martes, 24 de enero de 2023

HOMILIA Domingo Cuarto del TIEMPO ORDINARIO cA (29 de enero de 2022)

 Domingo Cuarto del TIEMPO ORDINARIO cA (29 de enero de 2022)

PrimeraSofonías 2, 3; 3, 12-13; Salmo: Sal 145, 7-10; Segunda: 1Corintios 1, 26-31; Evangelio: Mateo 4, 25 – 5, 12

Nexo entre las LECTURAS

La felicidad es la vocación del cristiano. Este es el mensaje de la liturgia. A la vez, nos muestra dónde está la verdadera felicidad. La liturgia de hoy nos ilumina claramente sobre esto: "Yo dejaré en medio de ti un pueblo pobre y humilde... Se alimentarán y reposarán sin que nadie los inquiete" (primera lectura). "Felices los pobres en el espíritu, los afligidos, los humildes..." nos dice el Evangelio. Y san Pablo en la segunda lectura, tomada de la primera carta a los corintios: Dios ha elegido lo que el mundo considera necio, débil, vil, despreciable, nada... por eso, el que quiera gloriarse, que lo haga en el Señor, que es la fuente de la verdadera felicidad.

Temas...

El hombre busca la felicidad. Lo hace por llamado interno, del corazón, allí donde reside Dios. El mundo dice que lo hacemos por instinto, PERO nosotros decimos con la Liturgia de este Domingo que buscamos la felicidad por destino, por vocación, Dios nos llama a SER FELICES… es nuestra vocación, nuestra misión. Para un no creyente o con una fe apagada, la búsqueda de la felicidad es un acto natural, un impulso, casi una necesidad que hay que satisfacer y por eso mismo no alcanza la plenitud de la felicidad. Para un discípulo misionero, la felicidad es una llamada, una tarea, una misión, que compromete toda la vida en la búsqueda y posesión de ella. Quien cree, encuentra en la fe la raíz de su felicidad, busca con paz y alegría que las raíces de la felicidad ahonden en su corazón, sabe que esa búsqueda no es ilusoria, sino que le lleva a poseer la dicha que busca, pero sabe también que la felicidad de la fe no tiene residencia definitiva en la tierra sino sólo en la eternidad.

Un no creyente no sabe dónde buscar la felicidad que su corazón anhela. Son muchos los caminos que se abren ante su mirada expectante y muchos los "profetas" que le dicen: "Por aquí…", "Por aquí…", "Sígueme y te llevaré a la felicidad"… Por otra parte, siente en sí mismo instintos y pasiones fuertes... y cree que en su satisfacción será feliz. Siente también ideales nobles, tiene pensamientos generosos y altruistas… y a veces emprende la búsqueda por ese camino. Siente con fuerza irresistible el "yo" y sus exigencias, el ansia de éxito y de triunfo… ¡"Este es el verdadero camino"!, siente que le dice una voz interior. Lo emprende… y tras diversos intentos, se da cuenta de que todos esos caminos eran engañosos...Y ahora, ¿qué hacer?, el que desconoce que la felicidad está en Dios… se fatiga como quien quiere atrapar humo y, gracias a Dios, Dios le da la gracia de sorbos de felicidad para que encuentre el recto camino y alcance la felicidad.

A los discípulos del Reino el Evangelio de Jesucristo nos ofrece el único camino de felicidad aquí y en el Banquete del Reino definitivo. Es un camino sencillo, seguro: La pobreza de espíritu, la humildad de corazón, la sencillez de vida, el abandono confiado en Dios, el desprendimiento de las creaturas, la sabiduría de la cruz… Camino fácil y seguro, que tiene la apariencia de un camino desagradable, duro y contrario a la naturaleza del hombre, según el relativismo reinante. Ciertamente, las bienaventuranzas no son slogans que se vendan bien en el mercado de la publicidad. Las bienaventuranzas son POR ESENCIA fuerza de Dios y sabiduría de Dios. Sólo Dios nos puede enseñar el lugar donde está la verdadera felicidad. La felicidad es don, no conquista; es posibilidad real, no ilusión. Y, sobre todo, la felicidad está en Él y en la comunión con Él.

