miércoles, 30 de mayo de 2018

martes, 29 de mayo de 2018

HOMILIA Solemnidad del SANTÍSIMO CUERPO y SANGRE DEL SEÑOR cB (03 de junio 2018)



Solemnidad del SANTÍSIMO CUERPO y SANGRE DEL SEÑOR cB (03 de junio 2018)
Primera: Éxodo 24, 3-8; Salmo: Sal 115, 12-13. 15-16. 17-18; Segunda: Hebreos 9, 11-15; Evangelio: Marcos 14, 12-16.22-26
Nexo entre las LECTURAS
La alianza -o pacto- es el centro de referencia de los textos litúrgicos. La alianza sellada con la sangre de Cristo es el corazón del culto y de la vida de la Iglesia: "Ésta es mi sangre, la sangre de la alianza, que se derrama por muchos" (evangelio). Esta alianza está prefigurada en la que ahora se llama “antigua alianza” sellada con sangre de novillos: "Ésta es la sangre de la alianza que el Señor ha hecho con ustedes, según las cláusulas ya dichas" (primera lectura). La alianza en la sangre de Cristo perpetúa la presencia de Dios entre nosotros y purifica a la humanidad de todos sus pecados "para poder dar culto al Dios vivo" (segunda lectura).
Temas...
La antigua alianza. El texto de la primera lectura menciona algunas partes del rito de alianza, con un lenguaje y rito que era común a los pueblos orientales de la época del texto: Primeramente el carácter recíproco de la alianza: Yahvéh por un lado y el pueblo por el otro; luego, las cláusulas del pacto, que indican los contenidos obligantes a que se comprometen, Dios y el pueblo; finalmente, el sacrificio de comunión, que culminará en un banquete y el rito de aspersión de la sangre sobre los contrayentes del pacto mediante el cual éste se ratifica. ¡La condescendencia de Dios con el hombre llega hasta estos extremos, el de un ‘pacto recíproco’! Este pacto nos habla, con sencillez y profundidad, del amor misericordioso de Dios y de su eterna fidelidad. Este pacto, a pesar de tantas respuestas infieles del pueblo de Israel, fue siempre un punto de referencia incontrastado y un signo inequívoco de esperanza y de renovación permanente. Israel aprendió, poco a poco, en su larga experiencia histórica, que Dios jamás abandona, que su fidelidad "dura por siempre". Viendo la fidelidad de Dios, Israel sintió la fuerza atractiva de la fidelidad, de responder al pacto con Yahvéh con un ‘amén’ sincero y definitivo.
La nueva alianza. Yahvéh-Dios reveló al profeta Jeremías la promesa de una nueva alianza, una alianza inscrita en el interior del corazón, que otorgará a todos el don del conocimiento de Dios y de su perdón misericordioso (Jer 31, 31-34). Esa promesa llegó a cumplimiento definitivo en Jesucristo, en la cena pascual que Él comió con sus discípulos la noche en que iba a ser entregado, en la sangre de alianza, derramada por muchos sobre la cumbre del calvario. Los judíos recordaban la antigua alianza cada año en la fiesta de Pascua; los cristianos recordamos y revivimos la nueva alianza, cada día, pero de manera especial todos los Domingos, en la celebración eucarística. La fiesta de la alianza ya no es anual, sino diaria, semanal. No olvidemos: alianza recíproca de Dios con la Iglesia y con cada uno de sus hijos, y consiguientemente de la Iglesia y cada uno de sus hijos con Dios. Todos y cada uno de los cristianos hemos de valorar la belleza de una alianza con Dios en la sangre de Jesucristo, y a la vez la seriedad y responsabilidad de un pacto, al que hemos jurado fidelidad.
La novedad de la alianza. El evangelio y la segunda lectura presentan algunos rasgos de esta novedad. 1) En Jesucristo coinciden el mediador de la alianza (en la antigua alianza, Moisés), la víctima sacrificada con cuya sangre se sella y ratifica (en la antigua, la sangre de los novillos) y el altar, que en la nueva y eterna alianza es la misma carne de Hijo de Dios; 2) La alianza en la sangre de Cristo, ya no es sólo con el pueblo de Israel, sino con la humanidad toda. Por eso, su sangre "es derramada por todos" y nos alcanza "una redención eterna"; 3) La alianza que Cristo establece entre Dios y la humanidad no solamente es nueva, es además definitiva. Así como en Cristo encuentra la revelación su plenitud, igualmente en Él encuentra plenitud la alianza; 4) La alianza entre Dios y el hombre en Cristo Jesús está presente, con su carácter definitivo, en la historia, y por ello sometida a las diversas situaciones espacio-temporales. Esta alianza culminará y logrará su perfección, al final de los siglos, en la eternidad con Dios.
Sugerencias...
Sacerdotes de la nueva alianza. La nueva alianza está destinada a todos los hombres. Jesucristo, el Mediador de ella, necesita labios para que llegue a todos la buena noticia de esta alianza. Necesita labios y manos para que consagren el pan y el vino de la alianza nueva y lo distribuyan a los hombres. Podemos decir que Dios y los hombres tienen necesidad de sacerdotes. Es preciso que la comunidad cristiana crezca más en la conciencia de esta necesidad. Si no hay Sacerdotes, Ministros ordenados, ¿quién hará presente en el mundo la mediación de Cristo entre Dios y los hombres? Es bueno que maduremos la responsabilidad, todos, de rezar por el aumento de las vocaciones sacerdotales; de renovar la vida de las familias y de las Comunidades para que muchos puedan oír al Señor que está llamando para la vida sacerdotal; renovar el compromiso de hablar y proclamar la necesidad de nuevos y buenos que colaboren con quienes presiden las celebraciones del Santísimo Sacramento
Dar culto al Dios vivo. En la Eucaristía está presente Jesucristo, verdadero Dios y verdadero hombre. Por eso, la Iglesia católica ha dado y continúa dando culto de adoración a la Eucaristía, no sólo durante la Misa, sino también fuera de su celebración. San Juan Pablo II ha escrito: "La Iglesia y el mundo tienen una gran necesidad del culto eucarístico. Jesús nos espera en este sacramento del amor. No escatimemos tiempo para ir a encontrarlo en la adoración, en la contemplación llena de fe y abierta a reparar las faltas graves y delitos del mundo. No cese nunca nuestra adoración". Asumamos el compromiso de llegar unos minutos antes del horario de la Celebración y, en adoración al Señor, preparar bien nuestro corazón. Podemos elegir, además, algún momento durante la semana, para una hora de adoración al Santísimo o para un momento de adoración. Recuperar la adoración personal o comunitaria de los primeros jueves y rezar especialmente por las vocaciones sacerdotales.
Corazón eucarístico de María, ruega por nosotros.

