lunes, 26 de septiembre de 2022

SALMO 91 la ORACIÓN más PODEROSA de protección | Charla de Formación en ...

HOMILIA Domingo Vigesimoséptimo del TIEMPO ORDINARIO cC (02 de octubre de 2022). P. ANGEL

 Domingo Vigesimoséptimo del TIEMPO ORDINARIO cC (02 de octubre de 2022).

PrimeraHabacuc 1, 2-3; 2, 2-4; Salmo: Sal 94, 1-2. 6-9; Segunda: 2Timoteo 1, 6-8. 13-14; Evangelio: Lucas 17, 3b-10

Nexo entre las LECTURAS…


El tema sobresaliente, en este Domingo, es la fe. La historia de Habacuc es muy ilustrativa, y la buena voluntad de los discípulos de Jesús también, aunque en otro sentido: ¡ellos se dan cuenta que no confían suficientemente y querrían confiar más! Para nosotros, saldrían dos preguntas: la primera, sobre si nuestra confianza está puesta en Dios o en otras cosas, como nuestro dinero, nuestras capacidades personales, nuestras buenas obras; la segunda, sobre si nuestra confianza en Dios es suficientemente fuerte como para lanzarnos de verdad al servicio de su reino (si tenemos suficiente fe como para hacer que las moreras se planten en el mar, como dice Jesús). Ciertamente crecer en la fe es un camino que hemos de ir haciendo continuamente, que nunca termina y por eso hay que orar cada día como hacían los apóstoles: "Auméntanos la fe". Jesús en el evangelio se fija en la eficacia de la fe, incluso de la fe pequeña como un grano de mostaza. Y, san Pablo exhorta a Timoteo a dar testimonio de su fe en Cristo Jesús y a aceptar con fe y con amor el mensaje transmitido por Pablo (Segunda lectura).

El segundo tema, está en el evangelio y es también un buen tema de reflexión. Ante Dios no podemos alegar méritos ni derechos que nos obtengan gracia ni salvación: hacemos lo que hacemos, la distancia entre nuestras actuaciones y su amor infinito es inmensa, y nunca estaremos a "su altura". Ciertamente que con nuestra manera de vivir y de actuar nosotros respondemos a su llamada y nos acercamos a él; pero la salvación no nos la obtenemos nosotros, sino que nos es dada. Y eso tiene consecuencias. Porque la hipocresía del fariseo practicante, que no falla en ningún mandamiento, es una hipocresía que también se da entre nosotros, y sirve para mirar a los demás por encima del hombro como el trabajar mucho por la Iglesia y exhibirlo, e incluso cerrar el paso a otros, a los demás. Nos pide el Señor que podamos rezar con fe: "somos unos pobres siervos".

Temas...

Vivir la fe en el aquí y ahora. El creyente, de cualquier época y lugar, no puede dejar de practicar su fe encarnándola en la vida. Fe y vida o se sostienen juntas o juntas se derrumban. Habacuc es un hombre de fe, que ve a su alrededor violencia, opresión, rapiña, discordia (asedio de Jerusalén por parte de los caldeos en el año 597 a. de C.) y se parece a muchos de nuestros noticieros y redes, la internet. Ante esta situación odiosa y llena de dolor, ¿cómo reacciona este hombre de fe? Lo hace con dos grandes interrogantes, que llevan la doble y contrastante carga de la confianza en Dios y de la indignación ante el asedio y el mal. "¿Hasta cuándo, Yahvé? ¿Por qué?". ¿No es Dios el rey de los reyes y el señor de los señores? ¿Por qué tanta desgracia, tanta injusticia, tanta destrucción? ¿Por qué no interviene Dios ya, ahora? Preguntas que nacen de una situación, pero que valen para toda persona y para todos los tiempos. Estos interrogantes se han clavado en el alma de los hombres de todas las latitudes, y en cierta manera, en el alma de todo hombre. Nos dice la liturgia dominical que Dios no deja sin respuesta las quejas confiadas de los hombres. Primero nos invita a la plena confianza… Dios contestará a las preguntas de los hombres, aunque no lo haga con la inmediatez con que el profeta o nosotros lo esperaría: "Dios tiene escrita esa fecha en sus designios". Luego, a mantener una paciencia esperanzada, porque la respuesta "vendrá ciertamente, sin retraso". Finalmente, Dios asegura al profeta que el impío sucumbirá, mientras que el justo vivirá gracias a su fe-fidelidad.

