jueves, 19 de septiembre de 2019

HOMILIA Domingo Vigesimoquinto del TIEMPO ORDINARIO cC (22 de septiembre de 2019).

Domingo Vigesimoquinto del TIEMPO ORDINARIO cC (22 de septiembre de 2019). Primera: Amós 8, 4-7; Salmo: Sal 112, 1-2. 4-8; Segunda: 1Timoteo 2, 1-8; Evangelio: Lucas 16, 1-13 Nexo entre las LECTURAS… En el fondo de los textos litúrgicos se plantea la pregunta sobre dónde está la verdadera riqueza, como hace unos Domingos: ¿cuál es la verdadera sabiduría? La verdadera riqueza no puede coincidir con la ambición y la avaricia en perjuicio de los más pobres y necesitados, nos responde la primera lectura… tampoco reside en la habilidad para hacerse "amigos" con las riquezas de otros, por mera conveniencia como quien ‘negocia’ con la verdad. La verdadera riqueza es la riqueza de la fe, que poseen los hijos de la luz (Evangelio). Esta manera de ver las cosas no nos resulta natural, sino que la conseguimos sólo en el ámbito de la oración (Segunda lectura). Temas... ¿Qué pasa con los hijos de la luz? La expresión "hijos de la luz" parece referirse a los primeros cristianos, que habían sido iluminados por Cristo glorificado a la Derecha del Padre mediante el bautismo. A esa expresión se contrapone la de "hijos de este mundo", con la que se quiere señalar a todos aquellos cuya vida está regida por una mentalidad mundana, materialista, "económica", y no religiosa. La sentencia evangélica impresiona fuertemente y hasta nos pone ‘piel de gallina’: "Los hijos de este mundo son más sagaces, más hábiles con su propia gente que los hijos de la luz". ¿Por qué este fenómeno que no es únicamente de un ayer lejano, sino que tiene visos de ser de una tremenda actualidad? ¿Qué es lo que pasa con los hijos de la luz? Los hijos de este mundo saben hacer uso extraordinario de sus habilidades y de su ambición para manipular injustamente las balanzas y para engañar manifiestamente a los pobres, para incluso reducir a otros hombres a esclavitud por falta de solvencia económica (Primera lectura). Los hijos de este mundo, en circunstancias adversas, ponen inmediatamente en juego todas sus capacidades para salir de la situación en forma ventajosa (Evangelio). A los hijos de la luz Jesús les manda que tengan la sana búsqueda de recurrir a todos los medios virtuosos-lícitos para difundir la fe y la luz del Evangelio. Que pongan todas sus capacidades para inventar modos de vencer las adversidades, de superar los obstáculos, y sobre todo de llevar la luz a otros muchos hombres. Jesucristo Dios y el "dios dinero" no pueden dividirse el señorío de la persona, pues, éste último es solo humo y apariencia. Dios Jesucristo es Creador, Redentor, Misericordioso y el "dios dinero", no es, no existe. La misión de mostrar al verdadero Dios, al Supremo Bien y Riqueza del hombre, y alejarse del ídolo de la riqueza, es propia de los hijos de la luz, de los discípulos misioneros, de los cristianos. En la sociedad relativista el ídolo del dinero y del consumismo se propone aumentar adoradores… somos llamados, como hijos de la luz, para adorar al Dios vivo y verdadero en espíritu y en verdad. La oración, lugar del verdadero encuentro con uno mismo, con los demás y con Dios. La luz y la fuerza para trabajar por la verdadera riqueza del hombre se nos da de la mano de la oración. El discípulo-misionero ora por todos, por los gobernantes, por los que detentan el poder y por los débiles, pobres y enfermos… con todos y por todos. El hecho mismo de orar por-con todos nos ayuda a ponernos a todos bajo la amorosa mirada del Dios vivo y a su gobierno providente. Todas las demás cosas, pasan y acaban. La oración, el ayuno y la limosna nos enseñan que Dios es Dios y nosotros su pueblo y que en el mundo estamos para ayudarnos, cuidarnos y encaminarnos como peregrinos de la Jerusalén Celestial. En la oración comprendemos que Dios juzgará la prepotencia del soberbio (rico), cuyos abusos gritan justicia al Dios del cielo (Primera lectura). En la oración es más fácil entender que la riqueza del hombre consiste en la