ENJ Mensaje del Santo Padre a los Jóvenes

martes, 22 de mayo de 2018

EL QUE AMA NUNCA SE QUEDA VACIO (MI VIDA EN CRISTO)

Por Kenneth Pierce
San Pablo decía que había mayor felicidad en dar que en recibir. Cuando uno lo piensa un poco puede sonar paradójico. Al dar me estoy desprendiendo de algo que poseo. Tengo, en un sentido, menos. Sin embargo, ¿quién no ha comprobado la gran verdad de la frase de San Pablo? Aunque sea en cosas pequeñas, cuando doy experimento una felicidad auténtica y sé que, en algún sentido, he ganado más de lo que di.
Hay algo muy profundo en la identidad de todo hombre y mujer que nos hace experimentar alegría cuando nos damos a los demás. La razón, en el fondo, no es muy difícil encontrarla. Cuando Dios creo al ser humano lo creó a imagen y semejanza suya. Dios, como sabemos es amor. El Padre, el Hijo, y el Espíritu Santo se aman plenamente entre ellos, constantemente se donan uno al otro.
Cuando con recta intención damos algo que es valioso para nosotros –sea tiempo, dones personales, o bienes– y nos donamos, nos acercamos un poco a la experiencia del amor de Dios. Vivimos en un sentido aquello que está en lo más profundo de la intimidad de Dios.
Nutridos del amor de Dios iremos aprendiendo que el amor es donación, y que cuanto más nos donamos por amor, más nos acercamos a Dios y vivimos aquello que estamos llamados a vivir.
El que vive la caridad, el que ama, nunca se queda vacío. Es imposible que una vela se apague por haber encendido otras velas. Podría, en un sentido, seguir compartiendo su luz a cada vez más velas, sin agotarse. ¡Así es el amor de Dios, que nosotros podemos también testimoniar en nuestras vidas!

lunes, 21 de mayo de 2018

HOMILIA Solemnidad de la SANTÍSIMA TRINIDAD cB (27 de mayo 2018)