Diversa es la situación de los discípulos que piden a Jesús: "Aumenta nuestra fe", como también la de Timoteo, responsable de la comunidad de Éfeso, que ha de ser el primero en aceptar la fe que Pablo le ha enseñado y dar testimonio de ella, incluso, si es necesario, con el martirio. Los discípulos, que conviven con Jesús, han visto la enorme "fe" de Jesús que hace eficaz su palabra y sus obras (curaciones, milagros). Ante esa fe gigantesca, la suya resulta insignificante y mínima. Por eso, piden que Jesús se la acreciente. La situación de persecución en que vive Timoteo y su comunidad pone a prueba su fe y su fidelidad al Evangelio. De ahí las palabras con que Pablo le exhorta. La dimensión histórica de la fe hay que tenerla en cuenta en el momento presente, como sucedió ya en el pasado. ¿Cómo vivir hoy, en nuestro ambiente, en el mundo actual, la fe de siempre?... de rodillas frente al Señor y en amor y servicio (practica de las obras de misericordia) en las cosas y tareas de cada día.

Cualidades de la fe. En los textos litúrgicos es posible descubrir algunas de las cualidades que ha de poseer la fe vivida por los discípulos-misioneros. 1) Una fe basada en una profunda humildad. Después de que Jesucristo en el evangelio ha resaltado la potencia de la fe, pone de manifiesto que esa eficacia proviene de la convicción creyente de la propia pequeñez: "No somos más que unos pobres siervos; sólo hemos hecho lo que teníamos que hacer". ¿Qué es lo que tenemos que hacer? Servir a Dios y hacer su voluntad y amar como Jesús ama. 2) Una fe esperanzada y caritativa. Las tribulaciones, los sufrimientos, las desgracias no podrán disminuir en lo más mínimo nuestra espera y nuestra esperanza en la intervención de Dios. No hay que dudar, porque la acción de Dios llegará. ¿Cuándo? ¿Cómo? Hemos de dejar que Dios responda con plena libertad, con la seguridad de que todo lo hace con justicia y para bien de los que ama. 3) Una fe testimoniada. La fe es un don que Dios nos da, y es una tarea que Dios nos encomienda. Como tarea la hemos de realizar día tras día, en las circunstancias concretas, que a veces pueden ser arduas y difíciles. Una fe humilde, esperanzada y martirial, la necesitamos también los cristianos de hoy, en un ambiente muchas veces carente de fe, incluso hostil a ella… puede fortalecernos y animarnos el modelo del Cura Brochero… tanto en los tiempos fuertes y pujantes de su juventud y madurez… como en los tiempos de la lepra y ceguera al final de sus días.

Sugerencias...

Fe y perdón. Solo desde la fe, que nos sumerge en el ámbito de Dios, es posible embarcarse en la empresa de la buena convivencia… pues para Dios todo es posible. La fe, aunque sea como un grano de mostaza, puede remover montañas. Los discípulos, representados ahora por los apóstoles, reconocen la endeblez de su fe como responsables de las comunidades a la hora de administrar con generosidad el perdón entre sus hermanos (contexto más amplio del pasaje del evangelio). ¿Es posible perdonar siempre? Indefensos ante la magnitud de la tarea, piden ayuda a Jesús. Saben por experiencia propia que la comprensión y el perdón dentro del delicado entramado de las relaciones comunitarias solo es posible desde una relación de plena confianza y comunión con Dios, fuente de toda bondad y misericordia. Con un lenguaje eclesial (apóstoles, Señor, servir, pastorear, comer y beber), Lucas quiere llevar las palabras de Jesús al terreno práctico de la vida cotidiana de sus comunidades. Si, a pesar de sus debilidades, Dios es el primero que ha confiado en ellos como apóstoles, ¿qué otra puede ser su misión apostólica? Han de ser, por la fe, testigos veraces del poder-amor misericordioso de Dios administrando generosamente el perdón a sus hermanos. Si basta un poco de fe para arrancar el árbol y plantarlo en el mar, quiere decir que, a pesar de su pobre y debilitada fe, Dios les garantiza el respaldo suficiente para ejercer con maravilla su misión apostólica.

