miércoles, 22 de noviembre de 2017

CRISTO REY DE REYES


HOMILIA II Último domingo del tiempo «durante el año». JESUCRISTO, REY UNIVERSAL, Solemnidad. cA (26 de noviembre 2017)



Último domingo del tiempo «durante el año». JESUCRISTO, REY UNIVERSAL, Solemnidad. cA (26 de noviembre 2017)
Primera: Ezequiel 34, 11-12. 15-17; Salmo: Sal 22, 1-3. 5-6; Segunda: 1 Corintios 15, 20-26. 28; Evangelio: Mateo 25, 31-46
Nexo entre las LECTURAS… Temas… Sugerencias…
La Iglesia, después de haber conmemorado en el curso del año litúrgico los misterios de la vida de Cristo a través de los cuales se cumple la obra de la salvación, en el último Domingo dei año se recoge en torno a su Señor para celebrar su triunfo final. Cuando vuelva como Rey glorioso a recoger los frutos de su redención. Este es en síntesis el significado de la solemnidad de hoy.
La Liturgia de la Palabra presenta hoy tres aspectos particulares de la realeza de Cristo. La segunda lectura (1 Cr 15, 20-26a. 28) pone en evidencia su poder soberano sobre el pecado y sobre la muerte. Cristo muerto y resucitado para la salvación de la humanidad es la «primicia» de los que, habiendo creído en él, resucitarán un día a la vida eterna. En efecto, «si por Adán murieron todos» a causa del pecado, por Cristo todos volverán a la vida» (lb 22) gracias a su resurrección. La victoria sobre la muerte -último enemigo de Cristo- coronará la obra de salvación: y al fin de los tiempos, cuando los muertos resuciten, Cristo podrá entregar al Padre el reino conquistado por Él, reino de resucitados que cantarán eternamente las alabanzas del Dios de la vida. Así toda la creación que el Padre sometió al Hijo para que la librase del pecado y de la muerte, ya completamente redimida y renovada, será sometida y devuelta por el mismo Hijo al Padre, «y así Dios lo será todo en todos» (lb 28) y será glorificado eternamente por toda criatura.
La primera lectura (Ez 34, 11-12. 15-17) subraya por su parte el amor de Cristo Rey. Vino a la tierra a establecer el Reino del Padre no con la fuerza del conquistador, sino con la bondad y mansedumbre del pastor: «Yo mismo en persona buscaré a mis ovejas siguiendo su rastro. Como un pastor sigue el rastro de su rebaño cuando se encuentran las ovejas dispersas, así seguiré yo el rastro de mis ovejas» (ib. 11-12). Cristo fue el buen pastor por excelencia, solicito en guardar, apacentar, defender y salvar el rebaño que el Padre le confió. Y como los hombres estaban dispersos y alejados de Dios y de su amor, Él los buscó, como busca el pastor las ovejas descarriadas, y los curó, como venda el pastor las ovejas heridas y cura las enfermas (ib. 16). Además, para devolverlos al amor del Padre, dio su vida. Después de una entrega tal, bien puede Cristo decir, mirando su rebaño: «Yo voy a juzgar entre oveja y oveja, entre cabra y macho cabrío» (ib 17). Cristo Rey-Pastor será un día Rey-Juez.
Es éste el tercer aspecto de su realeza, el juicio, desarrollado ampliamente en el Evangelio (Mt 25, 31-46). «Cuando venga en su gloria el Hijo del Hombre y todos los ángeles con Él, serán reunidas ante Él todas las naciones. Él separará a unos de otros, como un pastor separa las ovejas de los cabritos» (ib. 31-33). El Hijo del hombre, que vino en humildad y sufrimiento a salvar el rebaño que el Padre le confió (pesebre en Belén), volverá Rey glorioso al final de los tiempos a juzgar a los que fueron objeto de su amor. ¿Sobre qué los juzgará? Sobre el amor; porque el amor es la síntesis de su mensaje, el móvil y fin de toda su obra de salvación. El que no ama se excluye voluntariamente del reino de Cristo y el último día verá confirmada para siempre esa exclusión. El juicio sobre el amor será muy concreto (podemos tener en cuenta el mensaje del Papa para la primera jornada mundial del pobre); no versará sobre palabras sino sobre hechos: «Tuve hambre y me diste de comer, tuve sed y me diste de beber...» (ib. 35). Aunque Rey glorioso, Jesús no olvida que se ha hecho nuestro hermano y premia como hechos a Él los más humildes actos de caridad-misericordia realizados con el más pequeño de los hombres: «reciban en herencia el Reino que les fue preparado desde el comienzo del mundo» (ib. 34). El amor, síntesis del cristianismo -y de la humanidad-, es la condición para ser admitidos al reino de Cristo que es reino de amor. El que ama no tendrá nada que temer del juicio de Cristo Rey de Amor.