Solemnidad de la SANTÍSIMA TRINIDAD cB (27 de mayo 2018)
PrimeraDeut 4, 32-34.39-40; Salmo: Sal 32, 4-5. 6 y 9. 18-19. 20 y 22; Segunda: Romanos 8, 14-17; Evangelio: Mateo Mt 28, 16-20
Nexo entre las LECTURAS
Es bien mostrado en las lecturas de esta liturgia que Dios es Dios-Amor e interviene con mano fuerte y brazo poderoso para sacar a su pueblo de Egipto, símbolo de servidumbre y opresión (primera lectura). Es Dios-Amor que regala a sus discípulos una misión maravillosa y les asegura su compañía a lo largo de los siglos (evangelio). Es Dios-Amor que hace a los hombres sus hijos adoptivos para que puedan clamar con Jesucristo: "Abba", es decir, "Padre". Es DIOS-AMOR y quiere que seamos HIJOS-AMOR para vivir con Él y con todos la plenitud del amor y de la comunión en el banquete de la vida.
Temas...
El “Dios” de Moisés. En el AT se encuentran figuras que preparan la revelación del misterio trinitario. Dios en el AT (el ‘Dios de Moisés’) se revela en su unicidad de cara a otros que les dicen dioses y que no lo son. En la pedagogía de Dios con el hombre tiene lugar, primeramente, la revelación de un Dios único y personal que en su amor inenarrable se elige un pueblo, lo libera y hace alianza con él. En la capacidad de apertura del hombre a lo divino, está primero la revelación de su carácter único, personal y salvífico ante los acontecimientos y situaciones que en aquellos siglos remotos encontraron los israelitas. El politeísmo circundante (sobre todo los dioses cananeos: Baal, dios de la tierra y de sus frutos, Astarté, diosa de la fecundidad, y Moloch, dios que exigía sacrificios humanos) ejercían un fuerte atractivo sobre la religiosidad, todavía elemental, de las tribus de Israel. Dios elige proclamar y mostrar Su unicidad: "Reconoce hoy y convéncete de que el Señor es Dios allá arriba en los cielos y aquí abajo en la tierra, y de que no hay otro" (primera lectura). En la misma línea que el deuteronomista, el segundo Isaías pone en boca de Dios estas palabras: "¿Hay algún dios fuera de mí, algún otro apoyo que yo no conozca? (Is 44,8) y poco antes había dicho de los ídolos: "Todos ellos son una nulidad, sus obras una nada, viento y vacío son sus estatuas"" (Is 41,29). La tentación de la idolatría no pertenece al pasado. Acecha cada época y en cada momento de la historia. En nuestros días, en una sociedad pluri-étnica y religiosamente individualista, la tentación casi parece invadir todo.
El Dios de Jesucristo. Tras la preparación en el antiguo Israel, Dios revela su vida íntima, su misterio trinitario. Dios-Amor envía a su Hijo para que nos descorra lo posible del velo de su misteriosa intimidad, y el Espíritu Santo nos instruye interiormente para que no seamos necios ni quedemos ofuscados o ciegos ante el resplandor divino. Dios en Jesucristo se revela como Dios de donación: el Padre nos dona a su Hijo, el Padre y el Hijo nos donan su Espíritu. El Padre y el Hijo y el Espíritu (se) nos donan su propia vida haciéndonos hijos de Dios. El Dios de Jesucristo es un Dios salvador, redentor: El Padre quiere que todos los hombres se salven, el Hijo lleva a cabo la salvación de todos en su Sacrificio y el Espíritu hace eficaz en el corazón de cada hombre la salvación de Dios. El Dios de Jesucristo es un Dios de misión: Póngase en camino, hagan discípulos a todos los pueblos, bautícenlos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, enséñenles a poner por obra todo lo que yo les he mandado. La revelación de este misterio divino se puede captar un poco con la inteligencia, pero se penetra todavía algo más con el corazón y con la experiencia de Dios en la oración.
Dios con nosotros. El evangelio según san Mateo comienza con el nacimiento del Enmanuel (Dios con nosotros) y termina igualmente con la presencia de Jesucristo glorioso entre sus discípulos y en la historia humana: "Yo estoy con ustedes todos los días hasta el final de este mundo" (evangelio). Israel había ya experimentado en su historia la presencia y cercanía de Yahvéh. Ahora el nuevo Israel, la Iglesia, experimenta la cercanía del Padre en la presencia y en el rostro de su Hijo, Jesucristo, en virtud del Espíritu Santo cuya misión es hacer presente en el tiempo y en la historia la verdad completa ‘sobre Dios y sobre el hombre’. En el tiempo de la Iglesia, no sólo el Hijo, sino también el Padre y el Espíritu, están realmente con nosotros y en nosotros (cfr.: mensaje de la Virgen en Fátima a los pastorcitos).
Sugerencias...
La “nada” de los ídolos. En la religiosidad del hombre herido por el pecado ha sido verdad que si Dios no existe, habrá que inventarlo. No hay pueblo ni cultura, desde la más primitiva hasta la más avanzada, que no se haya fabricado sus dioses. La historia de las religiones da fe de ello. Ni siquiera los que se llaman o son ateos están exentos de esta realidad. Ellos cambiarán el rostro de sus ídolos, divinizarán al "Partido", darán culto al "Jefe", lucharán por plantar el cielo en la tierra... Es evidente que no se puede eliminar eso que el hombre lleva inscrito en su misma naturaleza “nos hiciste para Ti…”. En la historia humana, las generaciones han visto caer muchos ídolos, pero surgen otros nuevos. Estamos llamados los discípulos-misioneros para hablar al mundo del Dios único y verdadero, que nos ha revelado Jesucristo y no de ídolos, que ‘no son’. Es una deformidad grave, un pecado que no hablemos de Dios, que nos sumerjamos en el silencio por ignorancia, por temor o por excesiva prudencia humana. No tengamos miedo, Dios mismo pondrá en nuestros labios las palabras justas para que hablemos bien de Él. El mundo tiene necesidad de Dios, aunque parece que no lo sabe… cfr. Papa Francisco.
Hacer visible a Dios-Amor. No solo hablar, debemos obrar de tal manera que hagamos visible a Dios. Estamos llamados a tener una experiencia viva de Él, mejorar nuestro trato con Dios, que no se reduzca a una abstracción, sino que dialoguemos con Dios Vivo, que es Padre y es Hijo y es Espíritu Santo. La justicia se hace visible en un hombre justo, la verdad en un hombre veraz, el amor en un hombre que ama y sirve realmente, pues de esa misma manera Dios se hace visible en un hombre que ha experimentado el amor, la ternura, la grandeza y belleza de Dios; en un hombre "que ha visto, ha oído, ha tocado" a Dios en la Sagrada Escritura, en la oración, en los sacramentos, en el hermano, en las prácticas de las obras de Misericordia (Bula del Papa Francisco). ¿No es verdad que cada cristiano debería ser como un ostensorio del Dios viviente, del Amor trinitario? Si Dios no está más presente en nuestro mundo, no nos desalentemos... digámonos: "Es hora de esfuerzos, es hora de responsabilidad". ¡Manos a la obra!
María, Estrella de la Evangelización y causa de nuestra alegría, ruega por nosotros.