Nuestra Señora del SI, ruega por nosotros.

miércoles, 21 de septiembre de 2022

HOMILIA Domingo Vigesimosexto del TIEMPO ORDINARIO cC (25 de septiembre de 2022).

 Domingo Vigesimosexto del TIEMPO ORDINARIO cC (25 de septiembre de 2022).

PrimeraAmós 6, 1a. 4-7; Salmo: Sal 145, 7-10; Segunda: 1Timoteo 6, 11-16; Evangelio: Lucas 16, 19-31

Nexo entre las LECTURAS…

Tiempo y eternidad son como los dos polos que nos pueden servir para organizar los textos de este domingo. Esto es evidente en el texto evangélico que sitúa al rico Epulón y a Lázaro primero, en este mundo y luego en la eternidad. Implícitamente se halla también en la primera lectura, según la cual los ricos samaritanos viven en orgías y lujo, olvidados del futuro juicio de Dios. Para vivir dignamente en el tiempo y lograr la eternidad con Dios la fe viva en Cristo ofrece una garantía segura (2 lectura).

Temas...

Jugarse la eternidad en el tiempo. Para quienes tenemos fe y creemos en la resurrección de la carne (la eternidad), el tiempo es un tesoro, una verdadera riqueza, porque en él se pone en juego nuestra situación de ahora y en el ‘más allá’ del tiempo. La parábola del ‘rico y del pobre Lázaro’ no subraya el problema de la diferencia entre ricos y pobres. Acentúa –más bien– el juicio de Dios sobre la actitud acerca de la riqueza y de la pobreza. El rico que en este mundo se dedica a descansar y a pasárselo bien, despreocupándose de los pobres, verá duramente cambiada su situación en el más allá. Así le sucedió al rico de la parábola. El pobre, que en esta vida acepta serenamente su condición, sin quejas y sin odios, amando y sirviendo, será recompensado en la eternidad con la gran Riqueza que es Dios mismo. Esto es lo que aconteció al pobre Lázaro. Jesús dice que hay algunos, para su desgracia, que viven como si el Cielo –la eternidad– no existiese. Y hay quienes, los santos, que, para su bien y gloria de Dios, son pobres delante de Dios y de los demás, y tienen puesta su confianza en la recompensa que Dios le dará en la vida venidera. A los primeros (rico de la parábola) no se le recrimina el ser rico, sino el no ser misericordioso, el no tener corazón para quien yace llagado a su puerta. A Lázaro no se le retribuye por su condición de pobreza, sino por su paciencia y esperanza confiada, al estilo de Job. El rico pone su riqueza al servicio de su sensualidad e intemperancia, el pobre vive en esperanza, como mendigo. Jesucristo en la parábola enseña que, en un momento, Dios hará justicia y retribuirá a cada uno según sus obras. Esta enseñanza ha de iluminar también nuestra vida presente, de manera que podemos hablar también de ‘jugarnos’ la eternidad en el día a día. Es decir, el pensamiento del mundo futuro nos conducirá a ser justos y solidarios en el mundo presente. Lo contrario les sucede a los ricachones de Samaria (1 lectura), que, despreocupados del futuro y olvidados de la suerte de su patria, viven "Acostados en lechos de marfil y apoltronados en sus divanes, comen los corderos del rebaño y los terneros sacados del establo y beben el vino en grandes copas, hasta se ungen con los mejores aceites". El Papa Francisco manifestó que mientras el dinero puede servir para realizar cosas buenas, la avaricia "destruye a las personas, a las familias y la sociedad", así como a "la fraternidad humana"… (3 de octubre de 2013).

