO DE PASCUA o DOMINGO DE LA DIVINA MISERICORDIA cA (19 de abril 2020)

II DOMINGO DE PASCUA o DOMINGO DE LA DIVINA MISERICORDIA cA (19 de abril 2020) Primera: Hechos 4, 42-47; Salmo: Sal 117, 2-4. 13-15. 22-24; Segunda: 1 Pedro 1, 3-9; Evangelio: Juan 20, 19-31 Nexo entre las LECTURAS Esta Liturgia nos presenta sobre todo la misericordia de Dios y respuesta del hombre ante tan gran misterio: la fe gozosa. El apóstol Tomás es tal vez un paradigma de todo hombre: pasó de la incredulidad a la fe en Cristo resucitado, de la búsqueda de evidencias a la confesión gozosa y emocionada (evangelio). La comunidad de Jerusalén proclama su fe en la resurrección, cuando se reúne los Domingos para escuchar la predicación de los apóstoles, y celebrar en comunión fraterna la fracción del pan, signo del misterio de la muerte y resurrección de Jesucristo (primera lectura). Las palabras de Pedro resuenan todavía frescas a nuestros oídos: "Sin verlo creen en él, y se alegran con un gozo inefable y radiante, seguros de alcanzar el término de esa fe, que es la salvación" (segunda lectura). El centro es que Cristo vive y es el Señor Glorioso. Es Él quien se hace presente a su comunidad y la anima: "Y se llenaron de alegría al ver al Señor" (evangelio). Nos dice san Juan en el Apocalipsis: "No temas: yo soy el que vive, estaba muerto, y ya ves, vivo...". Esa es la raíz de toda la fe, esperanza y dinamismo de la comunidad cristiana… Cristo sigue vivo, sigue presente a su comunidad, guiándola y animándola por su Espíritu, como lo hizo con la primera y lo hará hasta la victoria final. Temas... Rasgos de la Comunidad Pascual… muchos de estos se notan entre nosotros en día de cuarentena Mostremos al mundo que creemos en el Resucitado y que nos dejamos mover por el Espíritu Santo que nos impulsa. Recordemos con fe que la comunidad, es fruto de la Pascua del Señor. a) Es una comunidad de creyentes, que se reúnen por la fe en Cristo: "hombres y mujeres que se adhieren al Señor" (Hechos), los que creen que Jesús es el Mesías y el Hijo de Dios y en su nombre tienen vida, los que le siguen porque Él es el "primero y el último", el Señor de la historia. Y HOY creemos y lo seguimos. b) Es una comunidad misionera y que crece. Jesús les ha dado la misión de ser sus testigos: "yo los envío", y les infunde su Espíritu para que les ayude (evangelio). Y en efecto en los Hechos vemos que cumple el encargo: "crecía el número de los creyentes". No es una comunidad cerrada, sino abierta y dinámica. ¡Qué bueno que lo sigamos notando! El Señor sigue impulsando a tantos mártires y en estos días especialmente en torno a la TORMENTA del COVID-19 que se desató. Y, como Iglesia, con la fuerza de DIOS seguimos amando y sirviendo a todos, especialmente a los mas necesitados de cosas y de su misericordia. c) Es una comunidad fraterna y servidora, que continúa haciendo lo mismo que había hecho su Maestro: el bien. Practica la fraternidad y cura a los enfermos (Hechos). Esos son sus mejores carismas y signos. Practicamos la caridad en casa y en las calles… con todos, muy singularmente con los ancianos y enfermos. d) Esta comunidad sabe lo que es el sufrimiento en el camino de la vida. Es una generación que "no ha visto a Jesús" y por ello tiene doble mérito en su fe (evangelio). Una comunidad desterrada en medio de un mundo hostil e indiferente, "en la tribulación" (dice el Apocalipsis). Pero supera desde la fe y la esperanza las dificultades. ¡GRACIAS! Señor… pues en el sufrimiento renovamos la entrega gozosa de nuestra vida. e) Se reúne cada Domingo para celebrar su fe y su encuentro con el Resucitado. La primera aparición del Señor es "el primer día de la semana", y la siguiente "a los ocho días", o sea, siempre en el día que los judíos llamaban "primero después del