miércoles, 16 de mayo de 2018

HOMILIA Solemnidad de PENTECOSTÉS cB (20 de mayo 2018)

Solemnidad de PENTECOSTÉS cB (20 de mayo 2018)
PrimeraHechos 2, 1-11; Salmo: Sal 103, 1ab. 24ac. 29b-31. 34; Segunda: 1 Corinto 12, 3b-7. 12-13, o bien Gálatas 5, 16-25; Evangelio: Juan 20, 19-23, o bien Juan 15, 26-27; 16, 12-15
Nexo entre las LECTURAS
En la fiesta de Pentecostés, el Espíritu Santo inunda, con su presencia, todos los textos litúrgicos. El evangelio anuncia el Espíritu de Verdad, que iluminará y llevará a los discípulos a la verdad completa. En la primera lectura, lo que fue promesa se hace cumplimiento, y el Espíritu Santo viene con su poder sobre los apóstoles y otros discípulos de Jesús, reunidos con María en el Cenáculo. Cuando el Espíritu Santo entra y se apodera del corazón de un discípulo de Jesús, entonces toda su existencia cristiana y su comportamiento cambian y producen los frutos del Espíritu, que se sintetizan en el amor -caridad- dice san Pablo.
Temas...
El Espíritu Santo es revelado mediante símbolos y mostrando su acción en el interior del hombre. Son dos los símbolos que utiliza san Lucas en los Hechos. El primero es el viento impetuoso y creador, como el aliento de Dios sobre el primer hombre (Gén 2), que sacude al ser humano, lo despoja de sí, penetra en el recinto secreto del alma y aporta vida y santidad. El segundo es el fuego, que bajo forma de lenguas, se posa sobre los discípulos y los purifica y transforma. Ese fuego del Espíritu debe arder siempre, por eso san Pablo nos exhorta a no apagar el Espíritu (cf 1Tes 5,19).
En los textos de hoy se nos señalan diversos modos de obrar del Espíritu Santo en los hombres: 1) Es el Espíritu de verdad, que ilumina al hombre para que comprenda y acepte, en la fe, la verdad completa. Como Jesucristo es la plenitud de la verdad y de la revelación (Dei Verbum 2) el Espíritu nos iluminará para que comprendamos el misterio de Cristo. Así fue con los discípulos en el día de Pentecostés, ellos recibieron esa luz que abrió sus mentes a una comprensión superior y más plena de toda la vida de Cristo, de su origen y de su destino, y sobre todo del misterio de su pasión, muerte y resurrección. 2) El Espíritu da testimonio de Cristo, es decir, no sólo enseña sino que acredita con autoridad el misterio de Cristo. Dará ante todo testimonio en el corazón de los discípulos reunidos en el Cenáculo, un testimonio tan fidedigno que se transmite convirtiendo a esos discípulos en testigos. A lo largo del tiempo, dará testimonio en el alma de cada cristiano, sirviéndose de la palabra y de la vida de los testigos humanos. Sí, el Espíritu es el testigo de Cristo en el corazón de la historia. 3) El Espíritu glorifica a Cristo, porque no tiene mensaje propio, sino que dirá únicamente lo que ha oído. La gloria con que Cristo aparece, en su esplendor y grandeza, a los ojos de los hombres es obra del Espíritu Santo: su maravilloso poder de hacer milagros, el fulgor de su mirada, la fascinación de su Palabra, la fuerza y generosidad de su amor infinito, la conmovedora ternura hacia los niños y hacia los enfermos y necesitados...