Fe – tiempo – eternidad. Pablo exhorta a Timoteo, el hombre de Dios, creyente y cristiano auténtico, a huir de estas cosas. ¿Cuáles son esas cosas? La avaricia, el afán de riquezas, el apetito de dinero. Debe huir porque "nosotros no hemos traído nada al mundo y nada podemos llevarnos de él" (cf. 1Tim 6,7 y ss.). Le exhorta después "a combatir el buen combate de la fe" en esta vida para poder alcanzar la eterna, en la que reina Jesucristo, el Rey de los reyes y el Señor de los señores. La fe es como la morada en la que el cristiano vive ya la eternidad en el tiempo y el tiempo en la eternidad. Porque vive la eternidad en el tiempo "corre tras la justicia, la piedad, la fe, la caridad, la paciencia en el sufrimiento, la dulzura" (Segunda lectura). Porque vive el tiempo en la eternidad busca con sinceridad de corazón honrar y dar gloria a Dios. Amós, por su parte, nos enseña que existe una fe equivocada, una falsa confianza en el culto y en la religión, simbolizados en el monte Garizín y en el monte Sión, como si el culto, aisladamente, fuese suficiente para obtener la salvación. Nunca la fe religiosa producirá automáticamente la salvación, cuando con ella se cubren indignamente toda clase de injusticias y de desórdenes de la vida. En definitiva, la eternidad está asegurada únicamente para aquellos que viven una vida de fe, que actúa por medio de la caridad (amor y servicio) ... un ejemplo claro de este modo de vivir es la vida y ministerio de san José Brochero, beatos Angelelli, Artémides, Tránsito, Catalina....

Sugerencias...

La riqueza, objeto de servicio. En el catecismo leemos: "Los bienes de la creación están destinados a todo el género humano". Esta afirmación es "absoluta" y no está sometida al cambio de épocas o de mentalidad, al progreso técnico o a la globalización económica. Por otra parte, siempre ha habido, en la historia humana, diferencias en la posesión de bienes y recursos, tanto que misteriosamente, siempre han existido y seguirán existiendo "ricos y pobres". Y, finalmente, no en pocas ocasiones estas diferencias provienen a causa de grandes injusticias que han atravesado toda la geografía de nuestro planeta. Ante estos factores, nosotros los cristianos tenemos una gran obra y misión que realizar entre nuestros hermanos, los hombres. La primera tarea, sin duda, es la de no divinizar la riqueza. No es un dios, al que tengamos que rendir culto a expensas del pobre y del necesitado. Es un bien, pero no es el único ni el supremo. Un bien que está en nuestras manos, que nos ha sido dado por Dios a cada uno, pero que no es enteramente nuestro, es decir, que no podemos hacer con él lo que quisiéramos, porque su destino es universal. La segunda tarea: "La riqueza nos ha sido dada para servir, no para dominar", comprendiendo que muchas veces es más libre quién carece de bienes materiales. La inclinación del hombre a dominar sobre los demás es ancestral y potentísima. Por eso, la riqueza –entre otras muchas cosas– puede ser peligrosa, porque posee el encanto del dominio y del poder. Como discípulos misioneros, seremos los primeros en vivir el evangelio de la pobreza. Seremos para todos un ejemplo y un reclamo de que el dinero o sirve al hombre o no sirve ‘para nada’.

