jueves, 2 de febrero de 2023

HOMILIA La Presentación del Señor. Fiesta (02 de febrero de 2023)

 La Presentación del Señor. Fiesta (02 de febrero de 2023)


PrimeraMalaquías 3, 1-4; Salmo: Sal 23, 7-10; Segunda: Hebreos 2, 14-18; Evangelio: Lucas 2, 22-40

Nexo entre las LECTURAS. Temas...

Aunque esta fiesta del 2 de febrero cae fuera del Tiempo de Navidad, es una parte integrante del relato de Navidad. Es una chispa de fuego de Navidad, es una Epifanía del día cuadragésimo (40 días). Navidad, Epifanía, Presentación del Señor son tres paneles de un tríptico litúrgico.

Significado de la fiesta. La fiesta de la Presentación celebra una llegada y un encuentro: por un lado: la llegada del anhelado Salvador, centro de las promesas y de la vida religiosa del pueblo, y, por otro: la bienvenida concedida a Él por dos representantes dignos de la raza elegida, Simeón y Ana. Por su avanzada edad, estos dos personajes simbolizan los siglos de espera y de anhelo ferviente de los hombres y mujeres devotos de la Antigua Alianza. En realidad, ellos representan la esperanza y el anhelo de la raza humana.

Al revivir este misterio en la fe, la Iglesia da de nuevo la bienvenida a Cristo. Ese es el verdadero sentido de la fiesta. Es la "Fiesta del Encuentro", el encuentro de Cristo y su Iglesia. Esto vale para cualquier celebración litúrgica, pero especialmente para esta fiesta. La liturgia nos invita a dar la bienvenida a Cristo y a su Madre, como lo hizo su propio pueblo de antaño: "Oh Sión, adorna tu lecho nupcial y da la bienvenida a Cristo el Rey; abraza a María, porque ella es la verdadera puerta del Cielo y nos trae al glorioso Rey de la luz nueva".

Tenía que parecerse en todo a sus hermanos. Es fuerte el contraste entre la "entrada en el templo" de la lectura primera y el salmo, y el sentido de la "presentación en el templo" dado por el evangelio –y el resto de los textos litúrgicos–. La "entrada" salvadora del Señor en el Templo, que Malaquías presenta triunfalmente, ha tenido su realización inesperada y sublime en la "presentación" sencilla de un recién nacido por parte de sus padres, cumpliendo lo que la ley prescribía para los pobres. Y esta presentación no es sino el primer anuncio de lo que será la verdadera "entrada" salvadora en el Templo, la muerte y la resurrección de Jesús. También hoy hacemos memoria de la "entrada" del Señor a nuestro templo interior… Dios salva a los hombres realizando las promesas, pero, superando toda imaginación triunfalista. El Salvador es uno de los nuestros, que ha sufrido y muerto como nosotros, y que ha vivido esta vida de comunión con los hombres como una "presentación al Señor", fiel hasta la muerte.

"Mis ojos han visto a tu Salvador … luz para alumbrar a las naciones...". Simeón proclama la Verdad de este Niño: es el Salvador y la Luz ("lumen gentium"). Simeón habla de toda la realidad de Jesús de Nazaret: su vida, su Palabra, su muerte, y resurrección. Él es la Luz. Él manifiesta el rostro verdadero del Amor de Dios y revela a los hombres los caminos de la humanidad verdadera. Su revelación es inesperada y sorprendente, es luz que revela incluso cuál es la tiniebla, y hay que tener los ojos bien abiertos, como Simeón o Ana, para ver en Jesús y en su fidelidad, la respuesta a la milenaria búsqueda de los hombres.

