martes, 25 de septiembre de 2018

HOMILIA Domingo Vigesimosexto del TIEMPO ORDINARIO cB (30 de septiembre de 2018)

Domingo Vigesimosexto del TIEMPO ORDINARIO cB (30 de septiembre de 2018) Primera: Números 11, 16-17a.24-29; Salmo: Sal 18, 8. 10. 12-14; Segunda: Santiago 5, 1-6; Evangelio: Marcos 9, 38-43. 45. 47-48 Nexo entre las LECTURAS Los textos de hoy hacen referencia a la vida comunitaria, sea en el pueblo en marcha hacia la tierra prometida, sea en la comunidad eclesial… es una invitación NUEVA del Señor para que vivamos la vida nueva del Reino en nuestras Comunidades. La primera lectura habla de la donación del Espíritu de Dios a los setenta jefes del pueblo en camino por el desierto. En el evangelio se reflejan ciertos aspectos de la vida de los discípulos y de los primeros cristianos en sus relaciones internas y en las relaciones con los que no pertenecen a la comunidad. Santiago se dirige al final de su carta a los miembros ricos de la comunidad para recriminar su conducta y hacerles reflexionar sobre ella a la luz del juicio final. Temas... La herida del pecado. Las lecturas muestran que la vida en comunidad está marcada por la limitación e imperfección… marcados estamos de tal modo que enfermos o débiles no hacemos el bien que queremos o hacemos el mal que no queremos… muchas veces tenemos buenos propósitos… pero poca fuerza o posibilidades de hacer ese bien propuesto. Por eso a veces es evidente la intolerancia exclusivista respecto a quienes no pertenecen al propio grupo, como leemos en el caso de Josué: "Mi señor Moisés, prohíbeselo" (primera lectura)… algo parecido leemos que hicieron los cercanos a Jesús (Juan): "Maestro, hemos visto a uno que expulsaba demonios en tu nombre y no viene con nosotros y tratamos de impedírselo" (evangelio). Otro punto es el escándalo que algunos miembros de la comunidad dan a los pequeños, poniendo en peligro su fe sencilla y su misma pertenencia a Cristo (evangelio). Entre quienes causan un escándalo importante están los ricos, que ponen la seguridad en sus riquezas… y, además, se aprovechan de los pobres, no pagando diariamente el salario a los obreros, entregándose al lujo y a los placeres, pisoteando, en perjuicio del pobre, la ley y la justicia (segunda lectura). Deberíamos aprender que no hay comunidad exenta de imperfecciones, debilidades y miserias. El Papa (ahora en Lituania… el convenio con China) ante esta realidad nos invita, de cara al pasado a purificar la memoria, y de cara al presente al arrepentimiento y a la renovación y humildad para fortalecernos en la cultura del encuentro. Debemos vivir más conscientes de que es el ESPÍRITU DE DIOS, y no el hombre, quien nos vivifica y santifica con su presencia y sus dones. Unidos, reflejamos a Cristo. Jesucristo muestra, frente a la comunidad creyente, que tiene amor para los que no pertenecen al grupo. "No se lo impidan", dice a Juan y a los discípulos. Este comportamiento de Jesús halla su prefiguración en el de Moisés, al saber que su espíritu ha sido comunicado a Eldad y Medad que no estaban con el grupo de los setenta: "¿Es que estás tú celoso por mí? ¡Ojalá que todo el pueblo de Yahvéh profetizara porque Yahvéh les daba su espíritu!". Jesús motiva su postura con dos reflexiones: 1) Quien invoca mi nombre para hacer un milagro, no puede luego inmediatamente hablar mal de mí. La persona de Jesús ejerce un influjo universal, no puede quedar encerrada dentro de los límites institucionales. 