miércoles, 13 de abril de 2022

HOMILIA DOMINGO DE PASCUA DE LA RESURRECCIÓN DEL SEÑOR VIGILIA PASCUAL cC (Sábado 16 de abril 2022) GENTILEZA P. ANGEL


 DOMINGO DE PASCUA DE LA RESURRECCIÓN DEL SEÑOR

VIGILIA PASCUAL cC (Sábado 16 de abril 2022)

PrimeraÉxodo 14, 15 – 15, 1; Salmo: Sal 117, 1-2. 16-17. 22-23; Segunda: Romanos 6, 3-11; Evangelio: Lucas 24, 1-12

Nexo entre las LECTURAS

Los libros históricos nos han presentado la creación del mundo y del hombre. Ahora es el nuevo Adán, el Hombre verdadero, el que centra nuestra atención. La fe de Abrahán, dispuesto a sacrificar a su hijo, es figura del Cristo que se ha entregado por salvar a todos. Dios salvó a su pueblo de la esclavitud: el paso del Mar Rojo nos prepara para comprender el paso de Cristo a través de la muerte a la nueva existencia, liberándonos a todos. Los profetas, en sus cuatro lecturas, nos han dicho palabras de esperanza y estímulo: los reuniré, les daré un corazón nuevo, los purificaré, serán mi pueblo, los amaré con misericordia eterna, los llenaré de toda clase de bienes... Y, sobre todo, Lucas nos anuncia la gran noticia de la Resurrección y san Pablo su actualización sacramental en el Bautismo, por el que nosotros mismos hemos sido sumergidos en la nueva existencia de Cristo… misterio que celebramos en la EUCARISTÍA, Cristo VIVO y PRESENTE.

Temas...

«Recordaron sus palabras». Las mujeres, que van al sepulcro de madrugada con sus aromas, encuentran corrida la piedra; entran al sepulcro, pero no encuentran al que buscan. Están «desconcertadas» porque lo que allí encuentran no tiene sentido para ellas, ni humano, ni sobrenatural. Lo mismo le ocurrirá a Pedro cuando acuda al sepulcro tras oír lo que cuentan las mujeres. Todo ello muestra cuán inconcebibles seguían siendo para todos, incluso para los muy dispuestos y receptivos, las palabras de Jesús a propósito de su resurrección al tercer día. El hombre no puede comprender un acontecimiento semejante que se produce en medio del curso normal de la historia. Por eso las mujeres necesitan que se “les recuerde” de un modo sobrenatural la predicción de Jesús, «estando todavía en Galilea», de que «tenía que ser entregado en manos de pecadores [ser crucificado] y al tercer día resucitar». Para las mujeres es como si oyeran estas palabras por primera vez. Las palabras que eran incomprensibles se tornan ahora evidentes ante la tumba vacía y la memoria explícita que los ángeles hacen de ellas. Lo que no había sido comprendido, al llegar, es transformado por los ángeles en un anuncio que facilita ahora la comprensión.

«Un delirio». No conocemos el tenor del relato de las mujeres a los discípulos; no sabemos, por este relato, si también ellos recordaron las palabras de Jesús sobre su resurrección. Pero aunque lo hicieran, esto no es suficiente para despertar la fe en los discípulos. Simplemente en la experiencia humana no se da ni un caso que haga verosímil, ni siquiera de lejos, semejante acontecimiento. Por eso la resurrección, para los apóstoles, les parece «un delirio» de las mujeres.

«Admirándose de lo sucedido». Al final del evangelio de hoy se informa que Pedro se levantó, superando la parálisis que le ocasiono tanto dolor y esta noticia de las mujeres,  y acudió corriendo al sepulcro. Este final del relato es diferente de todo lo anterior. Aquí no aparece ningún ángel. En nuestro evangelio tampoco aparece el sudario enrollado aparte del que se habla en el evangelio de Juan; Pedro sólo ve las vendas por el suelo. Algún sentido debe tener este cúmulo de cosas incomprensibles. Justamente en esta constatación el pensamiento se detiene como un reloj: «Admiración», quizá incluso «reflexión». Muchos podemos madurar en la fe si leemos la totalidad de los relatos sobre la resurrección. Desde los textos sagrados, un camino conduce hasta la fe, si el Señor nos concede la gracia de ser visto y adorado con los ojos del Espíritu.

Sugerencias...

La Pascua de Jesús debe ser nuestra Pascua. Alegrémonos, hermanos y hermanas. El mismo amor de Dios que creó el mundo hace millones de años y que resucitó a Jesús de Nazaret, que se había entregado por nosotros, hace un poco más de dos mil años, es el que hoy nos ha congregado aquí a nosotros y nos quiere comunicar su Espíritu de vida y de alegría y de amor.

Esto es lo que celebramos y esto lo que da sentido a nuestra vida. Por eso creemos y tenemos esperanza e intentamos vivir como cristianos: nosotros no seguimos una doctrina, o un libro, ni estamos celebrando el aniversario de un hecho pasado. Celebramos y seguimos a Cristo Jesús, invisible pero presente en medio de nosotros como el Señor Resucitado.

Dejémonos ganar por esta alegría. Participemos con toda la Iglesia de esta fiesta de Pascua, que empieza ahora y que durará siete semanas, hasta el día de Pentecostés y cada Domingo. La Pascua de Jesús, que quiere ser también nuestra Pascua. Recordaremos en seguida nuestro Bautismo, y sobre todo, participaremos una vez más del Cuerpo y Sangre del Resucitado, que ha querido ser nuestro alimento. Así Dios quiere renovar los dones de gracia con que nos llenó el día del Bautismo y comunicarnos su fuerza para todo el año.

Dejémonos llenar de vida por el mismo Espíritu de Dios que resucitó a Jesús, en este año en que tenemos los ojos de una manera especial fijos en él por los dolores de la pos pandemia y de la guerra en Ucrania (y d ellos dolores que cada uno recuerda en su corazón). Él nos quiere comunicar fuerza, alegría, energía, esperanza, para que se nos note, no sólo en este momento de la celebración, sino en toda nuestra vida, que somos seguidores del Resucitado y queremos vivir con él y como él.

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