La avaricia, pecado contra la eternidad. "La avaricia es un instrumento de la idolatría, porque avanza por el camino contrario al que hizo Dios con nosotros", aseveró Francisco. El avaricioso sólo tiene ojos para el tiempo presente, que se imagina largo como los siglos. Quisiera meter la eternidad en el tiempo, al mismo tiempo se da cuenta de que es imposible… y reacciona, haciendo caso omiso de ella, aferrándose más a la roca arenosa del presente. La avaricia, se puede afirmar sin lugar a dudas, es una pasión que anida en todo corazón humano. Acumular, querer poseer más, tener hambre de bienes y de medios, vivir con mayores comodidades, etc., no es ajeno a ningún mortal: cristianos o no cristianos, creyentes o ateos, sacerdotes, religiosos y laicos. No es que todo eso en sí mismo sea pecado, pero cuando la tendencia se convierte en pasión absorbente y la vida entera se cifra sólo en acumular, tener, vivir cómodamente, entonces el pecado de la avaricia ya te ha esclavizado y lleva a la corrupción (Papa Francisco). En efecto, por la avaricia el hombre peca, porque su corazón, en vez de estar puesto en Dios su Bien supremo, se postra ante el dios ‘insaciable y efímero’ del dinero… así, sus riquezas no le sirven para servir, sino para satisfacer una pasión, no sale hacia los demás, sino que se vuelve sobre sí mismo enarbolándose como dios. Así, el avaro, peca, pues va contra el designio de Dios que ha dado a todos los bienes de este mundo un destino universal y ha dejado a los hombres de cada época y generación que lo lleven a cabo (Laudato Si). ¿No tendremos, los cristianos, que realizar una verdadera "conversión" de pobreza evangélica? ¿No tendremos que librarnos de muchas ataduras y cadenas económicas, que nos quitan libertad, para vivir la autenticidad del Evangelio? ¿Lograremos comprender que la pobreza de corazón es el corazón de la pobreza, y ‘en Cristo’ es manantial de paz y de fraternidad? ¡Pobre de corazón, y de vida!, como santa Teresa de Calcuta, a fin de ser una bendición de Dios para los hombres. Podemos imaginarnos cada uno el santo de devoción personal en la oración de esta semana para comprometernos más cada día en el bien de los demás.

martes, 13 de septiembre de 2022

 Domingo Vigésimo quinto del TIEMPO ORDINARIO cC (18 de septiembre de 2022).

PrimeraAmós 8, 4-7; Salmo: Sal 112, 1-2. 4-8; Segunda: 1Timoteo 2, 1-8; Evangelio: Lucas 16, 1-13

Nexo entre las LECTURAS…

En el fondo de los textos litúrgicos se plantea la pregunta sobre dónde está la verdadera riqueza, recordemos que hace unos Domingos la pregunta es sobre ¿cuál es la verdadera sabiduría? La verdadera riqueza no puede coincidir con la ambición y la avaricia que siempre son en perjuicio de los más pobres y necesitados, eso nos responde la primera lectura… tampoco reside en la habilidad para hacerse "amigos" con las riquezas de otros, por mera conveniencia como quien ‘negocia’ con la verdad. La verdadera riqueza es la riqueza de la fe, que poseen los hijos de la luz (Evangelio). Esta manera de ver las cosas no nos resulta natural, sino que la conseguimos sólo en el ámbito de la oración (Segunda lectura). Con el salmista proclamamos que “Él levanta del polvo al desvalido, alza al pobre de su miseria” y eso nos da una luz de esperanza… gracias, SEÑOR.

Temas...