sábado", pero como fue el día en el que resucitó Jesús, pronto se llamó "el día del Señor" (Apocalipsis), en latín "dominicus dies", Domingo. La "comunidad del Señor" se reúne en "el día del Señor" para celebrar "la cena del Señor": siempre centrada en Cristo, y por eso viva y esperanzada. Y desde CRISTO vivimos para gloria de Dios y bien de todos, todos los días de la semana… f) Es una comunidad sacramental: no sólo por la Eucaristía, en la que es alimentada progresivamente en su encuentro con Jesús -Palabra y Alimento de Vida- sino además porque en la perspectiva de la Pascua entran el Bautismo, la Confirmación del Espíritu, y también el perdón del sacramento de la Reconciliación: "reciban el Espíritu Santo: a quienes les perdonen los pecados les quedan perdonados" (evangelio). Esto se nota peculiarmente ahora (2020) en que muchísimos piden los SACRAMENTOS y estamos a la espera de celebrarlos con todos muy pronto… Rezamos y nos alentamos a vivir con alegría nuestra vida pascual. Según la “asamblea”, podemos insistir en un rasgo más que en otro, pero todos deberíamos considerar este Domingo como el día en que el Señor nos llama a dar un lindo paso como Iglesia, pobre y misericordiosa, para gloria de Dios y salvación de todos. Recordemos con alegría y con fe que el protagonista de la nueva vida pascual es Cristo y su Espíritu, no nosotros en primer lugar. Es Él quien nos quiere comunicar su Pascua, la Pascua, sobre todo a partir de nuestra Eucaristía dominical. También recordemos que su don pascual es una urgencia de compromiso y de apertura por parte nuestra, para que nuestro testimonio en el mundo sea creíble y "crezca el número de los creyentes". Sugerencias... La experiencia gozosa y dinámica de la primera comunidad en la Pascua debería verse, hoy de un modo especial, como prototipo de la nuestra cada Domingo y todos los días... de hecho se refleja en el gozo de vivir esta cuarentena en las manos de Dios y con mucha obediencia… alguno quedándonos en casa… otros sirviendo desde distintos lugares de servicio comunitario. El primer día de la semana, y todos los días… y de nuevo el día octavo, o sea, el Domingo, la comunidad apostólica experimentó la presencia de su Señor, en éste último, con Tomás por el anuncio gozoso de los otros, y "se llenaron de alegría". El Señor les dio su Espíritu, les envió como el Padre le había enviado a Él, les dio el encargo de la reconciliación ("a quienes perdonen los pecados..."). El tono de la homilía, pascual y positivo, podría hoy apuntar claramente a la realidad del Domingo cristiano. También nosotros estamos convencidos de la presencia del Señor (según el Misal, IGMR 28, con el saludo "El Señor esté con ustedes", el presidente “manifiesta a la comunidad reunida la presencia del Señor"). También nosotros le descubrimos en su Palabra ("Cristo, por su Palabra, se hace presente en medio de sus fieles": (cf.IGMR 7. 9. 33). También nosotros nos gozamos de la presencia y la donación de Cristo que se hace nuestro alimento en cada Eucaristía. El Domingo, la Pascua semanal, el día que dedicamos a Cristo. O mejor, el día que Cristo Resucitado nos dedica, y Él presente en nuestra vida los siete días de la semana, nos muestra su cercanía de un modo especial. Como a los apóstoles, nos da su Espíritu, nos comunica su paz, nos envía a anunciar la reconciliación y alaba nuestra fe... Nuestra reunión eucarística Dominical es algo más que cumplir un precepto o satisfacer unos deseos espirituales. Vale la pena presentar los valores del Domingo cristiano en unos tiempos en que está peligrando su misma existencia, o al menos su sentido profundo. También a nosotros, hoy, en este Domingo que san Juan Pablo II quiso dedicar a la Divina Misericordia, el Señor nos muestra, por medio del Evangelio, sus