lunes, 24 de febrero de 2020

HOMILIA Primer Domingo de CUARESMA cA (01 de marzo de 2020)

Primer Domingo de CUARESMA cA (01 de marzo de 2020) Primera: Génesis 2, 7-9; 3, 1-7; Salmo: Sal 50, 3-6a.12-14.17; Segunda: Romanos 5, 12-19; Evangelio: Mateo 4, 1-11 Nexo entre las LECTURAS Podemos ver la dinámica de las lecturas: Génesis: en aquel tiempo / Adán / conducido al jardín / tentado por la serpiente / no escuchó la Palabra / comió del fruto prohibido / y se dio cuenta que estaba desnudo / y fue arrojado del paraíso. Evangelio: en aquel tiempo/ Cristo /conducido al desierto / tentado por el demonio /escuchó a Dios / no comió, ayunó / y venció / y los ángeles le servían. San Pablo: la muerte reinó desde Adán / pero donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia / y si por culpa de uno todos fueron pecadores / por la obediencia de uno todos son justos. Temas... 1. En torno a las ‘tentaciones’ La primera tentación (manda que estas piedras se conviertan en panes) es la de querer organizar la vida desde el solo acontecer humano, contar únicamente con la dimensión inmanente, prescindiendo de toda referencia a la trascendencia ("no sólo de pan..."). Es la tentación del ateísmo existencial, real, práctico. No es una tentación que nos llame a negar los artículos del Credo, ni de la Palabra, sino a llevar una existencia cómoda, indolente, incomprometida, sin complicaciones..., sin Dios, sin el Dios Padre de Jesucristo, pues otros serán quienes ocupen su lugar y se asienten en nuestro corazón como ‘dioses’. Así puede darse el caso de un bautizado que, diciéndose creyente, e incluso realizando "prácticas religiosas", en realidad no han edificado su vida en torno a Jesús, no han puesto al Mesías sobre todo lo demás, y tienen, en la práctica, como dios -o dioses- el dinero, el lujo, el bienestar, la posición social, la fama, el sexo desordenado... las adicciones. Estos podrán declararse creyentes, pero no lo son y, más bien, en la práctica, son ateos. La segunda forma de tentación (lo puso en la parte más alta del Templo, diciéndole… tírate abajo) es la de querer ver a Dios como un sistema del cual dispongo al propio antojo. Es una tentación de lo más frecuente y que responde a una determinada imagen de Dios. Parece hacernos creer que Dios es como un objeto para utilizar según me parece, o -con otra imagen- como un gran mago, capaz de hacer los "milagritos" que yo necesite o me gusten… todo ello a cambio de que yo ‘rece’ unas jaculatorias o ‘haga una serie de ritos’ que no buscan más que eso, dar órdenes a Dios a mi antojo. Ante un examen, una operación quirúrgica, un concurso, un viaje..., se corre en busca de la ayuda de Dios como si fuese un ‘amuleto mágico’ que nos da el éxito seguro. Muchas veces, antes de estas situaciones, no nos acordamos de Dios para nada; y si el asunto sale bien, después tampoco; y si sale mal se protesta contra Dios para pasar, también rápidamente, a otra cuestión. La tercera forma de tentación (Te daré todo esto, si te postras para adorarme) es la que se hace realidad con mucha frecuencia: rechazar existencialmente a Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo para -tomando otra escala de valores fundamentales- edificar la propia vida alrededor de esa escala desordenada. Estos valores estimulados por el relativismo, convertidos en ídolos, totalizan la vida del idólatra y la desplazan de su auténtico centro de interés. Ya hemos visto algo de esto, mas arriba, al meditar acerca de la primera tentación. Vemos, pues, que la tentación es algo viejo, que "ataca" al hombre por uno de sus puntos más débiles: el egoísmo. Lo que hemos de intentar es conseguir rechazar las tentaciones con el mismo estilo que nos enseñó Jesús a lo largo de toda su vida: con elegancia y con firmeza, con serenidad y con decisión apoyados en la Palabra de Dios y en la comunión con el Espíritu Santo. El modelo que tenemos en Él es, sin lugar a dudas, perfecto; nunca nos podrá servir como excusa el no saber cómo actuar; el evangelio de hoy nos previene, avisa y enseña magistralmente… amemos, a Dios y al prójimo, como Jesús lo hizo y nos enseñó, con la fuerza y asistencia del Espíritu Santo Paráclito. 2. En torno a las ‘Lecturas’ - En el primer domingo de Cuaresma la Liturgia presenta los dos polos entre los que se desarrolla la historia de la salvación: el pecado del hombre y la redención de Cristo. El hombre acaba de ser creado por Dios (1a lectura: Gn 2, 7-9; 3, 1-7); ha salido de las manos de Dios puro e íntegro, plasmado a su imagen y semejanza; vive en la inocencia, en la alegría, en la amistad con su Creador. Pero el Maligno, envidioso del bien del hombre, está al acecho y lo hiere con tres tentaciones contra el orden establecido por Dios: «del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás, porque el día que comieras de él, morirás sin remedio» (Gn 2, 17). Tentación de incredulidad en la palabra de Dios: «de ninguna manera morirás» (Gn 3, 4); tentación de soberbia: «seréis como dioses» (ib 5); y finalmente tentación de desobediencia. Las dos primeras abren el camino a la última, y el hombre cae trasgrediendo el mandamiento divino. Atraído por las palabras engañosas que no supo rechazar, el hombre no resistió a la ilusión de levantarse a la categoría de Dios, y por buscar su propia