Los frutos del Espíritu. En el interior de cada hombre se enfrentan fuerzas opuestas. De un lado, la carne (el hombre con sus pasiones desordenadas, con su tendencia hacia el mal) y de otro el espíritu (los nobles anhelos que anidan en el hombre, su aspiración hacia el bien, gracias al Espíritu Santo). En ese campo de batalla, que es el corazón del hombre, el mal trata de vencer mediante sus obras en los diversos ámbitos de la vida: el ámbito religioso con la idolatría y la hechicería; el ámbito social con las enemistades y discordias, la rivalidad, la ira, el egoísmo, las disensiones, cismas y envidias; el ámbito personal con intemperancias, borracheras y orgías; el ámbito sexual mediante la fornicación, la impureza y el desenfreno. En ese mismo corazón, el bien y con la ayuda de la gracia -el Espíritu Santo que lo alienta y promueve-, ‘pretende’ vencer al mal mediante el amor auténtico, fundado en Cristo y en su testimonio; un amor que se muestra operativamente en tolerancia, amabilidad, bondad, fe, mansedumbre y dominio de sí mismo; un amor que se disfruta en la alegría verdadera y en la paz, que es compendio de todos los bienes. La batalla es cierta y constante. Con la ayuda de su gracia podremos salir victoriosos de la tentación y practicar las virtudes para gloria y alabanza de la Santísima Trinidad.
Sugerencias...
El corazón de la vida cristiana. La imagen del corazón nos refiere y trae a la mente el amor, y el Espíritu Santo es el Amor personal dentro del misterio trinitario, y por eso es el corazón de la vida cristiana. Ser cristiano significa, en definitiva, saber-querer amar. ¿Y quién nos enseña el arte de amar de modo cristiano? No precisamente los libros ni las ideas. El arte del amor cristiano nos lo enseña personalmente, a cada uno, el Espíritu Santo poniendo ante nuestros ojos a Cristo, sobre todo a Cristo crucificado. El Espíritu Santo nos enseña el arte de amar la verdad cristiana, contenida sustancialmente en el Credo y desarrollada con gran belleza y autoridad en el catecismo de la Iglesia católica. El Espíritu nos enseña el arte de amar la liturgia de la Iglesia y sus sacramentos, fuente de gracia y santidad para cada cristiano y para toda la Iglesia. El Espíritu nos enseña también el arte de amar en la moral cristiana que, con sus exigencias a veces no fáciles, infunde nobleza y dignidad, elevación y prestancia moral a todo el que la ama y la vive. El Espíritu enseña, también, el arte de amar la oración y la vida espiritual, como camino seguro y eficaz de unirse a Dios y de vivir en el gozo del amor la misma vida divina. Si dejamos actuar al Espíritu con libertad, Él nos hará hombres auténticos y santos en la Iglesia y al servicio de la Iglesia, y de la humanidad.
Caminar según el Espíritu. La exhortación de san Pablo abarca toda la vida del cristiano, a cualquier edad y en cualquier condición o profesión, cada día de la semana y cada hora del día (Gaudete et exsutate). Estés en casa con la familia, en clase de geografía en la escuela, en el club deportivo jugando bien, en la Iglesia participando en la celebración eucarística... compórtate según el Espíritu. Estás metido en un trabajo difícil en la oficina, estás feliz porque te has encontrado a un amigo que no veías desde hacía tiempo, estás divirtiéndote, has ido a visitar a tus suegros, has salido con la familia de paseo al campo... actúa movido por el Espíritu. Estás desganado y apagado por una mala noticia, rebosas de euforia porque has hecho un examen brillante, tienes un problema con tu esposa o esposo, con tus hijos... invoca al Espíritu Santo, pídele su luz y su fuerza, guíate por lo que Él te inspire. ¡Eso es ser cristiano! Con Él sabrás que es posible y además es fuente de paz y felicidad… con el Espíritu seamos santos de la casa de al lado…
María, esposa y madre, fiel discípula de Jesús, ruega por nosotros.

martes, 8 de mayo de 2018

HOMILÍA Solemnidad de la ASCENSIÓN DEL SEÑOR cB (13 de mayo 2018) Primera: Hechos 1, 1-11; Salmo: Sal 46, 2-3. 6-9; Segunda: Efesios 1, 17-23; Evangelio: Marcos 16, 15-20