¿Qué pasa con los hijos de la luz? La expresión "hijos de la luz" parece referirse a los primeros cristianos, que habían sido iluminados por Cristo glorificado a la Derecha del Padre mediante el bautismo. A esa expresión se contrapone la de "hijos de este mundo", con la que se quiere señalar a todos aquellos cuya vida está regida por una mentalidad mundana, materialista, "económica", más que religiosa. La sentencia evangélica impresiona fuertemente y hasta nos pone ‘piel de gallina’: "Los hijos de este mundo son más sagaces, más hábiles con su propia gente que los hijos de la luz". ¿Por qué este fenómeno que no es únicamente de un ayer lejano, sino que tiene visos de ser de una tremenda actualidad? y nos urge el cuestionamiento acerca de ¿qué es lo que pasa con los hijos de la luz? Es que parece que los hijos de este mundo saben hacer uso extraordinario de sus habilidades y de su ambición para manipular injustamente las balanzas y para engañar manifiestamente a los pobres, para incluso reducir a otros hombres a esclavitud por falta de solvencia económica (Primera lectura). Los hijos de este mundo, en circunstancias adversas, ponen inmediatamente en juego todas sus capacidades para salir de la situación en forma ventajosa (Evangelio). A los hijos de la luz, Jesús les manda que tengan la sana búsqueda de recurrir a todos los medios virtuosos-lícitos para difundir la luz de la fe y vivir en caridad y servicio; que pongan todas sus capacidades para inventar modos de vencer las adversidades, de superar los obstáculos, y sobre todo de llevar la luz a otros muchos hombres. Los mártires, de manera especial, son testigo de que los hijos de la luz han hecho uso de sus facultades hasta la entrega de su propio cuerpo (vida). El Dios Jesucristo y el "dios dinero" no pueden dividirse el señorío de la persona, pues, éste último es solo humo y apariencia. El Dios de Jesucristo es Creador, Redentor, Misericordioso y el "dios dinero", no es, no existe. La misión de mostrar al verdadero Dios, al Supremo Bien y Riqueza del hombre, y alejarse del ídolo de la riqueza, es propia de los hijos de la luz, de los discípulos misioneros. En la sociedad relativista el ídolo del dinero y del consumismo se propone aumentar adoradores… somos llamados, como hijos de la luz, para adorar al Dios vivo y verdadero en espíritu y en verdad.

La oración, lugar del verdadero encuentro con uno mismo, con los demás y con Dios. La luz y la fuerza para trabajar por la verdadera Riqueza del hombre se nos da de la mano de la oración. El discípulo-misionero ora por todos, por los gobernantes, por los que detentan el poder y por los débiles, pobres y enfermos… con todos y por todos. El hecho mismo de orar por todos, como rezaba Brochero: por los que fueron, los que son y los que vendrán, nos ayuda a ponernos a todos bajo la amorosa mirada del Dios vivo y a su gobierno providente. Todas las demás cosas, pasan y acaban, la oración, el ayuno y la limosna nos enseñan que Dios es Dios y nosotros su pueblo y que en el mundo estamos para ayudarnos, cuidarnos y encaminarnos como peregrinos de la Jerusalén Celestial. En la oración comprendemos que Dios juzgará la prepotencia del soberbio (rico), cuyos abusos gritan justicia al Dios del cielo (Primera lectura). En la oración es más fácil entender que la riqueza del hombre consiste en la riqueza de su fe. Es efectivamente en el “horno” de la oración donde se cuece diariamente el pan de la fe, de la esperanza, de la caridad y de la solidaridad fraterna. El orador que alza al cielo manos puras, sin ira y sin rivalidades, descubre la riqueza de la salvación y de la gracia, que Jesucristo Mediador nos regala, comprendiendo, con mayor facilidad, que cualquier otra riqueza de este mundo es humo y vanidad. Somos iluminados para comprender que todos los bienes terrenos vienen de Dios, que el hombre es únicamente su administrador, y que –con la ayuda de la gracia– debemos administrarlos bien. ¿Podrá acaso el hombre orador, dador de toda riqueza, estafar a Dios, mostrarse prepotente con los que carecen de bienes y riquezas? En la escuela de la oración llegamos a percibir que las riquezas y bienes mundanos son un medio, una herramienta posible, para servir mejor a los demás; un medio para que, cuando dejemos la administración de este mundo y nos presentemos ante el juicio de Dios, seamos bien acogidos en las moradas eternas.

Sugerencias...

