lunes, 30 de diciembre de 2019

HOMILIA SOLEMNIDAD DE SANTA MARÍA MADRE DE DIOS. (01 de enero 2020). 53 Jornada mundial de la paz

SOLEMNIDAD DE SANTA MARÍA MADRE DE DIOS. (01 de enero 2020). 53 Jornada mundial de la paz Primera: Números 6, 22-2; Salmo: Sal 66, 2-3. 5. 6 y 8; Segunda: Gálatas 4, 4-7; Evangelio: Lc 2, 16-21 Nexo entre las LECTURAS… Podemos comprender, como saliendo de las lecturas, que Dios es el Señor de la Historia y en Él toda historia es sagrada y se hace historia de salvación. También, que la plenitud de la historia (de los tiempos), es cuando Dios, por la encarnación del Verbo (su Hijo), hace partícipe al hombre de su señorío adoptándolo como hijo. En la primera lectura por tres veces se repite la palabra Señor: "El Señor te bendiga... el Señor haga brillar tu rostro sobre ti... el Señor te muestre su rostro". En el versículo anterior al texto evangélico que proclamamos leemos que los pastores se dicen unos a otros: "Vamos a Belén a ver eso que... el Señor nos ha anunciado" y en el v.20 comenta san Lucas: ‘Los pastores se volvieron alabando a Dios porque, todo lo que habían visto y oído: correspondía a lo que les habían dicho’. Finalmente, en la carta a los gálatas no aparece la palabra Señor, pero sí el señorío: El Hijo de Dios, por la encarnación, se hizo esclavo de la ley para que nosotros, sujetos a esa ley, fuéramos liberados. En el bautismo, el Espíritu Santo es enviado a nuestros corazones para convertirnos de esclavos en hijos. En cuanto hijos, participamos del señorío de nuestro Padre Dios sobre la ley. Pedimos, con el salmista, que "El Señor tenga piedad y nos bendiga", hoy y todos los días del año 2020. Temas… Comenzamos un nuevo año, el año del Señor 2020. Es hermoso comenzarlo confesando el señorío de Dios. La primera lectura recoge una fórmula de bendición, con que solía terminar el culto en el templo, después de haber alabado al Señor por las maravillas obradas con su pueblo. Una bendición que une pasado y futuro: El Señor que ha hecho tantas maravillas en la historia de Israel, seguirá haciéndolas en la historia hasta el fin de la historia, en la vida, en tu vida, en nuestra vida. Nos protegerá, nos concederá su favor, nos dará la paz. Dios, por tanto, es Señor del pasado (a su misericordia se lo confiamos), Señor del presente (y con su gracia nos comprometemos a practicar las virtudes en el amor y servicio) y su señorío se prolonga también al futuro (maravillosamente presidido por Su providencia). En contraste con este señorío divino parece estar el relato de san Lucas. El ángel anuncia a los pastores: "Les ha nacido un Salvador, que es el Mesías, el Señor". ¿Y qué ven los ojos de los pastores?: un niño acostado en un pesebre. Y, ¿qué pasa con este niño a los ocho días?: es circuncidado. Nada manifiesta -en lo exterior- ese señorío… más bien todo parece poner en evidencia su sometimiento a la ley de un pueblo al que pertenece, y a las leyes fundamentales de la existencia humana (cf. segunda lectura). ¡Qué bueno que es Dios!: antes de pedirnos algo, en este caso la obediencia, la practica Él. La verdad es que el Hijo de Dios, haciéndose niño en el seno de María y naciendo en Belén de Judá, conserva su prerrogativa de Señor del tiempo y de la historia, pero "se vacía" de ella para hacerse ‘siervo’ de la ley y, desde dentro mismo, liberarnos de la ley a quienes nacimos esclavos, nosotros, los hombres. Conviene saber que la ley representa todo el sistema religioso-social de los pueblos antes de Cristo, no sólo del pueblo judío. La obra de Cristo, que libra al hombre de la esclavitud de la ley, es toda su vida, pero principalmente el Misterio Pascual -que celebraremos entre el 9 y el 12 de abril, con la ayuda de Dios- preanunciado en la sangre derramada por Jesús en la circuncisión. El Espíritu Santo, manifestado en Pentecostés, que lo celebraremos el Domingo 31 de mayo, es quien suscita en nosotros, por el bautismo, la conciencia de nuestra liberación y de nuestra condición de herederos y señores de que gozamos, por gracia de Dios y los méritos de Cristo (segunda lectura). Con toda razón, Jesucristo es constituido Señor por su resurrección, al revelar plenamente el señorío que poseía desde