martes, 29 de abril de 2014

SANTO PADRE FRANCISCO A LOS JÓVENES DE BUENOS AIRES CON OCASIÓN DE LA "PASCUA DE LA JUVENTUD


Sábado 26 de abril de 2014
Queridos chicos y chicas, un saludo y ¡Feliz Pascua!
¡Toda la semana es Pascua! "¡Es el gran día que hizo el Señor!"
Quiero acercarme a ustedes, me lo pidió el Arzobispo de Buenos Aires, y lo hago con gusto. Quiero acompañarlos un instante en esta jornada, en esta Pascua de la Juventud.
Estaba pensando mientras bajaba a hacer esta grabación, qué les iba a decir. "Que hagan lío" ya se los dije. "Que no le tengan miedo a nada" ya se los dije. "Que sean libres" ya se los dije.
Entonces me vino a la mente la figura de algunos jóvenes del Evangelio. Algunos jóvenes que se cruzaron con Jesús o de los cuales habló Jesús. Quizás pueda ayudar. Si les sirve, lo asumen, si no les sirve, lo tiran.
Pensé en los jóvenes Apóstoles, pensé en el joven rico, pensé en el joven que se fue a buscar nueva vida con la herencia de su padre, pensé en el joven muerto. Los apóstoles eran jóvenes, unos no tanto, otros sí. Juan era un muchachito. Y quedaron conmovidos por la figura de Jesús, entusiasmados, con ese estupor que produce cuando uno se encuentra con Jesús. Y van corriendo y le dicen a los amigos: "¡Encontramos al Mesías! ¡Encontramos a aquél del que hablan los profetas!".
¡Encontrarse con Jesús¡ Vean ustedes esa conducta de los Apóstoles. Y después los apóstoles flaquearon, después no se portaron tan bien. Pedro lo negó, Judas lo traicionó, los demás se escaparon. Es decir, después viene la lucha por ser fieles a ese encuentro, el encuentro con Jesús. Y yo te pregunto a vos: ¿Vos, cuándo te encontraste con Jesús?, ¿Cómo fue el encuentro con Jesús?, ¿Tuviste un encuentro con Jesús o lo estás teniendo ahora? ¡Los jóvenes apóstoles! Piensen en Pedro, Santiago, Juan, Natanael, cómo se fueron encontrando con Jesús.
Otro joven que me vino a la mente es el joven rico, ese que se acerca a Jesús con una vida intachable, un muchacho bueno, y le dice:
¿Qué tengo que hacer para madurar mi vida, para tener la vida eterna?
Jesús le dice: "Cumplí los mandamientos y andá adelante".
"Si ya los cumplí siempre".
El Evangelio dice que: "Jesús lo amó", y entonces le dijo: "Mirá, te falta una cosa: da todo lo que tenés a los pobres y vení conmigo, a predicar el Evangelio". Y ese chico se fue triste. Se fue triste porque tenía mucha guita y no se animó a dejarla por Jesús. Y se fue con SU plata y con SU tristeza. Los primeros estaban con su alegría, con esa hermosa alegría que daba el encuentro con Jesús. Éste se fue con su tristeza.
El otro joven, ese joven que se quiso pasar de vivo, que quiso escribir su vida, que quiso patear el tablero de la disciplina paterna, y enfrentó a su padre y le dijo: "dame lo que me toca, que me voy". Y se fue. Todos esos años fueron años de farra. Gastó la plata en boliche, en vicios, la pasó bien. La plata se le gastó, se acabó. Y de yapa vino una crisis económica, tuvo que buscar trabajo, no había trabajo, y consiguió como cuidador de chanchos. Y éste, que había tenido mucha plata, que le había sacado a su padre de la herencia, que había sabido lo que era estar en los mejores hoteles y en las mejores fiestas, se había pasado la gran vida, conoció una cosa que nunca antes había conocido: hambre.