La llamada al REINO del amor y de la adoración. En una sociedad, en gran parte consumista y materialista, como lo es la que origina el pecado y su instigador, el ‘dios dinero’ intenta encandilar incluso a los buenos cristianos (Apocalipsis). Si vamos hasta el fondo de las cosas, ¿no es el culto al dios dinero la causa principal de la persistencia en la producción de la droga y la cultura de la muerte?, ¿no es el culto al dinero/dólar el motor más determinante de la producción y venta de armamentos a países que deberían utilizar esos fondos para la creación de infraestructuras, y para el desarrollo social y cultural de la población?, (Fratelli Tutti) ¿acaso no es el dios dinero el incentivo más poderoso de algunas de las guerras étnicas en varios países de África?, ¿cómo explicar la corrupción en no pocos gobernantes y sindicalistas, sino porque han levantado un altar a este dios insaciable? El dinero seduce, encandila, provoca divisiones fratricidas, divide a las familias, separa a cónyuges, despierta instintos de ambición, hace sucumbir hasta los principios más sacrosantos y nobles, endurece el corazón, deshumaniza y hasta hace olvidarse de Dios, favorece la distancia entre amigos, y todo esto para que no sea adorado EL VERDADERO DIOS POR QUIEN SE VIVE en la Santa Eucaristía (aparición en Guadalupe). El dios-dinero hasta considera inútil la vocación sacerdotal o promueve la vagancia en los mismos sacerdotes para que sea menos celebrada la Eucaristía y con el decoro que el Señor y la Iglesias nos piden (cfr.: santo Cura de Ars). Como discípulos-misioneros hemos de tener ante nuestros ojos esta realidad y conocer esta tentación, no fácil de vencer, para asirnos más del Señor en el ayuno, oración y limosna y pedir la asistencia del Espíritu Santo, Padre de los pobres, que Él venga en ayuda de nuestra debilidad y multiplique en el mundo verdaderos adoradores y fomente la verdadera adoración y devoción. Con espíritu vigilante y con la asiduidad en la oración, hemos de ejercitarnos en desprendernos el dinero, en ponerlo en el lugar que le corresponde en los planes de Dios, en servirnos de los bienes como medio para vivir dignamente, para hacer el bien a los necesitados, para ponerlo al servicio de la fe y del Reino de Cristo. Vivamos nuestra vida diaria procurando valorar más y más la riqueza de la fe, la riqueza que es Dios. ¿Por qué no contrarrestamos la seducción del dinero con la llamada de Dios? ¿O es que Dios es tan solo un objeto de fe que ya no nos seduce? El Dios vivo y personal es el mejor ‘antídoto’ contra todos los ídolos que puedan llamar a la puerta de nuestro corazón.

Recemos por el aumento de las vocaciones sacerdotales y por el aumento de los verdaderos adoradores.

María, Madre del amor hermoso, verdadero Dios por quien se vive… Ruega por nosotros.

Corazón justo de san José, llena el nuestro de amor y de fe.


HOMILIA LA EXALTACIÓN DE LA SANTA CRUZ (14 de septiembre de 2022)

 LA EXALTACIÓN DE LA SANTA CRUZ (14 de septiembre de 2022)

Primera: Números 21, 4b-9; Salmo: Sal 77, 1-2. 34-35. 36-37. 38; Segunda: Filipenses 2, 6-11; Evangelio: Juan 3, 13-17

Nexo

Las tres lecturas de esta fiesta centran la atención en la realidad del "exaltamiento". En el libro de los Números (1L) se nos dice que el Señor respondió a Moisés: "Haz una serpiente y colócala en un estandarte: los mordidos de serpiente quedarán sanos al mirarla". De este modo quedarían con vida todos aquellos que fueran mordidos por aquellas serpientes venenosas que el Señor les había enviado como castigo por su conducta vergonzosa. Paradójicamente la exaltación de esa serpiente portadora de muerte se convertía para el pueblo arrepentido en portadora de vida. La lectura cristiana de este episodio ha visto una prefiguración de la exaltación de Cristo en la cruz. Cristo mismo anticipa esta lectura cristiana cuando al temeroso Nicodemo, que había ido a hablar con el de noche le dice: "Lo mismo que Moisés elevó a la serpiente en el desierto, así tiene que ser elevado el Hijo del hombre, para que todo el que crea en él tenga vida eterna". San Pablo, que sufría las penas de la prisión a causa de su servicio al Evangelio, sumido en una profunda contemplación del misterio del amor de Dios en Cristo Jesús, afirma en su carta a los filipenses (2L): "Por eso Dios lo exaltó (a Cristo) y le otorgó el Nombre que está sobre todo nombre". Con esto quiere decir que no hay nombre posible de significar la magnitud, grandeza y belleza de la obra de Cristo.