su nacimiento, pero que estaba escondido. Más aún, no sólo Él es Señor, sino que da a los hombres la capacidad de llegar a ser señores de la ley, de sí mismos, de las vicisitudes de la historia, celebrado admirablemente el Domingo 22 de noviembre (Cristo Rey). Sugerencias... No basta una visión ‘humanista’ de Jesucristo. En la cultura relativista y cientificista, quizá nosotros mismos pongamos el acento, al contemplar a Jesús, en su humanidad, en los rasgos que lo hacen uno igual a nosotros, digamos, como si fuera más lo humano que Dios-con-nosotros. A veces solo se quiere ver aquello de un niño necesitado de todo como cualquier niño del mundo, un niño perteneciente a una familia pobre como tantos millones de niños, nacido fuera de su pueblo y de su hogar como tantos niños de refugiados políticos o de emigrantes... Todo esto está bueno y como que parece necesario, pero, hay que anunciar-mostrar la otra dimensión, la verdad de Dios que se hace hombre, su señorío sobre los hombres, su condición de Hijo de Dios. El discípulo-misionero vive su fe en el señorío de Jesucristo, no imaginando o diseñando grandes ideas sobre tal señorío, sino proclamándole Señor en el curso de cada día, haciendo su voluntad para gloria de Dios y salvación de todos: 1. Cristo es el Señor del tiempo. Él me lo da, Él me lo puede quitar. Se puede hacer reflexionar aquí sobre el Domingo, consagrado al Señor para darle culto, “oír misa entera los domingos y fiestas de precepto”, descansar sanamente, convivir con la familia, hacer-practicar obras de caridad. 2. Cristo es el Señor de los grandes eventos que conmocionan al mundo, y de los pequeños acontecimientos de la vida de cada hombre. Cristo es el Señor de ese trabajo que acabas de encontrar, de la boda que celebraste hace (cada uno da gracias por el tiempo que hace), del aniversario de la Ordenación y/o de la Profesión religiosa, del hijo que ha nacido, de la reunión familiar en el último día del año y del que ha acabado los días de la peregrinación y se presenta al Padre en la Jerusalén Celestial. Todos los días son buenos para nacer y todos son buenos para morir… todos los días tienen la inmensa dignidad de hacer posible el encuentro de Dios con el hombre, del hombre con Dios. 3. Cristo es el Señor de los hombres, y como Señor desea que los hombres lo reconozcan como tal, le obedezcan, cumplan sus mandamientos. No busca nada para sí, sólo el bien de los hombres a quienes, aunque es su Señor, trata como a amigos. Y el Papa nos dice: “Debemos buscar una verdadera fraternidad, que esté basada sobre nuestro origen común en Dios y ejercida en el diálogo y la confianza recíproca. El deseo de paz está profundamente inscrito en el corazón del hombre y no debemos resignarnos a nada menos que esto”. 4. Cristo nos hace señores y quiere que nos comportemos siempre como señores. Señorío del hombre sobre sí mismo (sus instintos, sus pasiones desordenadas...); señorío sobre los bienes de este mundo, para usar de todo ello con alma, no de esclavo, sino de señor, se puede volver a leer, meditar, compartir “Laudato Si” … ¿la leíste?. Pues parece que hace muchísimo que el Papa nos la puso en nuestras manos para que cambiemos nuestra manera de vivir como señores de los bienes creados. La Virgen María, de quien celebramos hoy su maternidad divina, es un icono sumamente, bello y cercano, lleno de ternura como caricia de Dios para nosotros, del señorío de Dios sobre ella y del señorío de ella sobre sí misma y sobre las cosas. Ella hace memoria y medita las obras por las que Dios ha ido guiándola hasta este momento del nacimiento de Jesús, al igual que guió a su pueblo por los caminos de la historia. Ella, humilde y pobre, ejerce señorío sobre sí misma teniendo un corazón desprendido de riquezas y bienes temporales. Ella sabe que Dios mueve “los hilos” de la historia por medio de los hombres, y lo acepta y actúa en conformidad con el querer de Dios. Nuestra Señora del SI, ruega por nosotros. Área de archivos adjuntos

HOMILIA VIERNES SANTO DE LA PASIÓN DEL SEÑOR (29 de marzo 2024)

  VIERNES SANTO DE LA PASIÓN DEL SEÑOR (29 de marzo 2024) Primera : Isaías 52,13 – 53,12;  Salmo : Sal 30, 2.6.12-13.15-16.17.25;  Segunda :...