Pero Dios es muy bueno. Dios aprovecha nuestros fracasos para hablarnos al corazón. No le dijo Dios a este joven: "sos un fracasado, mirá lo que hiciste". Lo hizo razonar. Dice el Evangelio que: "Entró dentro de sí" "¿Qué hago con esta vida? La farra no me sirvió para nada. ¡Cuántos obreros en la fábrica de mi padre ganan su sueldo y tienen que comer! Yo tengo hambre y soy el hijo del patrón. Me levantaré, iré a mi padre y diré mi verdad: ‘Pequé contra el cielo y contra ti’." Y volvió.
La gran sorpresa que se pegó es que el padre lo estaba esperando, desde hacía años! El Evangelio dice que lo vio venir de lejos, porque el viejo subía todas las tardes a la terraza a ver si el chico venía. Y el padre lo abrazó y el padre le hizo fiesta. Y este gran pecador; este gran despilfarrador de lo que había ganado su padre se encontró con algo que nunca había hecho conciente: el abrazo de la misericordia.
Otro joven del Evangelio: Pensé en el joven muerto también, a la salida de la ciudad de Naím, cuando lo iban a enterrar: hijo único de madre viuda. Jesús se compadeció de la madre, no del pibe. Pero el pibe, gracias a la madre, tuvo el milagro y lo resucitó.
¿Vos quién sos?, ¿El entusiasta, como los apóstoles primero, antes de iniciar el camino?, ¿El que quiere seguir a Jesús porque le gusta pero está atornillado con tantas cosas que lo atan y no lo puede seguir, como el joven rico a la mundanidad, a tantas cosas?, ¿Cómo aquél que se gastó toda la herencia de su padre, pero que se animó a volver y está sintiendo en este momento el abrazo de la misericordia?, ¿O estás muerto? Si estás muerto, sabé que la Madre Iglesia está llorando por vos, y Jesús es capaz de resucitarte. Decime, ¿quién sos vos? Decítelo a vos mismo y eso te va a dar fuerza.
— "Padre, usted es injusto, —me van a decir las chicas— porque los ejemplos que da es para los varones, ¿y nosotras qué?"
Ustedes son aspirantes a consolidar con su vida la ternura y la fidelidad. Ustedes están sobre el camino de esas mujeres que seguían a Jesús, en las buenas y en las malas. La mujer tiene ese gran tesoro de poder dar vida, de poder dar ternura, de poder dar paz y alegría. Hay un solo modelo para ustedes, María: La mujer de la fidelidad, la que no entendía lo que le pasaba pero obedeció. La que en cuanto supo lo que su prima necesitaba, se fue corriendo, la Virgen de la Prontitud. La que se escapó como refugiada en un país extranjero para salvar la vida de su hijo. La que ayudó a crecer a su Hijo y lo acompañó, y cuando su Hijo empezó a predicar, iba detrás de Él. La que sufrió todo lo que le estaba pasando a ese chico, a ese muchacho grande. La que estaba al lado de ese Hijo y le decía los problemas que había: "Mirá: no tienen vino". La que en el momento de la Cruz estaba junto a Él.
La mujer tiene una capacidad para dar vida y para dar ternura que no la tenemos los varones. Ustedes son mujeres de Iglesia. ¿De Iglesia, del Iglesia? No, no es "el" Iglesia, es LA iglesia. La Iglesia es femenina, es como María. Ése es el lugar de ustedes. Ser Iglesia, conformar Iglesia, estar junto a Jesús, dar ternura, acompañar, dejar crecer.
Que María, la Señora de la Caricia, la Señora de la Ternura, la Señora de la Prontitud para servir, les vaya indicando el camino. Bueno, ahora no se enojen, que ustedes salieron ganando sobre los varones. Les deseo que este día termine bien. Que cada uno de ustedes se encuentre con Jesús, con ese Jesús resucitado. Y les digo una cosa: ¡No tengan miedo! ¡Miren a Jesús, miren a María y vayan adelante!
"Padre ¡que soy pecador, soy pecadora!"
¡Él te perdona! Vos andá adelante, que tengan una santa pascua y no se olviden de rezar por mí. Que Jesús los bendiga y la Virgen los cuide.