grandeza fuera del plan divino se precipitó en la ruina arrastrando consigo a toda su descendencia. Pero Dios sabe que el hombre fue engañado; por eso, aunque lo castiga, le promete un salvador que le liberará del error y del pecado. - Para cumplir esta obra, el Hijo de Dios acepta hacerse en todo semejante al hombre menos en el pecado, sin descartar incluso que le tentase el Maligno, como se lee en el Evangelio del día (Mt 4, 1-11). Es impresionante la frase que introduce este relato: «Entonces Jesús fue conducido por el Espíritu al desierto para ser tentado por el diablo» (ib 1). Para Jesús el desierto no es sólo el lugar de retiro y de la oración tú a tú con el Padre; es el campo de batalla donde, antes de comenzar la Vida apostólica, toma posiciones contra el perpetuo enemigo de Dios y del hombre. También aquí, lo mismo que en el Paraíso, el diablo se presenta con tres tentaciones: contra Ia sumisión, la obediencia y la adoración que sólo a Dios se tributa. «Si eres Hijo de Dios di que estas piedras se conviertan en panes... Si eres Hijo de Dios, tírate abajo porque está escrito: a sus ángeles te encomendará... Todo esto te daré si te postras y me adoras» (ib 3.6.9). Verdaderamente Jesús es el Hijo de Dios, su poder es infinito, pero el Padre no quiere que lo use en beneficio propio. El Mesías no ha de ser un triunfador, sino «el siervo de Yahvé», que es enviado a salvar a los hombres con la humildad, Ia pobreza, la obediencia, la cruz. Y Jesús no se aparta ni un ápice del camino que el Padre le ha trazado. La Victoria que el diablo consiguiera en el Paraíso se cambia ahora, en el desierto de Palestina, en una total derrota: «Apártate, Satanás, porque está escrito: AI Señor tu Dios adorarás, sólo a él darás culto» (ib 10). - En la segunda lectura (Rm 5, 12-19) San Pablo resume en una síntesis fuerte y precisa toda la historia de la salvación: «Así como por la desobediencia de un solo hombre, todos los hombres fueron constituidos pecadores, así también por la obediencia de uno solo todos serán constituidos justos» (ib 19). La desobediencia, la falta de fe en la palabra de Dios, la soberbia de los primeros padres ha sido reparada por la obediencia de Jesús, por su fidelidad a la palabra y a la voluntad del Padre, por la humildad con que rechazó toda insinuación de un mesianismo glorioso y con que por el contrario se sometió a la vergüenza de la cruz. La reparación, es cierto, se cumplirá en el Calvario, pero se inicia ya en el desierto cuando Jesús rechaza a Satanás. Así «donde abundo el pecado, sobreabundó la gracia» (ib 20), y la salvación se ofreció a todo el género humano. Mediante la fe, la humildad y la obediencia puede todo hombre vencer las tentaciones del enemigo y entrar en la órbita de Jesús Salvador. Sugerencias... a. Las formas en que el hombre es tentado dependen mucho de su personalidad, del medio ambiente en que se mueve, de las fases de la misma vida, del estado de vida, de las situaciones y circunstancias de su existencia concreta. Con todo, la tentación nos acecha a todos a la vuelta de la esquina y en el momento en que menos se espera. En este Domingo es importante volver a afirmar -con vigor- que somos tentados, y esto en cualquier período de la vida. No hay que pensar que las tentaciones son cosas de alguna edad o un estado de vida o condición social... b. La cuaresma ofrece una buena ocasión para tratar el tema de la tentación y del pecado en muchos de los campos del obrar humano: la tentación de "otra religión" más complaciente y fácil, la tentación de la idolatría para con dioses hechos por manos humanas, la tentación de la rebelión y de la desobediencia civil o eclesial, la tentación del disenso por el disenso, la tentación de la mentira, de la corrupción, del adulterio, del aborto haciendo pensar que el debate público es bueno, del ‘sexo’ sin amor... de las ‘drogas’, como estilo de evasión y de alegría desenfrenada. Estas y otras muchas tentaciones, según sean los ámbitos de nuestra vida y comunidad, nos acechan a nosotros y a nuestros hermanos. c. Una catequesis sobre la tentación en el fondo es una catequesis sobre la libertad y la responsabilidad ante Dios, ante la propia conciencia y ante los demás. Precisamente en la tentación el hombre, ayudado por la gracia, muestra si es realmente libre, si sabe usar rectamente de su libertad. Hoy quizá se tiende a quitar responsabilidad a las acciones del hombre, achacándolas al ambiente, a la debilidad o anormalidad psicológicas, a muchachadas 'inocentes'... se quiere hacer pensar que la culpa es de los demás y siempre está en los otros. Sin quitar el debido peso a todo esto, parece que la sociedad debe reaccionar, y en lugar de disminuir la responsabilidad, esforzarnos por “edificar/educar” y hacer crecer hombres verdaderamente libres y responsables de sus acciones. De lo contrario, en lugar de mejorar la sociedad, la iremos dejando caer, más o menos culpablemente, en la inconciencia y en la irresponsabilidad… busquemos en esta Cuaresma descubrir a la Palabra como don… al Otro como don… y que, reconciliados y en gracia tengamos el corazón puro para ver a Dios y amar a los demás, practicando las obras de misericordia. Virgen María, Madre de Cristo y de la Iglesia, ruega por nosotros.

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