lunes, 29 de enero de 2018

HOMILIA Quinto Domingo del TIEMPO ORDINARIO cB (04 de febrero 2018)

Quinto Domingo del TIEMPO ORDINARIO cB (04 de febrero 2018)
PrimeraJob 7, 1-4.6-7; Salmo: Sal 146, 1-2. 3-4. 5-6; Segunda: 1Corintios 9, 16-19.22-23;  Evangelio: Marcos 1, 29-39
Nexo entre las LECTURAS
Sufrimiento, enfermedad, debilidad son palabras que aparecen en las lecturas de la liturgia. Junto a ellas están también otras a modo de respuesta: curación, predicación, servicio. El Evangelio presenta una jornada típica del ministerio apostólico de Jesús: predica, cura, se retira a orar, parte a otros lugares para predicar y echar los demonios. Job en la primera lectura se lamenta: "noches de sufrimiento me han caído en suerte... Mi vida es un soplo y mis ojos no volverán a ver la dicha". Finalmente, Pablo se hace débil con los débiles para ganar a los débiles, se hace esclavo de todos para ganar a todos los que pueda (segunda lectura).
Nos puede ayudar considerar los ejemplos-testimonios de beato Artémides Zatti y del santo Cura Brochero… que a todos llevaban el consuelo de Dios y la medicina para el cuerpo.
Temas...
El sufrimiento. Job dice que la vida del hombre es como un servicio militar por lo que implica de lucha, dolor, sufrimiento y penalidades. Después de la herida del pecado original, en el inicio, centro y fin de la existencia humana está presente el dolor. Está el dolor de la fatiga diaria en el trabajo, y las pesadillas que acosan a los hombres desde la noche hasta el amanecer. Está la realidad de la enfermedad con todas sus variadas formas, y la angustia del morir, del ‘tener’ que morir, sintiendo ansias de eternidad. Está el sufrimiento físico con su rostro ‘fiero y perturbador’, y está el sufrimiento que llamamos del alma, que socava por dentro y va hundiendo en un abismo sin fondo. Está la renuncia obligada en razón de opciones superiores y hermosas, pero que al ser renuncia no deja de doler; y está la renuncia voluntaria por el bien de los demás, que lleva consigo también su carga de sufrimiento. Está sobre todo el dolor del pecado, ese dolor cuya huella queda en el alma, incluso cuando el pecado ya ha sido perdonado. ¡Inmenso dolor el de la humanidad! Conciencia de que el dolor y el sufrimiento durarán lo que dure el tiempo, por más que avance la medicina y la tecnología biomédica.
El misterio del dolor. El dolor es realidad en el exterior e interior mismo del hombre. El dolor es un misterio: algo que el hombre no logra entender, por más que posea una capacidad extraordinaria de inteligencia, algo incomprensible para todos. Es como que se impone y subyuga. Ni Job, ni la suegra de Pedro ni los "endemoniados" de que habla el evangelio querían sufrir o estar enfermos, eran más bien sujetos pasivos de una fuerza superior que se les imponía contra su querer. Misterio, también, porque nos remite a algo o Alguien superior y por encima y más allá de nosotros que entra en nuestra vida y con lo que tenemos que contar: la gracia de Dios. Misterio, finalmente, porque requiere de una "iniciación" de parte de un director espiritual, y no para entenderlo, sí para integrarlo en la propia vida… queremos la salud corporal, y lo mejor es lograr darle un sentido (al sufrimiento), ofrecerlo y dirigirlo para la gloria de Dios, para nuestro bien y en bien de la Iglesia y del mundo en comunión con Cristo, el Siervo Sufriente. Para nosotros, cristianos, el experto en el dolor es nuestro Señor Jesucristo. Sólo Él puede ‘iniciarnos (introducirnos)’ en la ciencia del dolor. Sólo Él puede predicarnos con autoridad el evangelio o buena nueva del sufrimiento. Y con Él, la Santísima Virgen María, que desde el inicio se la venera con el título del Perpetuo Socorro, Auxilio de los cristianos, María al pie de la Cruz y junto al Señor en la cuarta estación del Vía Crucis y Nuestra Señora de los Dolores… vayamos a ella, especialmente el próximo 11 de febrero, jornada mundial de los enfermos, instituida por su santidad san Juan Pablo II, en 1992. “A María, Madre de la ternura, queremos confiarle todos los enfermos en el cuerpo y en el espíritu, para que los sostenga en la esperanza. Le pedimos también que nos ayude a acoger a nuestros hermanos enfermos. La Iglesia sabe que necesita una gracia especial para estar a la altura de su servicio evangélico de atención a los enfermos. Por lo tanto, la oración a la Madre del Señor nos ve unidos en una súplica insistente, para que cada miembro de la Iglesia viva con amor la vocación al servicio de la vida y de la salud. La Virgen María interceda por esta XXVI Jornada Mundial del Enfermo, ayude a las personas enfermas a vivir su sufrimiento en comunión con el Señor Jesús y apoye a quienes cuidan de ellas. A todos, enfermos, agentes sanitarios y voluntarios, imparto de corazón la Bendición Apostólica (Papa Francisco, para el 11 de feb de 2018).