llagas… que este año tienen la marca del “coronavirus” y de la “cuarentena” en los miles y millones que están con hambres, soledad, susto y miedo por no poder “pagar” “honrar” sus deudas. Son sus llagas, llagas de misericordia. Y es verdad que «Por sus llagas fuimos sanados» (Is 53,5). Jesús nos invita a mirar sus llagas (en medio de tanto dolor, de todo dolor), nos invita a tocarlas, como a Tomás, para sanar nuestra incredulidad. Nos invita, sobre todo, a entrar en el misterio de sus llagas, que es el misterio de su amor misericordioso. Entramos y esperamos un mundo mejor en paz… y en bienestar. A través de ellas, como por una brecha luminosa, podemos ver todo el misterio de Cristo y de Dios: su Pasión, su vida terrena –llena de compasión por los más pequeños y los enfermos–, su encarnación en el seno de María. Y podemos recorrer hasta sus orígenes toda la historia de la salvación: las profecías –especialmente la del Siervo de Yahvé–, los Salmos, la Ley y la alianza, hasta la liberación de Egipto, la primera pascua y la sangre de los corderos sacrificados; e incluso hasta los patriarcas Abrahán, y luego, en la noche de los tiempos, hasta Abel y su sangre que grita desde la tierra. Todo esto lo podemos verlo a través de las llagas de Jesús Crucificado y Resucitado y, como María en el Magnificat, podemos reconocer que «su misericordia llega a sus fieles de generación en generación» (Lc 1,50). Pedimos paciencia mientras esperamos tu socorro, Señor. Nos preguntamos. Ante los trágicos acontecimientos de la historia humana, nos sentimos a veces abatidos, y nos preguntamos: «¿Por qué?». La maldad humana puede abrir en el mundo abismos, grandes vacíos: vacíos de amor, vacíos de bien, vacíos de vida. Hoy el mundo parece, mas lleno que nunca, de ambiciones desmedidas... como que mas que nunca nos hemos subido al trono de nuestra soberbia y orgullo y planificamos una existencia a las espaldas de Dios y de sus mandamientos y preceptos. Y nos preguntamos: ¿Cómo podemos salvar estos abismos? Para nosotros es imposible; sólo Dios puede colmar estos vacíos que el mal abre en nuestro corazón y en nuestra historia. Es Jesús, que se hizo hombre y murió en la cruz, quien llena el abismo del pecado con el abismo de su misericordia. San Bernardo, en su comentario al Cantar de los Cantares (Disc. 61,3-5; Opera omnia 2,150-151), se detiene justamente en el misterio de las llagas del Señor, usando expresiones fuertes, atrevidas, que nos hace bien recordar hoy. Dice él que «las heridas que su cuerpo recibió nos dejan ver los secretos de su corazón; nos dejan ver el gran misterio de piedad, nos dejan ver la entrañable misericordia de nuestro Dios». Es este el camino que Dios nos ha abierto para que podamos salir, finalmente, de la esclavitud del mal y de la muerte, y entrar en la tierra de la vida y de la paz. Este Camino es Él, Jesús, Crucificado y Resucitado, y especialmente lo son sus llagas llenas de misericordia. Los Santos nos enseñan que el mundo se cambia a partir de la conversión de nuestros corazones, y esto es posible gracias a la misericordia de Dios. Por eso, ante mis pecados o ante las grandes tragedias del mundo, «me remorderá mi conciencia, pero no perderé la paz, porque me acordaré de las llagas del Señor. Él, en efecto, “fue traspasado por nuestras rebeliones” (Is 53,5). ¿Qué hay tan mortífero que no haya sido destruido por la muerte de Cristo?» (ibíd.). Con los ojos fijos en las llagas de Jesús Resucitado, cantemos con la Iglesia: «Eterna es su misericordia» (Sal 117,2). Y con estas palabras impresas en el corazón, recorramos los caminos de la historia, de la mano de nuestro Señor y Salvador, nuestra vida y nuestra esperanza. (con el Papa Francisco). Nuestra Señora, Madre de Misericordia, Ruega por nosotros y danos la salud.