Él es la Luz que salva. La carta a los hebreos formula la fe cristiana de manera admirable: su muerte nos libera del ‘terror’ de la muerte que nos hacía esclavos del diablo y para toda la vida. Tenemos miedo, y en la raíz de todos nuestros miedos está el terror a la muerte; eso nos lleva a mendigar seguridades, y así acabamos esclavos de todo lo que pretende darnos una seguridad, pero que es imposible. A partir de esta esclavitud se comprenden todas las esclavitudes humanas. Los intentos de liberación humanos que no vayan a esta raíz no harán sino cambiar el sentido de la esclavitud. Jesucristo es el Salvador, precisamente, porque ha ido más allá de los proyectos y teorías, y Él mismo ha pasado por el sufrimiento y la muerte. Muriendo y resucitando nos libera del pecado y de la muerte y del mismo miedo a la muerte. En Él todos podemos ser libres. Podemos amar, esperar, buscar la justicia, sin miedo.

"Será como una bandera discutida: así quedará clara la actitud de muchos corazones". Jesús sabe qué quiere decir ‘ser hombre’; ha conocido el sufrimiento, no sólo el "normal", sino el provocado por los demás. En la raíz de la oposición está un corazón cerrado a la luz, un corazón esclavo, que buscando la propia seguridad hace imposible la vida. Ante Él "queda clara la actitud de muchos corazones". La escena que mejor ilustra estas palabras es la del juicio y la condena a muerte en la sinagoga de Nazaret ante las palabras de Él, que hablaban de misericordia y de apertura a los paganos. Y también están las innumerables escenas de la historia –y del presente– donde ante la verdad, que, aunque sea parcial, es siempre participación de la Verdad (Cristo), y se alzan críticas, incomprensiones y rechazos, que son simples justificaciones de la propia inseguridad y de querer seguir viviendo al margen de los Mandamientos y Preceptos y alejados de las obras de Misericordia y de las Bienaventuranzas.

Sugerencias…

– Jesús es el Ungido de Dios que realiza el anuncio (Promesas) del Antiguo Testamento y las expectativas de los hombres de una manera inesperada, pero del modo más cordialmente humano: haciéndose uno de nosotros, y en todo fiel hasta la muerte.

– Jesucristo es Luz para nosotros y para todos los hombres.

– María y la Iglesia son portadores de esa luz (por eso se propone como símbolo llevar y bendecir las velas, candelas). En la raíz de los problemas y las luchas de los hombres está nuestro miedo a la muerte; buscamos nuestro interés y eso hace imposible el diálogo y la paz. Jesucristo, muriendo y resucitando, nos libera de este miedo y nos salva. La Comunidad cristiana está llamada a ser un ámbito de libertad y de liberación para que todos –en Cristo– tengan vida.

 

El Papa Francisco nos recuerda que el 2 de febrero la Iglesia celebra la Fiesta de la Presentación del Señor y la Jornada Mundial de la Vida Consagrada por lo que alienta a responder con generosidad a Cristo para cumplir su voluntad.

Celebramos la Fiesta de la Presentación del Señor en el Templo de Jerusalén. De este misterio surge un mensaje para todos: Cristo se ofrece como ejemplo en su ofrenda al Padre, mostrando la generosidad con la que debemos adherirnos a la voluntad de Dios y servir a nuestros hermanos”.

Además, el Santo Padre nos pide “rezar en modo especial por los consagrados y consagradas, dispersos por el mundo y confirmados en su carisma” para que “Cristo, la Palabra de Dios, les conceda cada vez más fuerza para estar al servicio de los valores del Reino y de una Iglesia fraterna y cercana a todos”.

El Papa nos invita a todos a “a permanecer fieles a Cristo Jesús, al que vemos hoy en los brazos de Simeón y Ana, felices de haberlo encontrado”.

Sobre la alegría, el Santo Padre añadió “casi seguro que habrán visto la misma alegría en los rostros de las personas consagradas: es del encuentro diario con Jesús de dónde procede la luz de sus ojos y la fuerza de sus pasos”.

Que el Espíritu Santo nos ilumine para que podamos llevar la bendición de Dios a todos los hombres y mujeres. Que la Virgen Madre y San José velen por nosotros y nos protejan.

Nuestra Señora de la Candelaria, ruega por nosotros.

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