HOMILIA 1 Último domingo del tiempo «durante el año». JESUCRISTO, REY UNIVERSAL, Solemnidad. cA (26 de noviembre 2017)

Último domingo del tiempo «durante el año». JESUCRISTO, REY UNIVERSAL, Solemnidad. cA (26 de noviembre 2017)
Primera: Ezequiel 34, 11-12. 15-17; Salmo: Sal 22, 1-3. 5-6; Segunda: 1 Corintios 15, 20-26. 28; Evangelio: Mt 25, 31-46
Nexo entre las LECTURAS...
Jesucristo, rey-pastor y juez de la historia y del universo: éste es el gran final del ciclo litúrgico y de la historia de la salvación que hemos recorrido a lo largo del mismo. Rey, Pastor y juez de todas las naciones y de todos y cada uno de los individuos (evangelio). Rey-pastor preanunciado por el profeta Ezequiel, en sustitución de los malos reyes, que usufructuaban abusivamente del rebaño (primera lectura). Rey, que habiendo sometido a sí todo, entregará el reino a su Padre para que Dios sea todo en todos (segunda lectura).
Temas...
La consumación del Reino, en el designio de Dios. No sabemos cuándo el reino universal de Dios llegará a su término histórico y último, pero creemos con seguridad y certeza de que tendrá lugar. Cristo, al final de los tiempos, dará consumación a su realeza. La consumación del Reino tendrá lugar con la consumación de la historia y el fin universal, con lo que Dios constituirá, en sus providenciales designios y con su poder infinito, unos cielos nuevos y una tierra nueva en que habite la justicia. Cristo rey y juez, en su juicio, reconocerá y aceptará el buen o mal uso que el hombre hizo de la libertad, por la que se obedeció amorosamente a su reino o por la que se rebeló contra él y se puso al servicio del tentador. En el reino de Dios, el hombre ya no tendrá que preocuparse por la comida y la bebida, como en este mundo, sino que será un reino de verdad y de gracia, de justicia, de amor y de paz. Un reino edificado libremente por los hombres, sostenidos con la ayuda de la gracia, y agradecidos a nuestro rey y señor.
Ante este misterio de nuestra fe se pueden adoptar actitudes diversas. Hay quienes toman una actitud de duda: "demasiado hermoso para ser verdad", suelen decir. O de despreocupación, pues son muchas las cosas en que ocuparse en la tierra para estar pensando en algo "desconocido" y ahora fuera de nuestro alcance. Y están también quienes consideran eso de Cristo rey y juez, eso de juicio final, como algo "mítico", ya superado y pasado de moda. ¿No es verdad que esas actitudes no cristianas pueden darse entre los mismos cristianos? A veces hay cristianos paganos (cfr.: Francisco, papa) ¿Qué pasa con la fe cristiana en el juicio, en el infierno, en el purgatorio, en el cielo? ¡Momento importante esta fiesta de Cristo Rey para quitar el polvo a estas verdades ‘tan antiguas’ y siempre tan originales y llenas de sorpresas! La actitud y la fe cristianas nos vienen enseñadas en la segunda lectura: "Después tendrá lugar el fin, cuando, destruido todo principado, toda potestad y todo poder, Cristo entregue el reino a Dios Padre" y en el evangelio: realizar obras de misericordia, tanto corporales como espirituales, porque el rey-juez-pastor nos juzgará por nuestro amor al prójimo motivado por nuestro amor a Dios.
Sugerencias...
El cristiano tiene que personalizar la fe, encarnarla en su propia vida, pero ha de personalizar y encarnar la fe de la Iglesia, tal como se nos presenta en el Credo, en los sacramentos, en los mandamientos y en el padrenuestro, como oración del creyente (el Papa Francisco en la catequesis del miércoles 19.11). No es correcto "fabricar" la propia fe, perdiéndose la unidad de los cristianos, unidad de fe y de costumbres. El reino y el reinado de Cristo, ya aquí en la historia, y luego en el ámbito de la eternidad, es algo objetivo, que no está a merced de lo que piense cada cual. Está claro que la eternidad no es un invento, una hija de la imaginación o de la creatividad humanas, tiene la objetividad austera, pero firme y segura, de la fe.
El reino y reinado de Dios es también una realidad temporal e histórica. Dios reina en el cosmos, en cuanto éste ha sido creado al servicio de un designio divino en favor del hombre. Dios reina, de modo muy especial, en la Iglesia, aunque ciertamente no sólo en ella. Reina en los hombres, cuando en ellos reina la verdad, la justicia, la inocencia, la solidaridad, la santidad de vida... Es importante que nosotros, cristianos, reconozcamos, promovamos el reinado de Cristo en la humanidad, en la Iglesia, en el cosmos. Estamos todos invitados por el mismo Cristo a trabajar por extender y dilatar las fronteras internas (las existentes en el interior de cada hombre) y externas (la extensión espacial y temporal) del reino. Puede ser provechoso para los cristianos celebrar con gran solemnidad esta fiesta última del ciclo litúrgico: mediante una buena preparación para que la gente participe y viva la fiesta con más conciencia e intensidad de fe, mediante la memoria de tantos hombres y mujeres que murieron, por ejemplo en México, gritando: "¡Viva Cristo Rey!", mediante un mejor conocimiento de que el reino de Cristo es un reino de amor, de justicia y de paz.

HOMILIA VIERNES SANTO DE LA PASIÓN DEL SEÑOR (29 de marzo 2024)

  VIERNES SANTO DE LA PASIÓN DEL SEÑOR (29 de marzo 2024) Primera : Isaías 52,13 – 53,12;  Salmo : Sal 30, 2.6.12-13.15-16.17.25;  Segunda :...