lunes, 6 de abril de 2020

HOMILIA JUEVES SANTO DE LA CENA DEL SEÑOR (09 de abril 2020

jUEVES SANTO DE LA CENA DEL SEÑOR (09 de abril 2020) Primera: Éxodo 12, 1-8.11-14; Salmo: Sal 115, 12-13.15-16bc.17-18; Segunda: 1Corintios 11, 23-26; Evangelio: Juan 13, 1-15 Nexo entre las LECTURAS La Liturgia nos lleva a la sala (Cenáculo) en donde Jesús, con sus discípulos, se reúne para celebrar una Cena. El texto y el contexto nos dicen que no es ‘una cena cualquiera’. Se trata de una cena singular, de gran importancia para todos los comensales. En la primera lectura, los que debían reunirse para “cenar” son los miembros de una familia israelita, y con esa cena celebran la liberación de la esclavitud egipcia: "Lo comerán esa noche, asado al fuego, con panes ácimos y hierbas amargas". En el Evangelio, quienes "están cenando" (Jesús y sus discípulos) lo hacen en momentos dramáticos, que preanuncian la pasión y glorificación del Señor. A esta -cena- habitualmente la llamamos “Última Cena”. El texto de la segunda lectura nos refiere ‘cosas’ de los cristianos de Corinto, ellos se reunían primeramente para cenar y luego para celebrar el memorial de la "Cena del Señor" y nos pide san Pablo que lo hagamos como el Señor lo pidió, no según nuestro parecer. Por esto, podríamos llamar a ESTA CENA, PRIMERA CENA de la que celebramos hasta el fin de los tiempos. Gracias, Señor, por tu gran amor manifestado en esa Primera Cena y el que nos muestras en cada celebración eucarística. Temas... REVELACIÓN. Dios nos revela las realidades sobrenaturales, y las propone a nuestra fe, mediante las realidades más cotidianas de la humana experiencia. ¿Qué cosa más cotidiana y normal que los miembros de una familia, o los amigos se junten para comer y convivir unas horas en un ambiente de alegría y espontaneidad? Eso es, según señalan los textos de hoy, la Misa, la Eucaristía: un banquete gozoso de Jesús con sus amigos; y un banquete, tanto más especial, porque "nos da para comer su Carne y a beber su Sangre" en un ambiente de fe, de amistad, de alegría y de convivio. La "Santa Misa" es una invitación del Señor que exulta de gozo por encontrarse con nosotros, los "hermanos" para celebrar juntos un banquete de amor y de libertad. Es tan grande y maravillosa esta oportunidad que está preceptuada para todos los Domingos y algunas fiestas -de guardar-. La Iglesia que es Madre, sabe que nos hace bien celebrar y comulgar. LIBERTAD. La Eucaristía es una fiesta de libertad. En el mundo judío, esta fiesta se celebraba anualmente con un ritual bellísimo y elocuente: la sangre 'liberadora' del cordero inmolado marcando los palos de las tiendas, el hijo más pequeño que pregunta al padre de familia por el sentido de la fiesta, la cena de pie, con la cintura ceñida, con panes ácimos, y en disposición de marcha... Entonces celebraban la liberación del poder opresor de Faraón, rey de Egipto, símbolo de toda esclavitud. Los cristianos, cada Domingo, cuando celebramos la Eucaristía, celebramos la fiesta de la libertad de los hijos de Dios: liberación del pecado y de todas sus "consecuencias" gracias a Jesucristo, Cordero inocente, inmolado para redención de todos los hombres. Es importante que nosotros, discípulos misioneros, tengamos muy presente este aspecto (misterio) de la Eucaristía: fiesta de la libertad (libertad de la gracia, libertad interior, libertad de los condicionamientos humanos... libres para amar y servir). Una libertad, inseparable del amor, verdadera razón de ser de la redención de Cristo, verdadera y única respuesta digna del hombre. FRATERNIDAD. La Eucaristía, como nos recuerda san Pablo, es también una fiesta de fraternidad. Todos juntos, celebrando la Cena del Señor, nos sentimos hermanos entre nosotros porque somos todos hermanos de Cristo e hijos del mismo Padre. El rezo del padrenuestro y la participación en la comunión, comulgando, expresan verdaderamente esta fraternidad. Una fraternidad que no puede reducirse a la reunión dominical en torno a Cristo, sacerdote y víctima, sino que debe prolongarse día tras día a lo largo de toda la semana. Nos reunimos como hermanos, el Domingo, para vivir como hijos y hermanos todos los días. OÍR AL SEÑOR. En cada celebración volvemos a oír a DIOS que nos dice, en el decir de Santa Aìngela de Foligno que aseguroì haber escuchado de Jesuìs estas palabras: «No te he amado en broma». Su amor lo llevoì a sacrificarse por nosotros, a cargar sobre siì todo nuestro mal. Esto nos deja con la boca abierta: Dios nos salvó dejando que nuestro mal se ensanÞase con Él. Sin defenderse, sólo con la humildad, la paciencia y la obediencia del siervo, simplemente con la fuerza del amor. Y el Padre sostuvo