viernes, 22 de diciembre de 2017

HOMILIA MISA DE NAVIDAD

Misa de NAVIDAD (Lunes 25 de diciembre 2017)
Primera: Isaías 52, 7-10; Salmo: Sal 97, 1-6; SegundaHebreos 1,1-6;  Evangelio: Juan 1, 1-18
Nexo entre las LECTURAS
Las lecturas del día de Navidad se centran todas ellas en el "misterio". Se trata primeramente de un misterio escondido en la eternidad de Dios (evangelio), preanunciado y prefigurado por medio de los profetas a lo largo de siglos (primera y segunda lectura), revelado en la "carne" del Verbo (evangelio), testimoniado por Juan el Bautista y por todos los que aceptaron a Jesús, al venir a este mundo (evangelio).
Temas...
Misterio escondido y revelado. “Al principio ya existía la Palabra. La Palabra estaba junto a Dios y la Palabra era Dios” (Jn). En el ámbito misterioso de lo eterno es la Palabra junto al Padre y al Espíritu. Una Palabra pronunciada, Engendrado no creado, por el Padre de una vez para siempre. Una Palabra sin palabras, Única, definitiva, completa. El Padre, rico en misericordia, quiso que su Palabra comenzara a resonar en la historia y en la vida de los hombres, “muchas veces y de diversos modos por medio de los profetas” (Heb), “mensajeros que anuncian la paz, que traen la buena nueva y proclaman la salvación” y “centinelas que ven con sus propios ojos que el Señor vuelve a Sión” (Isaías). De este modo, al resonar en labios proféticos, la Palabra se hizo múltiple, la Palabra, de alguna manera por Dios querido, vino a ser parcial y limitada, la Palabra definitiva se hizo provisoria. ¡Gran misterio de la Palabra, misterio que culminará en la Encarnación en el seno de María Santísima! ¡Qué abismo de misterio nos revela este acontecimiento imprevisible, inefable, infinitamente gratuito, aunque esperado y ardientemente deseado por la humanidad entera!
Misterio testimoniado y que pide respuesta. “Juan dio testimonio de él”. “La luz resplandece en las tinieblas y las tinieblas no la sofocaron”, la recibieron (cfr. Evangelio). Es el testimonio de quienes han visto y han oído. ¿Qué cosa? O mejor, ¿a quién? Han “visto” y “oído” la Palabra en la carne y en los labios de Jesús de Nazaret. El Espíritu les ha hecho “ver” y “oír” la Buena Nueva, el Evangelio traído del cielo y que conduce al cielo. ¿Qué Evangelio? Jesús es la Luz que con su venida al mundo ilumina a todo hombre; Jesús es la Vida por la que nacemos de Dios y llegamos a ser hijos de Dios; Jesús es la Gracia y la Verdad, que estando en el seno del Padre nos puede revelar y explicar el misterio del Padre (cfr. Evangelio). Jesús es el resplandor de la gloria del Padre e imagen perfecta de su ser (segunda lectura), es decir, plenamente igual al Padre en su ser, en su poder y en su amor.
Este Jesús, que nos llega mediante el testimonio de Juan el Bautista y de los apóstoles y primeros cristianos, interpela a cada uno para que acepte su misterio personal y sea su testigo entre los demás. Ante el misterio de Jesús, hay quienes lo rechazan y quienes lo aceptan, quienes se ponen a su servicio y quienes se desinteresan de Él. La Navidad es magnífica ocasión para que el hombre examine su actitud ante el Niño Dios: ¿Acogida y testimonio, o rechazo e indiferencia?
Sugerencias...
Mensajeros y centinelas. Desde los inicios de la historia de la salvación ha habido mensajeros y centinelas de Dios para anunciar el designio de Dios y proteger a los hombres, especialmente al pueblo de Israel y a la Iglesia, como nuevo Israel, de sus enemigos. Mensajeros para anunciar y proclamar las maravillas de Dios para con los hombres, para con su pueblo. Centinelas para avizorar el horizonte de la historia, prever los movimientos culturales, religiosos, ideológicos, políticos y sociales que van a afectar la vida de los hombres y de los cristianos. Podemos reflexionar: Jesucristo es "la clave, el centro y el fin de toda historia humana" (CIC 450) –Navidad, Pascua, Glorificación–, y por consiguiente de las culturas, religiones, ideologías, política y sociedad. Cada uno estamos llamados a ser mensajero y centinela (discípulo-misionero): mensajero que proclama con su vida y su palabra la conversión y la salvación en Jesucristo, porque en Cristo tenemos vida y vida abundante (Aparecida); centinela que advierte al hombre de las cosas buenas que aportan los movimientos históricos y que le previene y defiende de los peligros que los mismos encierran (Evangelii Gaudium). Al rezar, este 25, podemos preguntarnos –como hizo el Papa en Roma–: ¿eres mensajero y centinela para con los que entran en contacto contigo?, ¿eres mensajero y centinela en tu familia, barrio?, ¿eres mensajero y centinela con los niños, alumnos, jóvenes o adultos, con quienes compartes la vida cotidiana?
Aquí-hoy-ahora. El misterio escondido, revelado y testimoniado se celebra y actualiza "hoy–aquí". Es decir, en el lugar en que un sacerdote y una comunidad cristiana se reúnen para celebrar la Navidad. Aquí quiere decir Roma, Ámsterdam, Tokio, La Paz o Buenos Aires. Aquí quiere decir en tu parroquia, en tu comunidad religiosa, en el movimiento o grupo eclesial al que perteneces. El misterio además se celebra y actualiza " hoy–aquí ": esta Navidad de 2017. Esta Navidad, en la que no han cesado las guerras y hasta aumenta la persecución religiosa (Papa Francisco), en la que algún niño morirá o simplemente no participará del Banquete de la Vida, pues en muchos lugares no habrá Misa –recemos por el aumento de las Vocaciones–. Además, muchos hombres y mujeres si unirán sus manos en oración y sus vidas en la acción para orar y trabajar por la paz, para arrancar de la humanidad los males que la afligen, muchos celebrarán la Misa y comulgaran en gracia. El misterio finalmente se celebra y actualiza "ahora": en este momento de nuestra vida, de nuestra experiencia religiosa, de la madurez humana y cristiana, de la situación familiar y profesional. En este momento de la vida nuestra, Dios viene para transformar y ayudar en la carne de un Niño. El "aquíhoyahora" de la Navidad es un despertador y un impulso para nuestra vida cristiana.

HOMILIA VIERNES SANTO DE LA PASIÓN DEL SEÑOR (29 de marzo 2024)

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