riqueza de su fe. Es efectivamente en el “horno” de la oración donde se cuece diariamente el pan de la fe, de la esperanza, de la caridad y de la solidaridad fraterna. El orador que alza al cielo manos puras, sin ira y sin rivalidades, descubre la riqueza de la salvación y de la gracia, que Jesucristo Mediador nos regala, comprendiendo, con mayor facilidad, que cualquier otra riqueza de este mundo es humo y vanidad. Somos iluminados para comprender que todos los bienes terrenos vienen de Dios, que el hombre es únicamente su administrador, y que –con la ayuda de la gracia– debemos administrarlos bien. ¿Podrá acaso el hombre orador, dador de toda riqueza, estafar a Dios, mostrarse prepotente con los que carecen de bienes y riquezas? En la escuela de la oración llegamos a percibir que las riquezas y bienes mundanos son un medio, una herramienta posible, para servir mejor a los demás; un medio para que, cuando dejemos la administración de este mundo y nos presentemos ante el juicio de Dios, seamos bien acogidos en las moradas eternas. Sugerencias... La llamada al REINO del amor y de la adoración. En una sociedad, en gran parte consumista y materialista, como lo es la que origina el pecado y su instigador, el ‘dios dinero’ intenta encandilar incluso a los mejores cristianos. Si vamos hasta el fondo de las cosas, ¿no es el culto al dios dinero la causa principal de la persistencia en la producción de la droga… del aborto… de la ideología de género?, ¿no es el culto al dólar el motor más determinante de la producción y venta de armamentos a países que deberían utilizar esos fondos para la creación de infraestructuras, y para el desarrollo social y cultural de la población?, ¿acaso no es el dios dinero el incentivo más poderoso de algunas de las guerras étnicas en varios países de África?, ¿cómo explicar la corrupción en no pocos gobernantes, sino porque han levantado un altar a este dios insaciable? El dinero seduce, encandila, provoca divisiones fratricidas, divide a las familias, separa a cónyuges, despierta instintos de ambición, hace sucumbir hasta los principios más sacrosantos y nobles, endurece el corazón, deshumaniza y hasta hace olvidarse de Dios, favorece la distancia entre amigos, y todo esto para que no sea adorado EL VERDADERO DIOS POR QUIEN SE VIVE en la Santa Eucaristía (aparición en Guadalupe). El dios-dinero hasta considera inútil la vocación sacerdotal o promueve la vagancia en los mismos sacerdotes para que sea menos celebrada la Eucaristía y con el decoro que el Señor y la Iglesias nos piden (cfr.: santo Cura de Ars). Como discípulos-misioneros hemos de tener ante nuestros ojos esta realidad y conocer esta tentación, no fácil de vencer, para asirnos más del Señor en el ayuno, oración y limosna y pedir la asistencia del Espíritu Santo, Padre de los pobres, que Él venga en ayuda de nuestra debilidad y multiplique en el mundo verdaderos adoradores y fomente la verdadera adoración y devoción. Con espíritu vigilante y con la asiduidad en la oración, hemos de ejercitarnos en desprendernos el dinero, en ponerlo en el lugar que le corresponde en los planes de Dios, en servirnos de los bienes como medio para vivir dignamente, para hacer el bien a los necesitados, para ponerlo al servicio de la fe y del Reino de Cristo. Vivamos nuestra vida diaria procurando valorar más y más la riqueza de la fe, la riqueza que es Dios. ¿Por qué no contrarrestamos la seducción del dinero con la llamada de Dios? ¿O es que Dios es tan solo un objeto de fe que ya no nos seduce? El Dios vivo y personal es el mejor ‘antídoto’ contra todos los ídolos que puedan llamar a la puerta de nuestro corazón. Recemos por el aumento de las vocaciones sacerdotales y por el aumento de los verdaderos adoradores. María, Madre del amor hermoso, verdadero Dios por quien se vive… Ruega por nosotros.

HOMILIA VIERNES SANTO DE LA PASIÓN DEL SEÑOR (29 de marzo 2024)

  VIERNES SANTO DE LA PASIÓN DEL SEÑOR (29 de marzo 2024) Primera : Isaías 52,13 – 53,12;  Salmo : Sal 30, 2.6.12-13.15-16.17.25;  Segunda :...