el servicio de Jesuìs, no destruyoì el mal que se abatiìa sobre Eìl, sino que lo sostuvo en su sufrimiento, para que sólo el bien venciera nuestro mal, para que fuese superado completamente por el amor. Hasta el final. (Papa Francisco, 5 de abril de 2020) ... y continua el Santo Padre: Queridos hermanos y hermanas: ¿Queì podemos hacer ante Dios que nos sirvió hasta experimentar la traición y el abandono? Podemos no traicionar aquello para lo que hemos sido creados, no abandonar lo que de verdad importa. Estamos en el mundo para amarlo a Eìl y a los demás. El resto pasa, el amor permanece. Sugerencias... (siguiendo el rito de la primera lectura) La cena pascual. Miren a mi Siervo, a quien sostengo. El Padre, que sostuvo a Jesuìs en la Pasión, también a nosotros nos anima en el servicio. Es cierto que puede costarnos amar, rezar, perdonar, cuidar a los demás, tanto en la familia como en la sociedad; puede parecer un vía crucis. Pero el camino del servicio es el que triunfa, el que nos salvó y nos salva. Es bueno contemplar a Jesús, en la mesa, con sus amigos, viviendo ese ritual... tan lleno de símbolos. Y que nosotros lo vivamos en Misa y en la Vida. Queridos amigos. La Pascua se inserta en el calendario de los hombres. «En el tiempo», en la historia de nuestra época, en la historia de mi propia vida, es donde se inserta nuestra «salvación». Este año... la Pascua tiene la marca de “pandemia” de “cuarentena”, es la que estamos celebrando, no será la de años anteriores, tal vez sea la primera y la última con estas características. Ésta nos marcará y será para nosotros como un nuevo comienzo. ¿Qué ‘nuevo’ inaugurará esta Semana Santa para mí? El Papa nos dice (05.04.2020): Queridos amigos: Miren a los verdaderos héroes que salen a la luz en estos días. No son los que tienen fama, dinero y éxito, sino son los que se dan a siì mismos para servir a los demás. Siéntanse llamados a jugarse la vida. No tengan miedo de gastarla por Dios y por los demás: ¡La ganarán! Porque la vida es un don que se recibe entregándose. Y porque la alegría más grande es decir, sin condiciones, “SI”, AL AMOR. Como lo hizo Jesuìs por nosotros y lo hizo la Virgen Madre. En familia, como Iglesia doméstica… la fiesta de PASCUA es siempre en familia y con el vecino, los vecinos… con el más próximo. Rito comunitario que viviremos en la verdad del corazón nuestro y del corazón de Dios. Como ¡No puede cumplirse solo, individualmente! Tengamos especialmente a los demás, a los pobres, débiles, sufrientes, los que fueron, los que son, los que serán… los que rezan por nosotros y los que nos piden oraciones. Ea! Recordar que es un “Rito actual”. No es sólo recuerdo del pasado, de la «liberación de Egipto» ... Es también la «liberación actual». Cada generación está comprometida a ese rito. Todos los años, ¡cada una de las casas es señalada con la "sangre" que salva! Este año, cada casa, cada cristiano, necesita participar del sacrificio de Jesús... parece importante ¡y lo es! el protegerse y cuidarse del COVID-19… pero ¡también lo es! la confesión y comunión de Pascua... que muchos deberán hacerlo después, lo más rápidamente posible, cuando terminen estos tiempos de cuarentena, ¡Vivir estas PASCUAS con más intensidad que de costumbre! ¡Liberados! ¿Estoy realmente convencido? ¿Siento que lo necesito? Dios presente y ayudando: «Yo soy el Señor. Veré la sangre y pasaré de largo ante las casas de ustedes, y no habrá plaga exterminadora entre ustedes. La sangre que salva del mal. La sangre que «quita el pecado del mundo». Por tu Cuerpo, sanados... por tu Sangre, sanados. Sana, Señor, el corazón del hombre, sana mi corazón, que trabaje responsablemente por la paz… por la salud… por la salvación. Ceñidas las cinturas, el bastón en la mano. De generación en generación lo celebraran como fiesta... Yo soy también un «peregrino» en marcha hacia la Tierra Prometida. ¿De veras estoy disponible, presto a partir para la gran aventura del “camino del Cielo”? Esta noche se sale de Egipto y se va... hacia la tierra que Dios nos promete. Se deja la tierra de esclavitud, y se va hacia la tierra de libertad. ¿Cuándo se llega? Se deja la vida de pecado y se va hacia una vida de santidad. ¿Cuándo llegaremos? Por el momento, lo importante es haber tomado el rumbo… y cada una de las MISAS nos van llevando de fe en fe, de fiesta en fiesta HASTA llegar a la fiesta de la vida, la bienaventuranza eterna. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros.

HOMILIA VIERNES SANTO DE LA PASIÓN DEL SEÑOR (29 de marzo 2024)

  VIERNES SANTO DE LA PASIÓN DEL SEÑOR (29 de marzo 2024) Primera : Isaías 52,13 – 53,12;  Salmo : Sal 30, 2.6.12-13.15-16.17.25;  Segunda :...