Este don maravilloso Jesucristo lo ha recibido de su Padre. Él ha vivido primeramente lo que ha predicado después en el sermón de la montaña. Él ha sido dichoso en la pobreza, en la humildad, en la pureza de corazón, en la persecución, en la misericordia, en la sed de justicia, en la construcción de la paz desde pequeño y en familia con la Virgen María y con San José. Detrás de Jesús. La Virgen y san José vivieron este misterio de las bienaventuranzas de manera plena en Nazareth, ya previamente en Egipto, en Belén… es como si Jesús, al proclamarlas, iba describiendo con ternura el corazón de su Madre y el de su Esposo. Y también los santos… ellos han entrado en el reino de las bienaventuranzas vividas y predicadas por Jesús y por la Virgen, y una vez allí han pedido y logrado quedarse en Él, ser admitidos en la Bodas del Cordero como ciudadanos de ese misterioso Reino. Cristo invita también hoy a los cristianos a ser felices, como Él, como la Virgen y como los santos…

Sugerencias...

El “Sermón de la montaña” traza el mapa de nuestro viaje. Las ocho bienaventuranzas son las señales de tránsito que nos indican el camino. Es un camino cuesta arriba, pero Jesús lo ha caminado antes que nosotros. Un día dijo: “el que me siga no caminará en la oscuridad” (Jn 8,12) y en otra ocasión agregó: “Les he dicho esto, para que mi gozo esté en ustedes, y el gozo de ustedes será colmado (Jn 15,11) Caminando con Cristo podemos encontrar la alegría, ¡la verdadera alegría! Precisamente por esta razón, hoy Jesús nos hace nuevamente un anuncio de alegría: “Bienaventurados...”

Reunidos alrededor del Altar (la Cruz) del Señor, dirigimos nuestra mirada hacia Él: Jesús no se limitó a proclamar las Bienaventuranzas ¡las vivió! Al recorrer de nuevo su vida, el releer el Evangelio quedamos sorprendidos: Jesús es precisamente el más pobre entre los pobres, el más dócil entre los mansos, la persona con el corazón más limpio y más misericordioso. Las bienaventuranzas no son más que la descripción de un rostro ¡su rostro!

Al mismo tiempo las bienaventuranzas describen lo que un cristiano debería ser: son el retrato del discípulo de Jesús, la fotografía de quienes han aceptado el Reino de Dios y quieren que su vida esté en sintonía con las exigencias del Evangelio. Jesús se dirige a este hombre, llamándole “bienaventurado”.

La alegría que prometen las Bienaventuranzas es la misma alegría de Jesús: una alegría buscada y encontrada en la obediencia al Padre y en la entrega de sí mismo al prójimo.

Cristianos, al mirar a Jesús aprenderemos lo que significa ser pobres de espíritu, mansos y misericordiosos; lo que significa buscar la justicia, ser limpios de corazón, trabajadores por la paz.

Con su mirada fija en Él, TODOS descubriremos el sendero del perdón y la reconciliación en un mundo a menudo devastado por la violencia y el terror.

... Hoy la voz de Jesús resuena en medio de nosotros. Su voz es una voz de vida, de esperanza, de perdón, una voz de justicia y de paz. ¡Escuchémosla! Buenos amigos, la Iglesia nos mira con confianza y espera que cada uno seamos gente de las Bienaventuranzas.

Bienaventurados TODOS si, como Jesús, somos pobres de espíritu, buenos y misericordiosos; si realmente buscamos lo que es justo y recto; si somos puros de corazón, si trabajamos por la paz, si amamos a los pobres y los servimos ¡Bienaventurados!

María, madre bienaventurada, ruega por nosotros. San José, ruega por nosotros.


HOMILIA VIERNES SANTO DE LA PASIÓN DEL SEÑOR (29 de marzo 2024)

  VIERNES SANTO DE LA PASIÓN DEL SEÑOR (29 de marzo 2024) Primera : Isaías 52,13 – 53,12;  Salmo : Sal 30, 2.6.12-13.15-16.17.25;  Segunda :...