2) Quien no está contra nosotros, está con nosotros. Y esto es verdad incluso cuando no se pertenece a la misma comunidad de fe. También, dentro de la comunidad, las relaciones entre los diversos miembros han de estar animadas por el mandamiento de la CARIDAD. Como dice el mismo Santo Padre: en el Señor Jesús, tenemos que dar los pequeños pasos de la caridad, como dar un vaso de agua, un poco de alimento, un abrigo o un techo con la única intención de vivir la caridad cristiana. Por amor hacia el “pequeño” hay que estar dispuesto a acabar con aquello que lo pueda dañar. En las relaciones intraeclesiales debe reinar la justicia y la caridad en el servicio. Los “ricos”, los “poderosos” por su parte, han de ser muy conscientes de que sus riquezas no son tanto para gozarlas y despilfarrarlas cuanto para ponerlas al servicio de los necesitados. Cada uno vea de ponerse al servicio de los demás, siendo, con la ayuda de la gracia, el último de todos imitando al Señor, que se rebajó incluso hasta la muerte y muerte de Cruz (San Pablo de la Cruz). Sugerencias... Hacer el bien. Alejarse del mal. Posiblemente, este Evangelio nos lleva a rezar, reflexionar y discernir para descubrir ¡qué tenemos! que no nos permite ir hacia Dios, —y todavía más— qué nos aleja de Él... y es el pecado… eso mismo se lo tenemos que ofrecer a Dios como nuestro regalo y pedirle que nos bendiga abundantemente con sus gracias celestiales para que podamos alcanzar la paz y la unidad (San Roberto Belarmino). El mismo Jesús nos orienta para que, con su ayuda, podamos saber cuál es el pecado en el que caemos para que practiquemos la virtud opuesta a ese vicio. Jesús habla —también— de los que escandalizan a los pequeños que creen en Él (cf. Mc 9,42). “Escandalizar” es alejar a alguien del Señor. Por lo tanto, valoremos en cada persona su proximidad con Jesús (Francisco). Jesús nos enseña que no hace falta ser de los Doce o de los discípulos más íntimos para estar con Él: «El que no está contra nosotros, está por nosotros» (Mc 9,40), como nos muestra la reflexión que ofrece el Papa en Gaudete et exsultate. Podemos comprender que Jesús lo salva todo y a todos. Es una lección del Evangelio de hoy: hay muchos que están más cerca del Reino de Dios de lo que pensamos, porque hacen el bien, amando y sirviendo humildemente, en nombre de Jesús. Como confesó santa Teresita del Niño Jesús: «El Señor no me podrá premiar según mis obras (...). Pues bien, yo confío en que me premiará según las suyas». Autoridad y riqueza en la Iglesia. En la Iglesia sólo algunos han sido llamados por Dios para ejercer la autoridad institucional, pero TODOS tenemos el derecho y el deber de ejercer la autoridad de (en) la santidad. Puesto que el cristiano concibe la autoridad como servicio, la jerarquía practica su servicio mirando por la buena marcha de la comunidad eclesial en la caridad, en la unidad, en la paz, en la doctrina, en la vida moral, y en las acciones litúrgicas. Por su parte, los fieles cristianos laicos ejercen su autoridad sobre la comunidad eclesial entregando con generosidad sus vidas a Dios y a los hombres, atrayendo hacia Dios y hacia el Espíritu a muchos con su comportamiento y testimonio de vida. Son dos modos diversos de ejercer la autoridad, ambos al servicio de toda la Iglesia para gloria de Dios (San Ignacio de Loyola). En la Iglesia hay ricos de bienes, y muchos de ellos son a la vez ricos de amor verdadero. En la Iglesia se dan también los pobres en bienes, pero que poseen una riqueza extraordinaria de fe, de amor y de esperanza. Hay también los otros, los ricos de bienes y pobres de amor, los pobres de bienes y ricos en ansias de lucro y de riquezas. No nos engañemos. Los verdaderos ricos en la Iglesia son los santos y la verdadera riqueza son los pobres, débiles y sufriente. Recemos y ofrezcamos sacrificios espirituales agradable al Padre para que seamos ricos en santidad… y si alguno es rico en bienes materiales, que sepa que puede ser mejor, perfecto poniendo esos bienes al servicio de la humanidad para gloria de Dios y salvación de todos. Virgen del amor y del servicio, de la humildad y de la pobreza: ruega por nosotros y alcánzanos paz y unidad.

HOMILIA VIERNES SANTO DE LA PASIÓN DEL SEÑOR (29 de marzo 2024)

  VIERNES SANTO DE LA PASIÓN DEL SEÑOR (29 de marzo 2024) Primera : Isaías 52,13 – 53,12;  Salmo : Sal 30, 2.6.12-13.15-16.17.25;  Segunda :...