Temas… Sugerencia… (cf. Papa Francisco)

El 14 de septiembre la Iglesia celebra la fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz. Alguna persona no cristiana podría preguntarnos: ¿por qué «exaltar» la cruz? Podemos responder que no exaltamos una cruz cualquiera, o todas las cruces: exaltamos la cruz de Jesús, porque en ella se reveló al máximo el amor de Dios por la humanidad. Es lo que nos recuerda el evangelio de Juan en la liturgia de hoy: «Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Unigénito» (3, 16). El Padre «dio» al Hijo para salvarnos, y esto implicó la muerte de Jesús, y la muerte en la cruz. ¿Por qué? ¿Por qué fue necesaria la cruz? A causa de la gravedad del mal que nos esclavizaba. La cruz de Jesús expresa ambas cosas: toda la fuerza negativa del mal y toda la omnipotencia mansa de la misericordia de Dios. La cruz parece determinar el fracaso de Jesús, pero en realidad manifiesta su victoria. En el Calvario, quienes se burlaban de Él, le decían: «si eres el Hijo de Dios, baja de la cruz» (cf. Mt 27, 40). Pero era verdadero lo contrario: precisamente porque era el Hijo de Dios estaba allí, en la cruz, fiel hasta el final al designio del amor del Padre. Y precisamente por eso Dios «exaltó» a Jesús (Flp 2, 9), confiriéndole una realeza universal.

Y cuando dirigimos la mirada a la cruz donde Jesús estuvo clavado, contemplamos el signo del amor, del amor infinito de Dios por cada uno de nosotros y la raíz de nuestra salvación. De esa cruz brota la misericordia del Padre, que abraza al mundo entero. Por medio de la cruz de Cristo ha sido vencido el maligno, ha sido derrotada la muerte, se nos ha dado la vida, devuelto la esperanza. La cruz de Jesús es nuestra única esperanza verdadera. Por eso la Iglesia «exalta» la Santa Cruz y también por eso nosotros, los cristianos, bendecimos con el signo de la cruz. En otras palabras, no exaltamos las cruces, sino la cruz gloriosa de Jesús, signo del amor inmenso de Dios, signo de nuestra salvación y camino hacia la Resurrección. Y esta es nuestra esperanza.

Mientras contemplamos y celebramos la Santa Cruz, pensamos con conmoción en tantos hermanos y hermanas nuestros que son perseguidos y asesinados a causa de su fidelidad a Cristo. Esto sucede especialmente allí donde la libertad religiosa aún no está garantizada o plenamente realizada. Pero también sucede en países y ambientes que en principio protegen la libertad y los derechos humanos, pero donde concretamente los creyentes, y especialmente los cristianos, encuentran obstáculos y discriminación. Por eso hoy los recordamos y rezamos de modo particular por ellos. En la cruz del Señor… recordemos todas nuestras cruces.

En el Calvario, al pie de la cruz, estaba la Virgen María (cf. Jn 19, 25-27). Es la Virgen de los Dolores, a la que mañana celebraremos en la liturgia. A ella encomiendo el presente y el futuro de la Iglesia, para que todos sepamos siempre descubrir y acoger el mensaje de amor y de salvación de la cruz de Jesús.

OraciónDivino Rey crucificado, que el misterio de tu muerte gloriosa triunfe en el mundo. Haz que no perdamos el valor y la audacia de la esperanza ante los dramas de la humanidad y ante cada situación injusta que mortifica a la criatura humana, redimida con tu sangre preciosa. Al contrario, haz que con renovada fuerza proclamemos: Tu cruz es victoria y salvación, porque con tu sangre y tu pasión has redimido al mundo.

HOMILIA VIERNES SANTO DE LA PASIÓN DEL SEÑOR (29 de marzo 2024)

  VIERNES SANTO DE LA PASIÓN DEL SEÑOR (29 de marzo 2024) Primera : Isaías 52,13 – 53,12;  Salmo : Sal 30, 2.6.12-13.15-16.17.25;  Segunda :...