martes, 1 de abril de 2014

Kasper se explica: “No existen pecados que no puedan ser perdonados”

Kasper se explica: “No existen pecados que no puedan ser perdonados”

kasper_1716693c
El Cardenal ha aclarado su postura en una entrevista: “Lo que se puede hacer es reflexionar sobre la diferencia entre doctrina y disciplina y, por lo tanto, entender -como es una antigua tradición de la Iglesia- como actuar con los divorciados en segunda unión.”
—————————————————————————
En su conferencia, usted explicó que hay un abismo entre la doctrina de la Iglesia sobre la familia y la vivencia real de los cristianos. ¿Cómo llenarlo?
Sí, ese abismo obviamente existe, y no sólo en Italia. Pero ya existía aún durante la vida de Jesús. Aún los apóstoles se quedaban muy sorprendidos con sus palabras. Pero, cuando Jesús dice que aquello que Dios unió el hombre no puede deshacer, él también dice que es Dios que conecta, que abraza las dos personas, que quiere ayudarlas para que puedan tener éxito en su proyecto de vida. Tal vez debiéramos comprender, interpretar y explicar bien la doctrina de la Iglesia. La doctrina no quiere ser un fardo, un peso, pero sí una invitación y también una ayuda para encontrar la felicidad. Eso no significa que no haya problemas. Existen muchas dificultades y no solo morales; hay problemas de economía, de condiciones de trabajo. Y hay también una tarea social de la Iglesia que debe contribuir para que nuestra sociedad moderna sea más amigable para las familias.
Usted defiende que no es preciso partir de una lista de enseñanzas y mandamientos, ni fijarse en las cuestiones controversiales ¿Cómo actuar, entonces?
Los mandamientos de Dios quieren ayudar a encontrar la libertad, la felicidad. Nosotros debemos explicar eso. Y es una enseñanza que podemos ofrecer, pero no imponer. Yo creo que debemos mostrar la belleza de la familia, la belleza de la vida cristiana. La belleza convence, no los mandamientos impuestos al otro.
Sin embargo, esos mandamientos, a veces, son percibidos como un peso. Especialmente cuando una unión fracasa.
El fracaso también es posible para un cristiano, y vemos que hoy, infelizmente, hay muchos matrimonios que fracasan. Pero, aún en esas situaciones, la Iglesia debe estar cerca, ayudar, aconsejar, animar. El gran problema que estamos debatiendo es cómo hacer todo eso sin alejarse de la doctrina. Porque debemos ser claros: la doctrina no puede ser evadida, y no se puede cambiar la palabra de Jesús, que es vinculante. Lo que se puede hacer es reflexionar sobre la diferencia entre doctrina y disciplina y, por lo tanto, entender -como es una antigua tradición de la Iglesia- como actuar con los divorciados en segunda unión. Me gustaría decir también que no existen “los divorciados” en segunda unión.
¿En qué sentido?
Quiero decir que no es posible una solución única, porque las situaciones son muy pero muy diversas. Es preciso discernimiento, prudencia y sabiduría para ayudar a esas personas. Me pregunto, por ejemplo, qué hacer con una mujer abandonada por el marido con hijos, que tiene una nueva situación, tal vez con otros hijos. El primer matrimonio fracasó, no pudo realizar lo que prometió delante de Dios, de la Iglesia y de los hombres. Pero, ahora, ella no puede volver a la primera situación, y abandonar la segunda también sería una nueva culpa. Sin embargo, yo me pregunto, si ella hace lo que puede hacer, si vive una buena vida cristiana, si educa a sus hijos en la fe, ¿se le puede negar la absolución del pecado? Todo pecado puede ser perdonado si el pecador lo pide. A mi parecer, delante de Dios, no es posible que haya una situación en que alguien se encuentre inmerso en un agujero sin salida. Eso está contra la misericordia de Dios. No existen pecados que no puedan ser perdonados.
Concretamente, ¿eso significa que es posible aproximarse nuevamente a los sacramentos?
Es una pregunta que yo hago. Si esa persona cree en el perdón de los pecados, aunque se encuentre en esa situación, ¿puede aproximarse nuevamente a la mesa del Señor? Pero yo no puedo dar una respuesta, no soy yo quien puede decidir, es la Iglesia la que debe decidir. Habrá un Sínodo extraordinario y, después, uno ordinario sobre la familia, y el Sínodo, con el Papa, va a decidir sobre ese punto. Hay muchas personas que esperan una solución. Repito. La respuesta no puede ser general, porque las situaciones son diferentes. Pero demos una solución para las personas que viven en nuestras parroquias, que se comprometen, que tienen un deseo sincero por ese sacramento. No buscamos una solución fácil para quien vive esas cosas de modo muy superficial, muy distante de la Iglesia. Es preciso una ayuda de misericordia, sin tocar la doctrina y en la palabra de Jesús. No sería una ayuda para que las personas abandonen la doctrina. Pero el fracaso es posible, todos nosotros somos pecadores y necesitamos del perdón de Dios todos los días. Sobre eso abrimos un debate libre, abierto, incluso público, como quiere el Papa. Y aún si alguien intentó impedirlo, eso no es posible. Es una cuestión que afecta muchas personas.
Se habló también de nulidad. ¿Eso es un problema?
Muchos curas de almas están convencidos de que muchos matrimonios, en sentido canónico, no son válidos. El matrimonio es un sacramento y presupone la fe, y si la fe no existe, el matrimonio en el sentido canónico es nulo. Es preciso pedir que los procedimientos para la declaración de nulidad sean más rápidos, más simplificados. Con relación a eso, hay un consenso creciente entre los obispos. Y, después, debemos pensar en la catequesis. Muchos son bautizados, pero no evangelizados; son bautizados, pero, de hecho, no son verdaderos cristianos; son bautizados, pero son paganos. Y, si se casan en la Iglesia sin la fe, el sacramento no es posible. Por eso, es preciso mejorar la preparación prematrimonial partiendo ya de antes, de la pastoral juvenil.
La entrevista es de Annachiara Valle, publicada en la revista Famiglia Cristiana el pasado 15 de marzo. Traducción del blog Buena Voz

HOMILIA VIERNES SANTO DE LA PASIÓN DEL SEÑOR (29 de marzo 2024)

  VIERNES SANTO DE LA PASIÓN DEL SEÑOR (29 de marzo 2024) Primera : Isaías 52,13 – 53,12;  Salmo : Sal 30, 2.6.12-13.15-16.17.25;  Segunda :...