Solemnidad de la ASCENSIÓN DEL SEÑOR cB (13 de mayo 2018)
PrimeraHechos 1, 1-11; Salmo: Sal 46, 2-3. 6-9; Segunda: Efesios 1, 17-23; Evangelio: Marcos 16, 15-20
Nexo entre las LECTURAS
La segunda Lectura, y toda la Liturgia (conjunto de textos) de la fiesta, son un esclarecimiento magnífico del contenido pascual del misterio de la ASCENSIÓN. Se trata de la exaltación de Jesús a la derecha del Padre, que confesamos en el Símbolo apostólico. Y, por tanto, de este aspecto del misterio pascual que completa, con la entrega del Espíritu Santo, el tránsito por la muerte hacia la Vida nueva, celebrado especialmente en el triduo pascual. En realidad, las celebraciones de este tiempo sirven más para acentuar los diferentes aspectos del misterio y no para marcar un ritmo cronológico.
La ascensión de Jesús señala, en la narración de Lucas (primera Lectura), la tensión en la que entra la comunidad de los discípulos desde aquel momento, una vez terminadas las apariciones del Resucitado: una tensión entre la ausencia del Señor y, al mismo tiempo, su presencia. San Lucas une íntimamente la ausencia física del Resucitado con el Don del Espíritu Santo.
Temas...
La Ascensión para Jesús. El Verbo de Dios se hizo carne en Jesús de Nazaret (Jn 1,14). Ahora, tras la resurrección y un período de apariciones a los discípulos para confirmarlos en la fe, "el Señor Jesús fue elevado al cielo y se sentó a la diestra de Dios" (evangelio). Su misión como revelador del Padre, como Maestro de la humanidad, como Redentor de todos los hombres, está como acabada no terminada. Dicho con nuestras palabras, que son pobres para contar el misterio: está como acabada en Él, que es nuestra Cabeza, pero no terminada en nosotros, que somos el Cuerpo Místico. La Ascensión es, según nuestro modo imperfecto de expresarnos, el punto de llegada de la misión de Jesús y el punto de partida de la misión del Espíritu Santo a la comunidad de los creyentes en Cristo.
Con la Ascensión, Jesús ingresa como Señor ‘a la derecha Padre’ y comienza a reinar glorioso con justicia y amor, con misericordia y perdón, con verdad y santidad (último Domingo del T Ordinario). Reina sobre los acontecimientos de la historia y sobre la vida de los hombres, de un modo que nosotros en gran parte ignoramos y a veces nos desconcierta. Subiendo a los cielos llevó consigo como cautivos a los hombres que aceptan su reinado en el corazón y en la existencia diaria (segunda lectura), abriendo así a la humanidad las puertas de la casa del Padre, es decir, la vida y la felicidad de Dios (cf CIC 661). (cfr. Beato Pablo VI)
La Ascensión para los Apóstoles. Hasta ahora (antes de la Ascensión) los apóstoles han recibido al Señor Jesús, su persona y su mensaje. Con la Ascensión y con Pentecostés inicia para ellos una etapa nueva: la transmisión de lo que han recibido de su Maestro y Señor. Van a ejercer su actividad ‘apostólica’ mediante el anuncio y la predicación de la Buena Nueva, y de modo muy especial mediante el testimonio del Evangelio incluso hasta el martirio. Es necesario anunciar el Evangelio y testimoniarlo "hasta que Cristo vuelva". Para esa misión los ha preparado el Maestro, el Mesías, el Señor. Para esa misión estarán acompañados por el Espíritu de Jesús, que recibirán dentro de no muchos días (primera lectura). Esa misión está marcada por la esperanza, sin que se pueda tener certeza del tiempo y del momento fijados por el Padre para el establecimiento definitivo del Reino mediante la segunda venida de Cristo. Ponemos el acento en la esperanza en su venida.
La Ascensión para nosotros. Al igual que los Apóstoles, nosotros hemos de ser los hombres de la esperanza, a la cual la Ascensión de Jesucristo nos estimula. Esperamos ante todo la venida gloriosa de Nuestro Señor Jesucristo (Liturgia). Y esperamos con serenidad un futuro mejor y más cristiano, más impregnado por el evangelio de Jesucristo, más dócil al designio de Dios sobre la historia y a su acción misteriosa. La Ascensión suscita en nosotros el esfuerzo ascético para disponernos a la acción salvadora de Dios. Despierta igualmente el interés y el trabajo por la unidad de todos los cristianos y de todos los hombres, esa unidad posible, real, pero imperfecta, que logrará su cumplimiento en el cielo en la unión entre los hombres y con Dios. Así lo expresan el Documento de Aparecida y el Papa en Evangelii Gaudium.
Sugerencias...
Gastarse por el Reino. La constitución dogmática sobre la Iglesia, del Concilio Vaticano II, presenta a ésta bajo la figura del Reino: "La Iglesia es el Reino de Cristo presente ya en misterio" (LG 3). Gastarse por el Reino significa gastarse por la Iglesia según la condición, las posibilidades y la entrega de cada uno. Este gastarse por el Reino se puede realizar en cualquier circunstancia de la vida diaria, porque lo que más cuenta es la actitud interior y la ofrenda de la vida al Reino de Dios. Sin embargo, gastarse por el Reino adquiere una connotación particular: trabajar en la Iglesia, por la Iglesia y al servicio de la misión histórico-salvífica de la Iglesia. Si un joven o un adulto pasan unas cuantas horas de la semana ante la televisión o en diversiones ociosas, ¿por qué no dedicar ‘al menos’ el mismo número de horas a trabajar por el Reino de Cristo entre los hombres? (cfr.: Santa Teresa de Calcuta). Si hay tantos que buscan divertirse de manera desordenada, ¿no será posible que esos mismos se pongan a hacer el bien (acción social, visita a enfermos en los hospitales, voluntariado católico, acompañamiento de ancianos, etc.) en esos mismos horarios -alejándose del vicio y practicando heroicamente las virtudes-? Si todos los cristianos colaboramos, seguramente que el Reino de Cristo crecerá entre los hombres más allá de nuestras propias expectativas (cfr.: mensaje de la Virgen en Fátima como nos lo cuenta Lucía).
A la medida del don de Cristo. Todos estamos llamados a colaborar en la labor de la Iglesia, pero cada uno según el don recibido. Quien ha recibido el carisma de la autoridad, colaborará ejerciendo con amor, verdad y misericordia, y con firmeza al mismo tiempo la autoridad. Quien ha recibido el don de la enseñanza, que colabore en la edificación y difusión del Reino con su enseñanza recta, completa, expuesta de modo adecuado y convincente. Aquéllos a quienes se les ha dado el carisma de dar-comunicar la vida (padres de familia, ministros de los sacramentos, directores espirituales), pongan con generosidad todas sus cualidades al servicio de la vida, sea ésta la vida física, la sacramental o la vida espiritual. Los que han sido elegidos para ser misioneros (obispos, sacerdotes, religiosos-religiosas y laicos), que construyan el Reino de Cristo allí donde todavía no existe de manera explícita, o donde apenas está en los cimientos, o donde una vez fue construcción acabada y bella y hoy se halla en ruinas. Todos, sin excepción, trabajemos y que cada uno lo haga en la medida del don de Cristo. ¿Estaremos disponibles para esta gran tarea que Cristo nos encomienda al inicio del tercer milenio? ¿gustamos de ser santos, como nos quiere Dios? eh! (Gaudete et exsultate)
María, Madre de gracia y estrella de la Evangelización, ruega por nosotros.

