lunes, 15 de noviembre de 2021

homilia Domingo 34. Solemnidad de nuestro Señor Jesucristo REY del UNIVERSO cB (21 de noviembre de 2021)

Primera: Daniel 7, 13-14; Salmo: Sal 92, 1-2. 5; Segunda: Apocalipsis 1, 5-8; Evangelio: Juan 18, 33b-37 Nexo entre las LECTURAS El tema (nexo) es la realeza. Esta realeza está bien mostrada en el texto del profeta Daniel: «Le dieron poder, honor y reino... su reino no será destruido» (primera lectura). En el evangelio esta realeza se dice expresamente de Jesucristo y afirmada en términos categóricos: "Pilato le dijo: «¿Entonces Tú eres rey?» Jesús respondió: «Tú lo dices: Yo soy rey». La segunda lectura, tomada del Apocalipsis, confirma y canta la realeza de Jesús: «A él la gloria y el poder por los siglos de los siglos. Amén». Se afirma, además, que el Rey, «hizo de nosotros un Reino sacerdotal para Dios, su Padre». Temas... Sugerencias… Nuestro Señor. Dos visiones, la primera y segunda lectura, dan el marco preciso a la solemnidad de este Domingo, último del año litúrgico, la Solemnidad de Jesucristo Rey del Universo, en el que confesamos que Jesús es Rey, Señor, Nuestro Señor, el Señor de la Historia. Ambas lecturas subrayan hermosamente el señorío de Jesús, su reinado. El profeta Daniel proclama que se le dio el poder, el honor y señorío, y la sumisión de pueblos, naciones y lenguas. Por su parte, Juan le llama Testigo fiel, Primogénito de entre los mortales, Príncipe de todos los reyes, alfa y omega, el que es, el que era y el que viene, el todopoderoso. Y es precisamente esa prerrogativa, EL QUE VIENE, la que subraya la liturgia de este Domingo, preludio del Adviento, a la espera del Señor que vuelve. Jesucristo, Rey. Prescindiendo de las circunstancias temporales del momento de la institución de esta fiesta (Papa Pío XI), en plena decadencia de las monarquías occidentales, a mediados del siglo pasado, hay sobrados motivos para, tras el Concilio, reconvertirla en fiesta de Jesucristo, Rey del Universo. Así se quieren evitar equívocos y ambigüedades, bien conocidas de todos nosotros. Aunque el equívoco viene de lejos. Ya, recién nacido, Herodes quiere matar al nacido en Belén, Rey de los judíos, según la noticia de los Magos. Rey quisieron proclamarle en el desierto los que habían sido saciados en la multiplicación de los panes y peces. Rey lo aclamaban entusiasmados el Domingo de Ramos, y Rey de los Judíos sería la causa, el I.N.R.I., por el que moriría en la cruz. Pero, a pesar de todos los malentendidos, Jesús es Rey, es el Señor, Nuestro Señor para los cristianos, que así reconocemos a Jesús como único Señor y nos desmarcamos de cualquier sometimiento a ningún otro Señor. Mi Reino no es de este mundo. Jesús, que fue puesto a salvo de la persecución de Herodes, y que supo eludir el fervor de las multitudes que le seguían, no quiso evitar el enfrentamiento con Pilato. Y así, preguntado, respondió con sinceridad que era Rey, aunque sabía que en ello se le iba la vida para entrar en la vida. Pero si estaba dispuesto a morir sin traicionar su misión -para esto he venido-, no estaba dispuesto a que se consumase el malentendido de su mesianismo. Mi Reino no es de este mundo. Jesús no es competidor de ningún rey, su misión no trata de suplantar los modos de hacer de los gobernantes. Además, su reinado no viene de que alguien se lo reconozca. Es Rey, y no va a tratar de imponer su doctrina o su dominio. Simplemente viene para ser testigo de la Verdad. Y la verdad no se impone por la fuerza de las armas ni con violencia o con engaños, se acepta o no amorosamente. Todo el que es de la verdad, o sea, el que ama la verdad y la busca, escucha la voz de Jesús, que es la verdad, el camino y la vida. Es bueno que nos ayude a comprender el llamado del Papa Francisco al Sínodo de “la sinodalidad”. Testigo de La Verdad. Jesús es rey y es testigo de la verdad. Pilato, desconcertado, preguntó ¿y qué es la verdad? Pero no esperó la respuesta, se limitó a dejar en el aire la pregunta y condenar a muerte al único que podía haberle respondido. Y la Pregunta de Pilato sigue inquietando a los hombres. ¿Qué es la verdad? En una sociedad libre y pluralista, como la que nos toca vivir, la pregunta es importante. Y por difícil y discutida que sea la respuesta, no podemos vivir de verdad sin vivir y testimoniar la verdad. Por eso creemos en la Verdad que es Jesús, que es Dios. Creer no es tener la verdad, es buscarla. Pero no podríamos buscarla si no creyésemos que existe. Eso es la fe, esa especie de intuición, que nosotros llamamos gracias y favor de Dios. Nosotros, creyentes, buscamos la Verdad, porque la Verdad, que es Dios, ya nos ha encontrado en la persona de Jesús. Por eso Jesús es nuestro Señor. Ante la Verdad reconocida, creída, sólo cabe la obediencia de la fe, la obediencia del amor, el gozo que nos llena de esperanza en la vida. El esplendor de La Verdad. Como Jesús, también nosotros estamos llamados a ser testigos de la Verdad, sobre todo en un mundo que languidece con tantas mentiras. No somos la Verdad, simplemente debemos ser testigos, una especie de resplandor de la Verdad que es Jesús. Tampoco debemos creernos poseedores en exclusiva de la Verdad. La Verdad, que es Dios, brilla para todos, aunque muchos se sientan ofuscados por tanta claridad y prefieren cerrar los ojos por comodidad. Debemos compartir la Verdad, que creemos, escuchando a los otros, que también pueden iluminar nuestra fe. El diálogo entre creyentes y con los no creyentes resulta enriquecedor para todos, aunque sólo sea para no absolutizar nuestra verdad. La única Verdad absoluta es Dios, no lo que nosotros sabemos y creemos de Dios. El que es de la verdad, dice Jesús, escucha mi voz. Y no sólo en la Biblia, no sólo en la Iglesia, sino también en los hermanos, creyentes o no creyentes, pero buscadores todos de la Verdad. La sinodalidad, gustar entre todos el encuentro en la verdad, debe ser el modo de vivir para mostrar a Dios y que el camino es el amor que nos lleva a la comunión definitiva. Confesamos que Jesús es Nuestro Señor. ¿Estamos a su servicio? ¿Seguimos el Evangelio? ¿O tratamos de acomodarlo a nuestras conveniencias y prejuicios? ¿Somos testigos de la Verdad? ¿De qué verdad? ¿De la nuestra, de la de nuestro grupo, de la de nuestros intereses... o de la de Jesús? ¿Se nos nota que seguimos a Jesús? ¿Se nos nota demasiado? ¿Somos fanáticos? ¿Somos como el esplendor de la verdad, luz que no deslumbra ni molesta? ¿Nos creemos en posesión de la verdad? ¿Estamos bien dispuestos a dialogar con creyentes de otras religiones y con no creyentes?

HOMILIA VIERNES SANTO DE LA PASIÓN DEL SEÑOR (29 de marzo 2024)

  VIERNES SANTO DE LA PASIÓN DEL SEÑOR (29 de marzo 2024) Primera : Isaías 52,13 – 53,12;  Salmo : Sal 30, 2.6.12-13.15-16.17.25;  Segunda :...