La propuesta cristiana. El Señor, por medio de la Liturgia, nos fortalece frente a la realidad del dolor y el misterio del sufrimiento y nos invita para un nuevo modo de vivir. Primero: nos enseña Job, que hemos de adoptar una postura, no de resignación, sino de búsqueda de sentido. Mucho más importante que buscar calmantes al sufrimiento, es buscar sentido. Una búsqueda que perdura la vida entera, porque el dolor nos acompaña hasta el fin. Segundo: los cristianos hemos de tratar de aliviar el dolor. El hallar sentido al dolor no es una comodidad para no suavizar y aliviar el sufrimiento de los hombres. Siendo el sufrimiento un mal, estrechamente enlazado con el pecado, hemos de combatirlo con decisión y eficacia. Jesús no se cruzó de brazos ante tantos enfermos, endemoniados, y gente atenazada por cualquier dolor. La actitud de servicio ante el sufrimiento, al estilo de Pablo que se hacía siervo de todos, es un imperativo exquisitamente cristiano. La enseñanza sobre el sentido del dolor, y el testimonio auténtico frente al propio sufrimiento, a la luz del misterio de Cristo, constituye una cumbre en la propuesta cristiana. Queridos hermanos y hermanas: La Iglesia debe servir siempre a los enfermos y a los que cuidan de ellos con renovado vigor, en fidelidad al mandato del Señor (cf. Lc 9,2-6; Mt 10,1-8; Mc 6,7-13), siguiendo el ejemplo muy elocuente de su Fundador y Maestro. (Mensaje del Papa Francisco).
Sugerencias...
¿Puede ser "bello" el dolor? Para algunas personas, hoy en día, el dolor es más horrible que la muerte, hasta el extremo de elegir la eutanasia o el suicidio como alternativa. Para los médicos, cuya profesión es combatir el dolor, y para quienes éste es su enemigo, debe ser difícil pensar en el lado bello del sufrimiento. HOY podríamos decir a los familiares de un moribundo o de un enfermo terminal, o de quien ha sufrido un atropello inhumano, que el dolor tiene también un rostro bello, resulta quizá insolente o al menos un despropósito. Con todo, el sufrimiento tiene una cierta "belleza" humana y cristiana. El dolor humaniza, dignifica al hombre que es digno en su humanidad por ser imagen y semejanza de Dios, lo hace más plenamente hombre, cuando se ofrece, acepta y se vive con nobleza de espíritu, aunque el cuerpo entero se retuerza y sufra las convulsiones más indecibles. Dignifica al que lo sufre, y dignifica por igual a sus seres queridos, cuando éstos lo soportan y viven con noble elegancia. Sobre todo, el dolor "cristianiza", es decir, nos asemeja al gran Maestro y artista del dolor que es Jesucristo. Su dolor es bello porque embellece a toda la humanidad, limpiándola de la lepra de pecado e infundiendo en el viejo cuerpo de una humanidad caída la hermosura de la pureza e inocencia.
Una pastoral del sufrimiento no puede prescindir de este rostro bello del dolor. ¿Cuáles son los modos y los momentos más apropiados para predicar la buena nueva, el rostro bello del sufrimiento?
Jesucristo fue médico de cuerpos y almas. El sacerdote y los discípulos misioneros tenemos que seguir las huellas de Cristo. Por vocación, hemos de estar siempre disponibles para aliviar, de las maneras mejores, los sufrimientos de los hombres. Acompañar al que sufre, consolarlo con las palabras o con la simple presencia, compartir una angustia o una pena muy honda, orar por quien sufre y hacer oración con él desde su condición sufriente... Escuchar al pecador en su angustia interior, decirle palabras sencillas pero veraces, auténticas, salidas del corazón, alentar al desanimado y deprimido, infundir serenidad a quien está perturbado y como devorado por el dolor... El discípulo misionero, como Cristo, médico amoroso y compasivo de cuerpos y de almas. Médico a tiempo completo, infatigable, entregado con totalidad a todos, como se nos presenta Jesucristo en el Evangelio de este Domingo. ¿Visito a los enfermos, a los ancianos? ¿Les llevo el consuelo de mi palabra, y sobre todo de los sacramentos de la Reconciliación y de la Eucaristía, rezar con ellos, leerles la Palabra de Dios? ¿Creo que es un elemento fundamental de mi ministerio el servicio a los enfermos del cuerpo y del espíritu? ¿Qué se puede hacer en mi parroquia, en mi comunidad religiosa, para dar un rostro "bello" al sufrimiento?

HOMILIA VIERNES SANTO DE LA PASIÓN DEL SEÑOR (29 de marzo 2024)

  VIERNES SANTO DE LA PASIÓN DEL SEÑOR (29 de marzo 2024) Primera : Isaías 52,13 – 53,12;  Salmo : Sal 30, 2.6.12-13.15-16.17.25;  Segunda :...