jueves, 3 de mayo de 2018

HOMILIA DOMINGO SEXTO DE PASCUA cB (06 de mayo 2018)

DOMINGO SEXTO DE PASCUA cB (06 de mayo 2018)
Primera: Hechos 10, 25-27.34-35.44-48; Salmo: Sal 97, 1-4; Segunda: 1Juan 4,7-10; Evangelio: Juan 15, 9-17
Nexo entre las LECTURAS
La palabra clave de los textos de los pasados Domingos ha sido “vida”, la palabra clave del texto de hoy es “amor”. El amor del Padre se manifiesta en Jesús. Manifestar el amor de Jesús a la humanidad es responder a su amor y la misión de sus seguidores y seguidoras. "Quien no ama no conoce a Dios porque Dios es amor". Hermosa síntesis de la presente liturgia. La vida cristiana se desenvuelve en el círculo del amor, que comienza en Dios, se hace visible en Jesucristo, se dilata entre los hombres y retorna al mismo Dios. Siendo Dios amor, en Él está el inicio de todo movimiento de amor (segunda lectura). Jesucristo, encarnación de Dios Amor, llama a sus discípulos amigos, es decir, creados por el amor y para el amor (evangelio). El amor de Dios en Cristo a los hombres es abierto y universal, pues en el amor de Dios no hay acepción de personas, y a todos los quiere hacer partícipes de su Espíritu, fuerza y presencia (primera lectura).
Temas...
El ‘círculo’ del amor. "El amor consiste en que Él nos amó a nosotros" (1Jn 4,10). No se origina el amor en el corazón del hombre, sino en el de Dios. Dios es la fuente inextinguible y única del amor. Lejos de Él, el amor no merece tal nombre. Y todo amor verdadero ha nacido de Dios, y retorna a Dios, al modo del ciclo del agua que se evapora, llueve, nutre el caudal de los ríos y regresan, tras un largo recorrido, a su mismo origen. Dios está en el principio de todo amor, pero el amor cristiano pasa por Jesucristo…. el Padre descarga todo su amor en el Hijo, y el Hijo a su vez lo comunica a sus discípulos. "Como el Padre me ha amado, así los he amado yo a ustedes". Amigos de Jesucristo, ya no siervos, estamos ‘capacitados’ para amarnos mutuamente, con el amor nuevo e incontaminado del Padre, que nos concede ser hermanos de su Hijo. Dada la vocación del hombre a la vida y, dada la eternidad del amor, éste se orienta, ya en este mundo y sobre todo en el más allá, hacia su origen que coincide ahora con su fin: Dios mismo. Allí obtendremos el conocimiento verdadero de Dios y de todas las cosas en Él, que nos será concedido por la fuerza incontenible del amor.
Las características del amor. Un amor, primeramente, inmerecido. El amor no consiste en que nosotros hayamos amado a Dios (segunda lectura), ni en que nosotros hayamos tomado la iniciativa de elegir a Jesucristo, como maestro y modelo de nuestra vida (evangelio), ni en que Cornelio y su familia eran dignos de recibir el evangelio y la fe en Jesucristo. Si así fuera, el amor no tendría su definición en Dios, sino en el hombre. Entonces, ¡qué distinta, qué pobre sería la definición del amor! En realidad, el amor se define desde Dios, quien nos lo concede gratuitamente, como la existencia, como la misión, como el destino último de la vida. Si mereciéramos el amor, no sería amor sino recompensa debida.
El amor además es creativo y universal, es sacrificado y gozoso. Crea la amistad, esa capacidad extraordinaria de amor mutuo y desinteresado, como el de Jesús a sus discípulos, como el de los discípulos hacia Jesús. Crea también la vocación, sea a la fe en el mensaje y en la persona de Cristo (primera lectura), sea al discipulado y al seguimiento de su estilo de vida y de su misión (evangelio). El amor es universal, porque no hace distinciones ni de temperamentos, ni de razas, ni de culturas, ni de cualidades. Se ama porque se ama, sin más, sin acepción alguna de personas (segunda lectura). El amor sabe de sacrificio, "porque nadie tiene amor más grande que quien da la vida por sus amigos" y porque el amor exige la obediencia a los mandamientos del amado (evangelio). ¿Y no tuvo que sacrificar Pedro su mentalidad judía cuando, ante el don del Espíritu Santo a Cornelio y su familia, manda que sean bautizados en el nombre de Jesucristo? ¿Y acaso no debe sacrificarse el cristiano a quien se dirige la primera carta de Juan para poner por encima del conocimiento (la razón) el amor? El amor, finalmente, es gozoso. El gozo que siente Jesucristo de ser amado y amar a su Padre; el gozo de los discípulos, al saberse amados y al poder amar con el mismo amor de Dios. El gozo de Cornelio y los suyos que, investidos del Espíritu Santo, ensalzan con alegría la grandeza de Dios.
Sugerencias...
Amor y responsabilidad. ¡Palabras que evocan un libro de san Juan Pablo II sobre el amor humano, especialmente en el matrimonio y en la familia! Dos palabras que en la experiencia cristiana se entrecruzan y mutuamente se requieren: el amor por fuerza de su naturaleza es responsable; la responsabilidad auténtica se funda y mantiene sólo a base de amor. Una responsabilidad, que en el caso del amor cristiano, se configura en primer lugar como oración de súplica a Dios: "Señor, dame, concédenos el don del amor", porque en el amor no existen los autodidactas, somos eternos aprendices de Dios, nuestro único Maestro. Una responsabilidad que adquiere la forma de la constancia en el amor, porque no se contempla en el espejo de los amores solo sensoriales del gusto o de las novelas ni del me gusta… sino en las fuentes del amor permanente y fiel del mismo Dios. Una responsabilidad en el amor, nada fácil, y por ello, ha de apoyarse y fortalecerse en la acción del Espíritu Santo, que posee en sí la fuerza del amor. Al finalizar el período de Pascua nos viene bien, seguramente, un pequeño examen sobre el amor. Y luego... ¡manos a la obra!
En la ‘órbita’ del amor. La psicología enseña que el hombre busca un centro en torno al cual hacer girar su existencia terrena. Cuando ha logrado ese centro, que puede ser muy variado, adquiere la vida humana estabilidad, significado y una cierta armonía y felicidad. Cuando el centro en cuya órbita giramos es el amor, todo en la vida, todo sin excepción, queda enamorado, es decir, impregnado, embebido por el amor. Y entonces el sol del amor resplandece en el firmamento de nuestras horas y nuestros días, haciéndolos brillar con una luz duradera, regocijante, rejuvenecedora y gratificante. ¿Qué no puede hacer el amor, sobre todo si proviene del mismo Dios? Se ama en la escuela y en el trabajo, en la familia y en la vida social, en la enfermedad y en la vejez, en los momentos de dolor y en las horas de gozo. Se ama a los propios seres queridos, al vecino que pertenece a otro movimiento político, al compañero de trabajo que no va a Misa aunque es católico, al jefe de la oficina con su mal carácter, al chusma a quien todos los días encuentro en la parada del colectivo o en el súper, al policía que me llama al orden... No dejes pasar ocasión alguna para ejercitarte en el amor de verdad.
María, Madre del AMOR HERMOSO, ruega por nosotros que recurrimos a Vos.
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HOMILIA VIERNES SANTO DE LA PASIÓN DEL SEÑOR (29 de marzo 2024)

  VIERNES SANTO DE LA PASIÓN DEL SEÑOR (29 de marzo 2024) Primera : Isaías 52,13 – 53,12;  Salmo : Sal 30, 2.6.12-13.15-16.17.25;  Segunda :...